sábado, 16 de octubre de 2010

Merodeadores

En el mundo mágico de Harry Potter se define así al grupo de amigos formado por su padre James Potter, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew

Transfondo
Durante su estadía en Hogwarts, James Sirius al percatarse que cada mes Remus desaparece en los períodos de luna llena, descubren que este es un hombre lobo. Lejos de rechazar a su amigo por su condición, deciden acompañarlo en sus aventuras, para lo cual se convierten en animagos (los hombres lobo solamente atacan a los seres humanos); adoptando cada uno la forma de un animal, y adoptando como apodos características de los animales en que se transformaron.
De esta forma, pasan a ser conocidos como:
Los Merodeadores crearon el Mapa del Merodeador que en el tercer año de Harry en Hogwarts, le fue entregado por Fred y George Weasley.
De acuerdo a las leyes del mundo mágico, todos los animagos tienen que registrar su condición en el Ministerio de Magia, lo que nunca fue hecho por los Merodeadores, por lo cual esta cualidad de ellos es desconocida.

Libro Harry Potter 7: Cap 15 al final

Capítulo 15: La venganza del goblin

Temprano, a la mañana siguiente, antes de que los otros dos se despertaran, Harry dejó la tienda para buscar en el bosque que les rodeaba el árbol más viejo, nudoso y resistente que pudiera encontrar. Allí, a su sombra, enterró el ojo de Ojo-Loco Moody y marcó el lugar tallando con la varita una pequeña cruz sobre la corteza. No era mucho, pero Harry pensaba que Ojo-Loco lo habría preferido a estar incrustado en la puerta de Dolores Umbridge. Luego regresó a la tienda a esperar a que despertaran los demás, para discutir que harían a continuación.Harry y Hermione pensaban que era mejor no quedarse mucho tiempo en el mismo lugar, y Ron estuvo de acuerdo, con la única condición de que su próximo movimiento les llevara cerca de un sándwich de bacon. Así que Hermione quitó los encantamientos que había colocado alrededor del claro, mientras Harry y Ron borraban todas las marcas y señales sobre la tierra que pudieran revelar que habían acampado allí. Luego se Desaparecieron hacia las afueras de una pequeña ciudad comercial.Después de armar la tienda al resguardo de un pequeño grupo de árboles, y rodearla nuevamente con encantamientos protectores, Harry se aventuró a salir, debajo de la capa de invisibilidad, a buscar sustento. Pero no salió según lo planeado. Apenas había entrado en la ciudad cuando un frío antinatural, una niebla descendente, y un súbito oscurecer del cielo hizo que se quedara congelado en el lugar donde estaba parado.-¡Podías haber hecho un brillante Patronus! –protestó Ron, cuando Harry regresó a la tienda con las manos vacías, sin aliento y articulando únicamente la palabra Dementores.-No pude… hacerlo. –jadeó, apretando sobre la punzada que tenía sobre un costado-. No… aparecía.Las expresiones de consternación y desilusión hicieron que Harry se sintiera avergonzado, ver salir a lo lejos a los dementores volando entre la niebla y notar que el frío paralizador estrangulaba sus pulmones, que un grito lejano le llenaba los oídos, y que no iba a ser capaz de protegerse a sí mismo, había sido una experiencia angustiosa.Harry había necesitado toda su fuerza de voluntad para apartarse del lugar en el que estaba y correr, dejando que los ciegos dementores se deslizaran entre los muggles, que podían no ser capaces de verlos, pero que seguramente sentían la desesperanza que estos vertían dondequiera que fueran.-Así que seguimos sin tener comida.-Cállate, Ron. –dijo Hermione bruscamente-. Harry, ¿Qué ocurrió? ¿Por qué piensas que no pudiste hacer el Patronus? ¡Ayer lo hiciste perfectamente!-No lo sé.Se hundió en uno de los viejos sillones de Perkins, sintiéndose más humillado a cada momento que pasaba. Temía que algo estuviera mal dentro de él. Ayer parecía muy lejano: hoy podría haber tenido trece años otra vez, y volver a ser el único que se desmayó en el expreso de Hogwarts.Ron pateó una de las patas del sillón.-¿Qué? –le gruño a Hermione. –¡Me muero de hambre! ¡Lo único que he comido desde que casi me desangro hasta la muerte han sido un par de hongos!-Entonces ve y ábrete camino luchando a través de los dementores. –dijo Harry, enardecido.-Lo haría, pero mi brazo está en cabestrillo, ¡por si no te habías dado cuenta!-Eso te es muy conveniente.-Y que se supone que significa…-¡Por supuesto! –gritó Hermione, golpeándose la frente con la mano sobresaltándolos a ambos, provocando que se quedaran en silencio-. Harry, dame el relicario.-Vamos -dijo impacientemente, chasqueando los dedos ante él por su falta de reacción-. ¡El Horcrux, Harry, todavía lo llevas puesto!Ella extendió las manos, y Harry se paso la cadena de oro por encima de la cabeza. En el momento en que dejo de estar en contacto con la piel de Harry, este se sintió libre y extrañamente liviano. Ni siquiera se había dado cuenta de que se sentía sofocado o de que sentía un fuerte peso presionándole el estómago hasta que ambas sensaciones cesaron. -¿Mejor? –preguntó Hermione.-¡Si, muchísimo mejor!-Harry -dijo arrodillándose frente de él y usando el tipo de voz que se asocia a cuando visitas a alguien extremadamente enfermo-. No habrás sido poseído, ¿verdad?-¿Qué? ¡No! –dijo a la defensiva-. Recuerdo todo lo que hicimos mientras lo llevaba. Si hubiera estado poseído, no sabría lo que había hecho, ¿verdad? Ginny me contó que había veces en las que no podía recordar nada.-Hmmm -dijo Hermione, mirando hacia abajo al pesado relicario de oro-Bueno, tal vez no deberíamos llevarlo puesto. Podríamos dejarlo en la tienda.-No dejaremos el Horcrux por ahí. –declaró Harry firmemente-. Si lo perdemos, si lo roban…-Vale, esta bien, está bien -dijo Hermione, y se lo puso alrededor del cuello y lo escondió de la vista debajo de la camisa.-Pero lo llevaremos por turnos, para que nadie lo lleve demasiado tiempo.-Genial -dijo Ron irritado-, Ahora que hemos resuelto eso ,por favor, ¿podemos conseguir algo de comida?-Bien, pero iremos a otra parta a buscarla -dijo Hermione lanzándole a Harry una mirada de reojo-. No hay necesidad de que nos quedemos en un lugar donde sabemos que hay dementores apareciéndose por ahí.Al final se acomodaron para pasar la noche en un campo remoto perteneciente a una solitaria granja, de la cual se las habían ingeniado para obtener huevos y pan.-No es robar, ¿verdad? -preguntó Hermione inquieta, mientras devoraban los huevos revueltos con tostadas-. Hemos dejado dinero debajo del gallinero.Ron hizo rodar los ojos y dijo, con las mejillas abultadas, -¡Er-mynee, no te pr-oupes ta-to, ‘elájate!Y verdaderamente, era mucho más fácil relajarse cuando estaban confortables y bien alimentados: olvidaron la discusión sobre los dementores con las risas de esa noche y Harry se sintió alegre, hasta esperanzado, cuando fue a hacer el primero de los tres turnos de guardia de esa noche.Este era su primer encuentro con la realidad de que un estómago lleno significa buen humor; uno vacío, disputas y tristeza. Harry se sintió muy poco sorprendido por este hecho, ya que había sufrido períodos de casi inanición en casa de los Dursley. Hermione soportaba razonablemente bien aquellas noches en las que sólo conseguían escamotear bayas y bizcochos rancios, quizás su temperamento se volviera un poco más explosivo de lo normal y sus silencios algo agrios. Ron, en cambio, siempre había estado acostumbrado a tres deliciosas comidas por día, cortesía de su madre o de los elfos domésticos de Hogwarts, y el hambre lo ponía irracional e irritable.Cada vez que la falta de comida coincidía con el turno de Ron de usar el Horcrux, se volvía directamente desagradable.-¿Entonces a donde vamos ahora? –era el constante estribillo. Parecía no tener ideas propias, pero esperaba que Harry y Hermione idearan planes mientras él se sentaba y meditaba sobre el escaso abastecimiento de comida.En consecuencia, Harry y Hermione pasaban infructuosas horas tratando de decidir donde podrían encontrar los otros Horcruxes, y como destruir el que ya tenían, y sus conversaciones se volvían cada vez más repetitivas, ya que no tenían nueva información.Como Dumbledore le había dicho a Harry que creía que Voldemort había escondido Horcruxes en lugares importantes para él, seguían compendiando, como en una especie de lúgubre itinerario, aquellas localidades en las que sabían que Voldemort había vivido o visitado. El Orfanato donde había nacido y se había criado; Hogwarts, donde había sido educado; Borgin and Burkes, donde había trabajado después de terminar su educación; Albania, donde había pasado los años de exilio. En ellas sentaban las bases para sus especulaciones.-Si, vayamos a Albania. No debería llevarnos más de unas tarde registrar un país entero -dijo Ron sarcásticamente.-No puede haber nada allí. Ya había hecho cinco Horcruxes antes de irse al exilio, y Dumbledore estaba seguro que la serpiente fue el sexto -dijo Hermione-. Sabemos que la serpiente no está en Albania, generalmente está con Vol…-¿No os he pedido que dejéis de decir eso?-¡De acuerdo! La serpiente generalmente está con Ya-sabes-quién… ¿contento?-No exactamente.-No puedo creer que haya escondido nada en Borgin and Burkes –dijo Harry, que ya había repasado este punto varias veces antes, pero lo repitió simplemente para romper el incómodo silencio-. Borgin and Burkes eran expertos en objetos oscuros, hubieran reconocido un Horcrux en el acto.Ron bostezó intencionadamente. Reprimiendo el fuerte deseo de tirarle algo, Harry continuó escarbando -Todavía creo que puede haber escondido alguno en Hogwarts.Hermione suspiró.-¡Pero Dumbledore lo hubiera encontrado, Harry!Harry repitió el argumento que continuaba aportando a favor de su teoría.-Dumbledore me dijo que nunca había dado por sentado que conociera todos los secretos de Hogwarts. Estoy seguro, si hay un lugar donde Vol…-¡OI!-¡YA-SABES-QUIEN, entonces! –gritó Harry, aguijoneado más alla de su tolerancia-. ¡Si existe un lugar verdaderamente importante para Ya-sabes-quién, es Hogwarts!-Oh, vamos. –Se burló Ron-. ¿Su colegio?-¡Si, su colegio! Fue su primer hogar verdadero, el lugar que lo hizo especial; lo significa todo para él, y aún después de irse…-Estamos hablando de Ya-sabes-quién, ¿no? No de ti -Inquirió Ron. Estaba tirando de la cadena del Horcrux que le colgaba del cuello; Harry se vio invadido por el deseo de apoderarse de ella y estrangularlo.-Nos contaste que Ya-sabes-quien le pidió a Dumbledore que le diera trabajo después de graduarse -dijo Hermione.-Si así es -dijo Harry.-Y Dumbledore pensó que solo quería volver para tratar de encontrar algo, probablemente otro objeto de los fundadores, ¿Tal vez para convertirlo en otro Horcrux?-Si -dijo Harry.-Pero no consiguió el puesto, ¿verdad? –dijo Hermione-, ¡Así que no tuvo la oportunidad de encontrar un objeto perteneciente a los fundadores allí y esconderlo en el colegio!-Vale, entonces -dijo Harry, derrotado-. Olvídaros de Hogwarts.Sin otras pistas que seguir, viajaron a Londres y, escondidos bajo la capa de invisibilidad, buscaron el orfanato donde Voldemort había crecido. Hermione se introdujo furtivamente en una biblioteca y descubrió en sus archivos que el lugar había sido demolido muchos años antes. Visitaron el lugar y encontraron un bloque de oficinas.-Podríamos intentar excavar los cimientos –sugirió Hermione con poco entusiasmo.-No habría escondido un Horcrux aquí. –dijo Harry. Lo había sabido todo el tiempo. Para Voldemort, el orfanato había sido el lugar del cual estaba determinado a escapar; nunca hubiera escondido parte de su alma allí. Dumbledore le había revelado a Harry que Voldemort buscaba grandeza o misterio al elegir sus escondrijos; esta lúgubre esquina gris de Londres era lo más alejado que se pudiera imaginar de Hogwarts, o del Ministerio o de un edificio como Gringotts, el Banco de los Brujos, con sus puertas doradas y pisos de mármol. Como no se les ocurrieron nuevas ideas, siguieron moviéndose a través del distrito rural, armando la tienda cada noche en un lugar diferente, por seguridad. Cada mañana se aseguraban de eliminar todas las pistas que pudieran revelar su presencia, luego partían para encontrar otro solitario y apartado paraje, viajando por medio de la Aparición hacia más zonas boscosas, hacia oscuras hendiduras sobre acantilados, hacia brezales púrpuras, laderas de montañas cubiertas de enebro, y una vez a una resguardada cueva llena de guijarros. Cada doce horas más o menos se pasaban el Horcrux entre ellos como si estuvieran jugando a algún perverso juego a cámara lenta de “Pasa-el-Paquete”<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]-->, temiendo que la música se detuviera porque la recompensa eran doce horas de creciente miedo y ansiedad.A Harry le punzaba la cicatriz constantemente. Se dio cuenta que le pasaba más a menudo cuando llevaba puesto el Horcrux. A veces no podía evitar reaccionar ante el dolor.-¿Qué? ¿Qué fue lo que viste? –preguntaba Ron cada vez que notaba que Harry se encogía.-Un rostro -murmuraba Harry, cada vez-. El mismo rostro. El ladrón que le robó a Gregorovitch.Y Ron se daba la vuelta, sin esforzarse en esconder su desilusión. Harry sabía que Ron tenía la esperanza de escuchar noticias acerca de su familia o del resto de la Orden del Fénix, pero, después de todo, él, Harry, no era una antena de televisión; solo podía ver lo que estaba pensando Voldemort en ese momento, no sintonizar cualquiera cosa que le apeteciera. Aparentemente Voldemort pensaba obsesiva y continuamente en el desconocido joven de rostro alegre, acerca de cuyo nombre y paradero, Harry estaba seguro, que Voldemort conocía tanto como él. Como la cicatriz de Harry continuaba ardiendo, y el alegre y rubio muchacho flotaba exasperantemente en sus recuerdos, aprendió a suprimir toda señal de dolor o incomodidad, ya que los otros dos solo daban muestras de impaciencia ante la mención del ladrón. No podía culparlos del todo, cuando estaban tan desesperados por encontrar una pista de los Horcruxes.Cuando los días se convirtieron en semanas, Harry comenzó a sospechar que Ron y Hermione estaban teniendo conversaciones a sus espaldas, acerca de él. Varias veces dejaron de hablar abruptamente cuando Harry entraba en la tienda, y dos veces accidentalmente los encontró acurrucados a cierta distancia, con las cabezas juntas, y hablando rápidamente; ambas veces se quedaron en silencio cuando se dieron cuenta de que se acercaba y se apresuraron a mostrarse ocupados recolectando madera o agua.Harry no podía evitar preguntarse si sólo habían accedido a embarcarse en lo que ahora parecía un inútil e indefinido viaje, porque pensaban que tenía algún plan secreto del que se enterarían a su debido tiempo. Ron no hacía ningún esfuerzo por ocultar su mal humor, y Harry estaba empezando a temer que Hermione también estuviera desilusionada por su pobre liderazgo. Desesperado trató de pensar en posibles localizaciones de Horcruxes, pero la única que se le ocurría siempre era Hogwarts, y como ninguno de los otros pensaba que esto fuera posible, dejo de sugerirlo.El otoño envolvió al distrito rural mientras lo recorrían.Ahora armaban la tienda sobre mantos de hojas caídas. La niebla natural se unía a la conjurada por los dementores; el viento y la lluvia se añadían a sus problemas. El hecho de que Hermione estuviera mejorando su habilidad para identificar hongos comestibles no compensaba totalmente el continuo aislamiento, la falta de compañía de otras personas, o la total ignorancia acerca de lo que estaba pasando en la guerra contra Voldemort.-Mi madre -dijo Ron una noche, mientras se sentaban en la tienda junto al lecho de un río en Gales-, puede hacer aparecer una provechosa comida del aire.Malhumorado, pinchó los trozos de lucio carbonizado que había en su plato. Automáticamente, Harry miro el cuello de Ron y vio, como había esperado, la cadena dorada del Horcrux brillando allí. Se las arreglo para luchar contra el impulso de maldecir a Ron, cuya actitud, estaba seguro, mejoraría un poco cuando llegara la hora de sacarse el relicario.-Tu madre no puede producir comida del aire -dijo Hermione-. Nadie puede. La comida es la primera de las cinco Excepciones Principales a la Ley de Gamp de Transfiguración Element…-Oh, habla en español, ¿o no puedes? –dijo Ron, sacándose una espina de pescado de entre los dientes.-¡Es imposible fabricar una buena comida de la nada! Puedes convocarla si sabes donde está, puedes transformarla, puedes incrementar la cantidad si ya tienes un poco… -Bien, no te esfuerces en incrementar esta, es asquerosa -dijo Ron.-¡Harry cogió el pescado y yo hice lo mejor que pude con él! ¡He notado que siempre soy yo la que termina cocinando, supongo que porque soy una chica!-¡No, es porque se supone que eres la mejor haciendo magia! –replicó Ron.Hermione saltó, y unos trozos de lucio asado se deslizaron del plato de lata hasta caer al piso.-Puedes cocinar tú mañana, Ron, puedes buscar los ingredientes y probar un encantamiento que los transforme en algo digno de comerse, y yo me sentaré ahí y te pondré caras y gemiré, para que puedas ver como…-¡Callaros! –dijo Harry, parándose de un salto y levantando ambas manos-. ¡Callaros, ahora!Hermione se veía ultrajada.-Como puedes ponerte de parte de él, casi nunca cocina…-¡Hermione, cállate, oigo a alguien!Estaba esforzándose por escuchar, tenía las manos levantadas aún, advirtiéndoles para que no hablaran. Entonces, sobre el torrente y efusión del oscuro río que había junto a ellos, escuchó voces otra vez. Miró a su alrededor buscando el chivatoscopio. No se estaba moviendo.-Conjuraste el encanto Muffliato sobre nosotros, ¿no? –le susurró a Hermione.-Los hice todos -susurró en respuesta-, Muffliato, Repelente de Muggles y los Encantamientos Desilusionadores, todos ellos. No deberían ser capaces de oírnos ni vernos, quienquiera que sean.Fuertes ruidos de forcejeos y arañazos, mas el sonido de piedras y ramitas desalojadas, les indicaron que varias personas estaban trepando por la empinada y arbolada ladera que descendía hacia la angosta orilla donde habían armado la tienda. Sacaron las varitas y esperaron. Los encantamientos que habían conjurado a su alrededor deberían ser suficientes, en la casi total oscuridad, para escudarlos de la vista de los muggles y de los brujos y brujas normales. Si eran Mortífagos, entonces tal vez sus defensas estuvieran a punto de ser probadas contra la Magia Oscura por primera vez.Cuando el grupo de hombres llegó a la orilla las voces se hicieron más altas pero no más inteligibles. Harry estimaba que sus dueños debían estar a menos de veinte pies de distancia, pero el río que caía en forma de cascada hacía que fuera imposible asegurarlo. Hermione tomó su bolso bordado y empezó a registrarlo; después de un momento sacó tres Oídos Extensibles y les tiró uno a Harry y otro a Ron, que velozmente insertaron un extremo del cordón color piel en sus oídos y sacaron el otro extremo fuera de la entrada de la tienda.Segundos después Harry escucho una cansada voz masculina.-Debería haber algunos salmones por aquí, ¿o te parece que todavía no ha llegado la temporada? ¡Accio Salmon!Hubo varios ruidos de salpicaduras y luego ruidos distintivos del pescado batiéndose contra la carne. Alguien gruñó apreciativamente. Harry presionó más profundamente el extremo del Oído Extensible en el suyo. Sobre el murmullo del río podía distinguir otras voces, pero no estaban hablando en español ni en ningún otro lenguaje humano del que tuviera conocimiento. Era una lengua ruda y poco melodiosa, una sarta de repiqueteantes ruidos guturales, y parecía haber dos interlocutores, uno con un tono apenas un poco más bajo y pausado que el otro.Un fuego cobró vida del otro lado de la lona; largas sombras pasaron entre la tienda y las llamas. El delicioso aroma del salmón asado flotó tentadoramente en su dirección. Luego llegó el tintinear de cubiertos sobre platos, y el primer hombre habló otra vez.-Aquí, Griphook, Gornuk.-¡Goblins! -Hermione articulo hacia Harry, quien asintió.-Gracias -dijeron ambos Goblins en español.-Asi que ¿Cuánto tiempo habéis estado huyendo, vosotro tres? –preguntó una nueva voz, melodiosa y agradable; a Harry le sonó vagamente familiar, y se imagino a un hombre de panza redonda, y cara alegre.-Seis semanas… siete… lo olvidé -dijo el hombre cansado-. Me encontré con Griphook los primeros días y unimos fuerzas con Gornuk no mucho después. Es agradable tener algo de compañía. –Hubo una pausa, mientras los cuchillos rasgaban los platos y apequeñas copas eran alzadas y vueltas a dejar en la tierra-. ¿Que te hizo partir, Ted? –continuó el hombre.-Sabía que vendrían a buscarme -contestó el de voz melodiosa, Ted, y de repente Harry supo quien era: el padre de Tonks-. La semana pasada escuché que los Mortífagos estaban en el área y decidí que era mejor huir. Desde el principio, rehusé a registrarme como un nacido de muggles, sabes, así que sabía que era cuestión de tiempo, sabía que al final tendría partir. Mi esposa debería estar bien, es de sangre pura. Y luego conocí a Dean aquí presente, ¿que hará, unos días, hijo?-Si, -dijo otra voz, y Harry, Ron y Hermione se miraron uno al otro, en silencio pero, a pesar de si mismos, emocionados, seguros de haber reconocido la voz de Dean Thomas, su compañero de Gryffindor.-Nacido de muggles, ¿eh? –preguntó el primer hombre.-No estoy seguro, -dijo Dean-. Mi padre dejó a mi madre cuando yo era un niño. Aunque no tengo pruebas de que haya sido un brujo.Por un momento se hizo el silencio, salvo por los sonidos de masticación; luego Ted volvió a hablar.-Tengo que decir, Dirk, que estoy sorprendido de haberme encontrado contigo. Contento, pero, sorprendido. Se corrió la voz de que te habían atrapado.-Y así fue -dijo Dirk-. Estaba a medio camino de Azkaban cuando intenté fugarme. Lancé un hechizo Aturdidor sobre Dawlish y le robé la escoba. Fue más fácil de lo que puedas pensar; supongo que no debía estar muy bien en ese momento. Parecía Confundido. Si es así, me gustaría estrechar la mano de la bruja o brujo que lo hizo, probablemente me salvó la vida.Hubo otra pausa en la que el fuego crepitó y se podían escuchar las embestidas del río. Luego Ted dijo -¿Y como encajais vosotros dos? Yo, eh, tenía la impresión de que los goblins estaban con Ya-sabes-quien, todos ellos.-Tenías una falsa impresión. –dijo el goblin de voz más aguda-. No nos ponemos del lado de nadie. Esta es una guerra de brujos.-¿Entonces, como es que estáis escondiéndoos?-Estimé que era lo más prudente -dijo el goblin de voz más profunda-. Habiéndo rehusado a aceptar lo que yo consideré que era una demanda impertinente, me di cuenta que mi seguridad personal estaba en riesgo.-¿Qué te pidieron que hicieras? –preguntó Ted.-Tareas impropias de la dignidad de mi raza. –respondió el goblin, empleando un tono de voz más rudo y menos humano al decirlo-. No soy un elfo doméstico.-¿Y tu, Griphook?-Razones similares -dijo el goblin de voz más aguda-. Gringotts ya no está bajo el exclusivo control de los de mi raza. Yo no reconozco a ningún brujo como Director.Añadió algo en voz baja en Gobbledegouk, y Gornuk se echó a reír.-¿Cuál es el chiste? –preguntó Dean.-Dijo -contestó Dirk-, que hay cosas que tampoco los brujos reconocen.Hubo una pequeña pausa.-No lo entiendo. –dijo Dean.-Me tomé mi pequeña venganza antes de partir -dijo Griphook en español.-Buen hombre… goblin, quise decir. –enmendó Ted rápidamente-. ¿Supongo que no te las ingeniarías para encerrar a uno de los Mortífagos en una de las viejas cámaras de alta seguridad?-Si lo hubiera hecho, la espada no le habría ayudado a escaparse de allí -replicó Griphook. Gornuk se rió otra vez y hasta Dirk soltó una risa seca.-Todavía creo que aquí hay algo que Dean y yo nos hemos perdido. –dijo Ted.-También Severus Snape, solo que todavía no lo sabe, -dijo Griphook, y los dos goblins estallaron en risas malignas. Dentro de la tienda la respiración de Harry se había vuelto superficial por la excitación. El y Hermione se miraron fijamente el uno al otro, escuchando lo más atentamente posible. -¿No te enteraste de eso, Ted? –preguntó Dirk-. ¿De los chicos que trataron de robar la espada de Gryffindor de la oficina de Snape en Hogwarts?Pareció como si a Harry lo hubiera atravesado una corriente eléctrica, alterando cada uno de sus nervios mientras permanecía en el lugar como si hubiera echado raíces.-No escuché ni una palabra, -dijo Ted-. No salió en el Profeta, ¿verdad?-Difícilmente –se rió Dirk entre dientes-. Griphook aquí presente me lo contó, se enteró del asunto por Bill Weasly que trabaja en el banco. Uno de los jóvenes que trató de llevarse la espada era la hermana más pequeña de Bill.Harry miró hacia donde se hallaban Hermione y Ron, ambos aferraban los Oídos Extensibles tan firmemente como si fueran cuerdas de salvamento.-Ella y un grupo de amigos entraron en la oficina de Snape y rompieron el vidrio de la vitrina donde aparentemente guardaba la espada. Snape los atrapó cuando bajaban la escalera tratando de pasarla de contrabando.-Ah, Dios los bendiga. –dijo Ted-. ¿Qué pensaban, que serían capaces de usar la espada contra Ya-sabes-quien? ¿O contra el mismo Snape?-Bien, fuera lo que fuera lo que pensaran hacer con ella, Snape decidió que la espada no estaba a salvo donde estaba. –dijo Dirk-. Un par de días más tarde, me imagino que después de obtener el visto bueno de Ya-sabes-quien, la mando a Londres para que en cambio fuera guardada en Gringotts.Los goblins comenzaron a reírse otra vez.-Todavía no le encuentro la gracia -dijo Ted.-Es una falsificación. –graznó Griphook.-¡La espada de Gryffindor!-Oh si. Es una copia… una excelente copia, verdaderamente… pero estaba hecha por magos. La original fue forjada hace siglos por goblins y tenía ciertas propiedades que solo las armas hechas por goblins poseen. Donde quiera que esté la genuina espada de Gryffindor, no está en una bóveda del Banco de Gringotts.-Ya veo. –dijo Ted-. Y asumo que no te molestaste en decirle esto a los Mortífagos.-No vi ninguna razón para molestarles con esa información. –dijo Griphook con mucha compostura, y ahora Ted y Dean se unieron a las risas que proferían Gornuk y Dirk.Dentro de la tienda, Harry cerró los ojos, deseando que alguien hiciera la pregunta de la cual necesitaba la respuesta, y después de un minuto que parecieron diez, Dean le hizo el favor; después de todo (recordó Harry sintiendo una sacudida) también era ex-novio de Ginny.-¿Que ocurrió con Ginny y los demás? ¿Los que trataron de robarla?-Oh, fueron castigados, y cruelmente-. Dijo Griphook con indiferencia.-¿Pero aún así se encuentran bien? –preguntó Ted velozmente-. Quiero decir, que los Weasley lo menos que necesitan es más hijos heridos ¿verdad?-Por lo que se, no sufrieron heridas serias. –dijo Griphook.-Me alegro por ellos. –dijo Ted-. Con los antecedentes que tiene Snape supongo que deberíamos alegrarnos de que aún sigan con vida. -¿Entonces, crees esa historia, verdad, Ted? –preguntó Dirk-. ¿Crees que Snape mató a Dumbledore?-Por supuesto que lo creo. -dijo Ted-. ¿Te vas a quedar sentado allí diciéndome que crees que Potter tuvo algo que ver con ello?-Es difícil saber en que creer en estos días. –murmuró Dirk.-Conozco a Harry Potter. –dijo Dean-. Y considero que el es el verdadero… el Elegido, o lo que sea que quieran llamarlo.-Si, hay muchos a los que les gustaría poder creer eso, hijo –dijo Dirk-, yo incluido. Pero ¿Dónde está? Por lo que parece, huyó por su vida. Se podría pensar que si supiera algo que nosotros no sabemos, o tuviera algo especial dentro de si, estaría allí fuera ahora, peleando, oponiendo resistencia, en vez de esconderse. Y sabes, el Profeta presentó un caso bastante bueno contra él…-¿El Profeta? –se burló Ted-. Mereces que te mientan si aún continuas leyendo esa porquería, Dirk. Si quieres los hechos, prueba con el Quibbler.Hubo una súbita explosión de sofocos y arcadas además de gran cantidad de golpes. Por el ruido que hacían, Dirk se había tragado una espina de pescado. Al final balbuceó. -¿El Quibbler? ¿Ese fancín lunático de Xeno Lovegood?-No está tan lunático estos días. –dijo Ted-. Deberías echarle una ojeada. Xeno esta imprimiendo todas las cosas que el Profeta está ignorando, ni una sola mención acerca de Snorkacks de Cuernos Rugosos en el último ejemplar. Lo que me preocupa es cuanto tiempo más lo dejarán salirse con la suya, no lo sé. Pero Xeno dice, en la primera página de cada publicación, que todo brujo que esté en contra de Ya-sabes-quien debería tener como primera prioridad el ayudar a Harry Potter.-Es difícil ayudar a un muchacho que ha desaparecido de la faz de la tierra -dijo Dirk.-Escucha, el hecho de que aún no lo hayan atrapado es un tremendo logro –dijo Ted-. Gustosamente aceptaría sus consejos; es lo que estamos tratando de hacer, permanecer libres, ¿verdad?-Si, bueno, ahí tienes razón –dijo Dirk lentamente-. Con todo el Ministerio y todos sus informantes buscándolo yo habría supuesto que a estas alturas ya lo habrían atrapado. Considerándolo, ¿quien nos asegura que no lo hayan capturado y matado sin haberlo difundido?-Ah, no digas eso, Dirk. –murmuró Ted.Hubo una larga pausa ocupada con otro alboroto de cuchillos y tenedores. Cuando volvieron a hablar fue para discutir si deberían dormir en la orilla o refugiarse en la ladera arbolada. Decidiendo que los árboles les darían una mejor cobertura, extinguieron el fuego, y luego treparon nuevamente la pendiente, las voces perdiéndose en la distancia.Harry, Ron y Hermione enrollaron los Oídos Extensibles. Harry, que durante todo el tiempo que estuvieron escuchando a escondidas, había encontrado cada vez mas difícil permanecer en silencio, ahora fue incapaz de decir nada más que: -Ginny… la espada… -Lo sé. –dijo Hermione.Se abalanzó sobre el pequeño bolso bordado, esta vez hundiendo el brazo dentro de él justo hasta la axila.-Aquí… lo… tengo… -dijo con los dientes apretados, y tiró de algo que evidentemente estaba en el fondo del bolso.Paulatinamente, pudo verse el borde de un recargado marco de cuadro. Harry se apresuró a ayudarla. Mientras levantaban el vacío retrato de Phineas Nigellus para sacarlo del bolso, lo mantuvo apuntado con la varita, lista para conjurar un hechizo en cualquier momento.-Si alguien cambió la verdadera espada por la falsa mientras estaba en la oficina de Dumbledore -jadeó, mientras apoyaban la pintura contra un lado de la tienda-, ¡Phineas Nigellus debería haber sido testigo, esta colgado justo al lado de la vitrina! -A menos que estuviera durmiendo –dijo Harry, pero aún así contuvo el aliento mientras Hermione se arrodillaba frente al vacío lienzo, con la varita apuntada hacia el centro. Se aclaró la garganta y luego dijo: -Er… ¿Phineas? ¿Phineas Nigellus?Nada ocurrió.-¿Phineas Nigellus? –dijo Hermione otra vez-. ¿Profesor Black? Por favor… ¿Podemos hablar con usted? ¿Por favor?-Decir por favor siempre ayuda. –dijo una fría y sarcástica voz, y Phineas Nigellus se deslizó dentro de su retrato. Al instante, Hermione gritó: -¡Obscuro!Una venda negra apareció sobre los inteligentes ojos oscuros de Phineas Nigellus, provocando que se golpeara contra el marco y gritara de dolor.-¿Qué… cómo te atreves… quién eres?-Lo siento mucho, Profesor Black, -dijo Hermione-. ¡Pero es una precaución necesaria!-¡Remueve este tonto aditamento enseguida! ¡Quítalo, te he dicho! ¡Estás arruinando una gran obra de arte! ¿Dónde estoy? ¿Qué está ocurriendo?-No importa donde estamos. –dijo Harry, y Phineas Nigellus se congeló, abandonando los intentos de quitarse la venda pintada que le cubría el rostro.-¿Será posible que esa sea la voz del huidizo Mr. Potter?-Tal vez. –dijo Harry, sabiendo que esto mantendría a Phineas Nigellus interesado-. Tenemos un par de preguntas que hacerle… acerca de la espada de Gryffindor.-Ah -dijo Phineas Nigellus, ahora volviendo la cabeza de un lado a otro en un esfuerzo por tratar de obtener un vistazo de Harry-. Si. Esa tonta chica actuó muy imprudentemente…-No hable así de mi hermana. –dijo Ron bruscamente. Phineas Nigellus enarcó las cejas de forma arrogante.-¿Quién más está ahí? –preguntó, girando la cabeza de lado a lado-. ¡Tu tono me desagrada! La muchacha y sus amigos fueron extremadamente temerarios. ¡Robarle al Director!-No estaban robando. –dijo Harry-. La espada no es de Snape.-Pertenece al colegio del Profesor Snape. –dijo Phineas Nigellus-. ¿Qué derecho tiene exactamente la joven Weasley sobre ella? ¡Se merecía el castigo, tanto como el idiota de Longbottom y la rareza de Lovegood!-¡Neville no es un idiota y Luna no es una rareza! –dijo Hermione.-¿Dónde estoy? –repitió Phineas Nigellus, empezando nuevamente a forcejear con la venda-. ¿Dónde me habéis traído? ¿Por qué me habéis sacado de la casa de mis ancestros?-¡En este momento eso no es importante! ¿Cómo castigó Snape a Ginny, Neville y Luna? –preguntó Harry con apremio.-El Profesor Snape los mandó al Bosque Prohibido, a hacer algún trabajo para el idiota de Hagrid.-¡Hagrid no es un idiota! –dijo Hermione estridentemente.-Y seguro que Snape pensó que eso era un castigo -dijo Harry-. Pero Ginny, Neville y Luna probablemente pasaron un rato agradable con Hagrid. El Bosque Prohibido… han pasado por cosas mucho peores que el Bosque Prohibido, ¡vaya cosa!Se sintió aliviado; se había estado imaginando horrores, la maldición Cruciatus, como poco.-Lo que realmente queríamos saber, Profesor Black, es si ¿alguien más, um, por alguna razón, ha sacado la espada? ¿Tal vez se la llevaron para limpiarla o… o algo?Phineas Nigellus hizo una pausa en los forcejeos con que intentaba liberarse los ojos y se rió disimuladamente.-Nacidos de muggles -dijo-. Las armas de hechura Goblin no necesitan limpieza, ingenua niña. La plata Goblin repele el polvo mundano, absorbiendo solamente aquello que la fortalece.-No llame ingenua a Hermione. –dijo Harry.-Me estoy cansando de que me contradigais. –dijo Phineas Nigellus-. ¿Tal vez sea hora de que regrese a la oficina del Director?Aún vendado, comenzó a andar a tientas por el borde del marco, tratando de tantear su camino fuera de esta pintura y de regreso a la que estaba en Hogwarts. Harry tuvo una súbita inspiración.-¡Dumbledore! ¿Puede traernos a Dumbledore?-¿Perdón? –preguntó Phineas Nigellus.-El retrato del Profesor Dumbledore… no podría traerlo con usted, aquí, a su propio retrato.Phineas Nigellus volvió el rostro en dirección a la voz de Harry.-Evidentemente no solamente los nacidos de muggles son ignorantes, Potter. Los retratos de Hogwarts pueden comunicarse entre ellos, pero no pueden viajar fuera del castillo excepto para visitar pinturas de si mismos colgadas en otros lugares. Dumbledore no puede venir conmigo aquí, y después del tratamiento que he recibido en vuestras manos. ¡Os aseguro que no regresaré a visitaros!Ligeramente cabizbajo, Harry observó como Phineas redoblaba sus esfuerzos para dejar el marco.-Profesor Black -dijo Hermione-, ¿No podría decirnos, por favor, cuando fue la última vez que la espada fue sacada de la vitrina? ¿Me refiero a antes de que Ginny la tomara?Phineas bufó impacientemente.-Creo que la última vez que vi la espada de Gryffindor fuera de la vitrina fue cuando el Profesor Dumbledore la usó para abrir un anillo de un golpe.Hermione se giro vivamente para mirar a Harry. Ninguno de ellos se atrevía a decir nada más delante de Phineas Nigellus, que al fin se las había arreglado para encontrar la salida.-Bien, buenas noches tengan ustedes. –dijo algo gruñón, y empezó a apartarse de la vista otra vez. Solo el borde de su sombrero de ala quedaba a la vista cuando Harry dio un inesperado grito.-¡Espere! ¿Le contó a Snape que había visto eso?Phineas Nigellus metió la vendada cabeza nuevamente dentro del cuadro.-El Profesor Snape tiene cosas más importantes en su mente que las muchas excentricidades de Albus Dumbledore. ¡Adiós, Potter!Y diciendo esto, se desvaneció por completo, dejando detrás de él nada más que el sombrío telón de fondo.-¡Harry! –gritó Hermione.-¡Lo sé! –gritó Harry. Incapaz de contenerse a si mismo, dio un puñetazo al aire; era más de lo que se había atrevido a esperar. Caminó a zancadas por la tienda, de arriba abajo, sintiendo que podría correr una milla entera; Ya ni siquiera tenía hambre. Hermione comprimía el retrato de Phineas Nigellus metiéndolo nuevamente dentro del bolso bordado; cuando hubo cerrado el cierre tiró el bolso de vuelta a un lado y levanto la cara brillante hacia Harry.-¡La espada puede destruir Horcruxes! Las hojas fabricadas por los Goblins absorben solo aquello que las fortalece… ¡Harry esa espada esta impregnada con veneno de basilisco!-Y Dumbledore no me la entregó antes porque aún la necesitaba, quería usarla en el Relicario…-…y debe de haberse percatado que no te dejarían tenerla si te la dejaba en su testamento…-… Por lo que hizo una réplica…-… Y puso una falsificación en la vitrina…-… Y dejó la verdadera… ¿Dónde?Se miraron uno al otro; Harry sentía que la respuesta estaba colgando invisible en el aire que había sobre ellos, tentadoramente cerca. ¿Por qué no se lo había dicho Dumbledore? ¿O, de hecho, se lo dijo a Harry, pero Harry no se dio cuenta en ese momento?-¡Piensa! –susurró Hermione-. ¡Piensa! ¿Donde podría haberla dejado?-No en Hogwarts. –dijo Harry, reanudando su paseo.-¿En algún lugar de Hogsmeade? –sugirió Hermione.-¿En la Casa de los Gritos? –dijo Harry-. Nunca va nadie por allí.-Pero Snape sabe como llegar allí, ¿No sería eso un poco arriesgado?-Dumbledore confiaba en Snape. –le recordó Harry.-No lo suficiente como para decirle que había intercambiado las espadas. –dijo Hermione.-¡Si, tienes razón! –dijo Harry, y se sintió incluso más alegre ante el pensamiento de que Dumbledore había tenido ciertas reservas, aunque fueran leves, sobre la honradez de Snape-. Por lo que habrá escondido la espada bien lejos de Hogsmeade ¿Qué supones tú, Ron? ¿Ron?Harry miro a su alrededor. Por un desconcertante momento pensó que Ron había dejado la tienda, luego se dio cuenta que Ron estaba tendido en una litera envuelto en las sombras, inmovil.-Oh, os habéis acordado de mi, ¿eh? –dijo.-¿Qué?Ron bufó con la vista fija en la parte de abajo de la litera superior.-Proseguid. No dejeis que os estropee la diversión.Perplejo, Harry miró a Hermione en busca de ayuda, pero ella negó con la cabeza, aparentemente tan confusa como él.-¿Cuál es el problema? –preguntó Harry.-¿Problema? No hay ningún problema. –dijo Ron aún rehusando mirar a Harry-. No en lo que a ti respecta, de cualquier forma.Se escucharon varios golpes sordos en la lona sobre sus cabezas. Había empezado a llover.-Bueno, evidentemente tienes un problema. –dijo Harry-. Escúpelo, ¿quieres?Ron balanceó las largas piernas fuera de la cama y se sentó. Se le veía sórdido, no parecía él mismo.-Esta bien, lo escupiré. No esperes que salte arriba y abajo por toda la tienda porque hay otra condenada cosa que debemos encontrar. Añádela a la lista de cosas que no sabes.-¿Qué no sé? –repitió Harry-. ¿Qué no sé?Plunk, plunk, plunk. La lluvia caía cada vez más fuerte y pesada; produciendo leves ruidos en la capa de hojas esparcidas alrededor de ellos y chapoteando en el río a través de la oscuridad. El temor apagó el júbilo de Harry. Ron estaba diciendo exactamente lo que había sospechado y temido que estuviera pensando.-No es como si estuviera pasando el mejor momento de mi vida aquí, -dijo Ron-. Sabes, con el brazo estropeado y nada que comer y congelándome el trasero todas las noches. Solo tenía la esperanza, sabes, de que después de haber estado dando vueltas durante semanas, hubiéramos logrado algo.-Ron –dijo Hermione, pero con una voz tan baja que Ron podía pretender no haberla oído sobre el ruidoso tamborileo de la lluvia que ahora golpeaba la tienda.-Creí que sabías para lo que te habías ofrecido voluntario. –dijo Harry.-Si, yo también creía saberlo.-Entonces ¿Qué parte de ello no esta colmando tus expectativas? –preguntó Harry. El enfado venía en su auxilio ahora-. ¿Creías que nos alojaríamos en hoteles cinco estrellas? ¿Qué encontraríamos un Horcrux cada dos por tres? ¿Pensabas que volverías con tu mami para navidad?-¡Pensamos que sabías lo que estabas haciendo! –grito Ron, poniéndose de pie, y sus palabras traspasaron a Harry como cuchillos ardientes-. ¡Pensamos que Dumbledore te había dicho qué hacer, pensamos que tenías un verdadero plan!-¡Ron! –dijo Hermione, esta vez de forma claramente audible sobre la lluvia que retumbaba contra el techo de la tienda, pero otra vez la ignoró.-Bueno siento haberte desilusionado. –dijo Harry, su voz lo bastante serena aunque se sentía vacío, inadecuado-. Fui honesto contigo desde el principio. Te dije todo lo que Dumbledore me había dicho. Y en caso que no te hayas dado cuenta, encontramos un Horcrux…-Si, y estamos casi tan cerca de librarnos de él como lo estamos de encontrar el resto de ellos… ¡En otras palabras, para nada cercanos, maldición!-Quítate el relicario, Ron. –dijo Hermione, su voz inusualmente alta-. Por favor quítatelo. No estarías hablando de esa forma si no hubieras estado usándolo todo el día.-Si, lo haría. –dijo Harry, que no quería que le buscaran excusas a la actuación de Ron-. ¿En serio creeis que no he adivinado que pensabais estas cosas?-Harry, nosotros no estábamos…-¡No mientas! –le lanzó Ron-. Tu también lo dijiste, dijiste que estabas desilusionada, dijiste que habías creído que tenía algo más en lo que apoyarse, además de…-No lo dije de esa forma, Harry, ¡No lo hice! –lloró.La lluvia aporreaba la tienda, por el rostro de Hermione caían las lágrimas, y la emoción que había sentido hacía unos minutos se desvaneció como si nunca la hubiera experimentado, un fuego artificial de corta vida que había brillado y muerto, dejándolo todo oscuro, mojado y frío. La espada de Gryffindor estaba escondida y no sabían dónde, y eran tres adolescentes en una tienda cuya única hazaña hasta el momento consistía en no estar muertos, aún.-¿Entonces por qué estáis aquí aún? –le preguntó Harry a Ron.-Que me registren.-Iros a casa, entonces. –dijo Harry.-¡Si, tal vez lo haga! –gritó Ron, y dio varios pasos hacia Harry, que no se echó para atrás-. ¿No escuchaste lo que dijeron de mi hermana? Pero no das un pedo de gato, no. Es solo el Bosque Prohibido. Ha-enfrentado-cosas-peores, a Harry Potter no le importa lo que le pase a ella allí… bueno a mi si, entiendes, arañas gigantes y juegos de mente…-Lo que quise decir… es que estaba con los demás, estaban con Hagrid…-Si, lo entiendo, ¡No te importa! Y que hay acerca del resto de mi familia, “los Weasley lo que menos que necesitan es más hijos heridos” ¿oíste eso?-Si, yo… -¿Sin embargo no te preocupó lo que quiso decir con eso?-¡Ron! –dijo Hermione, forzando su camino para interponerse entre ellos-. No creo que signifique que haya pasado nada nuevo, nada de lo que no estemos enterados; piensa, Ron, Bill ya tiene una cicatriz, a esta altura mucha gente debe haber visto que George perdió una oreja, y se supone que tú estás en tu lecho de muerte con Spattergroit. Estoy segura que eso fue lo que quiso decir…-Oh, estás segura, ¿verdad? Bueno, entonces, no me preocuparé por ellos. Para ti también está todo bien, ¿no es cierto? Con tus padres a salvo fuera del camino…-¡Mis padres están muertos! –rugió Harry.-¡Y los míos podrían estar en el mismo camino! –gritó Ron.-Entonces ¡VETE! –rugió Harry-. Regresa con ellos, pretende que te recuperaste del Spattergroit y tu madre podrá alimentarte bien y…Ron hizo un movimiento súbito. Harry reaccionó, pero antes de que cualquiera de las dos varitas estuviera fuera de los bolsillos de sus propietarios, Hermione había levantado la suya.-¡Protego! –gritó, y un escudo invisible se extendió entre ella y Harry de un lado y Ron del otro; todos ellos se vieron forzados a retroceder unos pocos pasos por la fuerza del hechizo, y Harry y Ron se miraban insistentemente a cada lado de la transparente barrera como si se vieran claramente uno al otro por primera vez. Harry sintió un odio corrosivo contra Ron. Algo se había roto entre ellos.-Deja el Horcrux. –dijo Harry.Ron se pasó la cadena por sobre la cabeza y tiró el relicario sobre una silla cercana. Se giró hacia Hermione.-¿Que vas a hacer?-¿A que te refieres?-¿Te quedas, o qué?-Yo… -se veía angustiada-. Si…si, me quedo. Ron, dijimos que iríamos con Harry. Dijimos que lo ayudaríamos.-Lo entiendo. Lo eliges a él.-Ron, no… por favor… regresa, ¡Regresa!Se vio obstruida por su propio encantamiento escudo; para cuando lo hubo levantado él ya había salido rabiando hacia la noche. Harry permaneció inmóvil y en silencio, escuchándola sollozar y gritar el nombre de Ron entre los árboles.Después de unos pocos minutos regresó, el empapado cabello pegado contra la cara.-¡Se ha i-i-ido! ¡Se ha Desaparecido!Se tiró sobre una silla, se encogió sobre sí misma, y empezó a llorar.Harry se sentía aturdido. Se detuvo, levantó el Horcrux, y lo colocó alrededor de su cuello. Sacó las mantas de la litera de Ron y las tiró sobre Hermione. Luego trepó a su propia cama y miró al oscuro techo de lona, escuchando el repiqueteo de la lluvia.

Capítulo 16: El valle de Godric

Cuando Harry se despertó al día siguiente transcurrieron algunos segundos antes de que recordara lo que había pasado. Luego esperó, infantilmente, que todo hubiera sido un sueño, que Ron aún estuviera ahí y nunca se hubiera ido. Pero al girar la cabeza sobre la almohada pudo ver la cama de Ron vacía. Apartó los ojos sin expresión alguna. Harry bajó de un salto de su propia cama, manteniendo la vista apartada de la de Ron. Hermione, que ya estaba ocupada en la cocina, no le dio los buenos días, sino que desvió la mirada cuando él entró.Se ha ido, se dijo Harry a sí mismo. Se ha ido. Se tuvo que repetir lo mismo mientras se bañaba y se vestía, como si repitiéndolo pudiera insensibilizarse de la conmoción. Se ha ido y no va a regresar. Y era la pura verdad, Harry lo sabía, porque los encantamientos protectores harían imposible que Ron, una vez dejaran este sitio, los encontrara otra vez.Él y Hermione tomaron el desayuno en silencio. Los ojos de Hermione estaban rojos e hinchados; parecía que no hubiera dormido nada. Empacaron sus cosas, Hermione haciéndolo demasiado despacio. Harry sabía por qué quería alargar su estancia en la ladera del río; varias veces la vio con mirada vigilante, y estaba seguro de que se engañaba a sí misma pensando que había escuchado pasos a través de la pesada lluvia, pero ninguna figura pelirroja apareció entre los árboles. Cada vez que Harry hacía la imitaba, y miraba alrededor (no podía evitar tener un poco de esperanza, el también), no veía nada más que el bosque barrido por la lluvia, y una pequeña porción de furia explotaba dentro de él. Podía escuchar a Ron diciendo, “¡Pensábamos que sabías lo que hacías!” y terminó de empacar con un fuerte nudo en la boca del estómago.A su lado, el lodoso río estaba creciendo rápidamente y pronto se desbordaría sobre su margen. Se habían retrasado una hora larga sobre el momento en que hubieran levantado el campamento en condiciones normales. Al final, después de rehacer tres veces completas el equipaje en el bolso bordado, Hermione parecía incapaz de encontrar más razones para retrasarse: ella y Harry se cogieron de la mano y se Desaparecieron, reapareciendo sobre una ventosa ladera cubierta de brezos.En el instante que llegaron, Hermione soltó la mano de Harry y se alejó de él, sentándose finalmente sobre una gran roca, su cara sobre las rodillas, sacudiéndose con lo que él sabía eran sollozos. La observó, sabiendo que debería ir a consolarla, pero algo lo mantenía atado a donde estaba. Sentía su interior frío y encogido: nuevamente vio la expresión desdeñosa en la cara de Ron. Harry echó a andar a grandes zancadas a través de los brezos, caminando en un gran círculo con centro en la desconsolada Hermione, conjurando los hechizos que solía hacer ella para garantizar su seguridad.No hablaron de Ron en el transcurso de los siguientes días. Harry había decidido no volver a mencionar su nombre, y Hermione parecía saber que sería inútil forzar el tema, aunque a veces, por las noches, cuando ella pensaba que estaba dormido, podía escucharla llorar. Mientras tanto, Harry había comenzado a sacar el Mapa del Merodeador y a examinarlo a la luz de su varita. Estaba esperando el momento en el que el punto etiquetado con el nombre de Ron pudiera aparecer en los corredores de Hogwarts, probando que había regresado a la comodidad del castillo, protegido por su estatus de sangre pura. Sin embargo, Ron no apareció en el mapa, y con el tiempo, Harry se encontró sacándolo solamente para observar el nombre de Ginny en el dormitorio de las niñas, deseando que la intensidad con la que lo miraba pudiera entrar en su sueño, de manera que ella supiera de una u otra forma que él estaba pensando en ella, deseando que estuviera bien.Por el día, se dedicaban a tratar de determinar los posibles lugares donde pudiera estar la espada de Gryffindor, pero cuanto más hablaban de los sitios en los que Dumbledore pudiera haberla escondido, su especulación se volvía más desesperada y menos atractiva. Aunque se devanó los sesos todo lo que pudo, Harry no podía recordar que Dumbledore hubiera mencionado alguna vez un lugar donde pudiera esconder algo. Hubo momentos en que no supo si estaba más enojado con Ron o con Dumbledore. Pensábamos que sabías lo que hacías… Pensábamos que Dumbledore te había dicho qué hacer… ¡Pensábamos que tenías un plan de verdad!No podía engañarse: Ron estaba en lo cierto. Dumbledore no le había dejado virtualmente nada. Habían descubierto un Horrocrux, pero no tenían medios para destruirlo. Los otros seguían siendo tan inalcanzables como lo habían sido siempre. La desesperanza amenazaba con hundirlo. Ahora titubeaba pensando en su presunción al aceptar la oferta de sus amigos de acompañarlo en este viaje errante y sin sentido. No sabía nada, no tenía ideas, y estaba constante y dolorosamente alerta a cualquier signo de que Hermione también fuera a decirle que ya había tenido suficiente, que se iba.Pasaban muchas noches en casi total silencio, y Hermione empezó a sacar el retrato de Phineas Nigellus y a colocarlo en una silla, como si fuera a llenar parte del vacío que Ron dejó con su partida. A pesar de su previa advertencia de que no los visitaría más, Phineas Nigellus no parecía capaz de resistir la oportunidad de saber más acerca de lo que Harry planeaba, y consentía en reaparecer, con los ojos vendados, cada pocos días. Harry incluso se alegraba de verlo, porque era compañía, aunque fuera de un tipo despreciativo y se burlara de ellos. Saciaron su ansia de noticias acerca de lo que estaba pasando en Hogwarts, aunque Phineas Nigellus no era un informante ideal. Veneraba a Snape, el primer director de Slytherin desde que él había dirigido la escuela, y tenían que tener cuidado de no criticar o hacer preguntas impertinentes sobre Snape, o Phineas Nigellus abandonaba el retrato instantáneamente.Sin embargo, dejó caer ciertos fragmentos. Snape parecía estar enfrentando un constante aunque débil motín de un amplio grupo de estudiantes. A Ginny se le había prohibido ir a Hogsmeade. Snape había retomado el viejo decreto de Umbridge prohibiendo reuniones de tres o más estudiantes o la creación de cualquier sociedad estudiantil no oficial.De todas estas cosas, Harry dedujo que Ginny, y probablemente Neville y Luna con ella, estaban haciendo todo lo que podían para continuar con el Ejército de Dumbledore. Estas escasas noticias hicieron que Harry deseara ver a Ginny tan desesperadamente como cuando deseas que se te cure pronto un dolor de estómago; pero también le hizo pensar en Ron otra vez, y en Dumbledore, y en el mismo Hogwarts, que había extrañado casi tanto como a su ex-novia. De hecho, mientras que Phineas Nigellus hablaba acerca de las medidas de Snape, Harry experimentó un pequeño segundo de locura al imaginarse simplemente regresando a la escuela para unirse a la desestabilización del régimen de Snape: estando bien alimentado, y con una cómoda cama, y otras personas haciéndose cargo de todo; parecía la más maravillosa propuesta del mundo en ese momento. Pero luego recordó que era el Indeseable Número Uno, que había un precio de diez mil galeones sobre su cabeza, y que estar en Hogwarts en esos días era tan peligroso como estar en el Ministerio de Magia. Sin darse cuenta, Phineas Nigellus enfatizaba este hecho al dejar caer preguntas casuales acerca de dónde estaban Harry y Hermione. Cada vez que lo hacía, Hermione lo envolvía nuevamente en la bolsa de cuentas, y Phineas Nigellus invariablemente rehusaba reaparecer hasta varios días después de esas despedidas tan poco ceremoniosas.El clima se volvió más y más frío. No se atrevían a permanecer en un lugar demasiado tiempo, aunque permanecían en el sur de Inglaterra, que era una dura región. El frío era la peor de sus preocupaciones, así que continuaron errando arriba y debajo de la región, desafiando la falda de una montaña, donde el aguanieve aporreó la tienda; una amplia y plana ciénaga, donde la tienda se inundó con agua fría; y una pequeña isla en medio de un lago, donde la nieve cubrió la tienda hasta la mitad durante la noche.Habían comenzado a colocar árboles de Navidad con luces parpadeantes en algunas ventanas del salón antes de que llegara la noche, cuando Harry decidió sugerir, de nuevo, lo que le parecía la única ruta sin explorar que les quedaba. Acababan de terminar una inusual merienda: Hermione había ido al supermercado bajo la Capa de Invisibilidad (dejando escrupulosamente el dinero dentro de una caja registradora abierta antes irse), y Harry pensó que podría estar más persuadible de lo normal con el estómago lleno, gracias a los espagueti boloñesa y a las peras enlatadas. También había tenido la previsión de sugerir que tomaran algunas horas de descanso de llevar el Horrocrux, que estaba colgando sobre la cama a su lado.-¿Hermione?-¿Mmm? -Estaba acurrucada en un de los sillones combados con Las Aventuras de Beedle el Bardo. No podía imaginar cuanto tiempo más iba a estar pegada al libro, que no fue, después de todo, demasiado; pero evidentemente aún estaba descifrando algo en él, porque El silabario del Hechicero permanecía abierto en un brazo del sillón.Harry se aclaró la garganta. Se sentía exactamente como en aquella ocasión, algunos años atrás, cuando tuvo que preguntarle a la Profesora McGonagall si podía ir a Hogsmeade de todas formas, a pesar del hecho de no haber persuadido a los Dursley de firmar su permiso.-Hermione, he estado pensando, y …-Harry, ¿podrías ayudarme con algo?No parecía haberle escuchado. Se inclinó frente a él y le extendió Las Aventuras de Beedle el Bardo.-Mira este símbolo -dijo, apuntando al encabezado de la página. Sobre lo que Harry suponía que era el título de la historia (siendo incapaz de leer runas, no podía estar seguro), había el dibujo de lo que parecía un ojo triangular, su pupila cruzada con una línea vertical.-No he estudiado Runas Antiguas, Hermione.-Ya lo sé, pero esto no es una runa y tampoco está en el silabario. Todo este tiempo pensaba que era el dibujo de un ojo, ¡pero ya no creo que lo sea! Fue dibujado con tinta, mira, alguien lo pintó ahí, no es realmente parte del libro. Piensa, ¿has visto esto antes?-No… No, espera un momento. -Harry lo miró más de cerca-. ¿No es el mismo símbolo que el padre de Luna llevaba colgado del cuello?-Bien, eso mismo pensé-Entonces es la marca de GrindelwaldElla lo miró fijamente, con la boca abierta.-¿Qué?-Krum me dijo…Le recontó la historia que Viktor Krum le había contado en la boda. Hermione lo miraba anonadada.-¿La marca de Grindelwald?Miró a Harry y luego al extraño símbolo otra vez. -Nunca he oído que Grindelwald tuviera una marca. No se menciona en nada de lo que he leído de él.-Bueno, como te dije, Krum cree que ese símbolo fue tallado en una pared de Durmstrang, y que Grindelwald lo puso ahí.Ella se dejó caer en el viejo sillón, con el ceño fruncido.-Es muy extraño. Si es un símbolo de Magia Oscura, ¿que está haciendo en un libro de historias para niños?-Si, es raro -dijo Harry-. Y se supone que Scrimgeour debería haberlo reconocido. Él era Ministro, tendría que haber sido un experto en artes oscuras.-Lo se… Tal vez pensó que era un ojo, como yo. Las otras historias también tienen pequeñas imágenes sobre los títulos.No dijo nada más, pero continuó estudiando detenidamente la extraña marca. Harry lo intentó otra vez.-¿Hermione?-¿Mmm?-He estado pensando. Quiero… quiero ir al Valle de Godric.Ella lo miró, pero sus ojos estaban desenfocados, y él estuba seguro de que estaba pensando todavía en la misteriosa marca del libro.-Sí -dijo ella-. Sí, yo también he estado pensando en eso. Realmente pienso que tenemos que ir.-¿Me has escuchado bien? -preguntó él.-Por supuesto que sí. Quieres ir al Valle de Godric. Estoy de acuerdo, creo que deberíamos ir. Quiero decir, no se me ocurre otro lugar donde pueda estar. Será peligroso, pero mientras más lo pienso, más probable me parece que esté ahí.-Eh… ¿Qué es lo qué está ahí? -preguntó Harry.En ese momento, ella lo miró tan desconcertada como lo estaba él.-Pues, ¡la espada, Harry! Dumbledore tenía que saber que tu querrías regresar ahí, y quiero decir, el Valle de Godric es el lugar de nacimiento de Godric Gryffindor-¿En serio? ¿Gryffindor es del Valle de Godric?-Harry, ¿has abierto alguna vez Historia de la Magia?-Eh -dijo, sonriendo por primera vez en meses, por lo que notaba: los músculos de su rostro estaban raramente tiesos-. Sí lo abrí, sabes, cuando lo compré… sólo una vez…-Bueno, si el pueblo tiene ese nombre en su honor, creo que podrías haber pensado en hacer la conexión -dijo Hermione. Sonaba más como la vieja Hermione que como la nueva; Harry casi esperaba que anunciara que se iba a la biblioteca. -Hay algo sobre el pueblo en Historia de la Magia, espera…Abrió la bolsa de cuentas y revolvió en su interior durante un rato, extrayendo finalmente la copia del viejo libro de texto, Historia de la Magia por Bathidla Bagshot, el cual hojeó hasta encontrar la página que quería.“Después de la firma del Estatuto Internacional del Secreto en 1689, los magos tuvieron que esconderse por su propio bien. Era frecuente, quizás, que formaran sus propias pequeñas comunidades dentro de una comunidad más grande. Muchos pueblos pequeños y aldehuelas atrajeron a algunas familias mágicas, que permanecieron juntas para apoyarse mutuamente y como protección. Los pueblos de Tinworth en Cornwall, Upper Flagely en Yorkshire, y Ottery St. Catchpole en la costa sur de Inglaterra fueron hogares notables para corrillos de familias mágicas que vivían junto con muggles tolerantes y a veces Confundidos. El más célebre de estos lugares de residencia medio-mágicos, es quizás, el Valle de Godric, el pueblo del oeste del país donde nació el gran mago Godric Gryffindor, y donde Bowman Wright, herrero mágico, forjó la primera snitch dorada. El cementerio está lleno de nombres de antiguas familias mágicas, y sus relatos son, sin duda alguna, historias de embrujos que han acechado la pequeña iglesia local durante muchos siglos.’-No os menciona ni a tí ni a tus padres -dijo Hermione, cerrando el libro-, porque la profesora Bagshot no cubre nada posterior a finales del siglo diecinueve. ¿Pero lo ves? El Valle de Godric, Godric Gryffindor, la espada de Gryffindor; ¿no crees que Dumbledore debía espera rque hicieras la conexión?-Oh sí…Harry no quiso admitir que no había pensando en la espada en absoluto cuando sugirió ir al Valle de Godric. Para él, el atractivo del pueblo estaba en la tumba de sus padres, la casa donde escapó de la muerte, y en la persona de Bathidla Bagshot. -¿Recuerdas lo que dijo Muriel? -le preguntó casualmente.-¿Quién?-Ya sabes -vaciló: no quería decir el nombre de Ron-. La tía abuela de Ginny. En la boda. La que dijo que tenías tobillos flacos.-Ah -dijo Hermione. Fue un momento difícil: Harry supo que había notado la omisión del nombre de Ron. Dijo apresuradamente:-Dijo que Bathilda Bagshot aún vive en el Valle de Godric.-Bathilda Bagshot -murmuró Hermione, pasando su dedo índice sobre el nombre en relieve de Bathidla en la portada de Historia de la Magia-. Bueno, supongo…Jadeó tan fuerte que Harry sintió que se le revolvían las entrañas; sacó su varita, mirando hacia la entrada, casi esperando ver una mano intentando atravesar la solapa de la entrada, pero no había nada.-¿Qué pasa? -dijo, medio enojado, medio aliviado. -¿Por qué hiciste eso? Pensé que habías visto, como mínimo, un Mortífago bajando la cremallera de la tienda…”-Harry, ¿y si Bathidla tiene la espada? ¿y si Dumbledore se la confió?Harry consideró la posibilidad. Bathidla debía ser una mujer muy vieja ahora, y de acuerdo con Muriel, estaba un poco loca. ¿Era posible que Dumbledore hubiera escondido la espada de Gryffindor con ella? Si eso fuera cierto, a Harry le parecía que Dumbledore se había arriesgado demasiado: nunca había revelado que había reemplazado la espada por otra falsa, ni había mencionado demasiado su amistad con Bathidla. Ahora, a pesar de todo, no era el momento de levantar dudas sobre la teoría de Hermione, sobre todo cuando estaba, insperadamente, tan decidida a cumplir el deseo más añorado de Harry.-¡Sí, tuvo que hacerlo! Entonces, ¿vamos al Valle de Godric?”-Sí, pero tendremos que pensarlo cuidadosamente, Harry -Se sentó, y Harry podía apreciar que tener un plan en perspectiva había levantado su ánimo tanto como el de él. -Para empezar vamos a tener que practicar Desaparecernos juntos bajo la Capa de Invisibilidad, y tal vez también sería sensato hacerlo con los hechizos desilusionadores, a menos de que pienses que deberíamos ir en una neblina espesa y usar Poción Multijugos. En ese caso necesitaremos conseguir cabello de alguien. De hecho creo que deberíamos hacer eso mejor, Harry, mientras más elaborado sea el disfraz mejor…”Harry la dejó hablar, asintiendo y mostrándose de acuerdo cada vez que hacía una pausa, pero su mente había abandonado la conversación. Por primera vez desde que habían descubierto que la espada en Grynffindor era falsa, se sentía emocionado.Estaba a punto de volver a casa, a punto de regresar al lugar donde había tenido una familia. Fue en el Valle de Godric donde, si no fuera por Voldemort, podría haber crecido y pasado cada una de sus vacaciones. Podría haber invitado amigos a su casa… hasta podría haber tenido hermanos y hermanas… hubiera sido su madre la que hiciera su pastel de su cumpleaños número diecisiete. La vida que había perdido difícilmente podía parecerse la real que vivía en ese momento, cuando sabía que estaba a punto de ver el lugar donde se la habían arrebatado. Después de que Hermione se hubiera ido a la cama esa noche, Harry sacó cuidadosamente su mochila de la bolsa de cuentas de Hermione, y de ésta, sacó el álbum de fotografías que Hagrid le había dado hacía mucho tiempo. Por primera vez en muchos meses, examinó las viejas fotos de sus padres, sonriéndole y saludándolo desde las imágenes, que era lo único que tenía de ellos.Harry hubiera partido hacia el Valle de Cedric al día siguiente con mucho gusto, pero Hermione tenía otros planes. Convencida como estaba de que Voldemort podía esperar que Harry regresara al lugar en que sus padres murieron, estaba decidida a ir sólo después de que se hubieran asegurado de tener los mejores disfraces posibles. Pasó como una semana entera – una vez que hubieron obtenido furtivamente cabellos de muggles inocentes haciendo las compras navideñas, y hubieron practicado Aparecerse y Desaparecerse juntos debajo de la Capa de Invisibilidad – hasta que Hermione accedió a hacer el viaje.Se Aparecieron en el pueblo protegidos por la oscuridad, la tarde estaba ya avanzada cuando finalmente se bebieron la Poción Multijugos, Harry transformándose en un muggle calvo y de edad madura, Hermione en su pequeña y bastante tímida esposa. Guardaron la bolsa de cuentas que contenía todas sus posesiones (aparte del Horrocrux, el cual Harry llevaba colgado al cuello) dentro de uno de los bolsillos del abrigo abotonado de Hermione. Harry colocó la Capa de Invisibilidad sobre ellos, y se sumergieron bajo la sofocante oscuridad una vez más.Con el corazón latiendo en su garganta, Harry abrió los ojos. Estaban parados cogidos de la mano en un camino nevado bajo un cielo azul oscuro, en el que las primeras estrellas de la noche empezaban a brillar débilmente. Había chalets a ambos lados del angosto camino, con decoraciones navideñas parpadeando en las ventanas. A poca distancia de ellos, el brillo de algunos faroles dorados indicaba el centro del pueblo.-¡Toda esta nieve! -murmuró Hermione debajo de la capa-. ¿Por qué nunca pensamos en la nieve? Después de todas las precauciones que tomamos, ¡vamos a dejar huellas! Tenemos que deshacernos de ellas – tú ve delante, yo lo haré-”Harry no quería entrar al pueblo como un caballo de pantomima, tratando de permanecer inadvertidos mientras cubrían su rastro mágicamente.-Vamos a quitarnos la capa -dijo Harry, y cuando vio la expresión espantada de Hermione dijo-. Oh, vamos, no parecemos nosotros y no hay nadie cerca.Escondió la capa bajo su abrigo y continuaron sin ningún otro impedimento, el aire helado cortándoles la cara mientras pasaban más y más chalets: Alguno de ellos pudo haber sido en el que James y Lily alguna vez vivieron o en el que Bathilda vivía ahora. Harry miraba las puertas principales, sus techos cargados de nieve, y sus porches, deseando poder recordar alguno de ellos, sabiendo en el fondo que eso era imposible, que tenía menos de un año cuando dejó este lugar para siempre. Ni siquiera estaba seguro de si podría ver el chalet después de todo; no sabía lo que pasaba cuando todos los relacionados con un Encantamiento Fidelius morían. Entonces, la pequeña vereda por donde caminaban se curvó a la izquierda hacia el corazón del pueblo, en donde apareció una pequeña plaza.Acordonado en todo su alrededor con luces de colores, había lo que parecía como un monumento en su centro, en parte oscurecido por la sombra de un árbol de Navidad. Había algunas tiendas, una oficina de correos, un bar, y una pequeña iglesia cuyas vidrieras de colores lanzaban un resplandeciente brillo a través de la plaza.Aquí la nieve tenía otro efecto: Era dura y resbaladiza, como si la gente la hubiera estado pisoteando todo el día. Se cruzaron con algunos habitantes, sus figuras débilmente iluminadas por los faroles. Escucharon algunas risas y música pop en un momento en que la puerta del bar se abrió y se cerró; después escucharon el principio de un villancico dentro de la pequeña iglesia.-¡Harry, creo que es Nochebuena! -dijo Hermione.-¿Si?Había perdido la cuenta de las fechas; no habían visto un periódico en semanas.-Estoy segura de que sí -dijo Hermione, con los ojos fijos en la iglesia-. Ellos… estarán dentro, ¿verdad? Tu padre y tu madre. Puedo ver el cementerio detrás.Harry sintió un estremecimiento más allá de la emoción, más parecido al miedo. Ahora que estaba tan cerca, se preguntó qué era lo que quería ver después de todo. Quizás Hermione sabía cómo se sentía, porque le tomó la mano y dirigió el paso por primera vez, arrastrándolo con ella. Sin embargo, al cruzar la plaza, se pararon en seco.-¡Harry, mira!Estaba apuntando a donde antes estaba un monumento a los caídos. Al dejarlo atrás, se había transformado. En lugar de un obelisco cubierto de nombres, había una estatua con tres personas: un hombre con gafas y cabello desaliñado, una mujer con largo cabello y un rostro bello y amable, y un bebé sentado en sus brazos. Había un poco de nieve sobre sus cabezas de forma que parecían gorros blancos.Harry se acercó, contemplando el rostro de sus padres. Nunca se hubiera imaginado que hubiera una estatua… Era extraño verse representado a sí mismo en la piedra, un bebé feliz sin ninguna cicatriz en la frente…-Vamos -dijo Harry, cuando hubo visto suficiente, y se dieron la vuelta rumbo a la iglesia. En el momento en que cruzaron la calle, se volvió sobre su hombro; la estatua se había convertido en el monumento que vieron en un principio.Los cantos se hacían más fuertes a medida que se aproximaban a la iglesia. A Harry se le encogió la garganta, le recordaba mucho a Hogwarts, a Peeves cantando groseras versiones de villancicos dentro de las armaduras, a los doce árboles de navidad dentro del Comedor, a Dumbledore usando una gorra que había ganado en un trueque, a Ron con un suéter tejido a mano.Había una portezuela en la entrada del cementerio. Hermione la empujó lo más silenciosamente que pudo y entraron. A ambos lados del resbaladizo camino, la nieve permanecía profunda y sin señales de haber sido pisada. Se movieron a través de ella, dejando profundas huellas detrás mientras caminaban alrededor de la iglesia, manteniéndose en la sombra, donde no llegaba la luz de las ventanas.Detrás de la iglesia, hilera tras hilera de tumbas nevadas sobresalía una manta azul pálido salpicada de rojo, dorado y verde deslumbrantes, los reflejos provenientes de los vidrios de colores. Sosteniendo firmemente su varita con la mano metida en el bolsillo, Harry se aproximó a la tumba más cercana.-¡Mira esto, es un Abbot, puede ser algún pariente lejano de Hannah!-Baja el volumen de tu voz -le rogó Hermione.Caminaron más dentro del cementerio, dejando huellas oscuras en la nieve detrás de ellos, parándose a mirar de cerca las palabras sobre las viejas tumbas, cada vez escudriñando en la oscuridad para asegurarse de que estaban completamente solos.-¡Aquí, Harry!Hermione estaba dos hileras de tumbas más allá; Harry tuvo que caminar de vuelta hacia ella, su corazón saliéndosele del pecho.-¿Es…?-No, ¡pero mira!Apuntó a la piedra oscura. Harry se inclinó y vió, en el granito manchado de líquenes, el nombre de Kendra Dumbledore y, un poco más abajo sus fechas de nacimiento y muerte, y Su Hija Ariana. También había una cita:Donde esté tu tesoro, también estará tu corazón.Entonces Rita Skeeter y Muriel tenían algo de razón. La familia Dumbledore había vivido ahí, y parte de ella había muerto ahí.Ver la tumba era peor que escucharlo. Harry no pudo evitar pensar en que ambos, Dumbledore y él, tenían profundos arraigos en este cementerio, y que Dumbledore debería haberle dicho algo al respecto, no pensar en que él lo investigaría. Pudieron haber visitado el lugar juntos; por un momento Harry se imaginó viniendo aquí con Dumbledore, el lazo que podrían haber creado al hacerlo, de lo mucho que hubiera significado para él. Pero parecía que a Dumbledore el hecho de que sus familias reposaran en el mismo cementerio había sido una coincidencia sin importancia, irrelevante, quizás, para el trabajo que quería que Harry llevase a cabo.Hermione estaba mirando a Harry, y él se sintió agradecido de que su rostro estuviera escondido en la sombra. Leyó las palabras de la tumba nuevamente. Donde esté tu tesoro, también estará tu corazón. No entendía lo que significaban estas palabras. Seguramente Dumbledore las había escogido, como el miembro mayor de la familia a la muerte de su madre.-¿Estás seguro de que nunca mencionó…? -comenzó Hermione.-No -dijo Harry en tono cortante-, sigamos buscando -y se alejó, deseando no haber visto la tumba: No quería que su entusiasmo se empañara con resentimiento.-¡Aquí! -gritó Hermione otra vez un momento después, en una parte fuera de la oscuridad-. ¡Ah no, perdón! Pensé que decía Potter.Estaba frotando una piedra desmoronada y musgosa, mirándola, frunciendo un poco el ceño.-Harry, vuelve un momento.Harry no tenía ganas de abrirse camino sobre la nieve de nuevo, y de mala gana volvió hacia ella.-¿Qué?-¡Mira esto!La tumba era extremadamente vieja, tan maltratada por el paso del tiempo que Harry difícilmente podía leer un nombre en ella. Hermione le mostró el símbolo debajo de él.-¡Harry, esa es la marca del libro!Miró fijamente el lugar que le indicaba: La piedra estaba tan desgastada que era difícil saber lo que estaba tallado ahí, aunque parecía ser una marca triangular debajo del nombre ilegible.-Sí… puede ser…Hermione encendió su varita y la apuntó al nombre en la piedra.-Dice Ig- Ignotus, creo…-Voy a seguir buscando a mis padres, ¿vale? –le dijo Harry, en un tono levemente cortante, y se alejó, dejándola encogida a un lado de la vieja tumba.De tanto en tanto reconocía un apellido, como Abbott, que había escuchado en Hogwarts. Algunas veces había varias generaciones de la misma familia mágica escritas sobre las tumbas: Harry podía imaginarse, por las fechas, que ya había muerto la mayoría, o que el resto de la familia se había mudado lejos del Valle de Godric. Cuanto más se internaba en las tumbas, y cada vez que encontraba un nuevo nombre, sentía una sacudida de aprehensión, un presentimiento.La oscuridad y el silencio parecían volverse, de repente, más profundos. Harry miró alrededor, preocupado, pensando en los dementotes, luego se dio cuenta de que los villancicos habían terminado, que el bullicio y la agitación de los visitantes de la iglesia se extinguía al momento en que se encaminaban a la plaza. Alguien dentro de la iglesia estaba apagando las luces.Entonces la voz de Hermione resonó en la oscuridad por tercera vez, clara y definida desde unos metros más allá.-Harry, están aquí… justo aquí.Y él supo, por su tono, que esta vez eran sus padres. Se encaminó hacia ella, sintiendo como si algo muy pesado le oprimiera el pecho, la misma sensación que había tenido justo después de que Dumbledore hubiera muerto, una aflicción que pesaba sobre su corazón y sus pulmones.La tumba estaba sólo dos hileras detrás de la de Kendra y Ariana. Estaba hecha de mármol blanco, como la de Dumbledore, y eso la hacía fácil de leer, pues parecía brillar en la oscuridad. Harry no necesitó arrodillarse o acercarse demasiado para leer las palabras talladas en ella.JAMES POTTER LILY POTTERNACIDO EL 27 DE MARZO DE 1960 NACIDA EL 30 DE ENERO DE 1960MURIÓ EL 31 DE OCTUBRE DE 1981 MURIÓ EL 31 DE OCTUBRE DE 1981El último enemigo que debe ser destruido es la muerte.Harry leyó las palabras lentamente, como si sólo tuviera una única oportunidad para entender su significado, y leyó la última parte en voz alta.-El último enemigo que debe ser destruido es la muerte… -un pensamiento terrible vino a él, acompañado de un poco de pánico-. ¿No es una idea de Mortífago? ¿Por qué está ahí?-No significa derrotar a la muerte en la manera en que lo ven los Mortífagos, Harry -dijo Hermione, con voz gentil-. Significa… no sé… vivir más allá de la muerte. Vivir después de la muerte.Pero ellos no vivían, como Harry: Se habían ido. Las palabras vacías no podían disfrazar el hecho de que los restos de sus padres descansaban debajo de la nieve y la piedra, indiferentes, desconocidos. Y las lágrimas se le escaparon antes de que pudiera contenerlas, calientes al principio y congelándose en su rostro después, ¿había razones para limpiárselas, o de fingir más fortaleza? Las dejó caer, sus labios oprimidos fuertemente uno contra el otro, con la mirada baja hacia la espesa nieve escondiendo de su vista el lugar donde finalmente descansaban Lily y James, en los huesos ahora, o convertidos en polvo, no sabiendo ni importándoles el hecho de que su hijo estuviera parado ahí, tan cerca, con el corazón aún latiendo, vivo gracias a su sacrificio y cerca de desear, en este momento, estar durmiendo bajo la nieve con ellos.Hermione le había tomado la mano nuevamente, apretándola fuertemente. Él no podía mirarla, pero le devolvió el apretón, tomando bocanadas profundas de aire nocturno, tratando de mantenerse en calma, tratando de volver a controlarse. Debió haber traído algo para ellos, y ni siquiera lo había pensado, y cada planta en el cementerio estaba medio congelada. Pero Hermione levantó su varita, hizo un círculo en el aire, y una guirnalda de rosas navideñas floreció frente a ellos. Harry la tomó y la colocó sobre la tumba de sus padres.Tan pronto como se levantó quiso irse: No podía estar un momento más ahí. Puso su brazo alrededor de los hombros de Hermione, y ella puso el suyo alrededor de su cintura, y se volvieron en silencio alejándose a través de la nieve, pasando frente a la tumba de la madre y la hermana de Dumbledore, de regreso hacia la oscura iglesia y la ahora oculta verja.

Capítulo 17: El secreto de Bathilda

-Harry, Alto- ¿Qué pasa? Acababan de alcanzar la tumba del desconocido Abbott.-Hay alguien allí. Alguien vigilándonos, puedo sentirlo. Allí junto a los arbustos.Se quedaron totalmente inmóviles, aferrados el uno al otro, mirando fijamente al negro y denso límite del cementerio. Harry no podía ver nada.- ¿Estás segura? -He visto algo moverse, podría jurar que lo he visto...Se separó de él para tener libre el brazo de la varita.-Parecemos muggles - señaló Harry.-¡Muggles que han estado poniendo flores en la tumba de tus padres! ¡Harry, estoy segura de que hay alguien por allí! Harry pensó que según Historia de la Magia, el cementerio se suponía que estaba embrujado: ¿Y si...? Pero entonces oyó un susurro y vio un poco de nieve arremolinarse en el arbusto que Hermione había estado señalando. Los fantasmas no podían mover la nieve.-Es un gato -dijo Harry, al cabo de un segundo o dos, -o un pájaro. Si fuese un Mortifago ya estaríamos muertos a estas alturas. Pero salgamos de aquí, y podremos volver a ponernos la Capa.Miraron hacia atrás varias veces mientras se abrían paso fuera del cementerio. Harry, que no se sentía tan tranquilo como había fingido al reconfortar a Hermione, se sintió aliviado al alcanzar la verja y el resbaladizo pavimento. Se pusieron la Capa de Invisivilidad por encima. El bar estaba más lleno que antes. Dentro, muchas voces cantaban ahora el villancico que habían oído mientras se acercaban a la iglesia. Por un momento Harry consideró sugerir que se refugiaran dentro, pero antes de que pudiera decir nada, Hermione murmuró: -Vamos por aquí -y tiró de él hacia abajo por la oscura calle que conducía fuera del pueblo, en dirección opuesta a la que habían cogido para entrar. Harry podía divisar el punto donde las casas de campo finalizaban y la senda se convertía en campo llano otra vez. Caminaban tan rápidamente como se atrevían, pasando más ventanas que centelleaban con luces multicolores, viendo los oscuros contornos de árboles de Navidad a través de las cortinas.- ¿Cómo vamos a encontrar la casa de Bathilda? -preguntó Hermione, que temblaba un poco y seguía mirando sobre su hombro-. ¿Harry? ¿Qué piensas? ¿Harry?Le tiró del brazo, pero Harry no prestaba atención. Miraba hacia la oscura masa que se erguía al final de esa fila de casas. Al momento siguiente aceleró, llevando a rastras a Hermione con él. Ella resbaló un poco en el hielo.-Harry-Mira… Mira eso, Hermione-¡No veo… oh! Podía verla. El hechizo Fidelius debía haber muerto con James y Lily. El seto había crecido salvaje en los dieciséis años que habían pasado desde que Hagrid había tomado a Harry de entre los escombros que yacían dispersos entre la hierba, tan alta que le llegaba a la cintura. La mayor parte de la casa de campo estaba todavía en pie, estaba enteramente cubierta de oscura hiedra y de nieve, pero el lado derecho del piso superior había sido volado. Allí, estaba seguro, era donde la maldición había impactado. Él y Hermione se detuvieron ante la verja, contemplado la ruina de lo que una vez había sido una casa de campo como las otras que la flanqueaban.-Me pregunto por qué nadie la ha recontruyó - murmuró Hermione.-Tal vez no se pueda reconstruir -contestó Harry-. Tal vez sea como las lesiones de Magia Oscura y no se pueda reparar el daño.Metió una mano bajo la capa y asió la nevada y muy oxidada verja, sin querer abrirla, solo deseando simplemente ser parte de la casa.- No iras a entrar ¡Parece peligroso, podría... oh, Harry, mira!Tocar la verja pareció activarlo. Un letrero había surgido del suelo delante de ellos, alzándose a través de las marañas de ortigas y rastrojos, como una extravagante flor, creciendo rápidamente, y en letras doradas sobre la madera decía:En este lugar, en la noche de 31 octubre de 1981Lily y James Potter perdieron sus vidas.Su hijo, Harry, permanece siendo el único mago queAlguna vez haya sobrevivido a la Maldición Imperdonable.Esta casa, invisible para los muggles, se ha dejadoEn su estado ruinoso como monumento a los PotterY como recordatorio de la violenciaQue destrozó a su familia.Y alrededor de las palabras pulcramente rotuladas, había garabatos agregados por otras brujas y magos que habían venido a ver el lugar donde El Niño Que Vivió había escapado. Algunos solamente habían firmado con sus nombres con Tinta Eterna; Otros habían grabado sus siglas en la madera, no obstante otros habían dejado mensajes. Los más recientes de ellos brillaban intensamente sobre los grafittis mágicos de hacía dieciseis años, y todos decían cosas parecidas.Buena suerte, Harry, dondequiera que estés.¡Si lees esto Harry, que sepas que todos te apoyamos!Larga vida Harry Potter.- ¡No deberían haber escrito sobre el cartel! -dijo Hermione, indignada.Pero Harry le sonrió.-Es genial. Me alegro de que lo hicieran, yo…Se interrumpió. Una figura contraecha cojeaba senda arriba hacia ellos, su silueta marcada por las brillantes luces de la plaza distante. Harry creyó, aunque era difícil de juzgar, que la figura era una mujer. Se movía lentamente, posiblemente temiendo resbalar en la tierra nevada. Su porte, su corpulencia, su forma de andar arrastrando los pies, todo daba la impresión de una edad extrema. Observaron en silencio como se acercaba. Harry esperaba que fuera hacia alguna de las casas de campo junto a las que pasaba, pero sabía instintivamente que no lo haría. Al fin se detuvo a unas pocas yardas de ellos y simplemente se quedó ahí de pie en medio de la congelada carretera, frente a ellos.No necesitó el pellizco que Hermione le dio en el brazo. Así de cerca no había posibilidad de que esta mujer fuera muggle. Estaba de pie contemplando una casa que habría sido completamente invisible para ella, si no fuera una bruja. Aun asumiendo que fuera una bruja, sin embargo, salir fuera en una noche así de fría simplemente para mirar unas viejas ruinas era un comportamiento extraño. Según todas las reglas de la magia normal, no obstante, no debería poder verlos ni a Hermione y ni a él en absoluto. Sin embargo, Harry tenía el extraño presentimiento de que sabía que estaban allí y también quiénes eran. Justo cuando había llegado a esta inquietante conclusión, ella alzó una mano enguantada e hizo señas.Hermione se acercó más a él bajo la Capa, su brazo presionando contra el de él.- ¿Cómo lo sabe? Sacudió la cabeza. La mujer les hizo señas otra vez, más vigorosamente. A Harry se le ocurrían muchas razones para no obedecer la llamada, aunque sus sospechas acerca de su identidad se intensificaban a cada instante que pasaban mirándose cara a cara en la calle desierta.¿Era posible que los hubiese estado esperando todos estos largos meses? ¿Que Dumbledore le hubiera dicho que les esperara, y que al final Harry vendría? ¿No era más probable que fuera la que se había movido entre las sombras en el cementerio y les había seguido hasta este lugar? Incluso su capacidad para sentirles sugería algún poder típico de Dumbledore que él nunca antes había conocido.Finalmente Harry habló, haciendo que Hermione se quedase sin aliento y saltara.- ¿Eres Bathilda? La figura torpe asintió con la cabeza e hizo señas otra vez.Bajo la capa Harry y Hermione se miraron. Harry arqueó las cejas; Hermione hizo una diminuta inclinación de cabeza, nerviosa.Dieron un paso hacia la mujer y, de inmediato, ella cambió de dirección y cojeó regresando por donde había venido. Guiándoles junto a varias casas, se giró hacia una verja. La siguieron por el camino delantero a través de un jardín casi tan crecido como el que acababan de dejar. Ella tanteó un momento con una llave en la puerta principal, luego la abrió y retrocedió un paso atrás para dejarles pasar.Olía mal, o quizá fuera la casa. Harry arrugó la nariz mientras pasaban junto a ella y se quitaban la capa. Ahora que estaba junto a ella, se percataba de lo pequeña que era; encorvada por la edad apenas le llegaba al nivel del pecho. Cerró la puerta tras de ellos, sus nudillos eran azules y moteados contra la pintura desconchada, entonces se volvió y estudió con atención la cara de Harry. Sus ojos estaban velados por las cataratas y hundidos en pliegues de piel transparente. Se preguntó si podía verle en absoluto. Aunque si podía, sería al muggle medio calvo, cuya identidad había robado, lo que vería.El olor a vejez, a polvo, a ropas sin lavar y comida rancia se intensificó cuando se desenrolló el chal negro comido por las polillas, revelando una cabeza canosa a través de la cual se veía claramente el cuero cabelludo.-¿Bathilda? -repitió Harry Asintió con la cabeza otra vez. Harry fue consciente de pronto del guardapelo contra su piel. La cosa que había dentro, que algunas veces hacía tictac o golpeaba, se había despertado, podía sentirla pulsando a través del frío oro. ¿Sabía, podía sentir, que su destrucción estaba cerca?Bathilda pasó junto a ellos arrastrando los pies, echando a un lado a Hermione como si no la hubiera visto, y desapareciendo en lo que parecía una sala de estar.-Harry, no estoy segura de esto -susurró Hermione.-Mira su tamaño. Creo que podríamos dominarla si tuviéramos que hacerlo -dijo Harry-. Mira, debería de habértelo dicho. No está en sus cabales. Muriel la llamó chiflada.- ¡Ven! - le llamó Bathilda desde la habitación de al lado.Hermione saltó y aferró el brazo de Harry.-Está bien -dijo Harry tranquilizadoramente, y abrió el camino hasta la sala de estar.Bathilda se tambaleaba por el lugar encendiendo velas, pero todavía estaba muy oscuro, por no mencionar que estaba sumamente sucio. Un polvo espeso crujía bajo sus pies, y la nariz de Harry detectó, debajo del malsano, húmedo y enmohecido olor, algo peor, que parecía carne podrida. Se preguntó cuando había sido la última vez que alguien había estado dentro de la casa de Bathilda para comprobar si esta vivía. Parecía haberse olvidado, además, de que podía hacer magia, pues encendía las velas torpemente a mano, arrastrando constantemente el puño de su camisa de encaje con peligro de que comenzara a arder.-Déjeme hacer eso - ofreció Harry y le quitó las cerillas. Ella se quedó mirando como encendía las velas que se sostenían en platitos alrededor del cuarto, posados precariamente sobre montones de libros y sobre mesitas desconchadas con grietas y mohosos clips.La última superficie sobre la cual Harry divisó una vela fue una cómoda inclinada precariamente sobre la cual había colocadas un gran número de fotos. Cuando la llama bailó volviendo a la vida, su reflejo fluctuó en un vaso de plata polvoriento. Vio algunos diminutos movimientos en los portaretratos. Mientras Bathilda toqueteaba los leños para el fuego, masculló:-Tergeo. El polvo desapareció de las fotos, y vio de inmediato que faltaban media docena, la mayoría de los marcos más grandes, meticulosamente adornados. Se preguntó si había sido Bathilda o algún otro los había quitado. Entonces la visión de una fotografía cercana, casi en el extremo de la colección, captó su atención, y la cogió rápidamente.Era el ladrón de pelo dorado y cara alegre, el joven que había estado posado sobre el alféizar de la ventana de Gregorovitch, sonriendo perezosamente hacia Harry fuera del marco de plata. Y Harry recordó instantáneamente donde había visto al chico antes: En Vida y mentiras de Albus Dumbledore, abrazando al joven Dumbledore, y ahí debían estar todas las fotos que faltaban: en el libro de Rita.-¿Señora... Bagshot... Señorita? -dijo, y su voz tembló ligeramente-. ¿Quién es este? Bathilda estaba de pie en mitad de la habitación observando a Hermione encender el fuego por ella.- ¿Señorita Bagshot? -repitió Harry, y avanzó con la foto en las manos mientras las llamas volvían a la vida en la chimenea. Bathilda miró hacia su voz, y el Horrocrux se calentó rápidamente sobre su pecho.-¿Quién es esta persona? -le preguntó Harry, empujando la foto hacia adelante.Ella escudrinó la foto solemnemente, después se la devolvió a Harry.-¿Sabe quién es éste? -repitió él, con voz mucho más lenta y más fuerte de lo normal-. ¿Este hombre? ¿Le conoce? ¿Cómo se llama?Bathilda solo le miró vagamente. Harry sentía una horrorosa frustración. ¿Cómo había desenterrado Rita Skeeter sus recuerdos?-¿Quién es este hombre? -repitió ruidosamente. -¿Harry, qué estás haciendo? -preguntó Hermione. -¡Esta foto, Hermione, es el ladrón, el ladrón que robó a Gregorovitch! ¡Por favor! -dijo a Bathilda-. ¿Quién es este?Pero ella sólo clavó los ojos en él.- ¿Por qué nos pidió que viniéramos con usted? ¿Señora... Señorita... Bagshot? -preguntó Hermione, alzando su propia voz-. ¿Hay algo que quiera contarnos? Sin dar ninguna señal de que hubiera oído a Hermione, Bathilda se acercó ahora unos pocos pasos más a Harry. Con una pequeña inclinación de cabeza señaló de vuelta al vestíbulo.-¿Quiere que nos marchemos? -preguntó. Ella repitió el gesto, esta vez señalándole a él, en primer lugar, luego a sí misma, luego al techo.-Oh, bien… Hermione, creo que quiere que yo vaya arriba con ella.-Bien -dijo Hermione-, vamos.Pero cuando Hermione se movió, Bathilda negó con la cabeza con asombroso vigor, una vez más señalando primero a Harry, y luego a sí misma.-Quiere que yo vaya con ella, solo.-¿Por qué? -preguntó Hermione, y su voz se oyó brusca y clara en el cuarto iluminado por las velas. La vieja señora sacudió la cabeza un poco ante el fuerte ruido.-¿Tal vez Dumbledore le dijo que me diera la espada a mí, y sólo a mí?-¿Crees realmente que sabe quién eres? -Sí -dijo Harry, bajando la mirada a los ojos lechosos fijos en los suyos-, creo que lo sabe.-Bien, de acuerdo entonces, pero que sea rápido, Harry.-Guíeme -dijo Harry a Bathilda.Ella pareció entenderle, porque le rodeó arrastrando los pies hacia la puerta. Harry volvió la mirada hacia Hermione con una reconfortante sonrisa, pero no estaba seguro de que ella lo hubiera visto; estaba de pie abrazándose a sí misma en medio de la inmundicia iluminada por las velas, mirando hacia las estanterías de libros. Cuando Harry salió de la habitación, sin que le vieran ni Hermione y ni Bathilda, se deslizó la foto con el marco de plata del desconocido ladrón dentro de la chaqueta.Las escaleras eran pronunciadas y estrechas. Harry estuvo medio tentado de colocar las manos en la corpulenta espalda de Bathilda para asegurarse de que no perdía el equilibrio y caía encima de él, lo cual parecía muy probable. Lentamente, respirando con un poco de dificultad, ella ascendió al rellano superior, giró inmediatamente a la derecha, y le guió hasta un dormitorio de techo bajo.Estaba oscuro como un pozo y olía horriblemente. Harry solo pudo divisar una habitación con algo sobresaliendo de debajo de la cama antes de que Bathilda cerrara la puerta y entonces incluso eso fue tragado por la oscuridad.-Lumos, -dijo Harry, y su varita se encendió. Tuvo un sobresalto, Bathilda se había acercado a él en esos pocos segundos de oscuridad y no la había oído acercarse.-¿Eres Potter? -murmuró ella.-Sí, lo soy.Ella asintió lentamente, solemnemente. Harry sentía al Horrocrux palpitar rápidamente, más rápido que su propio corazón. Era una sensación desagradable, perturbadora.-¿Tiene algo para mí? -repitió.Luego ella cerró los ojos y varias cosas ocurrieron a la vez. La cicatriz de Harry latió dolorosamente. El Horrocrux se sacudía tanto que la parte delantera de su jersey realmente se movía, el cuarto oscuro y fétido se disolvió momentáneamente. Dió un salto de alegría y oyó una voz alta, fría: ¡Entretenle!Harry se tambaleó. La hedionda habitación oscura pareció cerrarse a su alrededor otra vez. No sabía qué estaba ocurriendo realmente.-¿Tienes algo para mí? -pidió por tercera vez, mucho más fuerte.-Por allí -murmuró ella, apuntando hacia la esquina. Harry sacó su varita y vio el contorno de un desordenado tocador bajo la acortinada ventana.Esta vez ella no le guió. Harry avanzó entre ella y la cama sin hacer, con la varita levantada. No quería apartar la vista de ella.- ¿Qué es eso? -preguntó cuando alcanzó el tocador, el cual se veía abarrotado y olía como un montón de ropa sucia.-Allí -dijo ella, señalando hacia la informe masa.Y en el instante en que apartó la mirada, y sus ojos buscaron en el enmarañado desorden en busca de la empuñadura de la espada, o un rubí, ella se movió extrañamente. La vio de reojo, aterrorizado, se dio la vuelta y el horror le paralizó cuando vio el viejo cuerpo derrumbarse y la gran serpiente saliendo del lugar donde había estado su cuello.La serpiente golpeó cuando levantaba la varita. La fuerza del mordisco en su antebrazo envió la varita girando hacia el techo, su luz vagó por toda la habitación y después se extinguió. Entonces un golpe poderoso de la cola en su pecho le dejó sin aliento. Cayó hacia atrás sobre el tocador, en el montón de ropa asquerosa.Rodó de lado, evitando por poco la cola de la serpiente, que se agitaba hacia la mesa donde había estado él un segundo antes. Llovieron fragmentos de un vaso que cayó al suelo. Oyó a Hermione llamándole desde abajo. - ¿Harry? No pudo meter suficiente aire en sus pulmones para contestarle. Entonces una pesada y suave masa le aplastó contra el suelo y sintió como se deslizaba sobre él, poderosa, musculosa.- ¡No! -jadeó sin aliento, inmovilizando contra el suelo.-Sí, -murmuró la voz-. SSSi.... creo que te quedarasss- Accio... Accio Varita.Pero nada ocurrió y necesitó las manos para tratar de quitarse de encima a la serpiente cuando esta se enrrolló alrededor de su pecho, impidiéndole respirar, presionándole el Horrocrux con fuerza contra el pecho, un círculo de hielo latiendo con vida, a pulgadas de su frenético corazón, y su cerebro inundándose de una fría luz blanca, todo pensamiento se extingió, su respiración se ahogada, pasos distantes, todo se volvía...Un corazón de metal estaba explotando de su pecho, y de repente estaba volando, volando con triunfo en su corazón, sin necesidad de escoba o thestral.De repente estaba despierto en una oscuridad que olía a agrio. Nagini le había soltado. Se levantó y vio a la serpiente dibujada contra la luz del rellano. Golpeó y Hermione se lanzó a un lado con un chillido. Su maldición desviada golpeó las ventanas acortinadas, lo cual las hizo pedazos. Un aire congelado llenó el cuarto mientras Harry se agachaba para evita otra lluvia de cristal roto y su pie resbaló con algo parecido a un lápiz... su varita...Se inclinó y la cogió rápidamente, pero ahora el cuarto estaba lleno con la serpiente, su cola golpeaba a Hermione en alguna parte fuera de la vista y por un momento Harry pensó lo peor, pero entonces su produjo un fuerte bang y un destello de luz roja, y la serpiente voló por el aire, abofeteando a Harry en la cara con fuerza al pasar, enrollándose en una gruesa espiral que se alzó hasta el techo. Harry alzó la varita, pero mientras lo hacía, su cicatriz quemó dolorosamente, más dolorosamente de lo que había hecho en años.-¡Él viene! ¡Hermione, viene!Mientras gritaba la serpiente se alzó, siseando salvajemente. Todo era caos. Hizo pedazos los estantes de la pared, y la porcelana china astillada voló en todas direcciones mientras Harry saltaba sobre la cama y agarraba la oscura forma que sabia que era Hermione.Ella gritó de dolor cuando tiró de ella a través de la cama. La serpiente se irguió otra vez, pero Harry sabía que algo peor que la serpiente estaba en camino, que quizás ya estuviera ante la verja, su cabeza se iba a partir por el dolor de la cicatriz.La serpiente se abalanzó cuando harry saltó corriendo, arrastrando a Hermione con él; cuando la serpiente golpeó, Hermione gritó, -¡Confringo! -y su hechizo voló por la habitación, haciendo explotar el espejo del armario y rebotando hacia ellos, saltando del suelo al techo. Harry sintió un ardor en la parte de atrás de la cabeza. El cristal le cortó el cuello mientras arrastraba a Hermione con él. Saltó de la cama al tocador roto y después sin titubear por la ventana destrozada hacia la nada. El grito de Hermione reververó a través de la noche mientras se retorcían en medio del aire.Y entonces su cicatriz se abrió de golpe y él fue Voldemort y estaba corriendo a través del fétido dormitorio, sus largas manos blancas agarraban el alféizar de la ventana mientras veía al hombre medio calvo y a la mujer pequeña retorcerse y desaparecer, y gritó de rabia, un grito que se entremezcló con los de la chica, que resonó a través de los oscuros jardines sobre las campanas de la iglesia que tocaban señalando el día de Navidad.Y su grito fue el grito de Harry, su dolor fue el dolor de Harry… lo que podría haber pasado aquí, donde había ocurrido antes... aquí a la vista de esa casa donde había estado tan cerca de saber lo que era morir... morir... El dolor era tan terrible… desgarraba su cuerpo… Pero si no tenía ningún cuerpo, por qué la cabeza le dolía tanto; si estaba muerto, cómo podía sentir algo tan insoportable, no podía, cesaría con la muerte, no podría seguir...La noche era húmeda y ventosa, dos niños disfrazados de calabazas caminaban bamboleándose a través de la plaza, y los escaparates estaban cubiertos de arañas de papel, todos adornos muggle de mal gusto de un mundo en el cual no creían… Y él se deslizaba hacia delante, con esa sensación de resolución y poder y corrección que siempre sentía en estas ocasiones… no furia… que era para almas más débiles que las de él... sino triunfo, aunque... había anhelado esto, lo había esperado...,- ¡Bonito disfraz, señor! Vio la sonrisa del pequeño niño vacilar cuando se acercó lo suficiente como para ver bajo la capucha de la capa, vio el miedo nublar su cara pintada: Entonces el niño se giró y huyó… Bajo la túnica sostenía el mango de su varita… Un movimiento simple y el niño nunca alcanzaría a su madre… pero era innecesario, realmente innecesario...Y recorrió una calle nueva y más oscura, y ahora su destino estaba a la vista a fin de cuentas, el Encantamiento Fidelius roto, aunque ellos no lo supieran aún… E hizo menos ruido que las hojas muertas, reptando sobre el pavimento hasta llegar al nivel del oscuro seto y miraba por encima de él.No habían corrido las cortinas, los veía muy cariñosos en su pequeño salón, el hombre alto de pelo negro con sus gafas, haciendo que ráfagas de humo de colores salieran de su varita para diversión del pequeño de pelo negro en su pijama azul. El niño se reía y trataba de coger el humo, agarrándolo en su pequeño puño.Una puerta se abrió y la madre entró, pronunciando palabras que él no podía oír, su largo pelo rojo oscuro le caía sobre la cara. Ahora el padre cogía en brazos al hijo, y se lo entregaba a la madre. Arrojó su varita al sofá y se desperezó, bostezando.La verja rechinó un poco cuando la abrió, pero James Potter no lo oyó. Su mano blanca aferró la varita bajo su capa y apuntó a la puerta, la cual se abrió de golpe.Estaba en el umbral cuando James llegó corriendo al vestíbulo. Fue fácil, demasiado fácil, ni siquiera había recogido su varita.-¡Lily, coge a Harry y vete! ¡Es él! ¡Vete! ¡Huye! ¡Le retendré!¡Retenerle, sin una varita en la mano! … Se rió antes de lanzar la maldición.-¡Avada Kedavra!La luz verde llenó el estrecho vestíbulo, dibujando la silueta del cochecito de niño contra la pared, hizo que los pasamanos brillaran intensamente igual que relámpagos, y James Potter cayó como una marioneta cuyas cuerdas hubieran sido cortadas.Podía oirla gritar en el piso de arriba, atrapada, pero mientras fuera sensata, ella, al menos, no tenía nada que temer… subió las escaleras, notando con diversión sus débiles intentos por bloquearle con una barricada desde dentro… No llevaba encima la varita… Qué estúpidos habían sido, y qué confiados, creyendo estar seguros confiando su seguridad a sus amigos, esas armas debían descartarse en determinados momentos...Forzó la cerradura de la puerta, arrojó a un lado la silla y las cajas precipitadamente amontonadas contra ella con una perezosa onda de su varita… y allí de pie estaba ella, con el niño entre sus brazos. Al verle, dejó a su hijo en la cuna tras ella y abrió los brazos, como si eso fuera a ayudar, como si ocultándole a su vista esperara ser elegida en su lugar...-¡Harry no, Harry no, por favor Harry no! -Apártate, muchacha estúpida... hazte a un lado, ahora.-Harry no, por favor no, llévame, mátame en su lugar...-Ésta es mi última advertencia-¡Harry no! ¡Por favor… ten misericordia… ten misericordia. ¡Harry no! ¡Harry no! Por favor, haré cualquier cosa -Apártate. ¡Apártate, muchacha!Pudo haberla apartado a la fuerza de delante de la cuna, pero parecía más prudente matarlos a todos....La luz verde brilló intermitentemente en toda la habitación y cayó como su marido. El niño no había llorado en todo ese tiempo. Estaba de pie, aferrando firmemente los barrotes de su cuna, y levantando la mirada hacia la cara del intruso con brillante interés, quizá pensando que era su padre el que se escondía bajo la capucha, para hacer más luces bonitas, y que su madre se levantaría en cualquier momento, riendo.Apuntó con mucho cuidado la varita a la cara del niño. Quería ver como ocurría, la destrucción de este inexplicable peligro. El niño comenzó a llorar. Había visto que no era James. No le gustó que llorase, nunca había podido soportar a los pequeños lloriqueando en el orfanato.-¡Avada Kedavra! Y entonces se rompió. Él no era nada, nada excepto dolor y terror, y debía esconderse, no aquí entre los escombros de la casa en ruinas, donde el niño estaba atrapado y gritando sino lejos… muy lejos...-No - gimió.La serpiente murmuraba en el piso asqueroso y desordenado, y él había matado al niño, y sí él era el niño…-No.Y ahora estaba de pie ante la ventana rota de la casa de Bathilda, inmerso en los recuerdos de su mayor pérdida, y a sus pies la gran serpiente murmuraba sobre los cristales y la porcelana china rota… Bajó la mirada y vio algo … algo increíble...-No-¡Harry, está bien, estás bien!Se agachó y recogió la foto hecha pedazos. Allí estaba, el desconocido ladrón, el ladrón al que buscaba...-No… la dejé caer… la dejé caer...-¡Harry, estás bien, despierta, despierta!Él era Harry… Harry, no Voldemort… y la cosa que murmuraba no era una serpiente… Abrió los ojos.-Harry, -murmuró Hermione. - ¿Te sientes... bien?-Sí -mintió.Estaba en la tienda de campaña, tendido sobre una de las literas inferiores bajo un montón de mantas. Supo que estaba amaneciendo por la quietud y la calidad fresca y uniforme de la luz más allá del techo de lona. Estaba empapado en sudor, podía sentirlo en las sábanas y mantas.-Escapamos.-Sí -dijo Hermione-. Tuve que usar a un Encantamiento Levitatorio para meterte en la litera, no te podía levantar. Has estado… Bueno, no has estado muy...Había sombras púrpuras bajo sus ojos café y advirtió una pequeña esponja en su mano. Le había estado enjuagando la cara.-Has estado enfermo -terminó-. Muy mal.-¿Cuánto hace que salimos? -Han pasado horas. Es casi de día.-Y he estado… ¿qué?, ¿inconsciente?-No exactamente, -dijo Hermione con inquietud-. Has estado gritando y gimiendo y… diciendo cosas -añadió en un tono que hizo que Harry se sintiera intranquilo. ¿Qué había dicho? ¿Había gritado maldiciones como Voldemort, había llorado como el bebé de la cuna?-No podía quitarte el Horrocrux, -dijo Hermione, y vio que quería cambiar de tema-. Estaba pegado, pegado a tu pecho. Te ha quedado una marca, lo siento. Tuve que usar un Hechizo Separador para quitártelo. La serpiente te mordió también, pero he limpiado la herida y he puesto algo de díctamo en ella…Tiró de la sudorosa camiseta que llevaba puesta y se miró. Había un óvalo de color escarlata sobre su corazón donde el guardapelo le había quemado. También podía ver las marcas de colmillos medio cicatrizadas en el antebrazo.-¿Dónde has puesto el Horrocrux? -En mi bolso, creo que deberíamos mantenerlo a distancia durante algún tiempo.Harry se recostó contra las almohadas y examinó la cara gris de ella.-No deberíamos haber ido al Valle de Godric. Es culpa mía. Todo es culpa mía, Hermione. Lo siento.-No es culpa tuya. Yo también quería ir. Realmente creí que Dumbledore podía haber dejado la espada allí para ti.-Si, pues bueno… nos equivocamos en eso, ¿no?-¿Qué sucedió, Harry? ¿Qué sucedió cuándo ella te llevó arriba? ¿Estaba la serpiente escondida en alguna parte? ¿Simplemente apareció y la mató y te atacó? -No -dijo-. Ella era la serpiente… o la serpiente era ella… Cerró los ojos. Todavía olía la casa de Bathilda en él. Eso hacía vívido todo ese horror.-Bathilda debe llevar muerta algún tiempo. La serpiente estaba… estaba dentro de ella. Quien-Tu-Ya-Sabes la dejó allí, en el Valle de Godric, a esperar. Tenías razón. Sabía que volvería.- ¿La serpiente estaba dentro de ella?Abrió los ojos otra vez. Hermione parecía revuelta, asqueada.-Lupin dijo que habría magia que nunca habíamos imaginado -dijo Harry-. No quiso hablar delante de ti, porque hablaba Parsel, todo en Parsel, y yo no me di cuenta, pero por supuesto la podía entender. Una vez que subimos a la habitación, la serpiente envió un mensaje a Quien-tu-ya-sabes, lo oí en mi cabeza mientras lo hacía, le sentí entusiasmarse, dijo que me entretuviera allí … y luego...Él recordó a la serpiente saliendo del cuello de Bathilda. Hermione no necesitaba saber los detalles.-... cambió, se transformó en la serpiente, y atacó.Bajó la mirada a las marcas punzantes.-Se suponía que no tenía que matarme, sólo mantenerme allí hasta que Quien-tu-ya-sabes llegara.Si al menos hubiera logrado matar a la serpiente, entonces habría valido la pena, todo… Con el corazón dolorido, se sentó erguido y apartó las mantas.-No Harry. ¡Estoy segura de que debes descansar!-Tú eres la que necesita dormir. Sin ofender, pero estás horrible. Estoy bien. Me quedaré de guardia un rato. ¿Dónde esta mi varita?Ella no contestó, simplemente le miraba.- ¿Dónde está mi varita, Hermione?Hermione se mordió el labio, y sus ojos se inundaron de lágrimas.-Harry...- ¿Dónde esta mi varita? La vio extender el brazo hacia abajo por un lado de la cama y se la ofreció.La varita de acebo y fénix estaban casi partida en dos. Una frágil hebra de pluma del fénix mantenía unidos ambos pedazos. La madera se había roto completamente. Harry la sostuvo entre sus manos como si fuera una cosa viva que sufriera una terrible lesión. No podía pensar correctamente. Todo era un borrón de pánico y miedo. Después le tendió la varita a Hermione.-Repárala. Por favor.-Harry, no creo, cuando está así de rota...-¡Por favor, Hermione, inténtalo! -R-Reparo.La rotura de la varita se selló. Harry la levantó-¡Lumos!La varita se encendió débilmente, luego se apagó. Harry señaló a Hermione.-¡Expelliarmus! La varita de Hermione dio un pequeño tirón, pero no abandonó su mano. Ese débil intento de magia fue demasiado para la varita de Harry, que se partió de nuevo en dos. Clavó los ojos en ella, consternado, incapaz de aceptar lo que veía… la varita que había sobrevivido a tantas cosas...-Harry -murmuró Hermione tan quedamente que apenas la oyó-. Lo siento muchísimo, creo que fui yo. Cuando salíamos, ya sabes, la serpiente venía a por nosotros, así es que lancé una Maldición Explosiva, y rebotó por todas partes, y debió de golpearla.-Fue un accidente -dijo Harry mecánicamente. Se sentía vacío, estaba conmocionado-.En... encontraremos una forma de repararla.-Harry, no creo que seamos capaces -dijo Hermione, las lágrimas corrían por su cara-. ¿Recuerdas… recuerdas a Ron? ¿Cuándo rompió su varita, al estrellar el coche? Nunca volvió a ser la misma.Tuvo que hacerse con una nueva.Harry pensó en Ollivander, secuestrado y mantenido como rehén por Voldemort, y en Gregorowitch, que estaba muerto. ¿Cómo se supone que iba a encontrar una varita nueva?-Bueno -dijo, con una voz falsamente práctica-, entonces, simplemente te pediré prestada la tuya por ahora, mientras estoy de guardia.Con la cara cubierta de lágrimas, Hermione le entregó su varita, y la dejó sentada junto a su cama, deseando más que nada alejarse de ella.

Capítulo 18: Vida y mentiras de Albus Dumbledore

El sol se elevaba. La pura y descolorida inmensidad del cielo se extendía en lo alto, indiferente a él y su sufrimiento.Harry se sentó en la entrada de la tienda y respiró hondo para despejarse. Simplemente el estar vivo contemplando la salida del sol sobre la brillante ladera nevada debería haber sido el mayor tesoro sobre la tierra, pero él no podía apreciarlo. Sus sentidos se habían entumecido por la calamidad de haber perdido su varita. Observó el valle cubierto de nieve, las lejanas campanas de la iglesia repicaban a través del brillante silencio.Sin darse cuenta, se estaba clavando los dedos sobre los brazos como si intentara resistirse al dolor físico. Había derramado su propia sangre más veces de las que podía contar, había perdido todos los huesos del brazo derecho una vez, este viaje ya le había dejado cicatrices en el pecho y el antebrazo para unirse a las de la mano y la frente, pero nunca, hasta este momento, se había sentido tan fatalmente débil, vulnerable y desnudo, como si la mayor parte de su poder mágico le hubiese sido arrancado. Sabía exactamente lo que Hermione le diría si expresaba algo de esto: la varita mágica es sólo tan buena como lo es el mago. Pero estaba equivocada, su caso era diferente. Ella no había sentido a la varita girar como la aguja de una brújula y disparar las llamas doradas sobre el enemigo. Había perdido la protección de los corazones gemelos y solo ahora que había desaparecido comprendía lo que había estado contando con ello.Sacó los pedazos de la varita rota del bolsillo y, sin mirarlos, los metió en la bolsa de Hagrid que llevaba alrededor del cuello. La bolsa estaba ya demasiado llena de objetos rotos e inútiles como para meter más. La mano de Harry acarició la vieja Snitch a través de la piel de topo y por un momento tuvo que luchar contra la tentación de arrancársela y tirarla. Impenetrable, inservible, inútil, como todo lo demás que Dumblemore había dejado atrás.Y la furia hacia Dumblemore estalló ahora en él como lava, quemando en su interior, borrando cualquier otro sentimiento. Aparte de la pura desesperación con que se había aferrado a la creencia de que en el Valle de Godric encontrarían respuestas, se habían autoconvencido de que se suponía que volverían, que todo esto era parte de algún camino secreto diseñado para ellos por Dumblemore; pero no había ningún mapa, ningún plan. Dumblemore los había dejado para que caminaran a tientas en la oscuridad, luchando contra desconocidos e inimaginables terrores, solos y sin ayuda. Nada tenía explicación, nada era entregado libremente, no tenían la espada, y ahora, Harry no tenía varita. Y había dejado caer la fotografía del ladrón y esto seguramente facilitaría que Voldemort averiguara quién era...Voldemort tendría toda la información ahora....-¿Harry?Hermione parecía temer que pudiera maldecirla con su propia varita mágica. Con la cara bañada en lágrimas, se agachó a su lado, con dos tazas de té en sus temblorosas manos y algo voluminoso bajo el brazo.-Gracias - dijo él, cogiendo una de las tazas.-¿Te importa si te hablo?-No –dijo, porque no quería herir sus sentimientos.-Harry, querías saber quién era el hombre de la fotografía. Bueno... tengo el libro.Tímidamente lo puso sobre su regazo, una copia inmaculada de Vida y Mentiras de Albus Domblemore.-¿Dónde... cómo...?-Estaba en la sala de estar de Bathilda, allí tirado...Esta nota sobresalía dentro de él.Hermione leyó las pocas líneas de escritura puntiaguda, verde-ácido en voz alta.-"Querida Batty, gracias por la ayuda. Aquí está la copia del libro, espero que te guste. Lo contaste todo, incluso si no lo recuerdas. Rita." Creo que debe haber llegado mientras la verdadera Bathidla estaba viva, pero ¿quizás no estaba en condiciones de leerlo?-No, probablemente no lo estaba.Harry bajó la mirada a la cara de Dumblemore y experimentó una oleada de salvaje placer. Ahora averiguaría todo lo que Dumblemore nunca había pensado que valiera la pena contarle, tanto si Dumblemore lo quería o no. -Todavía estás realmente enfadado conmigo, ¿verdad? -dijo Hermione. Harry advirtió lágrimas frescas manando de sus ojos y sabía que la rabia debía mostrarse en su cara.-No -dijo él quedamente-. No, Hermione, sé que fue un accidente. Intentabas mantenernos vivos y estuviste increíble, habría muerto si tú no hubieras estado alli para ayudarme.Trató de devolverle la pálida sonrisa, luego volvió su atención al libro. El lomo estaba rígido; estaba claro que nunca antes había sido abierto. Hojeó las páginas, buscando fotografías. Las encontró casi inmediatamente, el joven Dumblemore y su apuesto compañero, rugiendo de risa por alguna broma largamente olvidada. Harry dejó caer los ojos sobre la nota al pie.Albus Dumblemore, poco después de la muerte de su madre, con su amigo Gellert Grindelwald.Harry se aferró a la última palabra durante largo tiempo. Grindelwald. Su amigo Grindelwald. Miró de reojo a Hermione, que todavía contemplaba el nombre como si no pudiera creer en sus ojos. Despacio alzó la vista hacia Harry.-¿Grindelwald?Ignorando el resto de las fotografías, Harry buscó en las páginas de los alrededores la repetición del fatídico nombre. Pronto lo descubrió y leyó ansiosamente, pero se acabó perdiendo. Era necesario ir más hacia atrás para que todo aquello tuviera sentido, y finalmente se encontró al principio de un capítulo titulado "El Bien Mayor". Juntos, él y Hermione comenzaron a leer:Acercándose a su décimo octavo cumpleaños, Dumblemore deja Hogwarts en el resplandor de la gloria-... Alumno destacado, Prefecto, Ganador del Premio Barnabus Finkley de Lanzamientos de Hechixos Excepcional, Joven Representante del Wizengamot, Medalla de Oro, Ganador por su Gran Contribución a la Conferencia Internacional de Alquimia de El Cairo. Dumblemore tiene la intención, a continuación, de hacer un Grand Tour con Elphias "Dogbreath" Doge, el compañero tonto pero devoto que había adoptado en la escuela.Los dos jóvenes se hospedaban en el Caldero Chorreante en Londres, preparándose para la partida a Grecia a la mañana siguiente, cuando llegó una lechuza con noticias sobre la muerte de la madre de Dumblemore. "Dogbreath" Doge, quien rechazó ser entrevistado para este libro, ha dado al público su propia versión sentimental de lo que pasó después. Presentó la muerte de Kendra como un trágico golpe y la decisión de Dumblemore de abandonar la expedición como un acto de noble sacrificio.Indudablemente Dumblemore volvió al Valle de Godric inmediatamente, supuestamente para cuidar de su hermano menor y su hermana. ¿Pero cuanto cuidado les dedicó en realidad?"Era un cabeza loca, ese Aberfort", dijo Enid Smeck, cuya familia vivía a las fueras del Valle de Godric en aquel tiempo. "Corría salvaje" Naturalmente, con su madre y su padre desaparecidos tenías que sentir pena por él, solo que siguió tirando estiércol de cabra sobre mi cabeza. No creo que Albus se preocupara por él, nunca los vi juntos, de cualquier modo.¿Entonces que hacía Albus, si no estaba consolando a su salvaje hermano? La respuesta, parece ser, asegurar el encarcelamiento continuo de su hermana. Al parecer, aunque su primer carcelera había muerto, no hubo ningún cambio en la lamentable condición de Ariana Dumblemore. Su misma existencia siguió siendo solo conocida por unos pocos allegados que, como "Dogbreath" Doge, se contentaban con creer la historia de su "enfermedad".Otro amigo fácilmente satisfecho de la familia era Bathilda Bagshot, la famosa maga historiadora que ha vivido en el Valle de Godric durante muchos años. Kendra, desde luego, había rechazado a Bathilda cuando intentó dar la bienvenida a la familia al pueblo. Varios años más tarde, sin embargo, la autora envió una lechuza a Albus a Howard, habiendo quedado favorablemente impresionada por su papel en la transformación de trans-especies en Transfiguration Today. Este contacto inicial la llevó a conocer a toda la familia Dumblemore. En el momento de la muerte de Kendra, Bathilda era la única persona en Godric Hollow que se llevaba bien con la madre de Dumblemore.Lamentablemente, la brillantez que Bathilda exhibió pronto en su vida ahora ha perdido intensidad. "El fuego estaba encendido, pero el caldero está vacío", como decía Ivor Dillonsby me exprimía, o, en la frase ligeramente anterior de Enid Smeck, "Está más chiflada que una cagada de ardilla". Sin embargo, una combinación de técnicas de prueba y error me permitió extraer bastantes pepitas de hechos sólidos para ensartarlos hasta dar forma a la escandalosa historia.Como el resto del mundo magico, Bathilda atribuía la prematura muerte de Kendra a un encantamiento rebotado, una historia repetida por Albus y Aberforth en años posteriores. Bathilda también repite como un loro la historia de la familia sobre Ariana, llamándola "frágil" y "delicada". En un tema, sin embargo, Bathilda bien merecía el esfuerzo de ponerse a obtener Veritaserum, ya que ella, y solo ella, conocía la historia completa del secreto mejor guardado de la vida de Albus Dumblemore. Ahora revelado por primera vez, que pone en duda todo lo que creían sus admiradores sobre Dumblemore, su supuesto odio a las Artes Oscuras, su oposición a la opresión de los muggles, e incluso la devoción hacia su propia familia.El mismo verano en que Dumblemore se fue a casa en el Valle de Godric, ahora huerfano y cabeza de familia, Bathilda Bagshot acordó aceptar en su casa a su sobrino nieto Gellert Grindelwald.El nombre de Grindelwald es a toda suerte famoso. En una lista de Magos Oscuros Peligros de Todos los Tiempos, él perdería el primer lugar solo debido la llegada de quien-ustedes-ya-saben una generación más tarde, robándole la corona. Como Grindelwald nunca extendió su campaña de Terror a Gran Bretaña, sin embargo, los detalles del aumento de su poder no es ampliamente conocido aquí.Educado en Durmstrang, una conocida escuela famosa incluso entonces por su desafortunada tolerancia a las Artes Oscuras, Grindelwald se mostró tan brillantemente precoz como Dumblemore. En vez de canalizar sus habilidades en lograr reconocimientos y premios, sin embargo, Gellert Grindelwald se dedicó a otras búsquedas. A los dieciséis años, incluso en Durmstrang sintieron que ya no podían hacer la vista gorda con respecto a los retorcidos experimentos de Gellert Grindelwald y fue expulsado.Hasta ahora, todo lo que se sabía sobre los siguientes movimientos de Grindelwald era que "viajó por el extranjero durante algunos meses". Ahora puede ser revelado que Grindelwald decidió visitar a su tía abuela en el Valle de Godric, y que allí, por intensamente chocante que pueda ser para muchos de los que leen, acabó trabando una cercana amistad con nada menos que Albus Dumblemore."Me parecía un muchacho encantador", balbuceó Bathilda, "fuera lo que fuera en lo que se convirtió despues. Naturalmente se lo presenté al pobre Albus, que echaba de menos la compañía de jóvenes de su propia edad. Los muchachos simpatizaron el uno con el otro inmediatamente"Ciertamente lo hicieron. Bathilda me mostró una carta, guardada por ella, que Albus Dumblemore había enviado a Gellert Grindelwald a altas horas de la noche."¡Sí, incluso después de que se pasaban todo el día discutiendo, ambos muchachos eran jóvenes brillantes, bullían como un caldero al fuego, yo a veces oía a una lechuza golpeando en la ventana del dormitorio de Gellert, entregando una carta de Albus¡ ¡Se le habría ocurrido una idea y tenía tendría que hacérselo saber a Gellert inmediatamente!Y qué ideas tenían. Unas profundamente sorprendentes, como los admiradores de Albus Dumblemore descubrirán, aquí están los pensamientos de su héroe a los diecisiete años, en una misiva a su nuevo mejor amigo. (Una copia de la carta original puede se vista en la página 463)GellertTu punto de vista de que la dominación del Mago es POR EL PROPIO BIEN DE LOS MUGGLES...ese, creo yo, que es el punto crucial. Sí, se nos ha dado el poder y sí, ese poder nos da derecho a dominar, pero también conlleva una responsabilidad para con el mundo. Debemos acentuar ese punto, será la piedra angular sobre la que construiremos. Donde encontremos oposición, que seguramente la habrá, esta debe ser la base de todos nuestros contraargumentos. Tomemos el control POR EL BIEN MAYOR. Y seguir a partir de eso donde encontraremos resistencia, debemos usar solo la fuerza necesaria y no más. (Ese fue tu error en Durmtrang) Pero no me quejo, por que si no hubieras sido expulsado, nunca nos habríamos conocido.AlbusAsombrados y consternados estarán sus muchos admiradores, esta carta constituye la prueba de que Albus Dumblemore una vez soñó con derrocar el Estatuto Secreto y establecer el control de los Magos sobre los muggles. ¡Qué golpe para los que siempre retrataban a Dumblemore como el mayor defensor de los nacidos muggles! A la luz de esta evidencia indiscutiblemente nueva, las cosas se ven desde otra perspectiva. ¡Qué despreciable aparece Albus Dumblemore ocupado en planear su ascención al poder, cuando debería haber estado afligido por su madre y cuidando de su hermana!Sin duda, aquellos decididos mantener a Dumblemore sobre un pedestal alabarán que, después de todo, no pusiera sus proyectos en acción, debió haber sufrido un cambio de parecer, recobrando el juicio. Sin embargo, la verdad parece totalmente sorprendente.Apenas dos meses después del comienzo de su nueva gran amistad, Dumblemore y Grindelwald se separaron, y nunca se volvieron a ver el uno al otro hasta que se encontraron en su legendario duelo (para más, ver capítulo 22). ¿Qué causó esta abrupta ruptura? ¿Dumblemore había recobrado el juicio? ¿Le había dicho a Grindelwald que no quería formar parte de sus proyectos? Ay!, no."Fue la muerte de la pobre y pequeña Ariana, creo, eso fue", dice Bathilda. "Fue un golpe terrible. Gellert estaba allí en la casa cuando pasó y volvió a mi casa muy nervioso, me dijo que se quería ir a casa al día siguiente. Terriblemente apenado, sabes. Entonces arreglé un Traslador y esa fue la última vez que le vi."Albus estaba fuera de sí por la muerte de Ariana. Fue terrible para los dos hermanos. Habían perdido a todos excepto el uno al otro. No es extraño que los temperamentos se elevaran a gran altura. Aberforth culpó a Albus, ya se sabe como se pone la gente en esas terribles circunstancias. Pero Aberforth siempre hablaba un poco como a lo loco, el pobre muchacho. En todo caso, romperle la nariz a Albus en el funeral no fue decente. Habría destruido a Kendra, el ver que sus hijos luchaban así, sobre del cuerpo de su hija. Una pena que Gellert no pudiera quedarse para el entierro... Habría sido un consuelo para Albus, al menos...Esta reyerta junto al ataúd fue terrible, conocida solo por aquellos pocos que asistieron al entierro de Ariana Dumblemore, levantando varias preguntas. ¿Por qué culpaba exactamente Aberforth Dumblemore a Albus de la muerte de su hermana? ¿Fue, como "Batty" pretende, una mera efusión de pena? ¿O podía haber una razón más concreta para esa furia? Grindelwald, expulsado de Durmstrang por los casi fatales ataques a sus compañeros de estudios, escapó del país pocas horas después después de la muerte de la muchacha y Albus (¿por vergüenza o miedo?) nunca le volvió a ver, no antes de ser obligado a ello por las súplicas del mundo mágico.Ni Dumblemore ni Grindelwald se refirieron nunca posteriormente a esta breve amistad de juventud. Sin embargo, no puede haber ninguna duda de que Dumblemore se retrasó, durante aproximadamente cinco años de confusión, víctimas y desapariciones, en su ataque sobre Gellert Grindelwald. ¿Le retrasó el afecto por el hombre o el miedo a exponerse ante su una vez mejor amigo lo que hizo que Dumblemore vacilara? ¿Fue solo a regañadientes que Dumbledore se dedicó a la captura del hombre al que una vez había estado tan encantado de conocer? ¿Y cómo fue la misteriosa muerte de Ariana? ¿Fue víctima involuntaria de algún rito oscuro? ¿Tropezó con algo que no debería haber visto, cuando los dos jóvenes estaban sentados practicando para su intendo de conseguir gloria y dominación? ¿Es posible que Ariana Dumblemore fuera la primera persona en morir por "el bien mayor"?El capítulo terminaba aquí y Harry levantó la vista. Hermione había llegado al final de la página antes que él. Arrancó el libro de la mano de Harry, pareciendo un poco alarmada por su expresión, y lo cerró sin mirarlo, como si ocultara algo indecente.-Harry....Pero él negó con la cabeza. Alguna certeza interna había sido aplastada dentro de él; era exactamente lo que había sentido después de la marcha de Ron. Había confiado en Dumblemore, había creído que era la encarnación de la bondad y la sabiduría. Todo cenizas. ¿Qué más podía perder? Ron, Dumblemore, la varita de fénix...-Harry -Ella pareció haber escuchado sus pensamientos. - Escúchame. Esto....no es una lectura muy agradable...-Sí, podrías decirlo así...-...pero no lo olvides. Harry, que esto está escrito por Rita Skecter.-Leiste esa carta a Grindelwald, ¿verdad?-Sí...lo hice -Vaciló, parecía molesta, acunando su té en las frías manos-. Creo que ese fue el peor trozo. Sé que Bathilda pensaba que solo era charla, pero "Por el Bien Mayor" se convirtió en el lema de Grindelwald, su justificación para todas las atrocidades que cometió más tarde. Y...desde que... esto hace que parezca que Dumblemore le dio la idea. Dicen que "Por El Bien Mayor” incluso fue tallado sobre la entrada de Nurmengard.-¿Qué es Nurmengard?-La prisión que tenía Grindelwald para retener a sus opositores. Él mismo terminó allí, una vez que Dumblemore le atrapó. De todos modos, esto....esto es un pensamiento horrible, que las ideas de Dumblemore ayudaran a impulsar la subida al poder de Grindelwald. Pero por otra parte, ni siquiera Rita puede fingir que se conocieron el uno al otro solo durante unos meses de verano cuando eran realmente jóvenes, como...-Sabía que dirías eso -dijo Harry. No quería que su cólera se derramara sobre ella, pero era difícil de mantener la voz estable-. Sabía que dirías "eran jóvenes". Tenían la misma edad que nosotros ahora. Y aquí estamos nosotros, arriesgando nuestras vidas para luchar contra las Artes Oscuras y allí estaba él, reuniéndose con su nuevo mejor amigo, trazando planes para su ascención al poder sobre los muggles.Su temperamento no permanecería bajo control mucho más. Se levantó y paseó por los alrededores, intentando trabajar un poco en acallarlo.-No intento defender lo que Dumblemore escribió -dijo Hermione-. Toda esa basura de "derecho a gobernar", es solo "La Magia es Poder" una vez más. Pero Harry, su madre acababa de morir, estaba solo en casa....-¿Solo? ¡No estaba solo! Tenía a su hermano y a su hermana acompañándolo, su hermana Squib, a la que mantenía encerrada...-No me creo eso -dijo Hermione. Ella también se levantó-. Independientemente de lo que le pasara a esa chica. No creo que fuera una Squib. El Dumblemore que nosotros conocíamos nunca, jamás habría permitido...-¡El Dumblemore que creíamos conocer no quería conquistar a los muggles a la fuerza! -gritó Harry, su voz resonó por la vacía cima haciendo que varios grajos se elevaran en el aire, graznando y volando en espiral contra el nacarado cielo.-¡Cambió, Harry, cambió! ¡Es tan simple como eso! !Tal vez realmente creía en estas cosas cuando tenía diecisiete años, pero el resto de su vida lo dedicó a la lucha contra las Artes Oscuras! ¡Dumblemore fue quien detuvo a Grindelwald, quien siempre votó a favor de la protección de los muggles y los derechos de los nacidos muggles, quien luchó contra quien-tu-ya-sabes desde el principio y quien murió intentando derrocarlo!El libro de Rita yacía en el suelo entre ellos, de forma que la cara de Albus Dumblemore sonreía culpablemente hacia ambos.-Harry, lo siento, pero creo que la auténtica razón por la que estás tan enfadado es que Dumblemore nunca te contó nada de esto él mismo.-¡Tal vez! -bramó Harry y arrojando los brazos sobre la cabeza, apenas sabiendo si intentaba contener su cólera o protegerse a sí mismo del peso de su propia desilusión. -¡Mira lo que me pidió, Hermione! ¡Arriesga tu vida, Harry! ¡Y otra vez! ¡Y otra vez! ¡Y no esperes que te lo explique todo, solo confía en mí a ciegas, confía en que sé lo que hago, confía en mí aun cuando yo no confío en ti! ¡Nunca toda la verdad! ¡Nunca!Su voz se rompió por la tensión y se quedaron de pie mirándose el uno al otro en la blancura y el vacío, y Harry sintió que eran tan insignificantes como insectos bajo el amplio cielo.-Te quería -susurró Hermione-. Sé que te quería.Harry dejó caer los brazos.-No sé a quien quería, Hermione, pero nunca fue a mí. Esto no es amor, el lío en el que me ha dejado metido. Compartió más de lo que estaba pensando con Gellert Grindelwald a simple vista de lo que nunca compartió conmigo.Harry recogió la varita de Hermione, que había dejado caer en la nieve y volvió a sentarse en la entrada de la tienda.-Gracias por el té. Terminaré la guardia. Regresa al calor.Ella vaciló, pero reconoció la despedida. Recogió el libro y luego regresó caminando por delante de él a la tienda, pero mientras lo hacía, le acarició la parte superior de la cabeza ligeramente con la mano. Él cerró los ojos ante su tacto y se odió por desear que lo que Hermione había dicho era verdad: que Dumblemore realmente se había preocupado por él.

Capítulo 19: La cierva plateada

Estaba nevando para cuando Hermione se hizo cargo de la vigilancia a medianoche. Los sueños de Harry habían sido confusos y perturbadores. Nagini entraba y salía de ellos, primero a través de un anillo gigante agrietado, después a través de una corona de Navidad de rosas. Despertó repetidamente, en pleno ataque de pánico, convencido de que alguien le había llamado en la distancia, imaginando que el viento que azotaba la tienda eran ruido de pasos y voces.Finalmente se levantó en la oscuridad y se unió a Hermione, que estaba acurrucada en la entrada de la tienda leyendo Historia de la Magia a la luz de su varita. La nieve estaba cayendo copiosamente, y ella agradeció con alivio su sugerencia de recoger temprano por la mañana y ponerse en movimiento.-Iremos a algún sitio más protegido -estuvo de acuerdo, estremeciéndose mientras se ponía un jersey sobre su pijama-. Sigo pensando que puede que haya oído a gente moverse fuera. Incluso creí ver a alguien una o dos veces.Harry se detuvo en el acto de ponerse un suéter y miró al silencioso e inmóvil Chivatoscopio sobre la mesa.-Estoy segura de que lo imaginé -dijo Hermione, que parecía nerviosa-. La nieve en la oscuridad, juega malas pasadas a los ojos... Pero quizás deberíamos Desaparecer bajo la Capa de Invisibilidad, solo por si acaso.Media hora después, con la tienda recogida, Harry llevando el Horrocrux, y Hermione aferrando su bolso de cuentas, se Desaparecieron. La usual estrechez los engulló. Los pies de Harry estaban parcialmente hundidos en el suelo nevado, y momentos después golpeó con fuerza en lo que le pareció tierra congelada cubierta de hojas.-¿Dónde estamos? -preguntó, escudriñando alrededor hacia una nueva masa de árboles mientras Hermione abría su bolso de cuentas y empezaba a sacar los palos de la tienda.-El Bosque de Dean -dijo-. Acampé aquí una vez con mamá y papá.Había nieve posada en los árboles de alrededor y hacía un frío amargo, pero al menos estaban protegidos del viento. Pasaron la mayor parte del día dentro de la tienda, acurrucados en busca de calor alrededor de las útiles llamas de un brillante azul que Hermione era tan hábil en producir, y que podían ser recogidas y llevadas por ahí en una jarra. Harry se sentía como si se estuviera recuperando de una breve pero grave enfermedad, una impresión reforzada por la solicitud con la que Hermione le trataba. Esa tarde nuevos copos de nieve cayeron sobre ellos, haciendo que incluso su claro protegido se cubriera de una nueva capa de nieve en polvo.Después de dos noches de poco sueño, los sentidos de Harry parecían más alerta de lo normal. Su escapada del Valle de Godric había sido por tan poco que Voldemort parecía de algún modo más cercano que antes, más amenazador. Cuando la oscuridad cayó otra vez Harry rehusó el ofrecimiento de Hermione de quedarse vigilando y le dijo que se fuera a la cama.Harry llevó un viejo cojín a la entrada de la tienda y se sentó, llevaba puestos todos los jerseys que poseía e incluso así todavía temblaba. La oscuridad se acentuó con el paso de las horas hasta que resultó virtualmente impenetrable. Estaba a punto se sacar el Mapa del Merodeador, para observar el punto de Ginny un rato, cuando recordó que estaban en medio de las vacaciones de navidad y que ella debía estar de vuelta en la Madriguera.Cada diminuto movimiento parecía magnificado por la inmensidad del bosque. Harry sabía que debía de haber criaturas vivas, pero deseaba que todas permanecieran inmóviles y en silencio para poder separar sus inocentes roces y murmullos de los ruido que podrían proclamar otros movimientos siniestros. Recordaba el sonido del serpenteo de una capa sobre las hojas muertas que había oído hacía años, y una vez creyó haberlo oído de nuevo antes de sacudirse mentalmente a sí mismo. Sus encantamientos protectores habían funcionado durante semanas, ¿por qué iban a fallar ahora? Y aun así no podía sacudirse la sensación de que algo era diferente esta noche.Varias veces se enderezó de un salto, le dolía el cuello porque se había quedado dormido, derrumbado en un ángulo torpe contra el costado de la tienda. La noche alcanzó tal profundidad de aterciopelada negrura que podría haber estado suspendido en el limbo entre la Desaparición y la Aparición. Acababa de levantar una mano ante su cara para ver si podía distinguir sus dedos cuando ocurrió.Una brillante luz plateada justo delante de él, moviéndose entre los árboles. Fuera cual fuera la fuente, se estaba moviendo silenciosamente. La luz parecía simplemente vagar hacia él. Saltó sobre sus pies, la voz se le quedó congelada en la garganta, y alzó la varita de Hermione. Entrecerró los ojos cuando la luz se volvió cegadora, los árboles de delante eran solo siluetas negras, y la cosa todavía seguía acercándose...Y entonces la fuente de luz salió de detrás de un roble. Una cierva plateada, brillante a la luz de la luna y deslumbrante, abriéndose paso por el terreno, todavía silenciosa y sin dejar pisadas en la fina nieve en polvo. Se acercó a él, su hermosa cabeza de ojos grandes y largos se mantenía en alto.Harry miraba fijamente a la criatura, lleno de maravilla, no por su extrañeza, sino porque sentía una inexplicable familiaridad. Se sentía como si hubiera estado esperando su llegada, pero había olvidado, hasta ese momento, que tenían una cita. Su impulso de llamar a Hermione, que había parecido tan fuerte momentos antes, había desaparecido. Sabía, se habría jugado la vida, que ella había venido por él, y sólo por él.Se miraron el uno al otro durante largos momentos y entonces la cierva se giró y se alejó.-No -dijo él, y su voz sonó agrietada por la falta de uso-. ¡Vuelve!Ella continuó caminando deliberadamente a través de los árboles, y pronto su brillo se vio veteado por los gruesos troncos negos. Durante un tembloroso segundo vaciló. La cautela le murmurba que podía ser un truco, un cebo, una trampa. Pero el instinto, el abrumador instinto, le decía que esto no era Magia Oscura. Comenzó la persecución.La nieve crujía bajo sus pies, pero la cierva no hacía ningún ruido mientras pasaba a través de los árboles, no era nada más que luz. Le conducían adentrándose más y más en el bosque, y Harry caminaba rápidamente, seguro de que cuando ella se parara, le dejaría aproximarse apropiadamente. Y entonces hablaría y la voz le diría lo que necesitaba saber.Al fin, se detuvo. Giró su hermosa cabeza hacia él una vez más, y él echó a correr, una pregunta ardía en su interior, pero cuando abrió los labios para pronunciarla, ella se desvaneció.Aunque la oscuridad se la había tragado del todo, su imagen bruñida estaba todavía impresa en las retinas de Harry; oscurecía su visión, iluminándola cuando bajaba los párpados, desorientándole. Ahora volvía el miedo. La presencia de ella significaba seguridad.-¡Lummus! -susurró, y la punta de la varita se encendió.Las impresión de la cierva palidecía con cada parpadeo de sus ojos y se quedó allí de pie, escuchando los sonidos del bosque, los distantes crujidos de ramas, los suaves latigazos de nieve. ¿Estaba a punto de ser atacado? ¿Le había atraído ella a una emboscada? ¿Se estaba imaginando que había algo de pie más allá del alcance de la luz de la varita, observándole?Sostuvo la varita más alto, nadie corría hacia él, ningún destello de luz verde salió de detrás de un árbol.¿Por qué le había conducido a este lugar?Algo brillaba a la luz de la varita, y Harry se acercó, pero todo lo que allí había era una pequeña y congelada charca, su agrietada superficie negra brilló cuando alzó aún más alto la varita para examinarla.Se adelantó cautelosamente y bajó la mirada hasta ella. El hielo reflejaba su sombra distorsionada y el rayo de la varita, pero en lo profundo, bajo el grueso y brumoso caparazón gris, algo más brillaba. Una gran cruz plateada...El corazón le saltó a la boca. Cayó de rodillas en el borde de la charca e inclinó la varita en un ángulo que inundara el fondo de la charca con tanta luz como fuera posible. Un destello de rojo profundo... Era una espada con relucientes rubíes en la empuñadura... la espada de Gryffindor yacía en el fondo de la charca de un bosque.Apenas respirando, bajó la mirada. ¿Cómo era esto posible? ¿Cómo podía haber llegado a yacer en una charca del bosque, tan cerca del lugar en el que acampaban? ¿Alguna magia desconocida había arrastrado a Hermione a este lugar, o era la cierva, a la que había tomado por un Patronus, algún tipo de guardián de la charca? ¿O la espada había sido puesta en la charca después de que llegaran, precisamente porque ellos estaban aquí? En cualquier caso, ¿dónde estaba la persona que se la estaba entregando a Harry? De nuevo barrió con la varita los árboles y arbustos circundantes, buscando un humano a la vista, por el rabillo del ojo, pero no pudo ver a nadie. Al mismo tiempo un poco más de miedo fermentó su exitación cuando volvió la atención a la espada que reposaba en el fondo de la charca congelada.Apuntó la varita hacia la forma plateada y murmuró.-Accio espada.No se movió. No había esperado que lo hiciera. Si hubiera sido tan fácil, la espada habría estado tirada en el suelo para que él la recogiera, no en las profundidades de una charca helada. Se paseó alrededor del círculo de hielo, pensando con fuerza en la última vez que la espada se había entregado a sí misma a él. Había estado en un terrible peligro entonces, y había pedido ayuda.-Ayuda -murmuró, pero la espada permaneció en el fondo de la charca, indiferente, inmóvil.¿Qué era, se preguntó Harry a sí mismo (paseando de nuevo), lo que le había dicho Dumbledore la última vez que había recuperado la espada? Solo un verdadero Gryffindor podría haber sacado eso del Sombrero. ¿Y cuales eran las cualidades que definían a un Gryffindor? Una vocecita en su cabeza le respondió: Su atrevimiento, nervio, y su valor diferencian a un Gryffindor.Harry dejó de pasearse y dejó escapar un largo suspiro, su vaporoso aliento se dispersó rápidamente en el aire congelado. Sabía lo que tenía que hacer. Para ser honesto consigo mismo, había pensado en ello desde el momento en que había divisado la espada a través del hielo.Miró de nuevo a los árboles circundantes, pero estaba convencido de que nadie iba a atacarle. Habían tenido su oportunidad cuando caminaba solo a través del bosque, había habido muchas oportunidades mientras examinaba la charca. La única razón para retrasarlo era que la perspectiva de la acción inmediata era muy poco invitadora.Con dedos torpes Harry empezó a quitarse las muchas capas de ropa. En cuanto a donde entraba el "valor" en esto, pensó resentido, no estaba muy seguro, a menos que contara como valor que no hubiera llamado a Hermione para hacerlo en su lugar.Una lechuza ululó en alguna parte mientras se desnudaba, y pensó con una punzada de dolor en Hedwig. Ahora estaba temblando, sus dientes castañeteaban horriblemente, aunque continuó desnudándose hasta que al fin estuvo allí en ropa interior, descalzo en la nieve. Colocó la bolsita que contenía su varita, la carta de su madre, el trozo del espejo de Sirius, y la vieja Snitch encima de su ropa, después señaló con la varita de Hermione al hielo.-Diffindo.Se agrietó con un sonido parecido al de disparar una bala en el silencio. La superficie de la charca se rompió y trozos de hielo oscuro se mecieron sobre el agua se ondeaba. Por lo que Harry podía juzgar, no era profunda, pero para recuperar la espada tendría que sumergirse completamente.Contemplar la tarea venidera no la haría más fácil o calentaría más el agua. Se acercó al borde de la charca y colocó la varita de Hermione en el suelo, todavía encendida. Después, intentando no imaginar el frío que estaba a punto de experimentar o lo violentamente que temblaría, saltó.Cada poro de su cuerpo gritó en protesta. El mismo aire de sus pulmones pareció congelarse y volverse sólido cuando se sumergió hasta los hombros en agua congelada. A penas podía respirar; temblaba tan violentamente que el agua lamía los bordes de la charca, tanteó la hoja con su pie entumecido. Quería sumergirse solo una vez.Calculó el momento de la inmersión total segundo a segundo, jadeando y temblando, hasta que se dijo a sí mismo que debía hacerse, reunió todo su coraje, y se sumergió. El frío era una agonía. Le atacaba como fuego. Su mismo cerebro parecía haberse congelado mientras empujaba a través del agua oscura hacia el fondo y extendía la mano, buscando la espada. Sus dedos se cerraron sobre la empuñadura, tiró hacia arriba.Entonces algo se cerró firmemente alrededor de su cuello. Pensó que eran algas aunque nada le había rozado cuando se sumergió, y alzó la mano vacía para liberarse. No eran algas. La cadena del Horrocrux se había apretado y estaba apretando lentamente su tráquea.Harry pateó salvajemente, intentando impulsarse de vuelta a la superficie, pero solo consiguió impulsarse contra el lado rocoso de la charca. Agitándose, ahogándose, asió la cadena estranguladora, sus dedos congelados fueron incapaces de soltarla, y ahora había luces estallando en su cabeza, e iba a ahogarse, no había nada, nada que pudiera hacer, y los brazos que se cerraban alrdedor de su pecho seguramente eran de motigafos...Tosiendo y vomitando, empapado y más frío de lo que había estado nunca en su vida, se derrumbó bocabajo en la nieve. En alguna parte, cerca, otra persona jadeaba, tosía y se tambaleaba. Hermione había venido de nuevo al rescate, como había hecho cuando el ataque... Aunque no parecía ella, no con esas toses profundas, ni a juzgar por el peso de las pisadas.Harry no tenía fuerzas para alzar la cabeza y averiguar la identidad de su salvador. Todo lo que pudo alzar fue una mano temblorosa hasta su garganta y palpar el lugar donde el guardapelo había cortado firmemente su carne. Había desaparecido. Alguien se lo había cortado. Entonces una voz jadeande habló sobre su cabeza.-¿Estas... loco?Nada excepto la sorpresa de oir esa voz podría haber dado a Harry las fuerzas necesarias para levantarse. Temblando violentamente, se puso en pie tambaleante. Allí ante él estaba Ron, completamente vestido pero empapado del todo, con el pelo aplastado sobre la cara, la espada de Gryffindor en una mano y el Horrocrux colgando de su cadera rota en la otra.-¿Por qué demonios -jadeó Ron, sujetando en alto el Horrocrux, que se balanceaba adelante y atrás en la corta cadena en una especie de parodia de hipnosis- no te quitaste esta cosa antes de sumergirte?Harry no podía responder. La cierva plateada no había sido nada, nada, comparado con la aparición de Ron, no podía creérselo. Temblando de frío, cogió la pila de ropa que todavía yacía al borde del agua y empezó a ponérsela. Mientras se pasaba jersey tras jersey sobre la cabeza, Harry miraba a Ron, medio esperando que hubiera desaparecido cada vez que le perdía de vista, aunque tenía que ser real. Acababa de tirarse a la charca, había salvado la vida de Harry.-¿Eras t-tú? -dijo Harry al fin, sus dientes castañeteaban, su voz era más débil de lo habitual dada su casi-estrangulación.-Bueno, si -dijo Ron, ligeramente confuso.-¿Tú lanzaste esa cierva?-¿Qué? ¡No, por supuesto que no! ¡Yo creía que habías sido tú!-Mi patronus es un ciervo.-Oh, si. Pensé que parecía diferente. Sin cornamenta.Harry se puso la bolsita de Hagrid alrededor del cuello, poniéndose un último jersey, acercándose a recoger la varita de Hermione, y enfrentándose de nuevo a Ron.-¿Cómo es que estás aquí?Aparentemente Ron había esperado que ese punto se tocara más adelante, si es que se tocaba.-Bueno, yo... ya sabes... he vuelto. Si... -Se aclaró la garganta-. Ya sabes. Si todavía me queréis aquí.Hubo una pausa, en la cual el tema de la partida de Ron pareció alzarse como una pared entre ellos. Aunque estaba aquí. Había vuelto. Acababa de salvar la vida de Harry.Ron bajó la mirada a sus manos. Pareció momentáneamente sorprendido al ver las cosas que sujetada.-Oh, si, saqué esto, -dijo, bastante innecesariamente, alzando la espada para que Harry la inspeccionara-. ¿Saltaste por esto... verdad?-Si -dijo Harry-. Pero no lo entiendo. ¿Cómo llegaste aquí? ¿Cómo nos encontraste?-Es una larga historia -dijo Ron-. Os he estado buscando durante horas, es un bosque grande, ¿verdad? Y justo estaba pensando en que iba a tener que dormir bajo un árbol y esperar a la mañana cuando vi a la cierva y la seguí.-¿No viste a nadie más?-No -dijo Ron- Yo...Pero vaciló, mirando a dos árboles que crecían cerca el uno del otro a algunas yardas de distancia.-Creo que vi algo moverse allí, pero estaba corriendo hacia la charca en ese momento, porque habías entrado pero no salías, así que no iba a hacer un desvío para... ¡ey!Harry ya estaba corriendo hacia el lugar que Ron había señalado. Los dos robles crecían bastante juntos, había un hueco de solo unos centímetros entre los troncos al nivel de los ojos, un lugar ideal para ver sin ser visto. La tierra alrededor de las raíces, sin embargo,estaba libre de nieve, y Harry pudo ver que no había ninguna señal de pisadas. Volvió adonde estaba Ron esperando, todavía sujetando la espada y el Horrocrux.-¿Hay algo? -preguntó Ron.-No -dijo Harry.-¿Entonces, que hacía la espada en esa charca?-Quienquiera que lanzara el Patronus debe haberla puesto ahí.Ambos miraron a la ornamentada espada de plata, su empuñadura de rubíes brillaba un poco a la luz de la varita de Hermione.-¿Crees que es la auténtica? -preguntó Ron.-Hay una forma de averiguarlo, ¿verdad? -dijo Harry.El Horrocrux todavía se balanceaba en la mano de Ron. El guardapelo se sacudía ligeramente. Harry sabía que la cosa de dentro estaba de nuevo agitada. Había sentido la presencia de la espada y había intentado matar a Harry antes que dejarle poseerla. Ahora no había tiempo para largas discusiones; era el momento de destruir al guardapelo de una vez y para siempre. Harry miró alrededor, sujetando en alto la varita de Hermione, y vio el lugar; una roca plana que yacía a la sombra de un sicomoro.-Vamos -dijo, y abrió el camino, limpiando la nieve de la superficie de la roca, y extendiendo la mano pidiendo el Horrocrux. Cuando Ron ofreció la espada, sin embargo, Harry sacudió la cabeza.-No, debes hacerlo tú.-¿Yo? -dijo Ron, sorprendido-. ¿Por qué?-Porque tú sacaste la espada de la charca, creo que se supone que debes ser tú.No estaba siendo para nada amable o generoso. Tan indudablemente como había sabido que la cierva era benigna, sabía que tenía que ser Ron quien esgrimiera la espada.Dumbledore le había enseñado al menos algo sobre cierto tipo de magia, y el incalculable poder de ciertos actos.-Lo voy a abrir -dijo Harry- y tú lo golpeas. Directamente, ¿vale? Por si lo que sea que haya dentro ofrece resistencia. El pedazo de Riddle del diario intentó matarme.-¿Cómo vas a abrirlo? -preguntó Ron. Parecía aterrado.-Voy a pedirle que se abra, en parsel -dijo Harry. La respuesta llegó tan fácilmente a sus labios que pensó que en el fondo siempre lo había sabido. Quizás había sido su reciente encuentro con Nagini lo que le había hecho comprenderlo. Miró a la serpentina S dibujada con brillantes piedras. Era fácil visualizarla como una minúscula serpiente, enroscada sobre la fría piedra.-¡No! -dijo Ron. -¡No lo abras! ¡Lo digo en serio!-¿Por qué no? -preguntó Harry-. Librémonos de esta maldita cosa, hace meses...-No puedo, Harry, en serio... hazlo tú.-¿Pero por qué?-¡Porque esa cosa es mala para mí! -dijo Ron, retrocediendo lejos del guardapelo tendido sobre la roca-. ¡No puedo con ello! No es una excusa, Harry, ya me gustaría, pero a mi me afecta más que a ti y a Hermione, me hizo pensar cosas... cosas que yo ya estaba pensando de todos modos, pero las hizo peor. No puedo explicarlo, y entonces me fui y volví a pensar con claridad, y entonces vas tú y me pones esa cosa asquerosa delante... ¡no puedo hacerlo, Harry!Se había alejado, con la espada colgando a su costado, sacudiendo la cabeza.-Puedes -dijo Harry, -¡puedes! Solo tienes que coger la espada, sé que se supone que tienes que ser tú quien la utilice. Por favor, librémonos de él, Ron.El sonido de su nombre pareció actuar como un estimulante. Ron tragó, después, todavía respirando con dificultad a través de su larga nariz, volvió hasta la roca.-Dime cuando -graznó.-A la de tres -dijo Harry, volviendo a mirar al guardapelo y entrecerrando los ojos, concentrándose en la letra S, imaginando una serpiente, mientras el contenido del guardapelo se retorcía como un gallo de pelea atrapado. Habría sido fácil compadecerlo, solo que el corte del cuello de Harry todavía ardía.-Uno... dos... tres... ábrete.La última palabra llegó en forma de un siseo y un gruñido y las puertas doradas del guardapelo se abrieron con un pequeño chasquido.Tras las dos ventanas de cristal de dentro parpadeaban unos ojos vivos, oscuros y hermosos como habían sido los ojos de Tom Riddle antes de volverse escarlatas y de pupilas como rajas.-Golpea -dijo Harry, sujetando el guardapelo firme en la roca.Ron alzó la espada entre sus manos temblorosas. Surgió un punto sobre los ojos que saltaban de un lado a otro, y Harry agarró el guardapelo firmemente, endureciéndose a sí mismo, ya imaginando sangre manando de las ventanas vacías.Entonces una voz siseó desde el Horrocrux.-He visto tu corazón, y es mío.-¡No le escuches! -dijo Harry ásperamente- ¡Golpea!-He visto tus sueños, Ronald Weasley, y he visto tus miedos. Todo lo que deseas es posible, pero todo lo que temes también es posible...-¡Golpea! -gritó Harry, su voz resonó entre los árboles circundantes, la espada temblaba, y Ron miraba fijamente a los ojos de Riddle.-Siempre menos amado, por la madre que anhelaba una hija... Menos amado ahora, por la chica que prefiere a tu amigo... El segundo mejor, siempre eternamente a la sombra...-¡Ron, golpea ya! -gritó Harry a voz en cuello. Podía sentir al guardapelo estremeciéndose en su apretón y le asustó lo que se avecinaba. Ron alzó la espada más alto, y cuando lo hizo, los ojos de Riddle se volvieron escarlata.Saliendo de las dos ventanas del guardapelo, saliendo de los ojos, habían florecido como dos grotescas burbujas, las cabezas de Harry y Hermione, extrañamante distorsionadas.Ron chilló por la sorpresa y retrocedió mientras las figuras surgían del guardapelo, sus pechos, sus cinturas, sus piernas, hasta que estuvieron de pie en el guardapelo, lado a lado como árboles con una raiz común, balanceándose sobre Ron y el auténtico Harry, que apartó los dedos del guardapelo como si quemara, repentimente al rojo vivo.-¡Ron! -gritó, pero el Harry-Riddle estaba ahora hablando con la voz de Voldemort y Ron le miraba fijamente, hipnotizado, a la cara.-¿Por qué volviste? Estabamos mejor sin tí, más felices sin ti, nos alegraba tu ausencia... Nos reíamos de tu estupidez, de tu cobardía, de tu presunción...-¡Presunción! -repitió el Riddle-Hermione, que era más guapa aunque más terrible que la auténtica Hermione. Se bamboleaba, cacareando, ante Ron, que parecía horrorizado, aunque transfigurado, la espada colgaba inútilmente a su costado-. ¿Quién podría mirarte a ti, quien te miraría nunca, estando junto a Harry Potter? ¿Qué has hecho tú, comparado con el Elegido? ¿Qué eres tú comparado con el Chico que Vivió?-¡Ron, golpea, GOLPEA! -chilló Harry, pero Ron no se movía. Sus ojos estaba abiertos de par en par y el Riddle-Harry y la Riddle-Hermione estaban reflejados en ellos, sus cabellos se arremolinaban en llamas, sus ojos brillaban rojos, sus voces se elevaban en un dueto maléfico.-Tu madre confesó -dijo con desprecio el Riddle-Harry, mientras la Riddle-Hermione se burlaba- que me habría preferido a mí como hijo, que se habría alegrado de intercambiar...-¿Quién no le preferiría a él, qué mujer te aceptaría, no eres nada, nada, nada comparado con él -graznó la Riddle-Hermione, y se estiró como una serpiente y se entrelazó alrededor del Riddle-Harry, envolviéndole en un estrecho abrazo. Los labios de ambos se encontraron.Sobre el suelo ante ellos, la cara de Ron estaba llena de angustia. Alzó la espada en alto, sus brazos temblaban.-¡Hazlo, Ron! -gritó Harry.Ron le miró, y Harry creyó ver un rastro de escarlata en sus ojos.-¿Ron...?La espada centelleó, cayó. Harry se lanzó fuera de su camino, se oyó un chasquido de metal y un largo, interminable grito. Harry se dio la vuelta, resbalando en la nieve, con la varita en alto para defenderse, pero no había nada contra lo que luchar.Las versiones mostruosas de sí mismo y Hermione habían desaparecido. Solo estaba Ron, allí de pie con la espada laxa en la mano, mirado a los restos esparcidos del guardapelo sobre la roca plana.Lentamente, Harry se acercó a él, sin saber apenas qué decir o hacer. Ron estaba respirando con dificultad. Sus ojos ya no eran rojos, sino de su azul normal, también estaban húmedos.Harry se agachó, fingiendo no haberlo visto, y recogió el Horrocrux roto. Ron había perforado el cristal de ambas ventanas. Los ojos de Riddle habían desaparecido, y el forro de seda manchado del guardapelo humeaba ligeramente. La cosa que había habitado en el Horrocrux se había desvanecido; torturar a Ron había sido su acto final. Las espada produjo un sonido metálico cuando Ron la dejó caer. Había caído de rodillas, con la cabeza entre las manos. Estaba temblando, pero no de frío, comprendió Harry. Harry se metió el guardapelo roto en el bolsillo, arrodillándose junto a Ron, y colocando una mano cautelosamente en su hombro. Se tomó como una buena señal que Ron no se la apartara de un manotazo.-Después de que te marcharas -dijo en voz baja, agradeciendo el hecho de que la cara de Ron estuviera oculta- lloró durante una semana. Probablemente más, solo que no quería que yo lo viera. La mayoría de las noches ni siquiera nos hablábamos el uno al otro. Como te habías ido...No pudo terminar, ahora que Ron estaba aquí de nuevo Harry comprendió lo mucho que su ausencia les había pesado.-Ella es como una hermana -siguió-. La quiero como a una hermana y apuesto a que ella siento lo mismo por mí. Siempre ha sido así. Creí que lo sabías.Ron no respondió, pero apartó la cara de Harry y se limpió la nariz ruidosamente en la manga. Harry se puso de nuevo en pie y se acercó a donde yacía la enorme mochila de Ron, descartada por Ron mientras corría hacia la charca para salvar a Harry de ahogarse. Se la colgó a su propia espalda y volvió hasta Ron, que removía los pies mientras Harry se aproximaba, con los ojos rojos pero por lo demás compuesto.-Lo siento -dijo con una voz ronca-. Siento haberme marchado. Sabía que era un... un...Miró alrededor, hacia la oscuridad, como si esperara que una palabra lo suficientemente mala se abalanzase sobre él y le reclamara.-Ya has tenido suficiente por esta noche -dijo Harry-. Conseguir la espada. Terminar con el Horrocrux. Salvarme la vida.-Eso hace que suene más guay de lo que fue -murmuró Ron.-Esas cosas siempre suenan más guays de lo que son en realidad -dijo Harry-. He estado intentando decírtelo durante años.Simultáneamente se adelantaron y se abrazaron, Harry aferró la espalda de la chaqueta todavía empapada de Ron.-Y ahora -dijo Harry cuando se apartaron- todo lo que tenemos que hacer es volver a encontrar la tienda.Pero no fue dificil. Aunque la caminata a través del bosque oscuro con la cierva había parecido larga, con Ron a su lado, el viaje de vuelta pareció llevar sorprendemente muy poco tiempo. Harry no podía esperar a despertar a Hermione, y fue con apresurada excitación que entró a la tienda, con Ron un poco rezagado tras él.Resultaba gloriosamente cálida después de la charca y el bosque, la única iluminación era la de las llamas azules que todavía brillaban en un cuenco en el suelo. Hermione estaba bien dormida, acurrucada sobre sus mantas, y no se movió hasta que Harry pronunció su nombre varias veces.-¡Hermione!Se movió, después se sentó rápidamente, apartándose el pelo de la cara.-¿Qué pasa? ¿Harry? ¿Estás bien?-Bien, todo va bien. Más que bien, estoy genial. Hay alguien aquí.-¿Qué quieres decir? ¿Quién...?Vio a Ron, que estaba de pie sujetando la espada y goteando sobre la raída alfombra. Harry retrocedió hasta una esquina oscura, soltando la mochila de Ron, e intentando fundirse con la lona.Hermione bajó de su litera y se movió como una sonámbula hacia Ron, con los ojos en la cara pálida de él. Se detuvo justo delante de él, con los labios ligeramente separados y los ojos abiertos de par en par. Ron lanzó una débil y esperanzada sonrisa y medio alzó los brazos.Hermione se lanzó a sí misma hacia delante y empezó a dar puñetazos a cada centímetro de él que pudo alcanzar.-Ouch... ow... ¡basta! ¿Pero qué...? Hermione... ¡OW!-¡Tú... completo... estúpido... Ronald... Weasley!Puntualizaba cada palabra con un golpe. Ron retrocedió, protegiéndose la cabeza mientras Hermione avanzaba.-Te... arrastras... hasta... aqui... después... de... semanas... y... semanas... oh, ¿dónde está mi varita?-¡Protego!Un escudo invisible se irguió entre Ron y Hermione. La fuerza del mismo la derribó hacia atrás sobre el suelo. Escupiendo el pelo de la boca, se levantó de nuevo de un salto.-¡Hemione! -dijo Harry-. Cálma...-¡No pienso calmarme! -gritó ella. Nunca antes la había visto perder el control así; parecía un poco loca-. ¡Devuélveme mi varita! ¡Devuélvemela!-Hermione, si quieres...-¡No me digas lo que debo hacer, Harry Potter! -chilló-. ¡No te atrevas! ¡Devuélvemela ahora! ¡Y TÚ!Estaba señalando a Ron en directa acusación. Sonó como una maldición, y Harry no culpó a Ron por retroceder varios pasos.-¡Corrí detrás de ti! ¡Te llamé! Te supliqué que volvieras.-Lo sé -dijo Ron-. Hermione, lo siento, de verdad...-¡Oh, lo sientes!Soltó una risa aguda, que sonó fuera de control. Ron miró a Harry buscando ayuda, pero Harry simplemente le hizo una mueca impotente.-¿Vuelves después de semanas... semanas... y crees que todo se arreglará diciendo simplemente lo siento?-Bueno, ¿qué más puedo decir? -gritó Ron, y Harry se alegró de que Ron estuviera contraatacando.-¡Oh, no sé! -chilló Hermione con feo sarcasmo-. Registra tu cerebro, Ron, eso solo debería llevarte un par de segundos...-Hermione -intervino Harry, que consideró eso un golpe bajo-. acaba de salvarme la...-¡No me importa! -gritó ella-. ¡No me importa lo que ha hecho! Semanas y semanas en las que podríamos haber muerto por lo que él sabía...-¡Sabía que no estábais muertos! -bramó Ron, ahogando la voz de ella por primera voz y acercándose tanto como podía con el Encantamiento Escudo entre ellos-. Harry está todo el rato en El Profeta, en la radio, le están buscando por todas partes, hay todo tipo de rumores e historias alocadas. Sabía que lo oiría si estabais muertos, no sabes lo que ha sido...-¿Lo que ha sido para ti?Su voz era tan chillona que pronto sólo los murciélago podrían oírla, pero había alcanzado un nivel de indignación que la dejó temporalmente muda, y Ron aprovechó la ocasión.-¡Quise volver en el minuto en que Desaparecí, pero me metí directamente en medio de una banda de Merodeadores, Hermione, y no pude ir a ninguna parte!-¿Una banda de qué? -preguntó Harry, mientras Hermione se lanzaba sobre una silla con los brazos y las piernas cruzadas tan firmemente que parecía improbable que fuera a poder desenredarlos en varios años.-Merodeadores -dijo Ron-. Están por todas partes... bandas intentando ganar oro persiguiendo a nacidos muggles y traidores de sangre, hay una recompensa desde el Ministerio por cualquiera capturado. Yo estaba solo, y parecía que pudiera tener edad escolar; estaban realmente excitados, creyeron que era un nacido muggle a la fuga. Tuve que hablar rápido para evitar que me arrastraran hasta el Ministerio.-¿Qué les dijiste?-Les dijo que era Stan Shunpike. La primera persona en quien pude pensar.-¿Y se lo creyeron?-No eran muy brillantes. Uno de ellos era definitivamente en parte trolll, olía como ellos...Ron miró a Hermione, claramente esperando que se hubiera suavizado tras este pequeño lapsus de humor, pero la expresión de ella permaneció pétrea sobre sus extremidades altamente anudadas.-De cualquier modo, empezaron a discutir sobre si yo era Stan o no. Fue un poco patético, para ser honesto; pero aún así había cinco de ellos y yo era solo uno, y ellos me habían quitado la varita. Entonces dos de ellos empezaron a pelear y mientras los otros estaban distraídos me las arreglé para golpear al que me sujetaba en el estómago, agarré mi varita, Desarmé al tipo que me sujetaba, y Desaparecí. No lo hice muy bien. Me escindí otra vez -Ron mantuvo en alto su mano derecha que mostraba dos uñas desaparecidas. Hermione alzó las cejas fríamente- y fui a parar a miles de millas de donde estábais. Para cuando conseguí volver a ese tramo de ribera donde habíamos estado... os habíais ido.-Córcholis, que historia tan absorbente -dijo Hermione con el tono más agudo que adoptaba cuando quería herir-. Debes haber estado realmente aterrado. Mientras, nosotros fuimos al Valle de Godric y, pensemos, ¿qué ocurrió allí, Harry? Oh, si, la serpiente de Quien-Tu-Ya-Sabes apareció, casi nos mata a los dos, y entonces el mismo Quien-Tu-Ya-Sabes llegó y no nos pilló por cuestión de un segundo.-¿Qué? -dijo Ron, boqueando de ella a Harry, pero Hermione le ignoró.-¡Imagina, ha perdido dos uñas, Harry! Eso realmente pone nuestros sufrimientos en ridículo, ¿verdad?-Hermione -dijo Harry calmadamente-. Ron acaba de salvarme la vida.Ella fingió no haberle oído.-Sin embargo hay una cosa que me gustaría saber -dijo, fijando los ojos en un punto sobre la cabeza de Ron-. ¿Cómo exactamente nos has encontrado esta noche? Eso es importante. Una vez lo sepamos, podremos asegurarnos de que no somos visitados por nadie más a quien no queramos ver.Ron la miró fijamente, después sacó un pequeño objeto plateado del bolsillo de sus vaqueros.-Con esto.Hermione tuvo que mirar a Ron para ver lo que les estaba mostrando.-¿El Desiluminador? -preguntó, tan sorprendida que se olvidó de mirarle fría y ferozmente.-No solo apaga y enciende las luces -dijo Ron-. No sé como funciona o por qué ocurrió entonces ni ninguna otra vez, porque había estado deseando volver desde que me marché. Pero estaba escuchando la radio temprano en la mañana de Navidad y oí... te oí.Estaba mirando a Hermione.-¿Me oíste por la radio? -preguntó ella incrédulamente.-No, te oí en mi bolsillo. Tu voz -Volvió a sostener en alto el Desiluminador- salía de esto.-¿Y qué dije exactamente? -preguntó Hermione, su tono rondaba entre el exceptisismo y la curiosidad.-Mi nombre, "Ron". Y dijiste... algo sobre una varita...Hermione se volvió de un feroz tono escarlata. Harry recordó cuando había sido la primera vez que el nombre de Ron había sido pronunciado en voz alta desde el día en que se marchara. Hermione lo había mencionado cuando hablaban de reparar la varita de Harry.-Así que lo cogí -siguió Ron, mirando al Desiluminador- y no parecía diferente ni nada, pero estaba seguro de haberte oído. Así que lo accioné. Y la luz se apagó en mi habitación, pero otra luz apareció justo fuera de la ventana.Ron alzó su mano vacía y señaló delante de él, sus ojos estaban enfocados en algo que ni Harry ni Hermione podían ver.-Era una bola de luz, una especie de luz pulsante, y azulada, como la luz que sale de un Traslador, ¿sabéis?-Si -dijeron juntos automáticamente Harry y Hermione.-Sabía que era esto -dijoRon-. Cogí mis cosas e hice el equipaje, después me puse la mochila y salí al jardín.-La pequeña bola de luz estaba allí revoloteando, esperando por mí, cuando salí osciló y la seguí hasta detrás del cobertizo y entonces... buen, entró dentro de mí.-¿Perdona? -dijo Harry, seguro de no haber oído bien.-La cosa esa flotó hacia mí -dijo Ron, ilustrando el movimiento con su dedo índice libre- justo hasta mi pecho, y entonces... simplemente lo atravesó. Estaba ahí -Se tocó un punto cerca del corazón-. Podía sentirla, estaba caliente. Y una vez dentro de mí, supe lo que se suponía que tenía que hacer. Sabía que me llevaría a donde necesitaba ir. Así que me Desaparecí y llegué a la ladera de una colina. Había nieve por todas partes...-Estábamos allí -dijo Harry-. Pasamos dos noches allí, ¡y la segunda noche la pasé pensando que podía oir a alguien moviéndose alrededor en la oscuridad y llamándome!-Si, bueno, ese debía que ser yo -dijo Ron-. Vuestros hechizos protectores funcionan, por cierto, porque no podía veros ni oíros. Sin embargo estaba seguro de que estábais por ahí, así que al final cogí mi saco de dormir y esperé a que alguno de vosotros apareciera. Creí que os mostraríais cuando recogiérais la tienda-En realidad no -dijo Hermione-. Desaparecimos bajo la Capa de Invisibilidad como precaución extra. Y nos marchamos realmente temprano, porque como Harry ha dicho, oíamos a alguien rondando por ahí.-Bueno, yo me quedé en la colina todo el día -dijoRon-. Todavía esperaba que apareciérais. Pero cuando empezaba a oscurecer supe que os había perdido, así que accioné de nuevo el Desiluminador, salió la luz azul y volvió a entrar dentro de mí, y Desaparecí y llegué aquí, a este bosque. Todavía no podía veros, así que simplemente mantuve la esperanza de que uno de vosotros se mostrara al final... y Harry lo hizo. Bueno, vi a la cierva primero, obviamente.-¿Que viste qué? -dijo Hermione agudamente.Le explicaron lo que había ocurrido y cuando la historia de la cierva plateada y la espada en la charca se desplegó, Hermione frunció el ceño de uno al otro, concentrándose tanto que olvidó mantener las extremidades cruzadas.-¡Pero debe haber sido un Patronus! -dijo-. ¿No pudísteis ver a quien lo lanzó? ¿No visteis a nadie? ¡Y te entregó la espada! ¡No puedo creerme esto! ¿Después que ocurrió?Ron explicó como había visto a Harry saltar a la charca, y había esperado a que volviera a salir a la superficie; como había comprendido que algo iba mal, se había sumergido, y había salvado a Harry, para después volver a por la espada. Pero cuando llegó a la apertura del guardapelo, dudó, y Harry le interrumpió.-... y Ron lo golpeó con la espada.-¿Y.. y después? ¿Simplemente eso? -susurró ella.-Bueno,... gritó -dijo Harry con una mirada de reojo a Ron-. Aquí está.Le tiró el guardapelo en el regazo. Ella lo recogió cautelosamente y examinó sus ventanas rotas.Decidiendo que al fin era seguro hacerlo, Harry levantó el Encantamiento Escudo con un ondeo de la varita de Hermione y se giró hacia Ron.-¿Acabas de decir que conseguiste escapar de los Merodeadores con una varita de repuesto?-¿Qué? -dijo Ron, que había estado observando como Hermione examinaba el guardapelo-. Oh... oh, si.Abrió una hebilla de su mochilla y sacó una varita corta y oscura del bolsillo-. Aquí esta, me figuré que siempre sería útil tener una de repuesto.-Tenías razón -dijo Harry, extendiendo la mano-. La mía se rompió.-¿Estás bromeando? -dijo Ron, pero en ese momento Hermione se puso en pie, y él pareció de nuevo aprensivo.Hermione colocó el Horrocrux roto en su bolso de cuentas, después volvió a subir a su cama y se acostó sin otra palabra.Ron pasó a Harry la nueva varita.-Es lo mejor que puedes esperar, creo -murmuró Harry.-Si -dijo Ron-. Podría haber sido peor. ¿Recuerdas aquellos pájaros que me azuzó?-Todavía no lo he descartado -les llegó la voz amortiguada de Hermione desde debajo de sus mantas, pero Harry vio que Ron sonreía ligeramente mientras sacaba su pijama marrón de la mochila.

Capítulo 20: Xenophilius Lovegood

Harry no había esperado que la cólera de Hermione se apaciguase durante la noche, por lo que no le sorprendió que a la mañana siguiente se comunicase principalmente con miradas desagradables y silencios mordaces. Ron respondió manteniendo un comportamiento sombrío poco natural en su presencia, como un signo externo de continuo arrepentimiento. De hecho, cuando los tres estaban juntos, Harry se sentía como el único no afligido en un funeral al que habían acudido pocas personas. Sin embargo, durante los pocos momentos que Ron pasaba a solas con Harry (recogiendo agua y buscando champiñones en la maleza), Ron se volvía descaradamente alegre.—Alguien nos ayudó —decía todo el rato—. Alguien envió a esa cierva. Alguien está de nuestro lado. ¡Un Horrocrux menos, tío!Alentados por la destrucción del guardapelo, se pusieron a debatir sobre las posibles localizaciones de los otros Horrocruxes, y aunque habían discutido el asunto antes con tanta frecuencia, Harry se sentía optimista, seguro de que más descubrimientos importantes seguirían al primero. El enfado de Hermione no podía estropear su humor optimista: el repentino aumento de su suerte, la aparición de la misteriosa cierva, la recuperación de la espada de Gryffindor, y por encima de todo, la vuelta de Ron, hacía a Harry tan feliz que era bastante difícil mantener una expresión seria.Al final de la tarde, él y Ron escaparon de nuevo de la presencia ceñuda de Hermione, y con el pretexto de registrar los setos vacíos en busca de zarzamoras inexistentes, retomaron el intercambio de noticias. Harry finalmente había conseguido contarle a Ron la historia completa de los distintos sucesos que habían vivido él y Hermione, hasta todo lo sucedido en el Valle de Godric. Ron ahora estaba informando a Harry de todo lo que había descubierto sobre el amplio mundo mágico durante esas semanas que había estado fuera.—… y cómo descubristeis lo del Tabú? —le preguntó a Harry después de explicar los muchos intentos desesperados que hacían los hijos de muggles para evitar al Ministerio.—¿El qué?—¡Tú y Hermione habéis parado de decir el nombre de Quien-tú-sabes!—Oh, sí. Bueno, es simplemente un mal hábito en el que hemos caído —dijo Harry—. Pero no tengo problema en llamarle V…—¡NO! —bramó Ron, causando que Harry saltase al seto y que Hermione (con la nariz enterrada en un libro en la entrada de la tienda) los mirase con el ceño fruncido—. Perdón —dijo Ron, tirando de Harry para sacarlo de las zarzas—, pero el nombre ha sido maldecido, Harry, ¡así es cómo rastrean a la gente! Usar su nombre rompe encantamientos protectores, causa algún tipo de perturbación mágica… ¡así es como nos encontraron en Tottenham Court Road! —¿Porque usamos su nombre?—¡Exacto! Hay que reconocerles el mérito, tiene sentido. Era sólo la gente que se tomaba en serio lo de hacerle frente, como Dumbledore, la que se atrevía a usarlo. Ahora que le han puesto un Tabú, cualquiera que lo diga puede ser rastreado… ¡una manera rápida y fácil de encontrar a miembros de la Orden! Casi pillaron a Kingsley…—¿En serio?—Sí, un grupo de mortífagos lo acorralaron, según dijo Bill, pero consiguió escapar. Huyó, justo como nosotros. —Ron se rascó pensativamente la barbilla con la punta de su varita—. ¿No crees que pudo ser Kingsley el que nos mandó esa cierva?—Su patronus es un lince, lo vimos en la boda, ¿recuerdas?—Oh, sí…Se fueron alejando por los setos, lejos de la tienda y de Hermione.—Harry… ¿no crees que pudo haber sido Dumbledore?—¿Dumbledore qué?Ron pareció un poco avergonzado, pero dijo en voz baja: —Dumbledore… la cierva. Quiero decir… —Ron estaba mirando a Harry de reojo—, fue el último en tener la verdadera espada, ¿no? Harry no se rió de Ron, porque entendía demasiado bien el anhelo bajo la pregunta. La idea de que Dumbledore hubiese conseguido volver a ellos, que los estuviese vigilando, habría sido totalmente reconfortante. Negó con la cabeza.—Dumbledore está muerto —dijo—. Vi cómo sucedió, vi el cuerpo. Definitivamente se ha ido. De todas formas, su patronus era un fénix, no una cierva.—Pero los patronus pueden cambiar, ¿verdad? —dijo Ron—. El de Tonks lo hizo, ¿no?—Sí, pero si Dumbledore estuviese vivo, ¿no se mostraría? ¿Por qué no nos daría directamente la espada?—A mí que me registren —dijo Ron—. ¿La misma razón por la que no te la dio mientras estaba vivo? ¿La misma razón por la que te dejó una vieja snitch y a Hermione un libro con cuentos de niños?—¿Y cual es? —preguntó Harry, girándose para mirar a Ron a la cara, desesperado por la respuesta.—No lo sé —dijo Ron—. Algunas veces pensé, cuando estaba un poco frustrado, que simplemente se estaba riendo o… o que sólo quería hacerlo más difícil. Pero no creo eso, ya no. Sabía lo que estaba haciendo cuando me dio el Desiluminador, ¿no? Él… bueno —las orejas de Ron se pusieron de color rojo brillante, y se quedó absorto con un terrón de césped a sus pies—, debió haber sabido que yo saldría corriendo.—No —lo corrigió Harry—. Debió haber sabido que siempre querrías volver.Ron lo miró agradecido, pero todavía incómodo. En parte para cambiar de tema, Harry dijo: —Hablando de Dumbledore, ¿escuchaste lo que escribió Skeeter sobre él?—Oh, sí —dijo Ron enseguida—, la gente está hablando bastante sobre ello. Por supuesto, si las cosas fuesen diferentes, serían noticias enormes, que Dumbledore fuera amigo de Grindelwald, pero ahora es sólo algo de lo que reírse para la gente a la que no le gustaba Dumbledore, y una pequeña bofetada en la cara para todos los que pensaban que era un tipo estupendo. Aunque no veo que sea tan importante. Era realmente joven cuando ellos…—De nuestra edad —dijo Harry, justo como le había replicado a Hermione, y algo en su expresión pareció hacer decidir a Ron no seguir con el tema. Una gran araña estaba sentada en el medio de una telaraña congelada en las zarzas. Harry la apuntó con la varita que le había dado Ron la noche anterior, la que Hermione se había dignado a examinar, y que había decidido estaba hecha de endrino. —Engorgio.La araña tembló un poco, saltando ligeramente en la tela. Harry lo intentó de nuevo. Esta vez la araña aumentó un poco de tamaño.—Para de hacer eso —dijo Ron con dureza—. Siento haber dicho que Dumbledore era joven, ¿vale?Harry había olvidado el odio que sentía Ron hacia las arañas.—Perdón… Reducio.La araña no se encogió. Harry bajó la mirada hacia la varita de endrino. Cada hechizo menor que había realizado hasta entonces ese día, había parecido menos poderoso que los producidos con su varita de fénix. La nueva le parecía como una intrusa, poco familiar, como tener la mano de otra persona cosida al final del brazo.—Sólo necesitas practicar —dijo Hermione, que se les había acercado en silencio por detrás y había observado ansiosa mientras Harry intentaba aumentar y reducir la araña—. Es todo cuestión de confianza, Harry.Él supo porqué quería que estuviese bien: todavía se sentía culpable por romperle la varita. Se tragó la réplica que brotó a sus labios, que podía quedarse con la varita de endrino si pensaba que no había diferencia, y él en cambio cogería la suya. Sin embargo, deseando que todos volviesen a ser amigos, estuvo de acuerdo; pero cuando Ron miró a Hermione con una sonrisa indecisa, ella se marchó airada y desapareció una vez más detrás del libro.Los tres volvieron a la tienda cuando llegó la oscuridad, y Harry se encargó de la primera guardia. Sentado en la entrada, intentó hacer que la varita de endrino levitase pequeñas rocas a sus pies; pero su magia todavía parecía más torpe y menos poderosa que la que había hecho antes. Hermione estaba tumbada en su litera leyendo, mientras que Ron, después de dirigirle muchas miradas nerviosas, había sacado una pequeña radio de madera de su mochila y estaba empezando a intentar sintonizarla.—Hay un programa —le dijo a Harry en voz baja—, que cuenta las noticias como realmente son. Todos los demás están del lado de Quien-tú-sabes y están siguiendo la línea del Ministerio, pero este… espera a escucharlo, es genial. Salvo que no pueden hacerlo todas las noches, tienen que cambiar continuamente de localización por si les hacen redadas, y se necesita una contraseña para sintonizarla… El problema es que me perdí la última.Tamborileó ligeramente con la varita en la parte de arriba de la radio, farfullando palabras aleatorias en voz baja. Le lanzó a Hermione muchas miradas disimuladas, claramente temiendo un arrebato de ira, pero por toda la atención que le prestó, bien podría Ron no haber estado allí. Durante unos diez minutos Ron dio golpecitos y farfulló, Hermione pasó las hojas de su libro, y Harry continuó practicando con la varita de endrino.Finalmente Hermione bajó de su litera. Ron paró de dar golpecitos al instante.—¡Si te está molestando, paro! —le dijo a Hermione con nerviosismo.Hermione no se dignó a responder, sino que se acercó a Harry.—Tenemos que hablar —dijo.Él miró al libro que todavía agarraba en la mano. Era La Vida y Mentiras de Albus Dumbledore.—¿Qué? —dijo con aprensión. Pasó por su mente que ahí había un capítulo sobre él; no estaba seguro de cómo se sentiría al escuchar la versión de Rita de su relación con Dumbledore. Sin embargo, la respuesta de Hermione fue completamente inesperada.—Quiero que vayamos a ver a Xenophilius Lovegood.Él se la quedó mirando fijamente.—¿Cómo dices?—Xenophilius Lovegood, el padre de Luna. ¡Quiero ir y hablar con él!—Eh… ¿por qué?Ella respiró profundamente, como si se estuviera preparando, y dijo: —Es esa marca, la marca en Beedle el Bardo. ¡Mira esto!Puso La Vida y Mentiras de Albus Dumbledore bajo los ojos poco dispuestos de Harry y éste vio una fotografía de la carta original que Dumbledore le había escrito a Grindelwald, con la conocida escritura fina e inclinada. Odiaba ver una prueba absoluta de que realmente Dumbledore había escrito esas palabras, que no habían sido invención de Rita.—La firma —dijo Hermione—. ¡Mira la firma, Harry!Él obedeció. Por un momento no supo de qué le estaba hablando, pero, examinándola más de cerca con la ayuda de su varita encendida, vio que Dumbledore había reemplazado la A de Albus con la pequeña versión de la misma marca triangular inscrita sobre Los Cuentos de Beedle el Bardo. —¿Eh… qué estáis…? —dijo Ron con vacilación, pero Hermione lo aplastó con una mirada y se giró de vuelta hacia Harry.—Continúa apareciendo, ¿verdad? —dijo ella—. Sé que Viktor dijo que era la marca de Grindelwald, pero definitivamente estaba en esa vieja tumba del valle de Godric, ¡y las fechas de la lápida eran de mucho antes de que apareciera Grindelwald! Bueno, no podemos preguntarle a Dumbledore o Grindelwald lo que significa la marca —ni siquiera sé si Grindelwald todavía está vivo—, pero le podemos preguntar al señor Lovegood. Llevaba puesto el símbolo en la boda. ¡Estoy segura de que esto es importante, Harry!Harry no respondió inmediatamente. Miró su cara intensa y ansiosa, y después desvió la vista hacia fuera, hacia la oscuridad que los rodeaba, pensando. Tras una larga pausa, dijo: —Hermione, no necesitamos otro valle de Godric. Nos convencimos de ir allí…—¡Pero continúa apareciendo, Harry! Dumbledore me dejó Los Cuentos de Beedle el Bardo, ¿cómo sabes que no se supone que tenemos que averiguar cosas sobre el signo? —¡Aquí vamos otra vez! —Harry se sintió ligeramente exasperado—. Seguimos intentando convencernos de que Dumbledore nos dejó señales secretas y pistas…—El Desiluminador resultó ser muy útil —dijo Ron elevando la voz—. Creo que Hermione tiene razón, deberíamos ir y ver a Lovegood.Harry le lanzó una mirada sombría. Estaba bastante seguro de que el apoyo de Ron hacia Hermione tenía poco que ver con el deseo de conocer el significado de la runa triangular.—No será el valle de Godric —añadió Ron—. Lovegood está de nuestro lado, Harry. El Quisquilloso ha estado a tu favor todo este tiempo, ¡continúa diciendo a todo el mundo que tienen que ayudarte!—¡Estoy segura de que esto es importante! —dijo Hermione con seriedad.—¿Pero no creéis que si lo fuera, Dumbledore me lo habría dicho antes de morir?—Tal vez… tal vez es algo que tienes que averiguar por ti mismo —dijo Hermione, como si se estuviera agarrando a un clavo ardiendo.—Sí —dijo Ron, con actitud servil—, eso tiene sentido.—No, no lo tiene —le espetó Hermione—, pero aún así creo que deberíamos hablar con el señor Lovegood. ¿Un símbolo que une a Dumbledore, Grindelwald y el valle de Godric? ¡Harry, estoy segura de que deberíamos saber sobre esto!—Creo que deberíamos votar —dijo Ron—. Aquellos a favor de ir a ver a Lovegood…Su mano se levantó disparada antes que la de Hermione. Los labios de ella temblaron sospechosamente mientras levantaba la suya.—Sobrepasado en votos, Harry, lo siento —dijo Ron, golpeándolo en la espalda.—Bien —dijo Harry, medio divertido, medio irritado—. Sólo que, una vez que hayamos visitado a Lovegood, intentaremos buscar más Horrocruxes, ¿vale? De todas formas, ¿dónde viven los Lovegood? ¿Alguno de vosotros lo sabe?—Sí, no están muy lejos de mi casa —dijo Ron—. No sé exactamente donde, pero mamá y papá siempre señalan hacia las colinas cuando los mencionan. No debe ser muy difícil de encontrar.Cuando Hermione había vuelto a su litera, Harry bajó la voz.—Sólo estuviste de acuerdo para intentar volver a estar bien con ella.—Todo vale en el amor y en la guerra —dijo Ron alegremente—, y es un poco de ambos. ¡Anímate, son las vacaciones de navidad, Luna estará en casa!Tenían una excelente vista del pueblo de Ottery St. Catchpole desde la ladera ventosa hacia la que se desaparecieron la mañana siguiente. Desde su ventajosa posición elevada, el pueblo parecía una colección de casas de juguete dentro de los grandes rayos de luz inclinados que se extendían desde los espacios entre las nubes hasta la tierra.Se quedaron parados un minuto o dos mirando a la Madriguera, protegiéndose los ojos del sol con las manos, pero todo lo que fueron capaces de distinguir fueron los altos setos y árboles del huerto, que proporcionaban a la pequeña casa torcida protección a ojos muggles.—Es raro, estar tan cerca, pero no hacer una visita —dijo Ron.—Bueno, no es como si no los acabases de ver. Estuviste aquí en Navidad —dijo Hermione fríamente.—¡No estuve en la Madriguera! —dijo Ron con una risa incrédula—. ¿Crees que iba a volver allí y decirles que salí corriendo? Sí, Fred y George se lo habrían tomado genial. Y Ginny, habría sido realmente comprensiva.—¿Pero dónde estuviste entonces? —preguntó Hermione sorprendida.—En la nueva casa de Bill y Fleur. Shell Cottage. Bill siempre ha sido decente conmigo. No… no se quedó impresionado cuando escuchó lo que había hecho, pero no insistió en ello. Sabía que yo realmente lo sentía. Nadie del resto de la familia sabe que estuve allí. Bill le dijo a mamá que él y Fleur no iban a ir a casa por Navidad porque querían estar solos. Ya sabes, las primeras vacaciones después de casarse. No creo que a Fleur le importase. Ya sabes lo mucho que odia a Celestina Warbeck. —Ron le dio la espalda a la Madriguera.—Probemos por aquí —dijo, liderando el recorrido sobre la cima de la colina.Caminaron durante unas pocas horas, Harry oculto bajo la capa de Invisibilidad ante la insistencia de Hermione. El grupo de colinas bajas parecía estar deshabitado, salvo por una pequeña casa de campo, que parecía abandonada.—¿Crees que es de ellos, y que se han marchado durante las Navidades? —dijo Hermione, mirando a través de la ventana a una pequeña cocina ordenada con geranios en el alféizar. Ron resopló.—Escucha, presiento que serías capaz de saber quién vive ahí si mirases a través de la ventana de los Lovegood. Probemos el siguiente grupo de colinas.Así que se desaparecieron unos pocos kilómetros más al norte.—¡Ajá! —gritó Ron, mientras el viento les azotaba el cabello y las ropas. Ron estaba apuntando hacia arriba, hacia la cima de la colina en la que habían aparecido, donde una casa con aspecto de lo más extraño se erguía hacia el cielo, con un gran cilindro negro que tenía una luna fantasmagórica colgando por detrás bajo el cielo de la tarde—. Esa tiene que ser la casa de Luna, ¿quién más viviría en un sitio como ese? ¡Parece un grajo gigante!—No se parece en nada a un pájaro —dijo Hermione, frunciendo el ceño hacia la torre.—Estaba hablando de una torre de ajedrez<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]--> —dijo Ron—. Un castillo para ti.Las piernas de Ron eran las más largas, por lo que llegó a la cima de la colina en primer lugar. Cuando Harry y Hermione lo alcanzaron, jadeando y con punzadas en los laterales del cuerpo, lo encontraron sonriendo ampliamente.—Es la suya —dijo Ron—. Mirad.Tres letreros pintados a mano habían sido clavados a una verja estropeada.En el primero se leía:EL QUISQUILLOSO. EDITOR: X. LOVEGOODEn el segundo:ESCOGE TU PROPIO MUÉRDAGOEn el tercero:NO TOCAR LAS CIRUELAS DIRIGIBLESLa verja chirrió cuando la abrieron. El camino zigzagueante que llevaba hasta la puerta principal estaba cubierto de una variedad de plantas extrañas, incluyendo un arbusto cubierto de frutas naranjas parecidas a un rábano que a veces Luna llevaba de pendientes. Harry creyó reconocer un Snargaluff y se mantuvo lejos de la marchitada cepa. Dos ancianos manzanos silvestres, doblados por el viento, vacíos de hojas pero todavía llenos de frutas rojas del tamaño de bayas y coronas de arbustos de muérdago con gotitas blancas, estaban colocados como centinelas a cada lado de la puerta. Una pequeña lechuza con la cabeza ligeramente aplastada y parecida a un halcón, los miraba desde una de las ramas.—Es mejor que te quites la capa de Invisibilidad, Harry —dijo Hermione—. Es a ti a quien quiere ayudar el señor Lovegood, no a nosotros.Él siguió la sugerencia, pasándole la capa para que la guardase en el bolso con cuentas. Entonces ella llamó tres veces a la gruesa puerta negra, que estaba incrustada de clavos de hierro y tenía un llamador con forma de águila.Apenas habían pasado diez segundos cuando la puerta se abrió de golpe y apareció Xenophilius Lovegood, descalzo y llevando lo que parecía ser un camisón manchado. Su largo pelo como de algodón dulce estaba sucio y desarreglado. En comparación, en la boda de Bill y Fleur Xenophilius había estado absolutamente elegante.—¿Qué? ¿Qué es esto? ¿Quienes sois? ¿Qué queréis? —chilló con voz chillona y quejumbrosa, mirando primero a Hermione, luego a Ron, y finalmente a Harry. Al mirarlo su boca se abrió en una perfecta y cómica O.—Hola, señor Lovegood —dijo Harry extendiendo su mano—. Soy Harry, Harry Potter.Xenophilius no le estrechó la mano a Harry, aunque el ojo que no estaba apuntando hacia su nariz se deslizó directamente a la cicatriz en la frente de Harry.—¿Estaría bien que pasásemos? —preguntó Harry—. Hay algo que nos gustaría preguntarle.—No… no estoy seguro de que sea aconsejable —susurró Xenophilius. Tragó y echó un vistazo rápido alrededor del jardín—. Es bastante sorprendente… caramba… yo… me temo que pienso que realmente no debería…—No llevará mucho —dijo Harry, ligeramente decepcionado por esta bienvenida poco cálida. —Yo… oh, está bien entonces. Pasad, rápido. ¡Rápido!Apenas habían cruzado el umbral cuando Xenophilius cerró con fuerza la puerta tras ellos. Se encontraban en una de las cocinas más peculiares que Harry había visto. La habitación era perfectamente circular, por lo que parecía que estaban en un pimentero gigante. Todo estaba curvado para encajar en las paredes —el hornillo, el fregadero, y los armarios— y todos habían sido pintados con flores, insectos y pájaros de brillantes colores primarios. Harry creyó reconocer el estilo de Luna: el efecto, en un espacio tan cerrado, era ligeramente abrumador. En medio del suelo, una escalera de hierro en espiral llevaba a los pisos superiores. De la parte de arriba llegaba un montón de estrépito y estruendo: Harry se preguntó lo que podría estar haciendo Luna.—Es mejor que subáis —dijo Xenophilius, todavía con aspecto extremadamente incómodo, y encabezó la marcha.La habitación de arriba parecía ser una mezcla de salón y lugar de trabajo, y siendo eso, estaba todavía más atestada que la cocina. Aunque mucho más pequeña y completamente redonda, de alguna manera la habitación recordaba a la Sala de los Menesteres en la inolvidable ocasión en que se había transformado en un laberinto gigante que contenía objetos escondidos durante siglos. Había pilas sobre pilas de libros y papeles en cada superficie. Delicadas maquetas hechas a mano de criaturas que Harry no reconoció, todas batiendo las alas o cerrando las mandíbulas, colgaban del techo.Luna no estaba allí: la cosa que estaba armando tanto jaleo era un objeto de madera cubierto de ruedas dentadas que giraban mágicamente. Parecía la extraña prole de un banco de trabajo y una vieja estantería, pero tras un momento, Harry dedujo que era una prensa antigua, por el hecho de que estaba produciendo en masa revistas El Quisquilloso.—Perdonadme —dijo Xenophilius, y se acercó hasta la máquina, agarró un mantel sucio de debajo de la inmensa cantidad de libros y papeles, que se cayeron al suelo, y lo lanzó sobre la prensa, amortiguando de alguna manera los ruidosos estallidos y estrépitos. Entonces miró a Harry.—¿Por qué habéis venido aquí?Sin embargo, antes de que Harry pudiera hablar, Hermione dejó escapar un pequeño grito de conmoción.—Señor Lovegood… ¿qué es eso?Estaba señalando a un cuerno gris enorme en espiral, no muy distinto al de un unicornio, que estaba colocado en la pared, sobresaliendo algunos metros en la habitación.—Es el cuerno de un snorkack de cuerno arrugado —dijo Xenophilius.—¡No, no lo es! —dijo Hermione.—Hermione —murmuró Harry, avergonzado—, ahora no es el momento… —Pero Harry, ¡es un cuerno de erumpent! ¡Es un Material Comerciable de Clase B y es algo extremadamente peligroso para tener en una casa!—¿Cómo sabes que es un cuerno de erumpent? —preguntó Ron, alejándose del cuerno lo más rápido que pudo, teniendo en cuenta el extremo desorden de la habitación. —¡Hay una descripción en Animales fantásticos y dónde encontrarlos! Señor Lovegood, tiene que deshacerse de eso en seguida, ¿no sabe que puede explotar ante el menor contacto?—El snorkack de cuerno arrugado —dijo Xenophilius muy claramente, con expresión testaruda—, es una criatura asustadiza y muy mágica, y su cuerno…—Señor Lovegood, reconozco las marcas de ranuras alrededor de la base. Es un cuerno de erumpent y es increíblemente peligroso… no sé donde lo consiguió…—Se lo compré —dijo Xenophilius de forma dogmática—, hace dos semanas, a un encantador joven mago que conocía mi interés en el exquisito snorkack. Una sorpresa navideña para mi Luna. Ahora —dijo, girando hacia Harry—, ¿exactamente por qué ha venido aquí, señor Potter?—Necesitamos algo de ayuda —dijo Harry, antes de que Hermione pudiera volver a empezar.—Ah —dijo Xenophilius—. Ayuda. Hmm.Su ojo bueno se movió de nuevo a la cicatriz de Harry. Pareció simultáneamente aterrorizado y fascinado.—Sí. La cosa es… ayudar a Harry Potter… bastante peligroso…—¿No es usted el que le continúa diciendo a todo el mundo que su primer deber es ayudar a Harry? —dijo Ron—. ¿En esa revista suya?Xenophilius lanzó una mirada a la oculta prensa, todavía haciendo estallidos y estrépitos bajo el mantel.—Eh… sí, he expresado esa idea. Sin embargo…—¿Eso es para que todos los demás lo hagan, pero no usted en persona? —dijo Ron.Xenophilius no respondió. Continuó tragando, con los ojos revoloteando entre los tres. Harry tuvo la impresión de que estaba experimentando una dolorosa lucha interna. —¿Dónde está Luna? —preguntó Hermione—. Veamos lo que piensa.Xenophilius tragó de golpe. Pareció estar armándose de valor. Finalmente dijo en una temblorosa voz difícil de oír por el ruido de la prensa: —Luna está abajo en el arroyo, pescando Plimpies de agua dulce. A ella… le gustará veros. Bajaré a llamarla y entonces… sí, muy bien. Intentaré ayudaros.Desapareció por la escalera en espiral y escucharon la puerta principal abrirse y cerrarse. Se miraron unos a otros.—Vieja verruga cobarde —dijo Ron—. Luna tiene diez veces más agallas.—Probablemente está preocupado por lo que pueda pasar si los mortífagos se enteran de que estuve aquí —dijo Harry.—Bueno, yo estoy de acuerdo con Ron —dijo Hermione—. Horrible viejo hipócrita, diciéndole a todo el mundo que te ayude y ahora intentando escabullirse. Y por el amor de Dios, manteneros alejados de ese cuerno.Harry cruzó hasta la ventana del otro lado de la habitación. Pudo ver un arroyo, un lazo delgado y reluciente tumbado muy por debajo de ellos en la base de la colina. Estaban a bastante altura; un pájaro pasó revoloteando por la ventana mientras miraba en dirección a la Madriguera, ahora visible más allá de otra línea de colinas. Ginny estaba allí, en alguna parte. Hoy estaban más cerca el uno del otro de lo que habían estado desde la boda de Bill y Fleur, pero Ginny no podía saber que ahora estaba mirando hacia ella, pensando en ella. Suponía que debería alegrarse por eso; cualquiera que entrase en contacto con ellos estaba en peligro. La actitud de Xenophilius lo probaba.Se apartó de la ventana y su mirada se deslizó sobre otro objeto peculiar situado en un aparador curvado y desordenado: un busto de piedra de una bruja hermosa pero de mirada adusta, que llevaba un tocado en la cabeza de lo más extraño. Dos objetos que parecían trompetillas doradas se curvaban en los extremos. Un pequeño par de relucientes alas azules estaban pegadas a una cinta de cuero que recorría la parte superior de la cabeza, mientras una especie de rábano anaranjado estaba pegado a una segunda cinta alrededor de la frente.—Mirad esto —dijo Harry.—Encantador —dijo Ron—. Estoy sorprendido de que no lo llevase a la boda.Oyeron cerrarse la puerta delantera, y un momento después, Xenophilius subió por la escalera en espiral y entró en la habitación, con sus delgadas piernas ahora en botas de goma, llevando una bandeja con tazas de distintos juegos y una tetera humeante.—Ah, habéis visto mi invento preferido —dijo, poniendo la bandeja en brazos de Hermione y uniéndose a Harry al lado de la estatua—. Basado, de manera bastante adecuada, en la cabeza de la hermosa Rowena Ravenclaw. ¡«Una inteligencia sin límites es el mayor tesoro de los hombres»!Indicó varios objetos, como las trompetillas.—Estos son sifones de torposoplo… para eliminar todas las fuentes de distracción del área inmediata del pensador. Allí —señaló a las pequeñas alas—, una hélice de billywig, para provocar un sublime estado de ánimo. Finalmente —apuntó al rábano anaranjado—, la ciruela dirigible, para realzar la habilidad de aceptar lo extraordinario.Xenophilius se dirigió de vuelta a la bandeja con el té, que Hermione había conseguido equilibrar de forma precaria sobre una de las mesas laterales atestada.—¿Puedo ofreceros una infusión de gurdirraíz? —dijo Xenophilius—. La fabricamos nosotros. —Cuando empezó a verter la bebida, que era tan morada como el zumo de remolacha, añadió—: Luna está más allá del Puente Inferior, está de lo más entusiasmada por que estéis aquí. No debería tardar demasiado, ha cogido casi todos los Plimpies necesarios para hacer sopa para todos. Sentaros y serviros azúcar.—Ahora —apartó una pila de papeles en forma de torre de un sillón y se sentó, con las piernas con botas de goma cruzadas—, ¿cómo puedo ayudarte, señor Potter?—Bueno —dijo Harry, mirando a Hermione, que asintió con ánimo—, es sobre el símbolo que llevaba alrededor del cuello en la boda de Bill y Fleur, señor Lovegood. Nos preguntábamos lo que significaba.Xenophilius elevó las cejas.—¿Te estás refiriendo al signo de las Reliquias de la Muerte?

Capítulo 21: El cuento de los tres hermanos

Harry se volvió para mirar a Ron y a Hermione. Ninguno de ellos parecía haber entendido tampoco lo que había dicho Xenophilius -¿Las Reliquias de la Muerte?-Eso es -dijo Xenophilius-. ¿No habéis oido hablar de ellas? No me sorprende. Muy, muy pocos magos creen en ellas. Como esos jóvenes cabezaduras en la boda de su hermano -se inclinó hacia Ron- !me atacaron por ostentar el símbolo del bien conocido Mago Oscuro! Que ignorancia. Al menos no hay nada Oscuro en las Reliquias, no en esencia. Uno simplemente utiliza el símbolo para mostrarse a sí mismo ante los otros creyentes, con la esperanza de que puedan ayudarle en la Búsqueda.Dejó caer varios terrones de azúcar en la infusión gurdirraíz y bebió un poco.-Lo siento. –dijo Harry-. De verdad, todavía no lo entiendo.Por ser educado, también tomó un sorbo de su taza, y casi se ahoga: la cosa estaba bastante asquerosa, como si alguien hubiera licuado Grageas de Sabores de sabor a moco.-Bueno, verás los creyentes buscan Las Reliquias de la Muerte –dijo Xenophilius lamiéndose los labios con evidente aprecio a la infusión de Gurdyroot.-¿Pero que són Las Reliquias de la Muerte? –preguntó Hermione.Xenophilius dejó a un lado la vacía taza de té.-¿Doy por supuesto que todos ustedes están familiarizados con “El Cuento de los Tres Hermanos"?Harry dijo. "No", pero Ron y Hermione dijeron "Sí". Xenophilius asintió con seriedad.-Bueno, Bueno. Sr. Potter, todo esto empieza con “El Cuento de los Tres Hermanos”… Tengo una copia en alguna parte…Miró vagamente por la habitación, hacia los montones de pergaminos y libros, pero Hermione dijo, -Yo tengo una copia, Señor Lovegood, la tengo aquí mismo.Y sacó Los Cuentos de Beedle el Bardo del pequeño bolso de cuentas.-¿El original? –preguntó Xenophilius con agudeza, y cuando ella asintió, dijo-. En fin, ¿por qué no lo lee en voz alta? Es la mejor forma de asegurar que todos lo entendemos.-Eh... de acuerdo -dijo nerviosamente Hermione. Abrió el libro, y Harry vió que el símbolo que estaban investigando encabezaba la página, mientras ella se aclaraba la garganta y empezaba a leer.-Había una vez tres hermanos que viajaban al atardecer por un camino solitario y sinuoso. -A medianoche, mamá siempre nos lo contaba así -dijo Ron, que había extendido los brazos detrás de la cabeza para escuchar.Hermione le lanzó una mirada de enfado.-¡Lo siento, creo que es más espeluznante si es medianoche! –dijo Ron.-Sí, porque necesitamos realmente un poco más de terror en nuestras vidas -dijo Harry antes de poder contenerse.Xenophilius no parecía prestar mucha atención, sino que miraba fijamente el cielo a través de la ventana.-Continúa, Hermione.-Con el tiempo, los hermanos alcanzaron un río demasiado profundo para vadearlo y demasiado peligroso para cruzarlo a nado. Sin embargo, estos hermanos habían aprendido las artes mágicas, y con el sencillo ondear de sus varitas hicieron aparecer un puente sobre el agua traicionera. Iban ya por la mitad del puente cuando encontraron el paso bloqueado por una figura encapuchada. Y la Muerte les habló...-Perdón -interrumpió Harry-, pero ¿La Muerte les habló?-¡Es un cuento de hadas Harry!-De acuerdo, lo siento, sigue.-Y la muerte les habló. Estaba enojada por que le hubieran sido escatimadas tres nuevas víctimas, ya que los viajeros normalmente se ahogaban en el río. Pero La Muerte era astuta. Fingió felicitar a los tres hermanos por su magia, y dijo que cada uno de ellos había ganado un premio por haber sido lo suficientemente listos como para engañarla.-Así el hermano mayor, que era un hombre combativo, pidió la varita más poderosa que existiera, una varita que ganara siempre en los duelos para su dueño, ¡una varita digna de un mago que había vencido a la Muerte! Así que La Muerte cruzó hasta un viejo árbol de Sauco en la ribera del río, dando forma a una varita de una rama que colgaba, y se la entregó al hermano mayor.-Entonces el segundo hermano, que era un hombre arrogante, decidió que quería humillar a La Muerte todavía más, y pidió el poder de resucitar a los muertos. Así que la Muerte recogió una piedra de la orilla del río y se la dio al segundo hermano, y le dijo que la piedra tenía el poder de traer de vuelta a los muertos.-Entonces la Muerte preguntó al tercer y más joven de los hermanos lo que quería. El hermano más joven era el más humilde y también el más sabio de los hermanos, y no confiaba en La Muerte. Así que pidió algo que le permitiera marcharse de aquel lugar sin que la Muerte pudiera seguirle. Y la Muerte, de mala gana, le entregó su propia Capa de Invisibilidad.-¿La Muerte tenía una Capa de Invisibilidad? –Interrumpió Harry de nuevo.-Así puede acercarse sigilosamente a las personas, -dijo Ron-. A veces se aburre de correr tras ellos, agitando los brazos y chillando… lo siento Hermione.-La Muerte se apartó y permitió a los tres hermanos continuar su camino, y así lo hicieron, charlando asombrados sobre la aventura que habían vivido, y admirando los regalos de La Muerte.En su debido momento los hermanos se separaron, cada uno hacia su propio destinoEl primer hermano viajó durante una semana más, y alcanzó un pueblo lejano, acompañando a un camarada mago con el que tuvo una riña. Naturalmente con la Varita de Saúco como arma, no podía perder en el duelo que seguiría. Dejando al enemigo en el suelo el hermano mayor avanzó hacia la posada, donde alardeó en voz alta de la poderosa varita que le había arrebatado a la Muerte, y de como ésta lo hacía invencible.Esa misma noche, otro mago se acercó sigilosamente al hermano mayor que yacía, empapado en vino, sobre la cama. El ladrón tomó la varita y para más seguridad, le cortó la garganta al hermano mayor.Y así la Muerte tomó al primer hermano para sí.Entretanto, el segundo hermano viajaba hacia su casa, donde vivía solo. Allí sacó la piedra que tenía el poder de resucitar a los muertos, y la volteó tres veces en su mano. Para su asombro y su deleite, la figura de la chica con la que una vez había esperado casarse, antes de su muerte prematura, apareció ante él.Pero ella estaba triste y fría, separada de él por un velo. Sin embargo había vuelto al mundo, pero ese no era su sitio y sufría. Finalmente el segundo hermano, impulsado por un loco anhelo desesperado, se mató para reunirse finalmente con ella. -Así fue como La Muerte tomó al segundo hermano para sí.Sin embargo La Muerte buscó al tercer hermano durante muchos años, y nunca pudo encontrarlo. Fue sólo cuando tenía ya una edad avanzada que el hermano más joven finalmente se quitó la Capa de Invisibilidad y se la dio a su hijo. Y entonces saludó a la Muerte como a una vieja amiga y fue con ella gustosamente, e igualmente, pasó a mejor vida. Hermione cerró el libro. Pasó un momento o dos antes que Xenophilus pareciera darse cuenta que había dejado de leer, luego apartó la vista de la ventana y dijo: -Bien ahí las teneis.-¿Perdón? –dijo Hermione, que parecía confundida.-Esas son las Reliquias de la Muerte -dijo Xenophilus.Agarró una pluma de la atestada mesa a su vera, y sacó un pedazo roto de pergamino de en medio de otros libros.-La Varita de Saúco -dijo dibujando una línea vertical sobre el pergamino-. La Piedra de Resurrección, -dijo añadiendo un círculo encima de la línea-. La Capa de Invisibilidad, -terminó incluyendo la línea y el círculo dentro de un triángulo, para dibujar el símbolo que tanto intrigaba a Hermione-. Unidas -dijo- Las Reliquias de la Muerte.-Pero no se mencionan las palabras “Reliquias de la Muerte” en la historia -dijo Hermione.-Bueno, claro que no -dijo Xenophilius, exasperantemente pagado de sí mismo-. Eso es un cuento de niños, para divertir a la vez que instruir. Aquellos de nosotros que entendemos de estas materias, sin embargo, reconocemos que esa antigua historia hace referencia a los tres objetos, o Reliquias, las cuales, reunidas, convierten a su dueño en el amo de la Muerte.Hubo un corto silencio en el cual Xenophilius miró por la ventana.El sol ya estaba bajo en el cielo. -Luna debería tener pronto bastantes Plimpies -dijo quedamente.-Cuando usted dice “amo de la Muerte”… -dijo Ron.-Amo, -dijo Xenophilius, agitando una mano en el aire-. Conquistador, Vencedor. El término que prefiera.-Pero entonces… quiere decir… -dijo lentamente Hermione, y Harry podía ver que estaba intentando eliminar de su voz cualquier rastro de escepticismo-, que usted cree que esos objetos (esas Reliquias) ¿realmente existen?Xenophilius alzó las cejas otra vez. –Por supuesto.-Pero -dijo Hermione, y Harry podía oír como su contención empezaba a agrietarse-, Sr. Lovegood, ¿cómo puede usted creer…?-Luna me ha hablado sobre ti, jovencita, -dijo Xenophilius-. No es usted, deduzco, poco inteligente, pero está dolorosamente limitada. Estrecha de miras. De mente cerrada. -Quizas deberías probarte el sombrero, Hermione -dijo Ron, inclinándose hacia el absurdo tocado. Su voz temblaba por la tensión de evitar reírse. -Señor Lovegood -empezó otra vez Hermione-, Sabemos que existen cosas como las Capas de Invisibilidad. Son raras, pero existen. Pero…-¡Ah, pero la Tercera Reliquia es una verdadera Capa de Invisibilidad, Señorita. Granger! Quiero decir que, no es una capa de viaje imbuida con un Encantamiento de Desilusión, o portadora de un Hechizo de Bedazzling, o algún tejido del pelo de Demiguise, el cual le esconde a uno al principio pero se marchita con los años hasta que se vuelve opaco. Estamos hablando de una capa que realmente vuelve al que la lleva completamente invisible, y dura eternamente, proporcionando constante e impenetrable ocultamiento, sin importar que hechizos le lancen. ¿Cuántas capas como esa ha visto, Señorita Granger? Hermione abrió la boca, luego la cerró otra vez, parecía más confundida que nunca. Ella, Harry y Ron se miraron entre ellos, y Harry sabía que todos estaban pensando lo mismo. Sucedía que una capa exactamente como la que Xenophilius había descrito había estado en la habitación con ellos en todo momento.-Exactamente -dijo Xenophilius, como si los hubiera derrotado con su razonada argumentación.-Ninguno de ustedes ha visto nunca tal cosa. El poseedor sería inconmensurablemente rico, ¿no? -Miró a través de la ventana de nuevo. El cielo estaba ahora teñido de un leve vestigio de rosado.-De acuerdo -dijo Hermione, desconcertada-. Digamos que la Capa existe… ¿que hay de la piedra, Señor Lovegood? ¿Eso que usted llama la Piedra de Resurrección?-¿Qué hay de eso?-Bien, ¿cómo puede ser eso real?-Pruebe que no lo es -dijo Xenophilius.Hermione parecía indignada.-Pero eso es… lo siento, ¡pero es completamente ridículo! ¿Cómo puedo probar que no existe? ¿Espera de mí que recoja… todos los guijarros del mundo y los pruebe? Es decir, ¡puede afirmar que todo eso existe con la única base para creer en ello el que nadie puede probar que no existen!-Sí, puedo -dijo Xenophilius-. Me alegra ver que ha abierto un poco su mente.-Y la Varita de Saúco, -dijo Harry rápidamente, antes de que Hermione pudiera replicar-, ¿piensa usted que también existe?-Oh, bien, en ese caso hay interminables pruebas -dijo Xenophilius-. La Varita de Saúco es la Reliquia a la que resulta más fácil seguirle la pista, por la forma en que cambia de mano.-¿Qué es? –preguntó Harry.-Que consiste en que el poseedor de la varita debe quitársela a su propietario anterior, si es verdaderamente el amo de la misma -dijo Xenophilius-. ¿Seguramente has oído hablar de como la varita llegó a Egbert el Ilustre, tras matar salvajemente a Emeric el Malvado? ¿De cómo Godelot murió en su propio sótano después de que su hijo, Hereward, le robara la varita? ¿Del horrible Loxias, que robó la varita a Baraabas Deverill, al cual había asesinado? La sangrienta huella de la Varita de Saúco está salpicada a través de las páginas de la historia de la Brujería.Harry echó un vistazo a Hermione. Que miraba con el ceño fruncido a Xenophilius pero no le contradecía.-¿Y dónde cree que está ahora la Varita de Saúco? –preguntó Ron.-Desgraciadamente, ¿Quién lo sabe? –contestó Xenophilius, mientras echaba un vistazo por la ventana-. ¿Quién sabe dónde yace escondida la Varita de Saúco? La huella se enfría con Arcus y Livius. ¿Quién puede decir cual de ellos realmente derrotó a Loxias, y quién tomó la varita? ¿Y quien puede decir quien los derrotó a ellos? La historia, desgraciadamente, no nos lo cuenta.Hubo una pausa. Finalmente Hermione preguntó tensa, -Señor Lovegood, ¿tiene algo que ver la familia Peverell con las Reliquias de la Muerte? Xenophilius pareció desconcertado y algo se agitó en la memoria de Harry, pero no lo podía localizar. Peverell… había oído antes ese nombre…-¡Pero usted me ha estado induciendo a error, jovencita! –dijo Xenophilius, sentándose ahora mucho más derecho en la silla y mirando con ojos saltones a Hermione-. ¡Pensaba que eras nueva en la Búsqueda de las Reliquias! ¡Muchos de los Buscadores creemos que los Peverells tienen mucho… mucho... que ver con las Reliquias!-¿Quiénes son los Peverells? –preguntó Ron.-Ese era el nombre grabado en la tumba que tenía la marca, en el Valle de Godric, -dijo Hermione, sin apartar la vista de Xenophilius-. Ingnotus Peverell. -¡Exactamente! –dijo Xenophilius, con el dedo índice alzado con pedantería-.¡El signo de las Reliquias de la Muerte en la tumba de Ignotus es una prueba definitiva!-¿De qué? –preguntó Ron.-¡De qué, esos tres hermanos de la historia fueran de hecho los tres hermanos Peverell, Antioch, Cadmus e Ignotus! ¡Qué ellos fueron los primeros propietarios de Las Reliquias!Echando otra mirada hacia la ventana se levantó, y recogió la bandeja, encaminándose hacia la escalera de caracol.-¿Os quedaréis a cenar? –les gritó, mientras desaparecía escaleras abajo de nuevo-.Todo el mundo nos pide la receta de la sopa Freshwater Plimply.-Seguramente para mostrarla en el Departamento de Venenos de St. Mungo -dijo Ron en voz baja.Harry esperó hasta que pudieron oír a Xenophilius moverse en la cocina escaleras abajo antes de hablar. -¿Tú qué piensas? –le preguntó a Hermione.-Oh, Harry, -dijo ella con cansancio-, es un absoluto montón de basura. Esto no puede ser lo que realmente significa el signo. Debe ser su extraña manera de asumirlo. Qué perdida de tiempo.-Supongo, este es el hombre que nos trajo los Snorkacks de Cuerno Retorcido -dijo Ron.-¿No creíste tampoco en eso? –le preguntó Harry.-No, esa historia es de esas cosas que cuentas a los niños como moralejas, ¿no? ¡No busques problemas, no busques peleas, no hagas el tonto con esas cosas es mejor dejarlo en paz! Sólo mantén la cabeza gacha, ocúpate de tus asuntos y todo irá bien. Piensa en ello -añadió Ron-, quizás es por esas historias por lo que se cree que las varitas de saúcos supuestamente traen mala suerte.-¿De qué estas hablando?-Una de esas supersticiones, ¿verdad? “Las brujas nacidas en mayo se casarán con muggles” “Maldición en el crepúsculo, deshecha a medianoche” “La varita de sauco, nunca prospera” Tienes que haberlas oído. Mi madre tiene un montón.-Harry y yo hemos crecido entre muggles, -le recordó Hermione-. Nos enseñaron otras supersticiones. –Suspiró profundamente cuando un olor más bien acre ascendió desde la cocina. La única cosa buena de su exasperación con Xenophilius era que parecía haber olvidado que estaba enfadada con Ron-. Creo que estás en lo cierto, -le dijo–. Sólo es una moraleja, es obvio qué regalo es el mejor, el que uno escogería…Los tres hablaron al mismo tiempo: Hermione dijo, -la Capa, Ron dijo,-La Varita, Y Harry, -La Piedra. Se miraron, medio sorprendidos, medio divertidos.-Se suponía que dirías la Capa, -le dijo Ron a Hermione-, pero no necesitas ser invisible si tienes la varita. Una varita invencible, Hermione, ¡vamos!-Ya tenemos una Capa de Invisibilidad, -dijo Harry.-¡Y nos ha ayudado bastante, por si no os habías dado cuenta! –respondió Hermione-. Mientras que la varita atraería problemas…-Solo si lo das a conocer, -argumentó Ron-. Sólo si fueras lo bastante idiota como para ir a bailando y cantando, agitándola sobre tu cabeza, “tengo una varita invencible, inténtalo si crees que eres lo bastante fuerte”. Mientras mantengas la boca cerrada...-Si, ¿pero podrás mantener tú la boca cerrada? –dijo Hermione, con escepticismo-. ¿Sabes que la única cosa auténtica que nos ha dicho es que ha habido tres historias sobre varitas súper poderosas en centenares de años. -¿Las hay? –preguntó Harry.Hermione parecía exasperada. La expresión era tan encantadoramente familiar que Harry y Ron se sonrieron mutuamente.-La Rama de la Muerte, la Varita del Destino, surgen bajo nombres diferentes a lo largo de los siglos, normalmente en posesión de algún Mago Oscuro que alardea de ellas. El profesor Binns mencionó alguna cosa, pero… oh, todo esto es una tontería. Las varitas sólo tienen tanto poder como los magos que las utilizan. A algunos magos simplemente les gusta alardear de que las suyas son más grandes y mejores que las de los demás.-¿Pero cómo sabes, -dijo Harry- que esas varitas... la Rama de la Muerte y la Varita del Destino... no son la misma varita, saliendo a la superficie a lo largo de los siglos bajo diferentes nombres?-¿Qué pasa si realmente todas ellas son la Varita de Saúco, fabricada por la Muerte? –dijo Ron.Harry rió. La extraña idea que se le había ocurrido era después de todo, ridícula. Su varita, se recordó, estaba hecha de acebo, no de saúco, y había sido fabricada por Ollivander, hiciera lo que hiciera esa noche en que Voldemort le había perseguido a través de los cielos; y si hubiera sido invencible, ¿cómo podría haberse roto?-¿Entonces por qué escogerías la piedra? –le preguntó Ron.-Bueno, si pudiera traer a la gente de regreso, podríamos tener a nuestro lado Sirius… Ojoloco… Dumbledore… a mis padres…Ni Ron ni Hermione sonrieron.-Pero según Beedle el Bardo, ellos no querían volver, ¿no? –dijo Harry, pensando en el cuento que acababan de escuchar-. No creo que haya muchas otras historias sobre piedras que puedan resucitar a los muertos, ¿las hay? –preguntó a Hermione.-No -replicó ella tristemente-. No creo que nadie excepto el Señor Lovegood pudiera engañarse a sí mismo creyendo que es posible. Probablemente Beedle tomó la idea de La Piedra del Hechicero; ya sabes, en vez de una piedra que te hiciera inmortal, una piedra que invirtiera la muerte.El olor de la cocina se hacía más fuerte. Algo así como a calzoncillos quemados. Harry se preguntó si le sería posible comer algo de lo que Xenophilius estaba cocinando para no herir sus sentimientos.-¿Sin embargo, qué hay de la Capa? –dijo Ron lentamente-. ¿No te das cuenta, él está en lo cierto? He utilizado la Capa de Harry y sé como funciona, nunca me detuve a pensarlo. Y nunca he oído hablar de ninguna como la de Harry. Es infalible. Nunca hemos sido divisados bajo ella…-¡Por supuesto que no… somos invisibles cuando estamos bajo ella, Ron!-Pero todas esas cosas que él dijo sobre las otras capas, y no eran precisamente de diez Knuts, sabes, ¡es cierto! Nunca se me había ocurrido antes pero he oído bastante respecto a encantamientos sobre capas que cuando envejecían, o eran desgarradas por hechizos tenían agujeros, la de Harry pertenecía a su padre, por lo tanto no es precisamente nueva, ¡pero se conserva... perfectamente!-Bien, de acuerdo, pero Ron, la piedra… Mientras ellos discutían entre susurros, Harry se paseaba por la habitación, escuchando a medias. Alcanzó la escalera de caracol, alzó distraídamente los ojos hacia el siguiente piso y se distrajo un vez más.Su propia cara lo miraba desde el techo de la habitación. Tras unos momentos de desconcierto, se dio cuenta de que no era un espejo, si no una pintura. Curioso, empezó a subir las escaleras.-Harry, ¿qué estás haciendo? ¡No creo que debas mirar por aquí cuando él no está!Pero Harry ya había alcanzado el siguiente nivel. Luna había decorado el techo de la habitación con cinco preciosas caras pintadas: Harry, Ron, Hermione, Ginny y Neville. No se movían como en las fotos de Hogwarts, pero había una cierta magia en ellos. Harry creyó que respiraban. Lo que parecía ser una fina cadena dorada se tejía alrededor de las pinturas uniéndolas, pero tras examinarlas durante un minuto o más, Harry se percató que la cadena era una palabra repetida miles de veces en tinta dorada : amigos… amigos… amigos…Harry sintió una gran corriente de afecto hacia Luna. Estudió la habitación. Había una gran fotografía junto a la cama, de una joven Luna y una mujer a la que se parecía mucho. Se abrazaban. Luna parecía bastante mejor vestida en esa foto de lo que Harry la había visto en su vida. La foto estaba cubierta de polvo. Eso le pareció a Harry un poco raro. Miró alrededor. Algo iba mal. La pálida alfombra azul estaba también cubierta de polvo. No había ropa en el armario, las puertas estaban entreabiertas. La cama tenía una apariencia fría y antipática, como si no se hubiera dormido en ella durante semanas. Una solitaria telaraña se extendía a través de la ventana cruzando el cielo rojo sangre.-¿Qué ocurre? –preguntó Hermione mientras Harry descendía las escaleras, pero antes de que pudiera responderle, Xenophilius alcanzó los escalones superiores llegando desde la cocina, ahora trayendo una bandeja cargada con tazones.-Señor Lovegood, -dijo Harry-. ¿Dónde está Luna?-¿Perdón?-¿Dónde está Luna?Xenophilius se detuvo en el último escalón.-Ya… se os lo he dicho. Está abajo en el Puente Botions pescando Plimpies.-¿Entonces por qué ha preparado esa bandeja sólo para cuatro?Xenophilius intentó hablar, pero no le salió ningún sonido. El único ruido que se oía era el traqueteo continuado de la imprenta, y un leve repiqueteo en la bandeja cuando las manos de Xenophilius temblaron.-No creo que Luna haya estado aquí desde hace semanas. –dijo Harry-. Su ropa no está, no ha pasado la noche en su cama. ¿Dónde está? ¿Y por qué mira continuamente hacia la ventana?Xenophilius dejó caer la bandeja. Los tazones rebotaron y se hicieron pedazos. Harry, Ron y Hermione sacaron sus varitas. Xenophilius se quedó congelado a punto de meter la mano en el bolsillo. En ese momento la imprenta hizo un enorme ruido y numerosos Quibblers salieron en tropel a través del suelo desde debajo del mantel, al menos la imprenta se quedó en silencio. Hermione se detuvo y recogió una de las revistas, todavía con la varita apuntando al Señor Lovegood. -Harry, mira esto. Se acercó a ella tan rápido como pudo a través de todo el desorden.La portada de El Quisquilloso llevaba su foto, adornada con las palabras “Indeseable Numero Uno” y con la recompensa al pie de foto. -¿Entonces, El Quisquilloso opta por un nuevo punto de vista? –preguntó Harry fríamente, con la mente trabajando a toda máquina-. ¿Qué hizo usted cuando fue al jardín, Señor Lovegood? ¿Enviar una lechuza al Ministerio?Xenophilius se lamió los labios. –Me quitaron a Luna -susurró-, A causa de lo que estaba escribiendo. Me quitaron a Luna y no se donde está, qué le han hecho. Pero me la devolverán si yo… si yo…-¿Entrega a Harry? –terminó Hermione por él.-No hay trato. –Dijo Ron rotundamente-. Apártese de nuestro camino, nos vamos. Xenophilius estaba pálido como la cera, como si tuviera cien años, sus labios retrocedieron con espantosa malicia.-Estarán aquí de un momento a otro. Tengo que salvar a Luna. No puedo perder a Luna. No podéis marcharos.Extendió los brazos frente a la escalera, y Harry tuvo la repentina visión de su madre haciendo lo mismo frente a su cuna. -No nos obligue a hacerle daño, -dijo Harry-. Apártese de nuestro camino, Señor Lovegood.-¡Harry! –gritó Hermione.Figuras con escobas pasaban volando ante de las ventanas. Cuando los tres apartaron de él la mirada, Xenophilius sacó la varita. Harry se percató de su error justo a tiempo. Se lanzó a un lado, empujando a Ron y a Hermione fuera de peligro mientras el Hechizo Contundente de Xenophilius se alzaba por la habitación y golpeaba el cuerno del Erumpent.Hubo una explosión colosal. Por el sonido parecía que hubiera explotado la habitación.Fragmentos de madera, papel y escombros volaban en todas direcciones, junto con una nube impenetrable de espeso polvo blanco. Harry voló por los aires, chocando luego contra el suelo, incapaz de ver mientras los escombros llovían sobre él, con los brazos sobre la cabeza. Oyó el grito de Hermione, el alarido de Ron, y una serie de escalofriantes ruidos metálicos que le informaron de que Xenophilius había perdido pie y caído por las escaleras de caracol.Medio enterrado en los escombros, Harry trató de levantarse. A penas podía respirar o ver a causa del polvo.La mitad del techo había caído y un extremo de la cama de Luna colgaba por el agujero.El busto de Rowena Ravenclaw yacía a su lado con la mitad de la cara ausente, fragmentos de pergamino roto que flotaban en el aire, y la mayor parte de la imprenta yacía a su lado, bloqueando la parte superior de las escaleras hacia la cocina. Entonces otra forma blanca se movió a su lado, y Hermione, cubierta polvo como una segunda estatua, se presionó el dedo contra los labios. La puerta de abajo se abrió de golpe.-¿No te dije que no había necesidad de correr, Travers? –dijo una voz áspera-. ¿No te dije que este chiflado está tan loco de atar como de costumbre? –Se oyó un golpe y un grito de dolor provenientes de Xenophilius.-¡No… no… arriba… Potter!-Te lo dije la semana pasada Lovegood, ¡que no íbamos a volver por nada menos que algo de información sólida! ¿Recuerdas la semana pasada? ¿Cuando querías intercambiar a tu hija por ese estúpido sombrero ensangrentado? Y la semana anterior (Otro golpe, otro chillido) ¿cuando creías que te la entregaríamos si nos ofrecías la prueba de que existían los Crumple (golpe) Horned (golpe) Snorkacks? -¡No… no… se lo suplico! –Xenophilius sollozó-. ¡Realmente es Potter, de verdad!-¡Y ahora resulta que sólo nos ha llamado aquí para tratar de hacernos estallar! -rugió el mortífago, y hubo una descarga de golpes intercalados con los gritos de agonía de Xenophilius.-El lugar parece a punto de caerse, Selwyn, -dijo fríamente una segunda voz, resonando hacia a las escaleras destrozadas-. Las escaleras están completamente bloqueadas. Tratar de despejarlas podría derribar el lugar.-Estas mintiendo pedazo de porquería. –gritó el mago llamado Selwyn.-Nunca has visto a Potter en tu vida, ¿verdad?. Creo que nos has atraído aquí para matarnos, ¿no? ¿Y piensas que así recuperarás a tu niña?-¡Lo juro… lo juro… Potter está arriba!-Homenum revelio. –dijo la voz al pie de las escaleras. Harry oyó el grito sofocado de Hermione, y tuvo la extraña sensación de que algo estaba bajando en picado sobre él, sumergiéndole el cuerpo en su sombra.-Hay alguien arriba, Selwyn, -dijo el segundo hombre bruscamente.-¡Es Potter, le digo, que es Potter! –sollozó Xenophilius-. Por favor… por favor… devuélvanme a Luna, sólo denme a Luna…-Tendrás a tu niñita, Lovegood, -dijo Selwyn-, si subes esas escaleras y me traes a Harry Potter. Pero si es un complot, si es un truco, si tienes a un cómplice esperándome allí arriba para tendernos una emboscada, veremos si podemos darte un pedacito de tu hija para que la entierres.Xenophilius gritó de miedo y desesperación. Se oyeron prisas y arañazos. Xenophilius trataba de pasar a través de los escombros de las escaleras.-Vamos, -susurró Harry-, tenemos que salir de aquí.Empezó a excavar él mismo cubierto por todo el ruido que Xenophilius estaba haciendo en la escalera. Ron estaba profundamente sepultado. Harry y Hermione treparon, tan silenciosamente como pudieron, sobre los restos donde yacía, tratando de quitar haciendo palanca una pesada cómoda de sus piernas. Mientras Xenophilius golpeaba y arañaba arrastrándose más y más cerca, Hermione se las arregló para liberar a Ron utlizando un Encantamiento Levitatorio. -Bien –jadeó Hermione, cuando la imprenta rota que bloqueaba la parte superior de las escaleras empezó a temblar. Xenophilius estaba a unos pasos de ellos. Todavía estaba blanca de polvo. -¿Confías en mi Harry?Harry asintió.-Entonces vamos. –susurró Hermione-. Dame la Capa Invisible. Ron, póntela encima.-¿Yo? Pero Harry…-¡Ron, por favor! Harry sujétame la mano con fuerza, Ron agarrame por el hombro.Harry la sujetó con la mano izquierda. Ron desapareció bajo la Capa. La imprenta que bloqueaba las escaleras estaba vibrando. Xenophilius trataba de moverla usando un Encanto Levitatorio. Harry no sabía a qué estaba esperando Hermione. -Sujétame fuerte –susurró-. Sujétame fuerte… sin dudar… La cara blanca como el papel de Xenophilius apareció por la parte superior del aparador.-¡Obliviate! –gritó Hermione, apuntándolo con la varita primero a la cara y después al suelo ante ellos. -¡Deprimo!Había hecho un agujero en el suelo de la habitación. Cayeron como pedruscos. Harry todavía se aferraba a su mano como a la propia vida. Se oyó un grito abajo, y Harry vislumbró a dos hombres tratando de apartarse del camino de las enormes cantidades de escombros y muebles rotos que llovían a su alrededor desde techo destrozado. Hermione se giró en el aire y el estruendo de la casa derrumbándose zumbó en las orejas de Harry mientras ella lo arrastraba una vez más hacia la oscuridad.


Harry cayó, jadeando, sobre la hierba y se levantó al instante. Parecían haber aterrizado en la esquina de un campo al atardecer. Hermione ya estaba corriendo en círculos alrededor de ellos, ondeando su varita.-Protego Totalum… Salvio Hexia…-¡Ese viejo bastardo traidor! -jadeó Ron, saliendo de debajo de la Capa de Invisibilidad y tirándosela a Harry-. Hermione eres genial, absolutamente genial; ¡no puedo creer que nos sacaras de esa!-Cave inimicun… Te dije que no era un cuerno de Humpern, ¿verdad?, ¡Ahora su casa ha volado en pedazos!-Se lo merecía -dijo Ron, examinando sus vaqueros rotos y los cortes de su pierna-. ¿Qué crees que le harán?-¡Oh, espero que no lo maten! -gimió Hermione- ¡Por eso quise que los mortífagos echaran un vistazo a Harry antes de largarnos, para que supieran que Xenophilius no estaba mintiendo!-¿Y por qué me escondiste a mí?- Preguntó Ron.-¡Se supone que estás en cama con Spattergroit, Ron! ¡Han secuestrado a Luna porque su padre apoyaba a Harry! ¿Qué le ocurriría a tu familia si supieran que estás con él?-¿Pero entonces qué pasa con tus padres?-Ellos están en Australia -dijo Hermione-. Deberían estar bien, no saben nada.-Eres genial -repitió Ron impresionado.-Sí, lo eres -agregó Harry fervientemente-.No se que habríamos hecho sin ti.Ella sonrió, pero de inmediato se tornó solemne.-¿Y qué hay de Luna?-Si decían la verdad y aún está viva...-comenzó Ron.-¡No digas eso, no lo digas!, -chilló Hermione-. ¡Tiene que estar viva, tiene que estarlo!-Entonces estará en Azkaban, me imagino. -dijo Ron-. Ahora, que sobreviva a ese lugar… muchos no lo consiguen…-Ella si -dijo Harry. No podía soportar pensar en la alternativa-. Es dura, Luna es mucho más dura de lo que os imagináis. Probablemente les esté enseñando a los presos todo sobre los Wrackspurts y Nargles.-Espero que tengas razón -dijo Hermione. Se puso una mano sobre los ojos- Me sentiría tan mal por Xenophilius si...-...si no hubiera intentado vendernos a los mortífagos, si. -dijo Ron.Levantarón la tienda y se metieron en ella, mientras Ron les hacía algo de té. Tras su milagrosa escapada, el frío, húmedo, y viejo lugar parecía un hogar: seguro, familiar y amistoso.-Oh, ¿por qué fuimos allí,? -gimió Hermione despues de unos minutos de silencio-. Tenías razón Harry, fue como lo del Valle de Godrick otra vez, ¡una absoluta pérdida de tiempo! Las Reliquias de la Muerte… menuda tontería… aunque de hecho -Un pensamiento súbito pareció haberla golpeado-, podría habérselo inventado todo, ¿verdad? Probablemente no creía en las Reliquias de la Muerte en absoluto, ¡solo quería que siguiéramos hablando hasta que llegaran los mortífagos!-No lo creo -dijo Ron-. Es endemoniadamente más difícil de lo que crees inventar cosas cuando estás bajo presión. Me di cuenta de eso cuando los Merodeadores me cogieron. Fue mucho más fácil fingir ser Stan, porque le conocía un poco, que inventar a una persona completamente nueva. El viejo Lovegood estaba bajo toneladas de presión, intentando asegurarse de que nos quedábamos. Creo que nos dijo la verdad, o lo que él cree que es la verdad, para que siguiéramos hablando.-Bueno, supongo que no importa -suspiró Hermione-. Aunque estuviera siendo honesto, no había escuchado semejante cantidad de tonterías en toda mi vida.-Espera, espera -agregó Ron- Se supone que la Cámara de los Secretos era un mito, ¿no?-Pero la Reliquias de la Muerte no pueden existir, Ron.-Sigues diciendo eso, pero una de ellas existe -dijo Ron-: la Capa de Invisibilidad de Harry...-El cuento de los tres hermanos es una historia -afirmó Hermione- sobre cómo los humanos le temen a la muerte. ¡Si sobrevivir fuera tan simple como ocultarse debajo de la Capa de Invisibilidad, ya tendríamos todo lo que necesitamos!--No sé. Lo que podríamos hacer con una varita invencible -dijo Harry, mientras movía la varita de espino negro que tanto le disgustaba entre sus dedos.-¡No existe tal cosa, Harry!-Dijiste que había habido un montón de varitas... el Palo de la Muerte y como quiera que se llamen...-Está bien. Incluso si quieres engañarte a ti mismo pensando que la Varita de Sauco es real, ¿qué hay de la Piedra de Resurreción? -hizo el gesto de comillas con los dedos al pronunciar el nombre y su tono destilaba sarcasmo-. ¡Ninguna magia puede resucitar a los muertos y eso es todo!-Cuando mi varita conectó con la de Quien-tu-ya-sabes, hizo que mi madre y mi padre aparecieran… y Cedric…-Pero no volvieron realmente de entre los muertos, ¿verdad? -dijo Hermione-. Ese tipos de... pálidas imitaciones no son lo mismo que traer verdaderamente a alguien de vuelta a la vida.-Pero ella, la chica del cuento, no regresó realmente, ¿verdad? La historia dice que cuando alguien ha muerto, pues debe estar con los muertos. Pero el segundo hermano pudo verla y hablar con ella, ¿verdad? Incluso vivió con ella un tiempo...Vio preocupación y algo menos tangible en la expresión de Hermione. Pero cuando la vio mirar a Ron, Harry comprendió que era miedo. La había asustado con su charla sobre vivir con los muertos.-Entonces ese tal Peverell, el que está enterrado en el Valle de Godrick -dijo Ron apresuradamente, intentando parecer robustamente cuerdo- ¿no sabéis nada de él?-No -Respondió ella, que pareció aliviada por el cambio de tema-. Lo busqué después de ver la marca sobre su tumba; si hubiera sido alguien famoso o hubiera hecho algo importante, estoy segura de que estaría en nuestros libros. El único sitio donde pude encontrar el apellido Peverell fue en Nobleza Natural, una Genealogía de la Magia. Lo tomé prestado de Kreacher. -Explicó cuando Ron arqueó las cejas-. Tiene una lista de las familias de sangre pura que se extinguieron en la línea masculina. Aparentemente la de los Peverell fue una de las líneas que desapareció más rápido.-¿Qué se extinquieron en la línea masculina? -repitió Ron.-Quiere decir que el apellido se perdió -respondió Hermione-. Siglos atrás en el caso de los Peverell. Podrían tener descendientes pero con algún otro apellido.Y de repente le llegó a Harry, de un solo golpe brillante, el recuerdo que había despertado en él el nombre "Peverell", un viejo asqueroso alardeando de un horrendo anillo en la cara de un oficial del Ministerio, y dio un fuerte grito, -¡Marvolo Gaunt!-¿Perdón?- dijeron Hermione y Ron al mismo tiempo.-¡Marvolo Gaunt! ¡El abuelo de Quien-tu-ya-sabes! ¡En el Pensadero! ¡Con Dumbledore! ¡Marvolo Gaunt dijo que era un descendiente de los Peverell!Ron y Hermione parecían desconcertados.-El anillo, el anillo que se convirtió en el Horcrux, ¡Marvolo Gaunt dijo que tenía el escudo de los Peverell! Le vi menearlo ante la cara al tipo del Ministerio, ¡casi se lo mete por la nariz!-¿El escudo de los Peverell?- dijo Hermione secamente-. ¿Pudiste ver como era?-En realidad no.-dijo Harry intentando recordar-. No había nada llamativo en él, por lo que pude ver, solo algunos rasguños. En realidad solo lo vi de cerca después de que hubiera sido destruído.Harry notó que Hermione comprendía por como se dilataban sus pupilas. Ron movía la mirada de uno al otro, asombrado.-Caray… ¿Crees que era este mismo símbolo otra vez? ¿El de las Reliquias?-¿Por qué no? -dijo Harry excitado-. Marvolo Gaunt era un viejo ignorante que vivía como un cerdo, lo único que le preocupaba era su ascendencia. Si ese anillo había sido heredado a lo largo de los siglos, podría no haber sabido lo que era realmente. No había libros en esa casa, y creedme, él no era del tipo de los que leen cuentos de hadas a sus hijos. Le hubiera encantado pensar que los arañazos de la piedra eran un escudo, porque en lo que a él respectaba, ser sangre pura te hacía parte de la realeza.-Si… y todo eso es muy interesante-dijo Hermione cautelosamente-, pero Harry, si estás pensando lo que yo creo...-Bueno, ¿por qué no? ¿por qué no?-dijo Harry abandonando cualquier precaución-. Era una piedra, ¿no? -Miró a Ron en busca de apoyo- ¿Y si era la Piedra de Resurreción?La boca de Ron se abrió de par en par.-Caray... ¿pero funcionaría la piedra aún cuando Dumbledore la hubiera roto...?-¿Funcionar? ¿Funcionar? Ron, ¡nunca funcionó! No existe ninguna Piedra de Resurreción!Hermione saltó sobre sus pies, exasperada y molesta. -Harry, estás intentando que todo encaje con la historia de las Reliquias...-¿Intentando que encaje? -repitió Harry- ¡Hermione, todo encaja por su propia cuenta! ¡Sé que el símbolo de las Reliquias estaba en la piedra! ¡Gaunt dijo que descendía de los Peverell!-¡Hace un minuto nos dijiste que no pudiste ver bien el símbolo de la piedra!-¿Dónde crees que está el anillo ahora? -preguntó Ron a Harry-. ¿Qué hizo con él Dumbledore después de romperlo?Pero la imaginación de Harry viajaba mucho mas allá que la de Ron y Hermione…Tres objetos, o Reliquias, las cuales, unidas, convierten a su poseedor en el Amo de la Muerte... Maestro... Conquistador... Vencedor... El último enemigo que debe ser destruido es la muerte...Y se vio él mismo, poseedor de las Reliquias, enfrentado a Voldemort, cuyos Horrocruxes no eran rival… Ninguno puede vivir mientras el otro sobreviva… ¿Era esta la respuesta? ¿Reliquias contra Horrocruxes? ¿Había un camino, después de todo, para asegurar que era él el que triunfaba? ¿Si era él el amo de las Reliquias de la Muerte, estaría entonces a salvo?-¿Harry?Pero apenas escuchaba a Hermione. Había sacado su Capa de Invisibilidad y la dejaba resbalar entre los dedos, tela flexible como el agua, ligera como el aire. Nunca había visto nada igual en sus casi siete años en el mundo mágico. La capa era exactamente lo que Xenophilius había descrito. Una capa que real y verdaderamente hace a su dueño completamente invisible, resistiendo eternamente, proporcionando un ocultamiento constante e impenetrable, sin importar que hechizos se le lancen...Y con un grito de asombro recordó...-¡Dumbledore tenía mi Capa el día en que mis padres murieron!Su voz temblaba y podía sentir los colores en su cara, pero no le importó.-¡Mi madre le dijo a Sirius que Dumbledore había tomado prestada la Capa! ¡Por esto era! ¡Quería examinarla porque creía que era la tercera Reliquia! Ignotus Peverell está enterrado en Valle de Godric…- Harry caminaba ciegamente por la tienda, sintiendo como nuevas visiones de la verdad se abrían ante él-. Él es mi ancestro. ¡Soy descendiente del tercer hermano! ¡Todo tiene sentido!Se sintió armado de la certeza, en su creencia en la Reliquias, como si la mera idea de poseerlas le proporcionara protección, y se sentía feliz mientras se giraba hacia los otros dos-Harry. -dijo Hermione una vez mas, pero él se encontraba ocupado desamarrando la bolsa alrededor de su cuello, sus dedos temblorosos.-Léela -le dijo a ella, poniendo la carta de su madre en su mano. -¡Léela! ¡Dumbledore tenía la capa, Hermione! ¿Por qué mas la querría? El no necesitaba ninguna capa, ¡podía hacer un encantamiento de Desilusión tan poderoso que se hacía completamente invisible sin una!-Algo cayó al piso y rodó, brillando debajo de una silla: había tirado la snitch al sacar la carta. Se agachó a recogerla, y el recién hallado pozo de descubrimientos le dio otro regalo, y el shock y la maravilla surgieron dentro de él de tal manera que gritó.-¡ESTÁ AQUÍ! Me dejó el anillo - ¡Está en la snitch!-¿Tu… crees?No podía creer que Ron pareciera tan sorpendido. Era tan obvio, tan claro para Harry. Todo cuadraba, todo… su capa era la tercera reliquia, y cuando consiguiera abrir la snitch tendría la segunda y todo lo que tendría que hacer es conseguir la primera reliquia, La Varita Antigua y entonces…Pero fue como si la cortina cayera en el escenario iluminado: Toda su excitación, toda su esperanza y felicidad se extinguieron de un golpe, y se encontró en medio de la oscuridad y el hechizo gloriosó se rompió…-Eso es lo que él busca.-El cambio en su voz hizo que Ron y Hermione se mostraran aún más asustados.-Tu-sabes-quien está buscando la Varita Antigua.Les dio la espalda a sus incrédulas caras. Sabía que era la verdad. Todo tenía sentido, Voldemort no estaba buscando una nueva varita, estaba buscando una varita antigua, muy antigua de hecho. Harry caminó a la entrada de la tienda, olvidándose de Ron y Hermione y miró hacia la noche, pensando…Voldemort había sido criado en un orfanato muggle. Nadie podría haberle contado Los cuentos de Beedle el bardo cuando era un niño, más de lo que se lo habían contado al mismo Harry. Difícilmente ningún hechicero creía en las Reliquias de la Muerte. ¿sería posible que Voldemort supiera de ellas?Harry miró hacia la oscuridad… si Voldemort conocía las Reliquias de la muerte seguro que las había buscado, hubiera hecho cualquier cosa por poseerlas: ¿tres objetos que hacían a su poseedor Amo de la Muerte? Si hubiera sabido de las Reliquias no hubiera necesitado a los horcruxes, en primer lugar. No demostraba acaso el simple hecho de que hubiera tomado una reliquia y la hubiera convertido en una horcrux que Voldemort no sabía este gran último secreto de la hechicería?-Eso significaba que Voldemort buscaba la Varita Antigua sin darse cuenta de potencial real, sin entender que era una de tres… porque la Varita era la reliquia que no se podía esconder, cuya existencia era bien conocida… el rastro sangriento de la Varita Antigua está regado por toda la historia de la hechicería..Harry miró el cielo nublado, curvas de humo gris y plateado se deslizaban sobre la luna blanca. Se sintió mareado por sus asombrosos descubrimientos.Volvió a la tienda y se impresionó al ver a Hermione y a Ron exactamente en el mismo sitio en que los había dejado. Hermione con la carta de Lilly en las manos y Ron a su lado ligeramente ansioso. ¿No se daban cuenta de todo lo que había avanzado en éstos últimos minutos?-¿No lo véis?- dijo Harry intentando incluirlos en su brillante e increíble certeza-. Esto lo explica todo. Las reliquias de la muerte son reales y tengo una… quizás dos…Levantó la snitch.-…y tu-sabes-quien está buscando la tercera, pero él no se da cuenta… él solo cree que es una varita poderosa…-Harry -dijo Hermione, acercándose a él y devolviendole la carta de Lily-, lo siento, pero creo que lo has entendido todo mal, muy mal.-¿Pero no lo ves?, todo cuadra…-No, no cuadra. Harry, te estás dejando llevar. Por favor -dijo mientras comenzaba a hablar-, si las Reliquias de la Muerte existieran realmente, y Dumbledore lo hubiera creído, sabiendo que el poseedor de todas ellas sería el amo de la Muerte… Harry, ¿Por qué no te lo habría dicho? ¿Por qué?Tenía su respuesta preparada.-¡Pero tu misma lo dijiste, Hermione! ¿Tienes que darte cuenta por ti mismo! ¡Es una búsqueda!--¡Pero solo lo dije para persuadirte de ir a casa de los Lovegood!- gritó hermione exasperada-. ¡No lo creía realmente!Harry no se inmutó.-Dumbledore siempre dejaba que yo me diera cuenta de las cosas por mi cuenta. Me dejaba probar mi fuerza, tomar riesgos. Esto parece ser el tipo de cosas que él haría.-Harry, ¡esto no es un juego, no es una práctica! Esto es verdadero y Dumbledore te dejó órdenes claras: ¡encuentra y destruye las horcruxes! ¡ese símbolo no significa nada!, olvidate de la reliquias de la muerte, no podemos permitirnos el lujo de desviarnos…Harry apenas la escuchaba, se encontraba dándole vueltas a la snitch entre sus manos, medio esperando que se abriera para revelar la Piedra de Resurreción, para probarle a Hermione que estaba en lo cierto, que las Reliquias de la Muerte eran reales.Ella apeló a Ron.-Tu no crees en esto, ¿verdad?Harry lo miró y Ron dudo.-No se… quiero decir… hay pedazos de la historia que cuadran entre sí -Dijo Ron torpemente-. Pero cuando ves el cuadro completo… -Respiró profundamente-. Creo que se supone que tenemos que deshacernos de los horcruxes, Harry. Eso fue lo que Dumbledore nos dijo que hiciéramos. Quizás… quizás debamos olvidarnos de este asunto de las reliquias.-Gracias Ron -Dijo Hermione-. Yo haré la primera guardia.Y pasó al lado de Harry hacia la entrada de la tienda poniéndole un violento final a la discusión.Pero Harry apenas pudo dormir esa noche. La idea de las Reliquias Sagradas lo había poseído, y no podía descansar mientras sus agitados pensamientos giraban a toda velocidad en su mente: La Varita, la Piedra y la Capa, si pudiera poseerlas todas…Me abro en el cierre… Pero, ¿qué era el cierre? ¿Por qué no podía sacar la piedra? Si tuviera la piedra, podría preguntarle a Dumbledore en persona… Y Harry le murmuró palabras a la snitch en la oscuridad, intentando de todo, hasta en Parsel, pero la bola dorada no se abrió…Y la Varita, la Antigua Varita, ¿Dónde estaba escondida? ¿Dónde buscaba Voldemort en este momento? Harry deseó que su cicatriz ardiera y le enseñara en qué estaba pensando Voldemort, porque por primera vez él y Voldemort se encontraban unidos, deseando el mismo objeto… a Hermione no le gustaría la idea, por supuesto… Pero ella no creía… Xenophilius había estado en lo correcto, de alguna manera… limitado, estrecho, mente cerrada. La verdad es que ella estaba asustada de la idea de las reliquias sagradas, especialmente de la Piedra de Resurreción… Y Harry presionó su boca contra la Snitch, besándola, casi tragándosela, pero el frío metal no cedió…Estaba casi amaneciendo cuando recordó a Luna, sola en una celda de Azkaban, rodeada de dementores, y de repente se sintió avergonzado de si mismo. Se había olvidado totalmente de ella en su febril contemplación de las Reliquias. Si pudieran rescatarla. Si pudiera rescatarla, pero los dementotes, en esas cantidades, serían virtualmente invencibles. Ahora que lo pensaba no había intentado conjurar un Patronus con la varita de espino… Tendría que intentarlo en la mañana…Si hubiera una forma de obtener una varita mejor…Y el deseo por la Varita Antigua, el Palo de la Muerte, invencible, se lo tragó una vez más…Guardaron la tienda a la mañana siguiente, y se movieron a través de una terrible lluvia. El diluvio los persiguió hasta la costa, donde levantaron la tienda esa noche. Continuaron toda la semana a través de duros terrenos que Harry encontró tristes y deprimentes. Solo podía pensar en las Reliquias de la Muerte. Era como si se hubiera encendido dentro de él una llama que nada, ni la incredulidad de Hermione, ni las dudas persistentes de Ron, podían extinguir: su determinada indiferencia era tan mala como el diluvio que caía empapando sus espíritus. Pero ninguno podía erosionar su certeza, que era absoluta. La creencia de Harry y el deseo por las Reliquias le consumían de tal manera que se sentía aislado de los otros dos y su obsesión con las horcuxes.-¿Obsesión? -dijo Hermione con un feroz tono bajo, cuando, una tarde, Harry fue lo suficientemente descuidado para usar esta palabra cuando Hermione lo despidió por su falta de interés en localizar más horcruxes-. ¡No somos nosotros los que estamos obsesionados, Harry! ¡Somos los que intentamos hacer lo que Dumbledore quería que hiciéramos!Pero era impenetrable a la crítica. Dumbledore había dejado el símbolo de las Reliquias para que Hermione lo descifrara. Y también había dejado, Harry estaba convencido, la Piedra de Resurreción dentro de la snitch dorada. Ninguno puede vivir mientras el otro sobreviva… Amo de la muerte… ¿Por qué no lo entendían Ron y Hermione?-El último enemigo que ha de ser vencido es la muerte -Citó Harry calmadamente.-Pensaba que era con quien-tu-sabes con quien deberíamos pelearnos.- Replicó Hermione, y Harry se dio por vencido con ella.Incluso el misterio de la cierva plateada, que los otros dos insistían en discutir, le parecía a Harry menos importante ahora, apenas un entretenimiento secundario. La única otra cosa que le importaba era que su cicatriz empezaba a picarle otra vez, aunque se esforzaba en escondérselo a los otros dos. Buscaba la soledad cada vez que podía, pero se decepcionaba de lo que veía. Las visiones que él y Voldemort compartían habían disminuido en calidad, se habían vuelto borrosas, como si entraran y salieran de foco. Harry apenas podía ver los rasgos indistinguibles de un objeto que parecía ser una clavera y algo que parecía una montaña, más de sombras que sólida. Acostumbrado a imágenes nítidas como la realidad, Harry estaba desconcertado con el cambio. Le preocupaba que el enlace entre él y Voldemort estuviera dañado, un enlace al que tenía tanto miedo e, independientemente de lo que le dijera a Hermione, tanto aprecio. De algún modo Harry conectó estas ideas poco consistentes y vagas con la destrucción de su varita, como si la defectuosa varita de espino fuera la causante de no poder ver en la mente de Voldemort tan bien como antes. Mientras pasaban las semanas, Harry no pudo dejar de notar, a pesar incluso de su nueva obsesión, que Ron parecía estar más incolucrado. Quizás porque estaba decidido a compensar el haberles dejado, quizás porque la desgana de Harry impulsó sus cualidades de liderazgo aletargadas, Ron era ahora más alentador y les animaba a los otros dos a la acción. -Han desaparecido Tres Horcruxes -les decía-. ¡Necesitamos un plan de acción, vamos! ¿Dónde no hemos mirado? Repasémoslo otra vez. El orfanato…El Callejón Diagon, Hogwarts, la casa de Riddle, Borgin y Burkes, Albania… Ron y Hermione repasaron otra vez cada lugar en el que sabían que Tom Riddle había vivido o trabajado, visitado o asesinado alguna vez, mientras Harry sólo participaba para evitar que Hermione le siguiera hostigando. Habría sido feliz sentándose a solas en silencio, tratando de leer el cerebro de Voldemort mientras buscaba la Antigua Varita, pero Ron insistía en viajar a lugares improbables solamente, Harry era consciente, para mantenerles en movimiento. -Tú no lo sabes -era el estribillo constante de Ron-. Upper Flagley es un pueblo de magos, podría haber vivido allí. Vayamos y echemos un vistazo. Estas incursiones frecuentes a territorio mágico los expusieron algunas veces a la vista de los Merodeadores. -Algunos de ellos se creen tan malos como mortífagos –dijo Ron-. La mayoría de los que me cogieron eran un poco patéticos, pero Bill cree que algunos de ellos son muy peligrosos. Lo dijeron en Potterwatch… -¿En dónde? -preguntó Harry. "En Potterwatch, ¿no te dije que se llamaba así? El programa que intento captar con la radio, el único que dice la verdad sobre lo que esta ocurriendo! Casi todos los programas siguen la línea de quién-tu-sabes, todos salvo Potterwatch, quiero que lo escuches, pero es difícil de sintonizar… -Ron empleó tarde tras tarde en usar su varita para tocar varios ritmos encima de la radio mientras el dial giraba. Ocasionalmente captaban retazos de consejos sobre cómo tratar dragonpox, y una vez algunas estrofas de "Un caldero lleno del amor caliente y fuerte". Mientras se escuchaba, Ron seguía intentando golpear la contraseña correcta, farfullando retahílas de palabras aleatorias bajo su aliento. -Normalmente son algo relacionado con la Orden -les dijo-. Bill tenía un verdadero don para adivinarlas. Hay que poner una al final.Pero hasta marzo, Ron no tuvo suerte. Harry estaba sentado en la entrada de la tienda, haciendo guardia, mirando fijamente un racimo de jacintos de uva que había encontrado un camino para salir a través del frío suelo, cuando Ron gritó con excitación desde el interior de la tienda. -Lo he conseguido, ¡lo he conseguido! ¡La palabra clave era "Albus"! Ven aquí, Harry. Despertado por primera vez en muchos días de su meditación en las Reliquias de la Muerte, Harry volvió rápidamente dentro de la tienda para encontrar a Ron y Hermione arrodillados en el suelo al lado de la pequeña radio. Hermione, que había estado sacando brillo a la espada de Gryffindor sólo por hacer algo, estaba sentada boquiabierta, mirando fijamente el diminuto altavoz, del que salía una voz más que familiar. "… se piden disculpas por nuestra ausencia temporal de las ondas aéreas, debido a varias visitas a domicilio en nuestra zona de esos encantadores mortífagos." -Pero ése es Lee Jordan! –dijo Hermione. -¡Lo sé! –dijo Ron sonriendo radiantemente-. Mola, ¿no?"… hemos conseguido otra ubicación segura", decía Lee, “y estoy encantado de comunicaros que dos de nuestros colaboradores regulares se han reunido conmigo aquí esta noche. Hola, chicos!" "Hola.""Hola, River." -River es Lee, -explicó Ron-. Todos tienen nombres en clavel, pero se puede saber generalmente…. -Shh! -dijo Hermione. "Pero antes de que oigamos a Royal y Romulus", siguió Lee, "Dedicaremos un momento para informar sobre unas muertes que las noticias de la Wizarding Wireless Network y El Profeta no han considerado lo suficientemente importantes como para mencionarlas. Informamos con gran pesar a nuestros oyentes de los homicidios de Ted Tonks y Dirk Cresswell." Harry sintió un dolor, bajando por el estómago. Él, Ron, y Hermione se miraron horrorizados. "También murió un duende conocido como Gornuk. Se cree que Dean Thomas, nacido de Muggles, así como un segundo duende, que estarían viajando con Tonks, Cresswell y Gornuk, podrían haber escapado. Si Dean está escuchando, o si alguien tiene cualquier noticia de su paradero, sus padres y hermanas están desesperados por saber algo. "Mientras tanto, en Gaddley, una familia Muggle de cinco miembros ha sido encontrada muerta en su casa. Las autoridades Muggles atribuyen sus muertes a una fuga de gas, pero los miembros de la Orden del Fénix me informan que lo hicieron con una maldición mortal… Mas evidencias, si fueran necesarias, del hecho de que la caza de Muggles se está convirtiendo en poco más que un deporte recreativo bajo el nuevo régimen. "Finalmente, lamentamos informar a nuestros oyentes que los restos de Bathilda Bagshot han sido descubiertos en el valle de Godric. Las pruebas indican que murió hace varios meses. La Orden del Fénix nos informa que su cuerpo indicaba inconfundibles señales de lesiones infligidas por Magos oscuros. "Oyentes, me gustaría invitaros a que os unais en un minuto de silencio en memoria de Ted Tonks, Dirk Cresswell, Bathilda Bagshot, Gornuk, y los desconocidos, pero no menos lamentados, Muggles asesinados por los Mortífagos." El silencio cayó, y Harry, Ron, y Hermione no hablaron. La mitad de Harry deseaba seguir escuchando, mientras la otra mitad de él estaba asustada de lo que poder venir después. Era la primera vez que se había sentido completamente conectado con el mundo exterior desde hacía mucho tiempo. "Gracias", dijo la voz de Lee. "Y ahora podemos regresar con nuestro colaborador habitual Royal, para una actualización de cómo está afectando al mundo Muggle el nuevo orden." "Gracias, River", dijo una inconfundible voz, honda, mesurado, alentadora. -Kingsley! -explotó Ron. -¡Lo sabemos! -dijo Hermione, haciéndolo callar. "Los Muggles siguen ignorantes del origen de su sufrimiento mientras continúan teniendo gran número de víctimas", dijo Kingsley. "Sin embargo, seguimos escuchando historias realmente inspiradoras de magos y brujas que arriesgan su propia integridad para proteger a Muggle amigos y vecinos, a menudo sin el conocimiento de los Muggles. Me gustaría apelar a todos nuestros oyentes a imitar su ejemplo, quizás creando un encanto protector sobre cualquier casa de Muggles que halla en tu calle. Podrían salvarse muchas vidas simplemente con esta medida." "¿Y qué dirías, Royal, a los oyentes que responden que en esta época peligrosa, debe seguirse el ‘los Magos primero’?” Preguntó Lee. "Diría que hay un paso breve de "los Magos Primero" a "los Sangre Pura primero", y luego a Mortífago”, respondió Kingsley. "Todos somos humanos, ¿no? Cada vida humana es digna de lo mismo, y digna de salvarse." "Excelentemente expuesto, Royal, y tienes mi voto para Ministro de Magia si alguna vez nos desacemos de este desorden", dijo Lee. "Y ahora, oigamos a Romulus en nuestro popular sección ‘Amigos de Potter.’" "Gracias, River", dijo otra voz muy familiar. Ron empezó a hablar, pero Hermione se anticipó a él en un susurro. -¡Sabemos que es Lupin!-Romulus, ¿sostienes que, como haces cada vez que apareces en nuestro programa, ese Harry Potter todavía está vivo?" -Lo hago – dijo Lupin firmemente-. En mi opinión, no hay absolutamente ninguna duda de que los mortífagos habrían anunciado su muerte tan extensamente como hubieran podido, si ésta hubiera ocurrido, porque daría un golpe mortal en la moral de aquellos que resisten el nuevo régimen. ‘El niño que vivió’ sigue siendo un símbolo de todo aquello por lo que estamos peleando: el triunfo del bien, el poder de la inocencia, la necesidad de resistir." Una mezcla de gratitud y vergüenza brotó en Harry. ¿Lupin lo había perdonado, entonces, por las cosas terribles que le había dicho la última vez que se habían visto? “¿Y qué le dirías a Harry si supieras que nos está escuchando, Romulus?" "Le diría que estamos todos con él en espítritu", dijo Lupin, luego vaciló ligeramente, "Y le diría que siga sus instintos, que casi siempre son correctos." Harry miró Hermione, cuyos ojos estaban llenos de las lágrimas. "Casi siempre correctos", repitió. -Oh, ¿no te lo dije? –dijo Ron con sorpresa-. ¡Bill me dijo que Lupin está viviendo con Tonks otra vez! Y por lo visto ella se está poniendo enorme …"… ¿y nuestro habitual repaso a los amigos de Harry Potter que están sufriendo por su lealtad?" dijo Lee."Bueno, como los oyentes habituales sabrán, varios conocidos seguidores de Harry Potter están ahora prisioneros, incluyendo a Xenophilius Lovegood, ahora ex-editor de El Quisquilloso" -dijo Lupin.-¡Al menos todavía está vivo! -farfulló Ron.-También hemos oído en las últimas horas que Rubeus Hagrid -Los tres jadearon, y casi se perdieron el resto de la frase-... bien conocido guardabosques de la Escuela Hogwarts, ha escapado por poco al arrestro dentro de los terrenos de Hogwarts, donde se rumorea que ha estado celebrando reunidones de "Apoya a Harry Potter" en su casa. Sin embargo, sin embargo no ha sido detenido, y está, creemos, fugado.-Supongo que ayuda, cuando estas escapando de los mortifagos, tener un medio hermano de 10 metros de altura, ¿no? -preguntó Lee.-Te da cierta ventaja -estuvo de acuerdo Lupin gravemente-. Puedo añadir que aunque desde aqui aplaudo el espíritu de Apoyo a Potter de Hagrid, urgimos incluso a los más devotos partidarios de Harry a no seguir su ejemplo. Las reuniones de "Apoyo a Harry Potter" son desaconsejables con el presente clima.-Efectivamente lo son, Romulus -dijo Lee-, ¡así que sugerimos que continuéis mostrando vuestra devoción al hombre de la cicatriz en forma de relámpago escuchando Potterwarth! Y ahora cambiemos a las noticias sobre el mago que ha probado ser tan escurridizo como Harry Potter. Nos gusta referirnos a él como el Jefe de los Mortífagos, y aquí estamos para que den sus opiniones sobre algunos de los rumores malsanos que circulan sobre él. Me gustaría presentar a un nuevo corresponsal, ¿Roedor?-¿Roedor? -digo otra voz familiar, y Harry, Ron, y Hermione gritaron juntos.-¡Fred!-No... ¿es George?-Es Fred, creo -dijo Ron, inclinándose más cerca, mientras fuera quien fuera el gemelo decía,-No voy a ser "Roedor", de ninguna manera, ¡Te dije que quería ser "Estoque"!-Oh, vale entonces, Estoque, ¿podrías ponernos al corriente sobre las variadas historias que hemos estado oyendo sobre el Jefe de los Mortifagos?-Si, Rio, puedo -dijo Fred-. Como nuestros oyentes sabrán, a menos que se hayan estado refugiando en el fondo de la charca de un jardín o en algún sitio similar, la estrategia de Quien-no-debe-ser-nombrado de permanecer en la sombra a creado un agradable clima de pánico. Si todas los presuntos avistamientos fueran genuinos, tendríamos al menos diecinueve Quien-vosotros-Sabéis sueltos por ahí."Es lo que le conviene, por supuesto", dijo Kingsley. "El aire de misterio está creando más terror que si se mostrara abiertamente." "Estoy de acuerdo", dijo Fred. "Así que, gente, intentemos calmarnos un poco. Las cosas son suficientemente malas sin tener que inventar cosas también. Por ejemplo, esta nueva idea de que Tú-Sabes-Quién puede matar a la gente con la sola mirada de sus ojos. Eso es un basilisco, oyentes. Una prueba simple: verifica que la cosa que tienes ante ti tiene piernas. Si las tiene, es seguro mirarle a los ojos, aunque si es de verdad Tú-Sabes-Quién, seguramente será lo último que hagas." Por primera vez en muchas semanas, Harry se estaba riendo: podía sentir como le abandonaba el peso de la tensión. "¿Y los rumores de que se le ha visto en el extranjero?" preguntó Lee. "¿Bueno, a quién no le gustaría tener unas pequeñas vacaciones después de lo duro que ha estado trabajando?" preguntó Fred. "Apuntaros esto, gente, no os dejéis llevar por una falsa sensación de seguridad, pensando que está fuera del país. Tal vez lo esté, tal vez no, pero el hecho es que puede moverse más rápido de lo que Severus Snape huye del champú cuando quiere hacerlo, así que no cuentes con que él esté muy lejos si estás planeando correr algún riesgo. ¡No creía que me escucharía nunca decir esto, pero la seguridad primero!" "Muchas gracias por estas sabias palabras, Estoque", Lee dijo. "Oyentes, con esto llegamos al final de otro Potterwatch. No sabemos cuándo será posible transmitir otra vez, pero puedes estar seguro de que volveremos. Sigue girando el dial: la próxima contraseña será "Ojo-Loco". Cuidaros. Mantened la fe. Buenas noches." El dial de la radio giró y las luces del panel de sintonización se extinguieron. Harry, Ron, y Hermione todavía estaban sonriendo radiantemente. Escuchar esas voces familiares y amigables era un tónico raro; Harry se había acostumbrado tanto a su aislamiento que casi había olvidado que había otras personas resistiendo a Voldemort. Era como despertar de un sueño largo. -¿Bueno, ¿eh? –dijo Ron con felicidad. -Brillante -dijo Harry. -Es tan valiente por su parte –dijo Hermione con admiración-. Si les encuentran…-Bueno, se mantienen en movimiento, ¿no? –dijo Ron-. De la misma manera que nosotros. -¿Pero escuchaste lo que dijo Fred? -preguntó Harry con excitación; ahora que la transmisión se había terminado, sus pensamientos volvieron hacia su absorbente obsesión-. ¡Está en el extranjero! Todavía está buscando la varita, ¡lo sabía!-Harry…-Vamos, Hermione, ¿por qué estás tan decidida a no admitirlo? Vol…"-Harry, ¡no! -…demort está detrás de la Antigua Varita! -¡El nombre es tabú! –bramó Ron, saltando sobre sus pies cuando un fuerte chasquido sonó fuera de la tienda-. Te lo dije, Harry, te lo dije, no podemos decirlo más… tenemos que volver a poner la protección alrededor nuestro… rápido… es cómo localizan… -pero Ron dejó de hablar, y Harry supo por qué. El Chivatoscopio se había iluminado y empezado a girar sobre la mesa; podían escuchar voces acercarse más y más: voces excitadas. Ron se sacó el Desiluminador del bolsillo y lo accionó: las lámparas se apagaron. -¡Sal de ahí con las manos arriba! –dijo una voz ronca a través de la oscuridad-. ¡Sabemos que estás ahí! ¡Tienes media docena de varitas apuntándote y no nos importa a quién le echamos una maldición!

Capítulo 23: La mansión Malfoy


Harry miró alrededor hacia los otros dos, ahora meros contornos en la oscuridad. Vio a Hermione apuntar su varita, no hacia el exterior, sino hacia su cara. Hubo un estallido, una ráfaga de luz blanca, y Harry se retorció en agonía, incapaz de ver. Podía sentir que su cara se hinchaba con rapidez bajo sus manos, mientras pesados sonidos de pasos lo rodeaban.
-Levántate, alimaña.
Manos desconocidas levantaron a Harry con brusquedad del suelo. Antes de poderlos detener, alguien hurgó en sus bolsillos y sacó la varita de endrino. Harry se apretó la cara, que le dolía terriblemente. Parecía irreconocible bajo sus dedos, tirante, hinchada e inflamada, como si hubiera sufrido una violenta reacción alérgica. Sus ojos se habían reducido a ranuras por las que apenas podía ver; sus gafas se cayeron cuando lo sacaron atado de la tienda: todo lo que podía apreciar eran las borrosas formas de cuatro o cinco personas arrastrando también a Ron y Hermione fuera, que forcejeaban.
-¡Apartaros… de… ella! –gritó Ron. Hubo el inconfundible sonido de puños golpeando carne: Ron gruñó de dolor y Hermione gritó:
-¡No! ¡Dejadlo en paz, dejadlo en paz!
-A tu novio le van a hacer cosas peores que estas si está en mi lista. –dijo la voz horriblemente familiar y rasposa-. Una chica deliciosa… qué bocado… me encanta la suavidad de su piel…
El estómago de Harry se revolvió. Supo quién era, Fenrir Greyback, el hombre lobo al que se le permitía llevar ropas de mortífago a cambio de contratar su salvajismo.
-¡Registrad la tienda! –dijo otra voz.
Harry fue arrojado de cabeza al suelo. Un golpe sordo le contó que habían tirado a Ron a su lado. Pudieron oír pasos y estrépito; estaban tirando sillas dentro de la tienda mientras buscaban.
-Ahora, veamos a quiénes tenemos –dijo la voz de Greyback con deleite por encima de sus cabezas, y a Harry lo giraron hasta quedar boca arriba. El rayo de luz de una varita cayó en su cara y Greyback se rió.
-Necesitaré cerveza de mantequilla para lavar a este. ¿Qué te ha pasado, feo?
Harry no contestó de inmediato.
-He dicho –repitió Greyback, y Harry recibió un golpe en el diafragma que lo hizo doblarse de dolor-. ¿Qué te pasó?
-Picado –farfulló Harry-. Me picaron.
-Sí, lo parece –dijo una segunda voz.
-¿Cómo te llamas? –gruño Greyback.
-Dudley –dijo Harry.
-¿Y tu nombre?
-Yo… Vernon. Vernon Dudley
-Comprueba la lista, Scabior –dijo Greyback, y Harry lo oyó moverse lateralmente para bajar la vista hacia Ron-. ¿Y qué hay de ti, pelirrojo?
-Stan Shunpike –dijo Ron.
-¡Y un cuerno! –dijo el hombre llamado Scabior-. Conocemos a Stan Shunpike, ha hecho algunas cosas para nosotros.
Hubo otro golpe sordo.
-Soy Barny –dijo Ron, y Harry pudo notar que su voz estaba llena de sangre-. Barny Weasley
-¿Un Weasley? –dijo Greyback con voz rasposa-. Así que estás emparentado con esos traidores de sangre incluso si no eres un sangre sucia. Y finalmente, tu pequeña y guapa amiga… -el deleite de su voz le puso la carne de gallina a Harry.
-Calma, Greyback –dijo Scabior por encima de las mofas de los otros.
-Oh, todavía no la voy a morder. Veremos si es un poco más rápida que Barny en recordar su nombre. ¿Quién eres, niña?
-Penelope Clearwater –dijo Hermione. Sonaba aterrorizada, pero convincente.
-¿Cuál es tu estatus de sangre?
-De sangre mezclada –dijo Hermione.
-Bastante fácil de comprobar –dijo Scabior-. Pero todos estos parecen tener edad de estar en Hogwarts…
-Nos hemos ido –dijo Ron.
-¿Así que os habéis ido, eh, pelirrojo? –dijo Scabior-. ¿Y decidisteis ir de camping? ¿Y pensasteis, que para reíros, podíais usar el nombre del Señor Tenebroso?
-No para reírnos –dijo Ron-. Un accidente.
-¿Accidente? –hubo más risas burlonas.
-¿Sabes quién solía usar el nombre del Señor Tenebroso, Weasley? –gruñó Greyback-. La Orden del Fénix. ¿Te dice algo?
-No.
-Bueno, no le muestran el debido respeto al Señor Tenebroso, así que el nombre se ha hecho Tabú. Unos pocos miembros de la Orden han sido rastreados de esa forma. Ya veremos. ¡Atadlos con los otros dos prisioneros!
Alguien levantó a Harry por el pelo, lo arrastró un corto espacio, lo empujó hasta dejarlo sentado y empezó a atarlo espalda contra espalda con otra gente. Harry todavía estaba medio ciego, apenas capaz de ver nada a través de sus hinchados ojos. Cuando por fin el hombre que los ataba se marchó, Harry le susurró a los otros prisioneros:
-¿Alguien todavía tiene varita?
-No –dijeron Ron y Hermione a cada lado.
-Esto es todo culpa mía. Dije el nombre. Lo siento…
-¿Harry?
Era una voz nueva pero conocida, y venía directamente de detrás de Harry, de la persona atada a la izquierda de Hermione.
-¿Dean?
-¡Eres tú! ¡Si se enteran de a quién han cogido…! Son Merodeadores, sólo están buscando a gente haciendo novillos para sacar dinero…
-No ha sido un mal botín para una noche –estaba diciendo Greyback, cuando un par de botas con tachuelas pasaron cerca de Harry, y oyeron más golpes desde el interior de la tienda-. Un sangre sucia, un duende fugitivo y estos haciendo novillos. ¿Ya comprobaste sus nombres en las listas, Scabior? –rugió.
-Sí, no hay ningún Vernon Dudley aquí, Greyback.
-Interesante –dijo Greyback-. Eso es interesante.
Se puso de cuclillas junto a Harry, que vio, a través del hueco infinitesimal que quedaba entre sus hinchadas pestañas, una cara cubierta de pelo gris enmarañado y bigotes, con dientes marrones puntiagudos y llagas en las comisuras de la boca. Greyback olía de la misma forma que en la torre donde Dumbledore había muerto: a suciedad, sudor y sangre.
-¿Así que no te buscan, eh, Vernon? ¿O estás en esa lista con un nombre diferente? ¿En qué casa estabas en Hogwarts?
-Slytherin –dijo Harry automáticamente.
-Es gracioso como piensan todos que queremos oír eso –dijo Scabior con malicia desde las sombras-. Pero ninguno nos puede decir dónde está la sala común.
-Está en las mazmorras –dijo Harry con claridad-. Se entra por la pared. Está llena de cráneos y demás, y bajo el lago, por lo que las luces son verdes.
Hubo una breve pausa.
-Bueno, parece que realmente hemos pillado un pequeño Slytherin –dijo Scabior-. Bien por ti, Vernon, porque no hay demasiados sangre sucia Slytherins. ¿Quién es tu padre?
-Trabaja en el Ministerio –mintió Harry. Sabía que toda la historia se podría derrumbar con la más mínima investigación, pero por otro lado, sólo tenía tiempo hasta que su cara volviese a su apariencia normal, porque para entonces el juego se habría acabado-. Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes.
-Sabes que, Greyback –dijo Scabior-. Creo que hay un Dudley allí.
Harry apenas podía respirar: ¿podría la suerte, la pura suerte, sacarlos indemnes de esta?
-Bien, bien –dijo Greyback. Harry pudo oír una pequeña nota de turbación en esa voz cruel, y supo que Greyback se estaba preguntando si de hecho acababa de atacar y atar al hijo de un oficial del Ministerio. El corazón de Harry estaba golpeando contra sus costillas; no se habría sorprendido de saber que Greyback podía verlo-. Si estás diciendo la verdad, feo, no tienes nada que temer de un viaje al Ministerio. Espero que tu padre nos recompense por recogerte.
-Pero –dijo Harry, con la boca seca-, si nos dejase…
-¡Eh! –se escuchó un grito del interior de la tienda-. ¡Mira esto, Greyback!
Una figura oscura se movió de prisa hacia ellos, y Harry vio un destello de plata bajo la luz de las varitas. Habían encontrado la espada de Gryffindor.
-Muuy bonita –dijo Greyback con admiración, cogiéndola de su compañero-. Oh, muy bonita, sí. Parece fabricada por duendes. ¿De dónde sacaste algo como esto?
-Es de mi padre –mintió Harry, esperando contra toda esperaza que estuviese lo suficientemente oscuro como para que Greyback no viese el nombre grabado bajo la empuñadura-. La cogimos prestada para cortar leña…
-¡Espera un minuto, Greyback! ¡Mira esto, en el Profeta!
Cuando Scabior lo dijo, la cicatriz de Harry, que estaba tensa en su dilatada frente, le ardió salvajemente. Con más claridad de la que podía ver a su alrededor, vio un altísimo edificio, una fortaleza sombría, negro azabache y prohibida. De repente los pensamientos de Voldemort se habían vuelto de nuevo afilados; se estaba deslizando hasta el gigante edificio con un sentimiento de calmada y eufórica intención…
Tan cerca… tan cerca…
Con un enorme esfuerzo Harry cerró su mente a los pensamientos de Voldemort, llevéndose de vuelta a donde estaba sentado, atado a Ron, Hermione, Dean, y Griphook en la oscuridad, escuchando a Greyback y Scabior.
-Hermione Granger –estaba diciendo Scabior-. La sangre sucia de la que se tiene constancia que viaja con Harry Potter.
La cicatriz de Harry ardió en el silencio, pero él hizo un esfuerzo supremo para mantenerse presente, para no deslizarse en la mente de Voldemort. Oyó el crujido de las botas de Greyback cuando se puso de cuclillas, enfrente de Hermione.
-¿Sabes qué, niñata? Esta imagen se parece mucho a ti.
-¡No es así! ¡No soy yo!
El aterrorizado chillido de Hermione fue tan bueno como una confesión.
-… se tiene constancia de que viaja con Harry Potter –repitió Greyback tranquilamente.
Una quietud se había instalado sobre la escena. La cicatriz de Harry estaba completamente dolorida, pero luchó con todas sus fuerzas contra la atracción de los pensamientos de Voldemort. Nunca había sido tan importante permanecer en su propia mente.
-Bueno, esto cambia las cosas, ¿no? –susurró Greyback. Nadie habló. Harry sintió a la banda de Saqueadores mirando, paralizados, y notó el brazo de Hermione temblar contra el suyo. Greyback se levantó y dio un par de pasos hacia donde estaba sentado Harry, agachándose de nuevo para mirar de cerca a sus deformadas facciones.
-¿Qué es eso que tienes en la frente, Vernon? –preguntó suavemente, su aliento nauseabundo en la nariz de Harry cuando presionó un asqueroso dedo contra la tensa cicatriz.
-¡No lo toques! –gritó Harry; no pudo evitarlo. Pensó que podría estar enfermo por el dolor que le causaba.
-Creí que llevabas gafas, Potter –susurró Greyback.
-¡Encontré gafas! –gritó uno de los Saqueadores que merodeaba de fondo-. Había gafas en la tienda, Greyback, espera…
Y segundos después las gafas de Harry habían sido colocadas de vuelta en su cara. Los Saqueadores ahora se estaban acercando, tratando de verlo.
-¡Es él! –raspó Greyback-. ¡Hemos cogido a Potter!
Todos dieron algunos pasos hacia atrás, aturdidos por lo que habían hecho. Harry, todavía luchando por mantenerse en su propia cabeza dolorida, no podía pensar en nada que decir. Visiones fragmentadas estaban traspasando la superficie de su mente…
…se estaba deslizando alrededor de los altos muros de la fortaleza negra…
No, era Harry, atado y sin varita, en grave peligro…
…mirando hacia arriba, hacia la ventana más alta, la torre más alta…
Era Harry, y estaban discutiendo su destino en voces bajas…
…hora de volar…
-…al Ministerio?
-A la mierda el Ministerio –gruñó Greyback-. Se llevarían el mérito, y nosotros nos quedaríamos sin nada. digo que se lo llevemos directamente a Quien-tú-sabes.
-¿Lo vas a convocar? ¿Aquí? –dijo Scabior, sonando sobrecogido, aterrorizado.
-No –gruñó Greyback-. No tengo… dicen que está usando la casa de los Malfoy como base. Llevaremos al chico allí.
Harry creyó saber porqué Greyback no llamaba a Voldemort. Al hombre lobo le podrían haber permitido llevar ropas de mortífago cuando querían usarlo, pero sólo el círculo íntimo de Voldemort era marcado con la Marca Tenebrosa: a Greyback no se le había concedido ese honor superior.
La cicatriz de Harry le quemó otra vez…
…y se elevó en el cielo, volando directo hacia las ventanas en lo más alto de la torre…
-…completamente seguro de que es él? Porque si no lo es, Greyback, estamos muertos.
-¿Quién está al mando, aquí? –rugió Greyback, cubriendo su momento de insuficiencia-. Yo digo que es Potter, además de su varita, ¡y eso son doscientos mil galeones aquí mismo! Pero si no tenéis las agallas suficientes para venir, ninguno de vosotros, es todo para mí, y con algo de suerte, ¡además me llevaré a la chica!
…la ventana era una mínima ranura en la roca negra, no lo suficientemente grande para que entrase un hombre… una figura esquelética era visible a través de ella, acurrucada bajo una manta… ¿Muerta o durmiendo?
-¡Muy bien! –dijo Scabior-. ¡Muy bien, estamos en esto! ¿Y qué pasa con los otros, Greyback, qué haremos con ellos?
-Bien podríamos llevarlos a todos. Tenemos dos sangres sucia, eso son otros diez galeones. Dame también la espada. Si son rubíes, tenemos otra pequeña fortuna aquí.
Arrastraron a los prisioneros para ponerlos de pie. Harry pudo escuchar la respiración de Hermione, rápida y aterrorizada.
-Agarradlos, y fuerte. ¡Yo cojo a Potter! –dijo Greyback, agarrando un puñado del cabello de Harry. Harry pudo sentir sus largas uñas amarillas arañándole el cráneo-. ¡A la de tres! Uno… dos… tres…
Se Desaparecieron, llevando a los prisioneros con ellos. Harry luchó, intentando apartar la mano de Greyback, pero fue inútil: Ron y Hermione estaban apretados con fuerza contra él a cada lado; no se podía separar del grupo, y cuando el aliento se escapó de sus pulmones, su cicatriz ardió todavía más dolorosamente…
…cuando se forzó a pasar a través de la ranura de una ventana como una serpiente y aterrizó ligeramente como vapor en el interior de la celda…
Los prisioneros se chocaron unos contra otros cuando aterrizaron en un camino rural. A los ojos de Harry, todavía hinchados, les llevó un momento aclimatarse. Entonces vio un par de verjas de hierro forjado al principio de lo que parecía ser un camino de entrada. Experimentó un pequeño alivio. Lo peor aún no había pasado: Voldemort no estaba allí. Estaba, Harry sabía, en la cima de una torre. Lo que tardaría Voldemort en llegar a este lugar una vez que supiese que Harry estaba allí, era otro asunto…
Uno de los Saqueadores avanzó hacia las rejas y las sacudió.
-¿Cómo entramos? Están cerradas, Greyback, no puedo… ¡Caray!
Apartó las manos asustado. El hierro se estaba retorciendo, doblándose para pasar de los abstractos rollos y espirales a una cara espantosa, que habló en una voz metálica y retumbante: -¡Declara tu propósito!
-¡Tenemos a Potter! –rugió Greyback con triunfo-. ¡Hemos capturado a Harry Potter!
Las verjas se abrieron.
-¡Vamos! –le dijo Greyback a sus hombres. Movieron a los prisioneros por las rejas y por el camino, entre altos setos que amortiguaban sus pasos. Harry vio una forma blanca fantasmal sobre él, y se dio cuenta de que era un pavo real albino. Se tropezó y Greyback lo enderezó; ahora avanzaba tambaleante por el lateral, atado espalda contra espalda a los otros cuatro prisioneros. Cerrando sus hinchados ojos, permitió que el dolor de la cicatriz lo abrumase por un momento, queriendo saber lo que estaba haciendo Voldemort, si sabía que habían cogido a Harry…
La consumida figura se estiró bajo la delgada manta y se dio la vuelta hacia él, abriendo los ojos en una cara cadavérica… el frágil hombre se sentó, con los ojos hundidos fijos en él, en Voldemort, y entonces sonrió. Le faltaban la mayoría de los dientes…
-Así que has venido. Pensé que lo harías… un día. Pero tu viaje ha sido en vano. Nunca la tuve.
-¡Mientes!
Cuando la rabia de Voldemort vibró en su interior, la cicatriz de Harry amenazó con estallar de dolor, por lo que obligó a su mente a volver a su propio cuerpo, luchando para mantenerse presente mientras los prisioneros eran empujados sobre la grava.
La luz se derramó sobre todos ellos.
-¿Qué es esto? –dijo la voz fría de una mujer.
-¡Estamos aquí para ver a El-que-no-debe-ser-nombrado! –raspó Greyback.
-¿Quién eres tú?
-¡Sabes quién soy! –hubo resentimiento en la voz del hombre lobo-. ¡Fenrir Greyback! ¡Hemos cogido a Harry Potter!
Greyback agarró a Harry y lo arrastró hacia la luz, forzando a los otros prisioneros a arrastrase con él.
-Lo sé, está hinchado, señora, ¡pero es él! –apuntó Scabior-. Si lo mira un poco más cerca, verá su cicatriz. Y esta aquí, ¿ve a la chica? Es la sangre sucia que ha estado viajando con él, señora. No hay duda de que es él, ¡y también tenemos su varita! Aquí, señora…
A través de sus hinchados ojos, Harry vio a Narcissa Malfoy examinando su inflamada cara. Scabior le pasó la varita de endrino. Ella levantó las cejas.
-Traedlos dentro –dijo.
Harry y los otros fueron empujados a golpes por los amplios escalones de piedra hasta llegar a un vestíbulo con retratos alineados.
-Seguidme –dijo Narcissa, encabezando la marcha por el pasillo-. Mi hijo, Draco, está en casa por las vacaciones de Semana Santa. Si ese es Harry Potter, él lo sabrá.
El salón deslumbraba después de la oscuridad exterior; incluso con los ojos casi cerrados, Harry podía distinguir las amplias proporciones de la habitación. Una lámpara de araña colgaba del techo, había más retratos en las paredes de color morado oscuro. Dos figuras se levantaron de sus sillas situadas enfrente de una recargada chimenea de mármol cuando los prisioneros fueron introducidos a la fuerza en la habitación por los Saqueadores.
-¿Qué es esto?
La espantosamente conocida y arrastrada voz de Lucius Malfoy llegó a los oidos de Harry. Ahora le estaba entrando pánico. No podía ver una salida, y era más fácil, mientras su miedo aumentaba, bloquear los pensamientos de Voldemort, aunque su cicatriz todavía seguía quemando.
-Dicen que tienen a Potter –dijo la fría voz de Narcissa-. Draco, ven aquí.
Harry no se atrevió a mirar directamente a Draco, sino que lo miró de soslayo: una figura ligeramente más alta que él levantándose de un sillón, su cara un pálido y puntiagudo borrón bajo el cabello rubio blanquecino.
Greyback obligó a los prisioneros a girarse de nuevo para colocar a Harry directamente bajo la lámpara de araña.
-¿Bien, chico? –raspó el hombre lobo.
Harry estaba de cara a un espejo sobre la chimenea, un enorme objeto dorado en un marco intrincado y con volutas. A través de las ranuras de sus ojos vio su propio reflejo por primera vez desde que dejaron Grimmauld Place.
Su cara estaba enorme, brillante y rosa, todas sus facciones distorsionadas por la maldición de Hermione. El cabello negro le llegaba a los hombros y había una sombra oscura en su mandíbula. Si no supiese que estaba allí parado, se habría preguntado quién llevaba sus gafas. Decidió no hablar, porque su voz seguramente lo delataría; aún así evitó mantener contacto visual con Draco cuando este se acercó.
-¿Bien, Draco? –dijo Lucius Malfoy. Sonaba ávido-. ¿Lo es? ¿Es Harry Potter?
-No puedo… no puedo estar seguro –dijo Draco. Estaba manteniendo las distancias con Greyback, y parecía tan asustado de mirar a Harry como Harry lo estaba de mirarlo.
-¡Pero míralo detenidamente, míralo! ¡Acércate más!
Harry nunca había escuchado a Lucius Malfoy tan entusiasmado.
-Draco, si somos los que le entregamos a Potter al Señor Tenebroso, todo será perdon…
-Ahora, no nos olvidemos de quién lo cogió en realidad. Eso espero, señor Malfoy –dijo Greyback amenazador.
-¡Por supuesto que no! ¡Por supuesto que no! –dijo Lucius con impaciencia. Se acercó a Harry, tan cerca que este pudo ver la habitual cara lánguida y pálida con nitidez incluso con los ojos hinchados. Con la cara como una máscara inflamada, Harry se sintió como si estuviese mirando a través de las barras de una celda.
-¿Qué le hicisteis? –le preguntó Lucius a Greyback-. ¿Cómo llegó a este estado?
-No fuimos nosotros.
-Parece más bien una Maldición Picante –dijo Lucius.
Sus ojos barrieron la frente de Harry.
-Hay algo ahí –susurro-. Podría ser la cicatriz, estirada tensa… ¡Draco, ven aquí, observa adecuadamente! ¿Qué crees?
Harry vio ahora la cara de Draco cerca, justo al lado de la de su padre. Eran extraordinariamente parecidos, excepto que mientras su padre parecía más entusiasmado que nunca, la expresión de Draco estaba llena de desgana, incluso miedo.
-No lo sé –dijo, y se marchó hacia la chimenea donde su madre estaba mirándolos.
-Es mejor que estemos seguros, Lucius –le dijo Narcissa a su marido en su fría voz-. Completamente seguros de que es Potter, antes de avisar al Señor Tenebroso… Dicen que esta es suya –estaba mirando muy de cerca la varita de endrino-, pero no se parece a la descripción de Ollivander… Si estamos equivocados, si llamamos al Señor Tenebroso para nada… ¿Recuerdas lo que le hizo a Rowle y Dolohov?
-¿Y qué pasa con la sangre sucia, entonces? –gruñó Greyback. Harry casi se cayó al suelo cuando los Saqueadores obligaron a los prisioneros a girar otra vez, para que la luz cayese sobre Hermione.
-¡Espera! –dijo Narcissa bruscamente-. Sí… ¡estaba en la tienda de Madam Malkin’s con Potter! ¡Vi la fotografía en el Profeta! Mira, Draco, ¿no es la chica Granger?
-Yo… tal vez… sí.
-Pero entonces, ¡ese es el chico Weasley! –gritó Lucius, rodeando a los prisioneros hasta llegar a Ron-. Son ellos, los amigos de Potter… Draco, míralo, ¿no es el hijo de Arthur Weasley, cómo se llama…?
-Sí –dijo Draco de nuevo, dándole la espalda a los prisioneros-. Puede ser.
La puerta del salón se abrió detrás de Harry. Una mujer habló, y el sonido de su voz elevó el miedo de Harry hasta un punto culminante.
-¿Qué es esto? ¿Qué ha pasado, Cissy?
Bellatrix Lestrange caminó con lentitud alrededor de los prisioneros, y paró a la derecha de Harry, mirando a Hermione a través de sus ojos de párpados caídos.
-Pero bueno –dijo calmadamente-, ¿esta es la sangre sucia? ¿Es esta Granger?
-¡Sí, sí, es Granger! –gritó Lucius-. Y a su lado, creemos, ¡Potter! ¡Potter y sus amigos, por fin capturados!
-¿Potter? –chilló Bellatrix, y se apartó, para observar mejor a Harry-. ¿Estás seguro? Bueno entonces, ¡el Señor Tenebroso debe ser informado de inmediato!
Se levantó la manga izquierda: Harry vio la Marca Tenebrosa quemada en la piel de su brazo, y supo que estaba a punto de tocarla, de convocar a su querido amo…
-¡Estaba a punto de llamarlo! –dijo Lucius y su mano se cerró sobre la muñeca de Bellatrix, evitando que tocara la Marca-. Yo seré el que lo convoque, Bella. Potter ha sido traído a mi casa, y por lo tanto está bajo mi autoridad…
-¡Tu autoridad! –se burló ella, intentando liberar la mano de su agarre-. ¡Perdiste tu autoridad cuando perdiste la varita, Lucius! ¡Cómo te atreves! ¡Quítame las manos de encima!
-Esto no tiene nada que ver contigo, no capturaste al chico…
-Perdone, señor Malfoy –interrumpió Greyback-, pero fuimos nosotros los que capturamos a Potter, y somos nosotros los que reclamaremos el oro…
-¡Oro! –se rió Bellatrix, todavía intentando apartar a su cuñado, su mano libre bajando a su bolsillo para buscar la varita-. Coge tu oro, asqueroso carroñero, ¿qué me importa el dinero? Sólo busco el honor de su… de…
Paró de luchar, sus ojos oscuros fijos en algo que Harry no podía ver. Lleno de júbilo ante su capitulación, Lucius apartó la mano y rasgó su propia manga…
-¡PARA! –chilló Bellatrix- ¡No la toques, todos moriremos si el Señor Tenebroso viene ahora!
Lucius se paralizó, su dedo índice suspendido sobre su Marca Tenebrosa. Bellatrix salió de la limitada visión de Harry.
-¿Qué es eso? –la oyó decir.
-Una espada –gruñó un Saqueador fuera de vista.
-Dámela.
-No es suya, señora, es mía, la encontré yo.
Hubo un estrépito y un destello de luz roja; Harry supo que el Saqueador había sido aturdido. Hubo un rugido de rabia de sus compañeros: Scabior sacó la varita.
-¿A qué crees que estás jugando, mujer?
-¡Stupefy! –gritó ella- ¡Stupefy!
Ellos no estaban a la altura de Bellatrix, a pesar de ser cuatro contra ella: era una bruja, como Harry sabía, con talento prodigioso y ninguna conciencia. Cayeron donde se encontraban, todos menos Greyback, que había sido obligado a ponerse de rodillas, con los brazos estirados. Por las comisuras de sus ojos, Harry vio a Bellatrix mirando al hombre lobo, con la espada de Gryffindor agarrada con fuerza en su mano, su cara como cera.
-¿Dónde conseguiste esta espada? -susurró a Greyback mientras arrancaba la varita de su mano sin que él ofreciera resistencia.
-¿Cómo te atreves? -gruñó él, su boca era la única parte de su cuerpo que podía mover mientras se esforzaba por mirarla. Desnudó sus dientes puntiagudos-. ¡Suéltame, mujer!
-¿Dónde conseguiste esta espada? -repitió ella, blandiéndola ante su cara-. ¡Snape la envió a una cámara en Gringotts!
-Esta estaba en su tienda, -gruñó Greyback-. ¡Suéltame te digo!
Ella ondeó su varita, y el hombrelobo saltó sobre sus pies, pero se mostró demasiado cauteloso como para acercársele. Rodó hasta detrás de un sillón, sus sucias uñas curvadas se clavaron en el respaldo del mismo.
-Draco, saca a esta basura -dijo Bellatrix, señalando a los hombres inconscientes-. Si no tienes agallas para terminar con ellos, déjalos en el patio para mí.
-No te atrevas a hablar así a Draco. -dijo Narcisa furiosamente, pero Bellatrix chilló.
-¡Cállate! ¡Esta situación es más grave de lo que posiblemente puedas imaginar, Cissy! ¡Tenemos un problema muy serio!
Se puso en pie, jadeando ligeramente, bajando la mirada a la espada, examinando su empuñadura. Después se volvió hacia los silenciosos prisioneros.
-Si de verdad es Potter, no debe sufrir daño, -murmuró, más para sí misma que para los demás-. El Señor Oscuro desea disponer de Potter él mismo... Pero si averigua... debo... debo saber..
Se giró de nuevo hacia su hermana.
-¡El prisionero debe ser encerrado en la celda, mientras yo pienso en qué se debe hacer!
-Esta es mi casa, Bella, tú no me das órdenes en mi...
-¡Hazlo! ¡No tienes ni idea del peligro en el que estamos! -chilló Bellatrix. Parecía asustada, loca; una delgada corriente de fuego salió de su varita y quemó un agujero en la alfombra.
Narcissa vaciló un momento, después se dirigió al hombrelobo.
-Lleva a estos prisioneros abajo a la celda, Greyback.
-Espera -dijo Bellatrix agudamente-. A todos excepto... excepto a la sangresucia.
Greyback soltó un gruñido de placer.
-¡No! -gritó Ron-. ¡Puedes teneme a mí, cógeme a mí!
Bellatrix le cruzó la cara de una bofetada, el golpe resonó por toda la habitación.
-Si ella muere en el interrogatorio, tú serás el siguiente -dijo-. El traidor de sangre es el siguiente pero la sangre sucia está en mi lista. Llévalos abajo, Greyback, y asegúrate de que están a salvo, no les hagas nada más... aún.
Le lanzó a Greyback su varita, después sacó un cuchillo corto de plata de su túnica. Cortó la cuerda separando a Hermione de los demás prisioneros, la arrastró por el pelo hasta el medio de la habitación, mientras Greyback obligaba al resto a avanzar hacia la otra puerta, hasta un oscuro pasillo, con la varita sostenida ante él, proyectando una fuerza invisible e irresistible.
-¿Creéis que me dará un trozo de la chica cuando termine con ella? -gaznó Greyback mientras los arrastraba a lo largo del pasillo-. Creo que conseguiré un pedazo o dos, ¿no crees, pelirrojo?
Harry podía sentir a Ron temblando. Fueron forzados a bajar un tramo de escalones, todavía atados espalda con espalda y a riesgo de resbalar y romperse el cuello en cualquier momento. En el fondo había una pesada puerta. Greyback la abrió con su varia, después les obligó a entrar en la oscura, húmeda y mohosa habitación y los dejó en medio de una oscuridad total. El eco del golpe de la puerta al cerrarse no había muerto cuando un terrible y desgarrado gritó llegó de directamente de encima de ellos.
-¡HERMIONE! -bramó Ron, y empezó a retorcerse y luchar contra las cuerdas que los ataban, haciendo que Harry se tambaleara-. ¡HERMIONE!
-¡Cállate! -dijo Harry-. Cállate, Ron, tenemos que salir de aquí...
-¡HERMIONE, HERMIONE!
-Necesitamos un plan, deja de chillar... tenemos que librarnos de estas cuerdas...
-¿Harry? -llegó un susurró a través de la oscuridad-. ¿Ron! ¿Eres tú?
Ron dejó de gritar. Se produjo un sonido de movimiento cerca de ellos, entonces Harry vio una sombra que se acercaba.
-¿Harry? ¿Ron?
-¿Luna?
-¡Si, soy yo! ¡Oh, no, no quería que os capturaran!
-¿Luna, puedes ayudarnos a librarnos de estas cuerdas? -dijo Harry.
-Oh, si, eso espero... Hay una vieja púa que utilizamos si tenemos que cortar algo... solo un momento...
Hermione gritó de nuevo arriba, y pudieron oir a Bellatrix gritando también, pero sus palabras resultaron inaudibles, porque Ron gritaba de nuevo.
-¡HERMIONE! ¡HERMIONE!
-¿Señor Ollivander? -pudo Harry oir que decía Luna-. ¿Señor Ollivander, tiene la púa? Si se mueve solo un poco... creo que estaba junto a la palangana de agua.
Estuvo de vuelta en segundos.
-Tenéis que estaros quietos -dijo.
Harry podía sentirla trabajando con las fibras resistentes de la cuerda para soltar los nudos. Desde arriba oyeron la voz de Bellatrix.
-¡Voy a preguntártelo de nuevo! ¿De donde ha salido esta espada? ¿De donde?
-La encontramos... la encontramos... ¡POR FAVOR! -gritó Hermione de nuevo. Ron luchó con más fuerza que nunca, y la púa oxidada resbaló sobre la muñeca de Harry.
-¡Ron, por favor estate quieto! -susurró Luna-. No puedo ver lo que estoy haciendo....
-¡En mi bolsillo! -dijo Ron-. ¡En mi bolsillo, hay un Desiluminador, y está lleno de luz!
Unos pocos segundos después, se oyó un click y las esferas luminiscentes que el Desiluminador había succionado de las lámparas de la tienda de campaña volaron hasta el techo. Incapaz de unir sus fuerzas, simplemente colgaron allí como diminutos soles, bañando la habitación de luz. Harry vio a Luna, toda ojos en su cara blanca, y la inmóvil figura de Ollivander, el fabricante de varitas, acurrucada en el suelo en la esquina. Girando el cuello, captó un vistazo de sus compañeros prisioneros: Dean y Griphook el duende, que parecía a penas consciente, mantenido en pie por las cuerdas que le ataban a los humanos.
-Oh, así es mucho más fácil, gracias, Ron -dijo Luna, y empezó de nuevo a trabajar en sus ataduras- ¡Hola, Dean!
Desde arriba llegó la voz de Bellatrix.
-Estás mintiendo, asquerosa sangresucia, y lo sé! ¡Has estado dentro de mi cámara de Gringotts! ¡Dime la verdad!
Otro terrible grito...
-¡HERMIONE!
-¿Que más cogisteis? ¿Qué más tomásteis? ¡Dime la verdad o, lo juro, te atravesaré con este cuchillo!
-¡Ya!
Harry sintió las cuerdas caer y se giró, frotándose las muñecas, para ver a Ron corriendo por la celda, levantando la mirada hacia el bajo techo, buscando una trampilla. La cara de Dean estaba magullada y sanguinolenta, dijo "Gracias" a Luna y se quedó allí de pie, temblando, pero Griphook se derrumbó en el suelo de la celda, con aspecto de estar atontado y desorientado, había muchos verdugones en su cara atezada.
Ron estaba ahora intentando Desaparecer sin varita.
-No hay forma de salir, Ron -dijo Luna, observando sus infructuosos esfuerzos-. El techo es completamente a prueba de fugas. Yo lo intenté, al principio; el Señor Ollivander ha estado aquí mucho tiempo, él también lo intentó.
Hermione estaba gritando de nuevo. El sonido atravesó a Harry como un dolor físico.
Apenas consciente del feroz dolor de su cicatriz, también él empezó a correr por la celda, tanteando las paredes aunque sabía, en el fondo de su corazón que era inútil.
-¿Qué más os llevasteis, qué mas? ¡RESPONDEME! ¡CRUCIO!
Los gritos de Hermione resonaban entre las paredes de arriba, Ron estaba medio sollozando mientras aporreaba las paredes con los puños, y Harry con absoluta desesperación aferró la bolsita de Hagrid que llevaba al cuello y tanteó dentro de ella. Sacó la Snitch de Dumbledore y la sacudió esperando que ocurriera algo, aunque sin saber qué... no ocurrió nada... ondeó las mitades rotas de la varita de fénix, pero estaba sin vida... el fragmento de espejo cayó centelleando sobre el suelo, y vio un rayo de azul chispeante... el ojo de Dumbledore estaba mirándole desde el espejo.
-¡Ayúdanos! -chilló hacia él loco de desesperación- Estamos en una celda en Malfoy Manor, ayúdanos!
El ojo parpadeó y desapareció.
Harry no estaba seguro de si realmente había estado allí. Inclinó el trozo de espejo a un lado y al otro, y no voy nada reflejado en él excepto las paredes y el techo de su prisión, y arriba Hermione estaba gritando más que nunca, y junto a él Ron estaba bramando,
-¡HERMIONE! ¡HERMIONE!
-¿Cómo entrasteis en mi cámara? -oyeron gritar a Bellatrix-. ¿Ese sucio duendecillo os ayudó a entrar?
-¡Le conocimos esta noche! -sollozó Hermione-. Nunca hemos estado dentro de tu cámara... ¡No es la auténtica espada! ¡Es una copia, solo una copia!
-¿Una copia? -chilló Bellatrix-. ¡Oh, una historia probable!
-¡Pero podemos averiguarlo fácilmente! -llegó la voz de Lucius-. ¡Draco, vuelve a traer al duente, él puede decirnos si la espada es auténtica o no!
Harry se apresuró a atravesar la celda hasta donde Griphook estaba acurrucado en el suelo.
-Griphook -susurró en la oreja puntiaguda del duente-, debes decirles que la espada es falsa, no deben saber que es la auténtica, Griphook, por favor...
Podía oir a alguien bajando a la carrera los escalones hasta la celda. Al momento siguiente, la voz temblorosa de Draco habló tras la puerta.
-Quedáos atrás. Alineados contra la pared de arás. ¡No intentéis nada, u os mataré!
Hicieron lo que les decía. Cuando el cerrojo se descorrió, Ron accionó el Desiluminador y las luces volvieron a su bolsillo, restaurando la oscuridad de la celda. La puerta se abrió de golpe. Malfoy marchó hasta dentro, con la varita sujeta ante él, pálido y decidido. Agarró al duende con el brazo y retrocedió, arrastrando a Griphook con él.
La puerta se cerró y al mismo momento un ruidoso crack resonó dentro de la celda.
Ron accionó el Desiluminador. Tres bolas de luz flotaron de vuelta al aire desde su bolsillo, revelando a Dobby el elfo doméstico, que simplemente había Aparecido entre ellos.
-¡DOB...!
Harry golpeó el brazo de Ron para evitar que gritara, y Ron pareció horrorizado ante su error. Se oyeron pasos cruzando el techo arriba, Draco llevando a Griphook ante Bellatrix.
Los enormes ojos con forma de pelota de tenis de Dobby estaban abiertos de par en par, estaba templando de los pies a las orejas. Estaba de vuelta en la casa de sus antiguos amos, y esto claramente le había dejado petrificado.
-Harry Potter -chilló con su más fina y temblorosa voz-. Dobby ha venido a rescatarte.
-¿Pero como...?
Un horrendo grito ahogó las palabras de Harry. Hermione estaba siendo torturada de nuevo. Saltó a lo esencial.
-¿Puedes Desaparecerte fuera de esta celda? -preguntó a Dobby, quien asintió, sus orejas aletearon.
-¿Y puedes llevar humanos contigo?
Dobby asintió de nuevo.
-Vale. Dobby, quiero que cogas a Luna, Dean y al Señor Ollivander, y los lleves a... los lleves a....
-La casa de Bill y Fleur -dijo Ron-. ¡Shell Cottage a las afueras de Tinworth!
El elfo asintió por primera vez.
-Y después vuelve, -dijo Harry-. ¿Puedes hacerlo, Dobby?
-Por supuesto, Harry Potter -susurró el pequeño elfo. Se acercó presuroso hasta el Señor Ollivander, que parecía estar apenas consciente. Tomó una de las manos del fabricante de varitas en una de las suyas, después extendió la otra a Luna y Den, ninguno de los cuales se movieron.
-¡Harry, queremos ayudarte! -susurró Luna.
-No podemos dejarte aquí -dijo Dean.
-¡Marchaos los dos! Os veremos en la casa de Bill y Fleur.
Mientras Harry hablaba, su cicatriz ardió peor que nunca, y por unos segundos bajó la mirada, no hacia el fabricante de varitas, sino hacia otro hombre que era igual de viejo, igual de delgado, pero reía desdeñosamente.
-¡Mátame entonces, Voldemort, doy la bienvenida a la muerte! Pero mi muerte no te conseguirá lo que buscas... Hay mucho que no entiendes...
Sintió la furia de Voldemort, pero cuando Hermione gritó otra vez despertó, volviendo a la celda y al horror de su propio presente.
-¡Vamos! -imploró a Luna y Dean-. ¡Vamos! ¡Os seguiremos en seguida!
Ellos cogieron los dedos extendidos del elfo. Se oyó otro ruidoso crack y Dobby, Luna, Dean y Ollivander se desvanecieron.
-¿Qué fue eso? -gritó Lucius Malfoy sobre sus cabezas-. ¿Oísteis eso? ¿Que fue ese ruido en la celda?
Harry y Ron se miraron el uno al otro.
-¡Draco... no, llama a Colagusano! ¡Haz que vaya a comprobarlo!
Unos pasos cruzaron la habitación arriba, después se hizo un silencio. Harry sabía que la gente del salón de dibujo estaba escuchando en busca de más ruidos desde la celda.
-Vamos a tener que intentar abalanzarnos sobre él -le susurró a Ron. No tenían elección. En el momento en que alguien entrara en la habitación y viera la ausencia de los tres prisioneros, estarían perdidos-. Deja las luces encendidas, -añadió Harry, y oyeron los pasos de alguien descendiendo al otro lado de la puerta, retrocedieron contra la pared del otro lado.
-Quedáos atrás. -les llegó la voz de Colagusano-. Quedáos lejos de la puerta. Voy a entrar.
La puerta se abrió. Durante una fracción de segundo Colagusano miró al interior de la aparentemente vacía celda, iluminada por tres soles en minuatura que flotaban en medio del aire. Entonces Harry y Ron se lanzaron sobre él. Ron agarró la varita de Colagusano y obligándole a apuntarla hacia arriba.
Harry le estampó una mano en la boca, amortiguando su voz. Lucharon en silencio. La varita de Colagusano emitía chispas, su mano plateada se cerró alrededor de la garganta de Harry.
-¿Qué pasa, Colagusano? -gritó Lucius Malfoy arriba.
-¡Nada! -gritó Ron en respuesta, en una pasable imitación de la voz chillona de Colagusano-. ¡Todo bien!.
Harry a penas podía respirar.
-¿Vas a matarme? -consiguió decir Harry, intentando apalancar los dedos de metal-. ¿Después de que te salvé la vida? ¡Me debes una, Colagusano!
Los dedos de plata se aflojaron. Harry no lo había esperado. Se liberó atónito, manteniendo la mano sobre la boca de Colagusano. Vio los llorosos ojillos de rata abiertos de miedo y sorpresa. Parecía tan sorprendido como Harry por lo que había hecho, ante ese diminuto y misericordioso impulso que le había traicionado, y volvió a estrangularle más poderosamente, como para compensar ese momento de debilidad.
-Y necesitamos esto -susurró Ron, arrancándole a Colagusano la varita de su otra mano.
Sin varita, indefenso, las pupilas de Pettigres se dilataron de terror. Sus ojos habían resbalado de la cara de Harry hasta otro sitio. Sus propios dedos de plata se estaban moviendo inexorablemente hacia su propia garganta.
-No...
-Sin detenerse a pensar, Harry intentó tirar hacia atrás de la mano, pero no había forma de detenerla. La herramienta de plata que Voldemort había dado a su sirviente más cobarde se había vuelto contra su desarmado e indefenso propietario. Pettigrew estaba recibiendo la recompensa por su vacilación, por su instante de piedad; estaba siendo estrangulado ante sus ojos.
-¡No!
Ron había soltado también a Colagusano, y juntos él y Harry intentaban apartar los dedos de metal de la garganta de Colagusano, pero fue inútil. Pettigrew se estaba volviendo azul.
-¡Relashio! -dijo Ron, apuntando la varita hacia la mano de plata, pero no ocurrió nada.
Pettigrew cayó de rodillas, y en el mismo momento, Hermione soltó un grito atormentado arriba. Los ojos de Colagusano se pusieron en blanco en su cara púrpura; dio una última sacudida, y se quedó quieto.
Harry y Ron se miraron el uno al otro, después dejaron el cuerpo de Colagusano en el suelo tras ellos, y corrieron escaleras arriba hacia el pasillo ensombrecido que conducía al salón de dibujo. Se arrastraron cautelosamente hasta alcanzar la puerta del salón de dibujo, que estaba entreabierta. Ahora tenía una vista clara de Bellatrix que bajaba la mirada hacia Griphook, que sujetaba la espada de Gryffindor en su manos de dedos largos. Hermione yacía a los pies de Bellatrix. Apenas se movía.
-¿Y bien? -dijo Bellatrix a Griphook-. ¿Es la auténtica espada?
Harry esperó, conteniendo el aliento, luchando contra el dolor de su cicatriz.
-No -dijo Griphook-. Es una copia.
-¿Estás seguro? -jadeó Bellatrix-. ¿Totalmente seguro?
-Si -dijo el duende.
El alivio estalló en la cara de ella, toda tensión desapareció.
-Bien -dijo, y con un ondeo casual de su varita hizo otro profundo corte en la cara del duente, y este cayó con un grito a sus pies. Ella le pateó a un lado-. Y ahora -dijo con una voz que destilaba triunfo-. ¡llamaremos al Señor Oscuro! -Y se subió la manga y tocó con la punta de su dedo la Marca Oscura.
Al instante, Harry sintió la cicatriz como si se hubiera abierto otra vez. Su auténtico entorno se desvaneció. Él era Voldemort, y el esquelético mago que tenía ante él se reía desdentado, se enfureció por la llamada que sentía... les había advertido, les había dicho que no le convocaran a menos que fuera por Potter. Si se equivocaban...
-¡Matame entonces! -exigió el viejo-. ¡No vencerás, no puedes vencer! Esa varita nunca, jamás será tuya...
Y la furia de Voldemort se desató. Una explosión de luz verde llenó la celda de la prisión y el frágil y viejo cuerpo se alzó en su cama dura y volvió a caer, sin vida, y Voldemort regresó a la ventana, su furia a penas controlada... Sufrirían su venganza si no tenían buenas razones para llamarle...
-Y creo -dijo la voz de Bellatrix-, que podemos deshacernos de la sangresucia Greyback, llévatela si quieres.
-¡NOOOOOOO!
Ron había irrumpido en el salón de dibujo. Bellatrix miró alrededor, sorprendida, giró su varita peor enfrentar a Ron en lugar de...
-¡Expelliarmus! -rugió Ron, apuntando la varita de Colagusano hacia Bellatrix, y la de ella voló en el aire y fue capturada por la mano de Harry, que había entrado corriendo tras Ron. Lucius, Narcissa, Draco y Greyback se dieron media vuelta. Harry gritó, "¡Desmanius!" y Lucius Malfoy se derrumbó junto a la chimenea. Rayos de luz salieron disparados de las varitas de Draco, Narcissa y Greyback. Harry se lanzó al suelo, rodando tras el sofá para evitarlos.
-¡ALTO O ELLA MUERE!
Jadeando, Harry se asomó por detrás del sofá. Bellatrix mantenía en pie Hermione, que parecía inconsciente, y sujetaba su cuchillo en la garganta de Hermione.
-Dejad caer las varitas -susurró-. ¡Dejádlas caer, o veremos exactamente como de sucia es su sangre!
Ron se quedó rígido, aferrando la varita de Colagusano. Harry se enderezó, todavía sujetando la de Bellatrix.
-¡He dicho que las dejéis caer! -chilló ella, presionando la hoja contra la gartanta de Hermione.
Harry vio aparecer gotas de sangre.
-¡De acuerdo! -gritó, y dejó caer la varita de Bellatrix al suelo a sus pies.
Ron hizo lo mismo con la de Colagusano. Ambos alzaron las manos a la altura de los hombros.
-¡Bien! -dijo ella maliciosa-. ¡Draco, recógelas! ¡El Señor Oscuro está de camino, Harry Potter! ¡Tu muerte se aproxima!
Harry lo sabía, su cicatriz estallaba de dolor, y podía sentir a Voldemort volando a través del cielo en la distancia, sobre un oscuro y tormentoso mar, y pronto estaría lo suficientemente cerca como Aparecerse ante ellos, y Harry no veía forma de escapar.
-Ahora -dijo Bellatrix suavemente, mientras Draco se apresuraba a volver hasta ella con las varitas-. Cissy, creo que deberíamos volver a atar a estos pequeños héroes, mientras Greyback se ocupa de la Señorita Sangresucia. Estoy segura de que el Señor Oscuro no te escatimará a la chica, Greyback, después de lo que has hecho esta noche.
Al finalizar esta última palabras se oyó un peculiar chirrido arriba. Todos ellos levantaron la mirada a tiempo de ver la araña de cristal temblar; con un crujido y un amenazador cascabeleo, empezó a caer. Bellatrix, que estaba directamente bajo ella, dejó caer a Hermione y se lanzó a un lado con un grito. La araña de cristal de estrelló contra el suelo con una explosión de cristal y cadenas, cayendo sobre Hermione y el duende, que todavía estaba aferrado a la espada de Gryffindor. Trozos brillantes de cristal volaron en todas direcciones. Draco se dobló por la mitad, cubriéndose con las manos la cara ensangrentada.
Mientras Ron corría a sacar a Hermione de las ruinas, Harry aprovechó la oportunidad. Saltó sobre el sillón y arrancó las tres varitas de la mano de Draco, apuntando con todas ellas a Greyback,
-¡Desmanius!.
El hombrelobo se alzó sobre sus pies a causa del triple hechizo, salió volando hasta el techo y después se estrelló contra el suelo.
Mientras Narcissa arrastraba a Draco fuera de peligro, Bellatriz se ponía en pie, con el pelo volando mientras blandía el cuchillo de plata; pero Narcisa había dirigido su varita hacia la puerta.
-¡Dobby! -gritó y incluso Bellatrix se quedó congelada-. ¡Tú! ¿Hiciste caer la araña...?
El diminuto elfo entró trotando en la habitación, su dedo tembloros apuntaba a su antigua señora.
-No debe hacer daño a Harry Potter -chilló.
-¡Mátale, Cissy! -chilló Bellatrix, pero se oyó otro crujido, y la varita de Narcissa también voló en el aire para aterrizar al otro lado de la habitación.
-¡Asqueroso monito! -ladró Bellatrix-. ¿Cómo te atreves a tomar la varita de una bruja, cómo te atreves a desafiar a tus amos?
-¡Dobby no tiene amo! -chilló el elfo-. ¡Dobby es libre, y Dobby tiene que salvar a Harry Potter y sus amigos!
La cicatriz de Harry le cegaba de dolor. Atontado, supo que tenía momentos, segundos, antes de que Voldemort estuviera allí con ellos.
-Ron, cógela... y VETE! -chilló, tirándole una de las varitas, después se inclinó para sacar a Griphook de debajo de la araña. Cargándose al gemebudo duende, que todavía aferraba la espada, al hombro, Harry agarró la mano de Dobby y giró en el punto para Desaparecer.
Mientras giraba en la oscuridad captó un último vistazo del salón de dibujo con las figuras pálidas y congeladas de Narcissa y Draco, de la veta de rojo que era el pelo de Ron, y de un destello azul de plata voladora cuando Bellatrix tiró el cuchillo desde el otro lado de la habitación hacia el lugar donde él se estaba desvaneciendo... la casa de Bill y Fleur... Shell Cottage... la casa de Bill y Fleur...
Había desaparecido a lo desconocido, todo lo que podía hacer era repetir el nombre de destino y esperar que eso fuera suficiente para llevarle allí. El dolor en su frente le atravesaba, y el peso del duende la aplastaba. Podía sentir la hoja de la espada de Gryffindor golpeando contra su espalda, la mano de Dobby tirando de la suya, se pregundo si el elfo estaba intentado hacerse cargo de la Desaparición, empujarles en la dirección correcta, o intentando, aprentándole los dedos, indicar que todo iba bien...
Y entonces golpearon tierra sólida y olieron el aire ensalitrado. Harry cayó de rodillas, soltando la mano de Dobby, e intentado bajar gentilmente a Griphook al suelo.
-¿Estás bien? -dijo cuando el duende se movió, pero Griphook simplemente lloriqueó.
Harry escudriñó la oscuridad. Parecía haber una casa de campo no muy lejos bajo el ancho y estrellado cielo, y creyó ver movimiento fuera.
-¿Dobby, es esto Shell Cottage? -susurró, aferrando las dos varitas que le había quitado a Malfoy, listo para luchar si era necesario-. ¿Hemos venido al lugar adecuado, Dobby?
Miró alrededor. El pequeño elfo estaba de pie junto a él.
-¡DOBBY!
El elfo se tambaleó ligeramente, con las estrellas reflejadas en sus grandes y brillantes ojos. Juntos, él y Harry bajaron la mirada a la empuñadura de plata que sobresalía del pecho del elfo.
-Dobby... no... ¡AYUDA!
No sabía ni le importaba si eran magos o muggles, amigos o enemigos; solo le importaba la mancha oscura que se extendía por el pecho de Dobby y que este había extendido sus brazos hacia Harry con una mirada suplicante. Harry le cogió y le tendió de lado en la fresca hierba.
-Dobby, no, no te mueras, no te mueras...
Los ojos del elfo se encontraron con los suyos, y sus labios temblaron por el esfuerzo que le suponía formar las palabras.
-Harry... Potter...
Y entonces sufrió un pequeño estremecimiento y el elfo se quedó inmóvil, y sus ojos no eran más que grandes y vidriosos orbes, chispeando con la luz de las estrellas que ya no podían ver.
Paula Gomez09:18

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Capítulo 24: El fabricante de varitas

Fue como hundirse en una vieja pesadilla; por un instante Harry estuvo otra vez arrodillado junto al cuerpo de Dumbledore al pie de la torre más alta de Hogwarts, pero en realidad estaba mirando a un pequeño cuerpo acurrucado sobre la hierba, perforado por el cuchillo plateado de Bellatrix. La voz de Harry todavía estaba diciendo, -Dobby... Dobby...- a pesar que sabía que el elfo se había ido a donde ya no podía llamarle de regreso.Después de un minuto o algo así se dio cuenta de que, después de todo, habían llegado al lugar correcto, allí estaban Bill y Fleur, Dean y Luna, reuniéndose alrededor de él mientras se arrodillaban sobre el elfo. -Hermione, -dijo de pronto-. ¿Dónde está?-Ron la ha llevado adentro, -dijo Hill-. Se pondrá bien.Harry bajó la mirada hacia Dobby. Extendió una mano y tiró de la afilada hoja arrancándola del cuerpo del elfo, luego tomó su propia chaqueta y cubrió a Dobby con ella como si fuera una manta.El mar se precipitaba sobre las rocas en algún lugar cercano; Harry lo escuchaba mientras los demás hablaban, discutiendo temas en los que él no podía interesarse, tomando decisiones. Dean llevó al herido Griphook dentro de la casa, Fleur se precipitó tras ellos. Ahora Bill estaba entendiendo realmente lo que Harry le decía. Mientras lo hacía, miraba fijamente al diminuto cuerpo, y su cicatriz punzó y ardió, y en una parte de su mente, visto como por el extremo equivocado de un largo telescopio, vio a Voldemort castigando a aquellos que habían quedado atrás en la Mansión Malfoy. Su rabia era terrible y aunque el dolor de Harry por Dobby parecía atenuarla, se convirtió en una tormenta distante que alcanzó a Harry a través del vasto y silencioso océano.-Quiero hacerlo como es debido -fueron las primeras palabras que Harry fue consciente de haber pronunciado- No con magia. ¿Teneis una pala? Y poco después se había puesto a trabajar, solo, excavando la tierra en el lugar que Bill le había mostrado al final del jardín, entre los arbustos. Cavó con cierta furia, disfrutando el trabajo manual, glorificándose en la falta de magia que había en aquello, cada gota de su sudor y cada ampolla los sentía como un regalo para el elfo que había salvado sus vidas.Su cicatriz ardía, pero era dueño del dolor, lo sentía y a la vez era ajeno a él. Había aprendido a controlarlo al fin, aprendido a cerrar su mente a Voldemort, la única cosa que Dumbledore había querido que aprendiera de Snape. Tal como Voldemort no había podido poseer a Harry cuando Harry estaba consumido de dolor por Sirius, así sus pensamientos no podían penetrar la mente de Hary ahora que velaba a Dobby. La tristeza, al parecer, expulsaba a Voldemort... aunque Dumbledore hubiera dicho que era el amor.Harry cavaba, cada vez mas profundamente en la dura y fría tierra ahogando su desconsuelo en el sudor, negando el dolor de su cicatriz. En la oscuridad, con nada más que el sonido de su propia respiración y el agitado mar por compañía, las cosas que habían pasado en la casa de los Malfoy volvían a él, las cosas que había escuchado volvían a él, y la comprensión floreció en la oscuridad...El constante ritmo de sus brazos batía al ritmo de sus pensamientos. Relíquias..Horrocruxes…Relíquias…Horrocruxes… pero ya no ardía con ese extraño y obsesivo anhelo. La pérdida y el miedo lo habían extinguido. Se sentía como si le hubieran despertado de nuevo.Harry profundizaba más y más la tumba, y mientras, sabía dónde había estado Voldemort esta noche, y a quién había matado en la celda más alta de Nurmengard, y porqué.Y pensaba en Colagusano, muerto a causa del pequeño e inconsciente impulso de piedad... ¿Dumbledore había previsto eso?... ¿Cuánto mas había sabido?Harry perdió el sentido del tiempo. Sólo supo que la oscuridad se había aligerado algunos grados cuando se reunió por fin con Ron y Dean. -Cómo está Hermione? -Mejor -dijo Ron-. Fleur se está ocupando de ella.Harry tenía su réplica preparada para cuando preguntaran por qué no había creado simplemente un sepulcro perfecto con su varita, pero no la necesitó. Bajaron al agujero que había hecho con la pala y comenzaron a trabajar juntos en silencio hasta que el agujero pareció lo bastante profundo.Harry envolvió al elfo más cómodamente en su chaqueta. Ron se sentó en la orilla del sepulcro y se quitó los zapatos y calcetines que colocó en los pies desnudos del elfo. Dean produjo un sombrero de lana que Harry colocó cuidadosamente en la cabeza de Dobby, cubriendo sus orejas de murciélago. -Deberíamos cerrarle los ojos.Harry no había oído a los otros aproximándose a través de la oscuridad. Bill vestía un abrigo de viaje, Fleur un largo delantal blanco, de uno de sus bolsillos sobresalía una botella que Harry reconoció como una Poción Crece-Huesos. Hermione estaba envuelta en un vestido prestado, pálida e inestable sobre sus pies. Ron la rodeó con un brazo cuando ella le alcanzó. Luna, vestida con uno de los abrigos de Fleur, se agachó y posó los dedos tiernamente sobre cada uno de los párpados, deslizándolos sobre su mirada cristalina. -Ya está -dijo suavemente-. Ahora podría estar durmiendo.Harry colocó al elfo en el sepulcro, acomodó sus pequeños miembros como si estuviera descansando, luego salió y lanzó una última mirada al pequeño cuerpo. Se obligó a sí mismo a no desmoronarse mientras recordaba el funeral de Dumbledore, y las filas y filas de sillas doradas, y al Ministro de Magia en la fila principal, la enumeración de los logros de Dumbledore, la magnificencia de la blanca tumba de mármol. Sentía que Dobby se merecía un funeral tan grandioso como ése, y el elfo yacía entre los arbustos en un agujero precariamente cavado. -Creo que deberíamos decir algo, -dijo Luna-. Yo lo haré primero, ¿puedo?.Y puesto que todos la miraban, dirigió su discurso a los pies de la tumba del elfo muerto. -Muchas gracias Dobby por rescatarme de ese sótano. Es injusto que tuvieras que morir cuando eras tan bueno y tan valiente. Siempre recordaré lo que hiciste por nosotros. Espero que ahora seas feliz.Se dio vuelta y miró expectante a Ron, que se aclaró la garganta y dijo con voz ronca-Sí... gracias Dobby. -Gracias -murmuró Dean. Harry tragó. -Adiós Dobby -dijo, era todo lo que podía hacer, ya que Luna lo había dicho todo por él. Bill alzó su varita y la pila de tierra que había junto al sepulcro se elevó en el aire y cayó limpiamente sobre él, en un pequeño montón rojizo-. ¿Os importa si me quedo aquí un momento? - preguntó a los demás.Murmuraron palabras que no alcanzó a oír; sintió gentiles palmadas en la espalda, y luego todos volvieron a la casa, dejando a Harry solo junto al elfo.Miró alrededor. Había un buen número de grandes piedras blancas, pulidas por el mar, que marcaban el linde de los lechos de flores. Tomó una de las más grandes y la colocó como si fuera una almohada sobre el lugar donde ahora descansaba la cabeza de Dobby. Luego tanteó en su bolsillo en busca de una varita. Tenía dos allí. Lo había olvidado, perdido el rastro; ahora no podía recordar de quien eran esas varitas; podía recordar arrancarlas de la mano de alguien. Eligió la más corta, la que sentía más cómoda en su mano, y apuntó a la roca.Lentamente, bajo su susurrada instrucción, profundos cortes aparecieron en la superficie de la roca. Sabía que Hermione podía haberlo hecho más limpiamente, y probablemente más rápidamente, pero quería marcar él la piedra como había querido cavar el sepulcro. Cuando se detuvo de nuevo, leyó en la piedra: AQUÍ YACE DOBBY, UN ELFO LIBRE.Examinó su trabajo un par de segundos más, luego se alejó, la cicatriz todavía le dolí un poco, y su mente estaba llena de esas cosas que habían llegado a él en el sepulcro, ideas que habían tomado forma en la oscuridad, ideas tan fascinantes como terribles.Estaban todos sentados en la sala de estar cuando entró al pequeño salón, su atención se concentró en Bill, que estaba hablando. El cuarto estaba pintado luminosamente, bonito, con un pequeño fuego de madera ardiendo brillantemente en la chimenea. Harry no quería dejar barro en la alfombra, así que se quedó en la puerta, escuchando.-... por suerte Ginny estaba de vacaciones. Si hubiera estado en Hogwarts, podrían haberla cogido antes de que la alcanzáramos. Ahora sabemos que también está a salvo-. Miró alrededor y vio a Harry allí de pie-. Los he estado sacando a todos de la Madriguera -explicó-. Los trasladé a la casa de Muriel. Los mortífagos saben ahora que Ron está contigo, se limitaron a marcar a la familia… no te disculpes -añadió al ver la expresión de Harry-. Siempre fue una cuestión de tiempo, Papá lleva meses diciéndolo. Somos la mayor familia de traidores de sangre que ha habido.-¿Cómo se les ha protegido? -preguntó Harry.-Encantamiento Fidelius. El Guardián Secreto es Papá. Y nosotros lo hemos hecho aquí también, yo soy el Guardián Secreto aquí. Ninguno de nosotros puede ir al trabajo, pero eso no tiene mucha importancia. Una vez Ollivander y Griphook estén lo suficientemente bien, nos mudaremos a la casa de Muriel también. No hay mucho espacio aquí, pero ella tiene mucho. Estamos curando las piernas de Griphook. Fleur le ha dado Poción Crece-Huesos, así que probablemente podamos moverlo en una hora o…-No -dijo Harry y Bill pareció asustarse-. Los necesito a ambos aquí. Necesito hablarles. Es importante. -Oyó la autoridad en su propia voz, la convicción, la voz de la determinación que había llegado a él mientras cavaba la tumba de Dobby. Todos los rostros se giraron hacia él con aspecto confundido.-Voy a bañarme -dijo Harry a Bill mirándose las manos todavía cubiertas de fango y de la sangre de Dobby–. Después necesitaré verles, inmediatamente. Caminó hacia la pequeña cocina, el fregadero bajo la ventana tenía vistas al océano. El ocaso se perdía en el horizonte, un color entre rosado y dorado. Mientras se lavaba, seguía otra vez el tren de pensamientos que había llegado a él en el oscuro jardín.Dobby ya nunca podría decirles quién le había enviado al sótano, pero Harry sabía lo que había visto. Un penetrante ojo azul le había mirado a través del fragmento de espejo, y entonces la ayuda había llegado. Hogwarts siempre ayudará a aquellos que lo pidan.Harry se secó las manos, indiferente a la belleza de la escena que se desplegaba fuera de la ventana y a los murmullos de los demás en la sala. Miró hacia fuera más allá del océano y sintió más cerca, este atardecer, mas que ninguna otra, más cerca al corazón de todo.Y su cicatriz todavía dolía, y sabía que Voldemort venía hacia aquí también. Harry lo entendía pero no lo entendía. Su instinto le decía una cosa, su cerebro otra. El Dumbledore de su cabeza sonreía, examinando a Harry sobre la punta de sus dedos unidos en un ademán de rezo.Le diste a Ron el Desiluminador... le entendías... le diste una salida...Y entendías a Colagusano también... sabías que había un atisbo de remordimiento allí, en alguna parte...Y si los conocías a ellos... ¿Qué sabías acerca de mí, Dumbledore?¿Estoy destinado a saber pero no a buscar? ¿Sabías lo que sentiría al respecto? ¿Por eso me lo pusiste tan difícil? ¿Para que tuviera tiempo de pensarlo?Harry estaba inmóvil, sus ojos congelados, observando el lugar donde un brillante rayo de luz dorada del sol se alzaba en el horizonte. Luego miró sus manos limpias y estuvo momentáneamente sorprendido de ver el aspecto que tenían. Las bajó y regresó al salón, y mientras lo hacía, sintió su cicatriz palpitar furiosamente, y luego correr rápidamente a través de su mente, veloz como el reflejo del vuelo de un dragón sobre el agua, el contorno de un edificio que conocía extremadamente bien.Bill y Fleur estaban a los pies de las escaleras-Necesito hablarles a Griphook y Ollivander -dijo Harry.-No -dijo Fleur-. Vas a tener que esperar Harry. Ambos están muy cansados…-Lo siento -dijo él calmadamente, -pero no puedo esperar. Necesito hablarles ahora. En privado… y por separado. Es urgente.-Harry, ¿qué demonios está pasando?- preguntó Bill-. Llegaste aquí con un elfo doméstico muerto y un duende semi-inconsciente, Hermione está como si la hubieran torturado, y Ron acaba de negarse a contarme nada…-No podemos decirte lo que estamos haciendo -dijo Harry llanamente-. Estás en la Orden, Bill, tu sabes que Dumbledore nos dejó una misión. Se supone que no podemos hablar acerca de eso con nadie más.Fleur hizo un ruido de impaciencia, pero Bill no la miró; estaba mirando a Harry. Su profundamente asustado rostro era difícil de descifrar. Finalmente, Bill dijo -Esta bien. ¿Con quién deseas hablar primero?.Harry dudó. Sabía lo que pesaba su decisión. No había tiempo; era el momento de decidir; ¿Horcruxes o Reliquias?-Griphook -dijo Harry-. Hablaré con Griphook primero.El corazón le latía como si hubiera hecho una carrera y acabado de evitar un enorme obstáculo.-Aquí arriba- dijo Bill, enseñándole el camino.Harry había subido varios escalones cuando se paró y miró atrás.-¡Os necesito a vosotros dos también! -les dijo a Ron y Hermione, quienes se habían estado escondiendo, medio cubiertos, en el camino a la puerta de la sala de estar.Ambos se movieron hacia la luz, muy aliviados.-¿Como estás? –le preguntó Harry a Hermione-. Estuviste sorprendente… contando esa historia mientras te estaba torturando de esa manera.Hermione esbozó una débil sonrisa mientras Ron le daba un apretón de una mano.-¿Que vamos a hacer ahora Harry? -preguntó.-Ya verás. Ven.Harry, Ron y Hermione siguieron a Bill escaleras arriba hasta un pequeño piso que daba a tres puertas.-Aquí -dijo Bill, abriendo la puerta que daba al cuarto de él y Fleur. También tenía vista al mar, ahora la puesta de sol de un vivo dorado. Harry se dirigió hacia la ventana, y dio la espalda a la espectacular vista, y esperó, sus brazos cruzados, su cicatriz punzando. Hermione se sentó en una silla junto al vestidor; Ron se sentó en el reposabrazos.Bill reapareció, trayendo el pequeño duende, a quien sentó cuidadosamente sobre la cama. Griphook gruñó un gracias, y Bill se fue, cerrando la puerta sobre ellos.-Siento sacarlo de su cama -dijo Harry-. ¿Como están sus piernas?.-Doloridas -replicó el duende-. Pero sanando.Todavía asía la espada de Griffindor, y tenía un aspecto extraño: medio enfadado, medio intrigado. Harry notó la piel enfermiza del duende, sus largos dedos delgados, sus oscuros ojos. Fleur le había quitado los zapatos: sus grandes pies estaban sucios. Era mas grande que un elfo domestico, pero no por mucho. Su curva cabeza era mucho más grande que la de un humano.-Usted probablemente no recuerde…- comenzó Harry.-…¿que yo fui el duende que te guió a tu cámara, la primera vez que visitaste Gringotts? -dijo Griphook-. Lo recuerdo Harry Potter. Incluso entre los duendes, eres muy famoso.Harry y el duende se miraron, examinándose el uno al otro. La cicatriz de Harry todavía punzaba. Quería terminar la entrevista con Griphook rápidamente, y al mismo tiempo estaba temeroso de hacer un movimiento en falso. Mientras trataba de pensar la mejor manera de hacerle su petición, el duende rompió el silencio.-Tú enterraste al elfo -dijo, sonando inesperadamente rencoroso-. Te vi desde la ventana del cuarto que está junto a este.-Sí- dijo Harry.Griphook lo miró por el rabillo del ojo.-Eres un mago inusual, Harry Potter.-¿En qué sentido?- preguntó Harry, rascándose la cicatriz inconscientemente.-Cavaste el sepulcro.-¿Y?-Griphook no respondió. Harry pensó que estaba siendo despreciado por actuar como un Muggle, pero no le importó si Griphook aprobaba el sepulcro de Dobby o no. Se decidió a pasar a la ofensiva.-Griphook, necesito preguntarle…-También rescataste a un duende...-¿Qué?-Me trajiste aquí, me salvaste.-Bueno, ¿le debo una disculpa? -dijo Harry un poco impaciente.-No, Harry Potter- dijo Griphook, y con un dedo torció su delgada barba negra sobre su barbilla-, pero eres un mago muy extraño.-Bien -dijo Harry-, Necesito algo de ayuda, Griphook, y usted puede dármela.El duende no dio ninguna señal de perturbarse, pero continuó con el ceño fruncido hacia Harry como si nunca hubiera visto algo como él.-Necesito abrir una cámara de GringottsHarry no había tenido la intención de decirlo tan mal: las palabras salieron forzadas de él como un disparo de dolor a través de su cicatriz y vio, otra vez, el contorno de Hogwarts. Cerró su mente firmemente. Necesitaba hacer el trato con Griphook primero. Ron y Hermione miraban a Harry como si se hubiera vuelto loco.-Harry… -dijo Hermione, pero fue interrumpida por Griphook.-¿Abrir una cámara de Gringotts? -repitió el duende, haciendo una mueca mientras se acomodaba en la cama-. Eso es imposible.-No, no lo es -dijo Ron-. Ya lo han hecho-Sí -dijo Harry-. El mismo día en el que le conocí, Griphook. Mi cumpleaños, hace siete años.-La cámara en cuestión estaba vacía en ese momento -impuso el duende y Harry entendió que incluso aunque Griphook hubiera dejado Gringotts, estaba ofendido con la idea de sus defensas siendo violadas-. Su protección era mínima.-Bueno, la cámara a la que queremos llegar no está vacía, y adivino que su protección debe ser muy poderosa -dijo Harry-. Le pertenece a los Lestrange.Vio a Ron y Hermione mirarse el uno al otro, asombrados, pero ya habría tiempo para explicarselo cuando Griphook hubiera dado su respuesta.-No tienes ninguna posibilidad -dijo Griphook llanamente-. Ninguna posibilidad en absoluto. Si buscas bajo nuestros suelos, un tesoro que nunca fue tuyo…--Mago, has sido advertido, cuidado…sí, lo sé, lo recuerdo -dijo Harry-. Pero no estoy tratando de coger ningún tesoro, no estoy tratando de coger nada como ganancia personal. ¿Puede creerselo?.El duende miró a Harry, y la cicatriz en forma de rayo en la frente de Harry ardió, pero lo ignoró, negandose a reconocer el dolor o su invitación.-Si hay un mago del que creería que no busca una recompensa personal -dijo Griphook finalmente-, ese serías tú, Harry Potter. Los elfos y los duendes no han sido tratados con la protección o el respeto que tú has mostrado esta noche. No de gente con varitas.-Gente con varitas -repitió Harry: la frase sonó extraña a sus oídos mientras su cicatriz ardía, mientras Voldemort situaba sus pensamientos hacia el norte, y mientras Harry ardía de curiosidad por preguntarle a Ollivander, que estaba en la puerta de al lado.-El derecho a llevar una varita -dijo el duende tranquilamente-, ha sido una larga pelea entre duendes y magos.--Bueno, los duendes pueden hacer magia sin varitas -dijo Ron.-¡Eso es insustancial! Los magos rehúsan compartir los secretos de la sabiduría de las varitas con otros seres mágicos, nos niegan la posibilidad de extender nuestros poderes.-Bueno, los duendes tampoco comparten nada de su magia -dijo Ron-. Ustedes no nos dirán cómo hacer espadas y armaduras como las que hacen. Los duendes saben trabajar el metal de una forma en la que un mago nunca…-No importa -dijo Harry, notando la cara de Griphook subir de color-. Esto no trata acerca de magos contra duendes, o algún otro tipo de criatura mágica…Griphook hizo una sucia risa.-¡Pero es eso! ¡Es precisamente eso! Según crece el poder del Señor Oscuro, su tarea está puesta incluso más firmemente en mí. Gringotts cae bajo el imperio de los Magos, los elfos domésticos son asesinados, ¿y quién entre los que llevan varita protesta?.-¡Nosotros lo hacemos! -dijo Hermione. Se había sentado erguida, sus ojos brillantes-. Nosotros protestamos. ¡Estoy tan asustada como cualquier duende o elfo, Griphook! ¡Soy una Sangresucia!.-No te llames así… -murmuró Ron.-¿Porqué no puedo hacerlo? -dijo Hermione-. ¡Sangresucia, y orgullosa de serlo! ¡No tengo una posición mas alta que ud bajo este nuevo orden,Griphook! ¡Es a mí a quien eligieron torturar, en casa de los Malfoy!Mientras hablaba, echó a un lado el cuello del vestido para revelar el pequeño corte que Bellatrix le había hecho, rojo en contraste con su garganta.-¿Sabía que fue Harry quien liberó a Dobby? –preguntó-. ¿Sabías que buscamos la libertad de los elfos durante años? -(Ron se sintió incómodo en el brazo del sillón de Hermione)- ¡Usted no puede desear que Quién-Ud-Sabe sea derrotado más que nosotros, Griphook!-El duende miró a Hermione con la misma curiosidad que había mostrado por Harry.-¿Qué buscan en la cámara de los Lestrange? -preguntó abruptamente-. La espada que se encuentra en el interior es una falsa copia. Esta es la real -Miró a cada uno de ellos-. Pero creo que eso ya lo saben. Me pediste que mintiera por ti allí.-Pero la falsa espada no es lo único que hay en la cámara, ¿verdad? -preguntó Harry-. A lo mejor ha visto otras cosas allí.Su corazón latía más fuerte que nunca. Redobló sus esfuerzos para ignorar el ardor de su cicatriz.El duende giro su barba alrededor de su dedo nuevamente.-Va contra nuestro código revelar los secretos de Gringotts. Somos los guardianes de fabulosos tesoros. Tenemos un deber con los objetos puestos bajo nuestro cuidado, el cual ha sido, muy a menudo, escrito con nuestras propias manos.El duende movió la espada, y sus negros ojos vagaron de Harry a Hermione y a Ron y luego de vuelta.-Tan jóvenes -dijo finalmente- para pelear contra tantos.-¿Nos ayudará? -dijo Harry-. No tenemos esperanzas de entrar ahí sin la ayuda de un duende. Usted es nuestra única posibilidad.-Yo… lo pensaré -dijo Griphook exasperadamente.-Pero… -comenzó Ron furiosamente; pero Hermione le dio un golpe en las costillas.-Gracias -dijo Harry.El duende arqueó su gran cabeza curva en reconocimiento, luego flexionó sus cortas piernas.-Pienso -dijo, acomodándose a si mismo ostentosamente sobre la cama de Bill y Fleur- que la poción Crece-huesos ha terminado su trabajo. Por fin podré dormir. Si me disculpáis...-Sí, claro -dijo Harry, pero antes de dejar el cuarto se inclinó hacia delante y cogió la espada de Griffindor del lado del duende. Griphook no la reclamó, pero Harry creyó ver resentimiento en los ojos del duende mientras cerraba la puertas tras él.-Pequeño tonto -murmuró Ron-. Disfruta haciéndonos esperar.-Harry -musitó Hermione, llevándolos a ambos lejos de la puerta, al medio del piso medio iluminado- ¿estás diciendo lo que creo que estás diciendo? Estás diciendo que hay un Horcrux en la cámara de los Lestrange.-Sí -dijo Harry-. Bellatrix estaba espantada cuando pensó que podríamos haber estado allí, estaba fuera de sí. ¿Porque?. ¿Qué creía que habíamos visto? ¿Que más pensó que podíamos haber cogido? Algo de lo tenía miedo que Quien-Tu-Sabes se enterarase.-Pero pensé que estábamos buscando lugares donde Quien-Tu-Sabes había estado, lugares donde hubiera hecho algo importante -dijo Ron, pareciendo anonadado-. ¿Alguna vez estuvo dentro de la cámara de los Lestrange?.-No se siquiera si ah estado alguna vez en Gringotts -dijo Harry-. Nunca tuvo oro allí cuando era joven, porque nadie le dejó nada. Quizás vió el banco desde fuera la primera vez que fue al callejón Diagon.La cicatriz de Harry palpitó, pero él la ignoró; quería que Hermione y Ron entendieran lo de Gringotts antes de ir a hablar con Ollivander.-Creo que debe haber envidiado a cualquiera que tuviera una llave de alguna cámara de Gringotts. Lo debe haber visto como un símbolo de que pertenece al mundo Mágico. Y no olvideis que confiaba en Bellatrix y su esposo, eran sus sirvientes más devotos antes que cayera, y fueron en su busca cuando desapareció. Lo dijo la noche que regresó, yo lo escuché.Harry se frotó la cicatriz.-Aunque no creo que le haya dicho a Bellatrix que era un Horcrux. El nunca le dijo la verdad sobre del diario a Lucius Malfoy. Quizás le dijo que era una posesión valiosa y le pidió que la guardara en su cámara. El lugar más seguro del mundo para cualquier cosa que quieras esconder, me dijo Hagrid... excepto Hogwarts.Cuando Harry terminó de hablar, Ron sacudió su cabeza.-Tu realmente le entiendes.-En parte - dijo Harry.-En parte... me gustaría haber entendido a Dumbledore tanto como a él. Pero veremos. Vamos…Ahora Ollivander.Ron y Hermione se sentían desconcertados aunque muy impresionados a medida que lo seguían a través del pequeño piso y golpeaba la puerta que se encontraba en dirección opuesta a la de Bill y Fleur. Un débil -Pasen- les respondió.El fabricante de varitas estaba tendido en la cama más alejada de la ventana. Había estado prisionero en aquel sótano durante más de un año y había sido torturado, Harry lo sabía, en al menos una ocasión. Estaba muy delgado, los huesos de su cara sobresalían notoriamente contra su amarillenta piel. Sus grandes ojos plateados parecían divagar entre sus párpados. Las manos que yacían sobre la manta podían haber pertenecido a un esqueleto. Harry se sentó en la cama vacía, junto a Ron y Hermione. El sol naciente no se veía desde allí. El cuarto daba al jardín sobre el acantilado y la tierra fresca del sepulcro.-Señor Ollivander, siento molestarlo -dijo Harry.-Mi querido muchacho -la voz de Ollivander era débil-. Tú nos rescataste. Pensé que moriría en ese lugar, nunca podré agradecerte... nunca podré agradecerte... lo suficiente.--Estuvimos contentos de hacerlo.La cicatriz de Harry palpitó. Sabía, estaba seguro, de que no tenían tiempo para apartar a Voldemort de su meta, o al menos para tratar de frustrarlo. Sintió un brote de pánico... pero había tomado una decisión al hablar con Griphook primero. Fingiendo una calma que no sentía, tomó a tientas la bolsa alrededor de su cuello y tomó las dos mitades de su varita rota.-Señor Ollivander, necesito ayuda.-Lo que sea, lo que sea,- dijo el fabricante de varitas débilmente.-¿Puede repararla? ¿Es posible?-Ollivander alzó una temblorosa mano, y Harry colocó las dos mitades apenas conectadas en su palma.-Acebo y pluma de fénix -dijo Ollivander con voz trémula. -Once pulgadas. Agradable y flexible.-Sí -dijo Harry-. ¿Puede…?-No -susurró Ollivander-. Lo siento, de verdad lo siento, pero una varita que ha sufrido este grado de daño no puede ser reparada de ninguna manera que conozca.Harry había estado esperanzado de escucharlo, pero era un soplo solamente. Volvió a coger las mitades de la varita y las volvió a colocar en la bolsa alrededor de su cuello. Ollivander se quedo mirando el lugar donde la varita rota había desaparecido y no dejó de mirar hasta que Harry tomó de su bolsillo las dos varitas que había traído de la casa de Malfoy.-¿Puede identificar estas? -preguntó Harry.El fabricante tomó la primera de las varitas y la sostuvo cerca de sus pálidos ojos, girándola entre sus dedos, flexionándola suavemente.-nuez y nervio de dragón –dijo-. Doce pulgadas y tres cuartos. Inflexible. Esta varita pertenecía a Bellatrix Lestrange.-¿Y ésta?Ollivander la examinó de la misma forma.-Espino y pelo de unicornio. Diez pulgadas justas. Moderadamente flexible. Esta era la varita de Draco Malfoy.-¿Era? -repitió Harry-. ¿Acaso no sigue siento suya?-Quizás no. Si tu la tomaste…-…lo hice…-…entonces puede ser tuya. Claro, la forma de ver las cosas depende mucho también de la varita en sí misma. En general, si una varita ha sido ganada, su lealtad cambiará.Hubo un silencio en el cuarto, excepto por el distante rugir de las olas.-Habla de las varitas como si tuvieran sentimientos -dijo Harry-. Como si pudieran pensar por sí mismas.-La varita elige al mago -dijo Ollivander-. Eso siempre ha sido obvio para los que hemos estudiado la sabiduría de las varitas.-¿Pero una persona puede usar una varita que no lo ha elegido? -preguntó Harry.-Oh sí, si eres mago puedes movilizar tu magia a traves de casi cualquier objeto. Pero los mejores resultados siempre aparecen con la mayor afinidad entre varita y mago. Estas conexiones son complejas. Una atracción inicial, y luego un mutuo deseo debido a la experiencia, la varita aprendiendo del mago, el mago aprendiendo de la varita.El mar iba hacia delante y de vuelta; era un triste sonido.-Tomé esta varita de Draco Malfoy por la fuerza -dijo Harry-. ¿Es seguro usarla?--Así lo creo. Las leyes que gobiernan al propietario y la varita son sutiles, pero la varita conquistada tiende a ir hacia su nuevo maestro.-¿Así que yo debería usar esta? -dijo Ron, sacando la varita de Colagusano fuera de su bolsillo y pasándosela a Ollivander.-Castaño y nervio de dragón. Nueve pulgadas y un cuarto. Frágil. Me forzaron a hacer esta tras mi secuestro, para Peter Pettigrew. Sí, si la ganas, es mas que probable que haga tus peticiones, y que las haga bien, mejor que otra varita.-¿Y esto es cierto para todas las varitas?- preguntó Harry.-Así lo creo -replicó Ollivander, sus protuberantes ojos sobre el rostro de Harry.- Hace profundas preguntas, Señor Potter. La sabiduría de las varitas es una parte de la magia compleja y misteriosa.-¿así que no es necesario matar al anterior propietario para tomar la posesión de una varita?- preguntó Harry.Ollivander tragó.-¿Necesario? No, no debería decirse que sea necesario matar.--Aunque hay leyendas -dijo Harry, y las palpitaciones de su corazón se aceleraron, el dolor de su cicatriz se hacía más intenso; estaba seguro de que Voldemor iba a poner su idea en acción-, leyendas sobre una varita…o varitas…que han ido pasando de mano en mano por asesinato.Ollivander se volvió pálido. Contra la blanca almohada su tono era gris, y sus ojos enormes, rojos, y llenándose de lo que parecía ser temor.-Sólo una varita, creo -susurró.-Y Usted-Sabe-Quien está interesada en ella, no es así? -preguntó Harry.-Yo…¿cómo? -croó Ollivander, y se volvió hacia Ron y Hermione en busca de ayuda-. ¿Cómo sabéis eso?-Él quería que le dijera como superar la conexión entre nuestras varitas -dijo Harry.Ollivander parecía aterrorizado.-¡Él me torturó, debes entenderlo! Usó la maldición Cruciatus, yo...¡yo no tenía mas opción que decirle lo que sabía, lo que creía!-Lo entiendo -dijo Harry-. ¿Le dijo algo acerca de los corazones hermanos? ¿Le dijo que había tenido que pedir prestada la varita de otro mago?Ollivander parecía horrorizado, transfigurado, por la cantidad de información que tenía Harry. Asintió lentamente.-Pero no funcionó –continuó Harry-. Mi varita todavía vencía a la varita prestada. ¿Sabe porqué pasó eso?Ollivander sacudió su cabeza lentamente tal como había asentido.-Yo nunca... había escuchado tal cosa. Tu varita hizo algo único esa noche. La conexión de varitas hermanas es increíblemente rara, pero porqué tu varita habría vencido a la varita prestada, no lo sé...-Estábamos hablando acerca de la otra varita, la varita que cambia de manos por asesinato. Cuando Quien-Usted-Sabe se dio cuenta que mi varita había hecho algo extraño, volvió y le preguntó acerca de la otra varita, ¿cierto?-¿Como sabes esto?Harry no respondió-Sí, lo preguntó -susurró Ollivander-. Quería saber todo lo que pudiera decirle acerca de la varita también conocida como La Varita Mortífera, La Varita del Destino, o la Varita de Saúco.Harry miró de soslayo a Hermione. Parecía horrorizada.-El Señor Oscuro -murmuró Ollivander en un silencioso y temeroso tono-siempre había estado feliz con la varita que le construí…sí, pluma de fénix y trece pulgadas y media… hasta que descubrió la conexión de las varitas gemelas. Ahora busca otra, una varita más poderosa, como la única forma de conquistarte.-Pero sabrá pronto, si es que todavía no lo sabe, que la mía esta dañada sin poder repararse -dijo Harry tranquilamente.-¡No! -dijo Hermione pareciendo asustada-. Él no podría saber eso, Harry, ¿Cómo podría…?-Priori Incantatem -dijo Harry-. Dejamos tu varita y la varita de espino en casa de Malfoy, Hermione. Si las examinan adecuadamente, haciéndolas recrear los hechizos que han hecho previamente, podrían ver que la tuya rompió la mía, verán que fallaste tratando de repararla, y se darán cuenta que he estado usando la varita de espino desde entonces.El poco color que había ganado desde su llegada se habia retirado de su rostro. Ron le echó a Harry una mirada reprobadora, y dijo:-no nos preocupemos por eso ahora…Pero el Señor Ollivander intervino.-El Señor Oscuro ya no busca la Varita de Saúco solo para destruirle, Señor Potter. El está decidido a poseerla porque cree que lo hará realmente invulnerable.-¿Y lo hará?.-El propietario de la Varita de Saúco siempre debe temer el ataque -dijo Ollivander- pero la idea del Señor Oscuro de poseer la Varita Mortífera es, debo admitirlo, formidable.Harry de pronto recordó cuan inseguro estaba, cuando se conocieron, de lo que le gustaba a Ollivander. Incluso ahora, siendo torturado y aprisionado por Voldemort, la idea del Mago Oscuro en posesión de la varita parecía cautivarlo tanto como le causaba repulsión.-Usted… ¿Usted realmente piensa que esa varita existe, entonces, Señor Ollivander?- preguntó Hermione.-Oh sí -dijo Ollivander-, sí, es perfectamente posible seguir su curso a través de la historia. Hay espacios en blanco, por supuesto, y muy largos, donde desaparece de la vista, temporalmente perdida o escondida; pero siempre vuelve a surgir en la superficie. Tiene características certeramente identificables que aquellos instruidos en la sabiduría de las varitas reconocen. Se han escrito tratados, algunos de ellos oscuros, que yo y otros fabricantes hemos hecho nuestro objeto de estudio. Tiene el anillo de la autenticidad.-Así que…¿usted no cree que pueda ser un mito o un cuento de hadas? -preguntó Hermione esperanzadamente.-No -dijo Ollivander-. Si es necesario que pase mediante un asesinato, no lo se. La historia es sangrienta, pero eso puede ser simplemente debido al hecho de que es un objeto muy deseable, y despierta pasiones entre los magos. Inmensamente poderosa, peligrosa en las manos equivocadas, y un objeto increíblemente fascinante para todos aquellos que estudiamos el poder de las varitas.-Sr. Ollivander -dijo Harry- Le contó al Innombrable que Gregorovitch tenía la Varita de Saúco, ¿no?Ollivander se puso, si era posible, todavía más pálido. Se veía fantasmagórico mientras tragaba saliva.-¿Pero cómo… cómo hace…? -Nunca presté atención a cómo lo se -dijo Harry, cerrando los ojos momentáneamente porque la cicatriz le quemaba, y vio, durante unos segundos, una visión de la calle principal de Hogsmeade, todavía oscura, porque estaba mucho más al norte-. ¿Le contó al Innombrable que Gregorovitch tenía la varita?-Era un rumor, -susurró Ollivander-. Un rumor, de hace muchísimos años, mucho antes que ustedes nacieran, creo que Gregorovitch mismo lo inició. Pueden ver cuan bueno sería eso para el negocio; ¡que él estaba estudiando y reproduciendo las cualidades de la Varita de Saúco! -Sí, puedo verlo -dijo Harry. Se levantó-. Sr. Ollivander, una última cosa, y luego le dejaremos descansar un poco. ¿Qué sabe usted sobre las Reliquias de la Muerte?-Las… ¿las qué? –preguntó el fabricante de varitas, pareciendo completamente desconcertado. -Las Reliquias de la Muerte.-Lo siento no se de lo que me está hablando. ¿Es algo que se hace con las varitas?Harry examinó la cara hundida y creyó que Ollivander no estaba actuando. No sabía nada sobre las Reliquias.-Gracias -dijo Harry-. Muchas gracias. Nos marcharemos ahora para dejarle descansar un poco. Ollivander parecía afligido.-¡Me torturó! –jadeó-. La Maldición Cruciatus… no tienen idea…-La tengo -dijo Harry-, ciertamente la tengo. Por favor descanse un poco. Gracias por contarme todo esto.Encabezó a Ron y a Hermione escaleras abajo. Harry les echó un fugaz vistazo a Bill, Fleur, Luna y Dean sentados en la mesa de la cocina, con tazas de té frente a ellos. Todos ellos alzaron la mirada hacia Harry cuando apareció en la puerta, pero simplemente les inclinó la cabeza y continuó hacia el jardín, Ron y Hermione detrás de él. Harry caminó hacia el montículo rojizo de tierra que cubría el lugar de reposo de Dobby, mientras el dolor en su cabeza se hacía más y más poderoso. Ahora era un esfuerzo enorme bloquear las visiones que se le imponían, pero sabía que debería resistir solamente un poco más. Se rendiría muy pronto, porque necesitaba saber que su teoría era correcta. Debería hacer sólo un pequeño esfuerzo más, para poder explicárselo a Ron y Hermione.-Gregorovitch tuvo la Varita de Saúco mucho tiempo atrás -dijo-. Vi al Innombrable tratando de encontrarla. Cuando la localizó, se encontró con que Gregorovitch ya no la tenía: le fue robada por Grindelwald. Cómo Grindelwald averiguó que Gregorovitch la tenía, no lo sé… pero si Gregorovitch fue tan estúpido de difundir el rumor, no pudo haber sido tan difícil.Voldemort estaba a las puertas de Hogwarts; Harry podía verlo allí de pie, y veía también la lus oscilante del pre-amanecer, acercándose más y más.-Y Grindelwald utilizó la Varita de Saúco para hacerse más poderoso. Y en la cima de su poder, cuando Dumbledore supo que era el único que podía detenerlo, se batió en duelo con Grindelwald y le ganó, tomando la Varita de Saúco.-¿Dumbledore tenía la Varita de Saúco? –dijo Ron-. Pero entonces… ¿dónde está ahora? -En Hogwarts -dijo Harry, luchando por permanecer con ellos en el borde del acantilado del jardín.-¡Pero entonces, vamos! –dijo Ron con urgencia-. ¡Harry, vamos y la obtendremos antes de que él lo haga! -Es demasiado tarde para eso -dijo Harry. No podía ayudarse a sí mismo, pero podía agarrarse la cabeza, intentado ayudar a su resistencia-. Sabe dónde está. Está allí ahora. -¡Harry! –dijo Ron furiosamente-. ¿Hace cuánto que lo sabes… por qué hemos estado perdiendo el tiempo? ¿Por qué hablaste con Griphook primero? Podíamos habernos ido… podríamos irnos todavía…-No -dijo Harry, hincándose de rodillas en la hierba-. Hermione está en lo cierto. Dumbledore no quería que la tuviera. No quería que la tomara. Quería que consiguiera los Horricruxes. -¡La varita invencible, Harry! –gimió Ron.-No, se supone que yo... se supone que destruiré los Horricruxes...Y ahora todo era frío y oscuro: El sol era apenas visible sobre el horizonte mientras planeaba sobre Snape, atravesando los jardines por encima hacia el lago.-Me reuniré en el castillo contigo en breve -dijo en voz alta y fría-. Déjame ahora.Snape se inclinó respetuosamente y rehizo el camino de regreso, la capa negra ondulando detrás de él.Harry caminaba lentamente, esperando que la figura de Snape desapareciera. No lo haría por Snape, ni por nadie más, ver a dónde iba. Pero no había luces en las ventanas del castillo, y se podía ocultar… y en un segundo se había lanzado sobre sí mismo un Encantamiento Desilusionador que lo ocultaba incluso de sus propios ojos.Y siguió andando, alrededor de la orilla del lago, asimilando los contornos del querido castillo, su primer reino, su legado…Y aquí estaba, al lado del lago, reflejada en las oscuras aguas. La tumba de mármol blanco, una mancha innecesaria en el familiar paisaje. Le hizo sentir de nuevo esa corriente de euforia controlada, ese embriagador sentido de destrucción a propósito. Alzó la vieja varita de tejo: cómo encajaría esto, sería su última gran acción. La tumba se abrió de pies a cabeza. La figura envuelta era tan larga como delgada había sido en vida. Alzó la varita otra vez.Los sudarios cayeron abiertos. La cara estaba traslúcida, pálida, hundida, todavía conservada casi perfectamente. Habían dejado las gafas en la nariz encorvada: Se sintió ridículamente divertido. Las manos de Dumbledore estaban dobladas sobre el pecho, allí yacía, agarrada entre ellas, enterrada con él.¿Se había imaginado ese viejo tonto que el mármol o la muerte protegería la varita? ¿Había creído que el Señor Oscuro se asustaría por violar su tumba? La mano arácnida bajó en picado y soltó la varita del agarre de Dumbledore, y cuando la tuvo, una lluvia de chispas voló de su punta, centelleando sobre el cadáver de su último dueño, preparada por fin para servir al nuevo amo.

Capítulo 25: La cabaña protectora

La casa de campo de Bill y Fleur se asentaba sola en una roca dando al mar, sus paredes incrustadas con conchas y cal. Era un solitario y hermoso lugar. En cualquier sitio al que Harry fuera dentro de la pequeña casa o de su jardín, podía oír el constante ir y venir del mar, como la respiración de alguna gran critatura dormida. Pasó gran parte de los siguientes días buscando excusas para escapar de la concurrida casa, un deseo incontrolable de disfrutar la vista desde arriba de las rocas, del cielo abierto y ancho, el mar vacío, y la sensación del viento frío y salado en su rostro. La enormidad de su decisión, no competir con Voldemort por la varita todavía asustaba a Harry. No podía recordar que nunca antes hubiera escogido no actuar. Estaba lleno de dudas, dudas con las que Ron no ayudaba diciendo, dondequiera que fuesen juntos:-¿Y si Dumbledore quería que trabájaramos en el símbolo en vez de conseguir la varita? ¿Y si trabajando en lo que el símbolo significaba te revelaba la importancia de conseguir las reliquias? Harry, si esa es realmente la varita de sauco, ¿Cómo demonios se supone que debemos terminar con Tú-Sabes-Quien?Harry no tenía respuestas. Hubo momentos en los que se preguntó si habia sido una completa locura no tratar de impedir que Voldemort abriera la tumba. No podía siquiera explicar satisfactoriamente por qué había decidido no hacerlo: Cada vez que intentaba reconstruir los argumentos internos que lo habían llevado a su decisión, sonaban más débiles para él.Lo extraño es que el apoyo de Hermione lo hizo sentir tan confundido como las dudas de Ron. Ahora forzado a aceptar que la varita de sauco era real, ella sostenía que era un objeto diabólico, y que la forma en que Voldemort había tomado posesión de ella era repelente, sin ninguna consideración.-Tú nunca podrías haber hecho eso, Harry –decía ella una y otra vez. -No podrías haber roto la tumba de Dumbledore.Pero la idea del cuerpo de Dumbledore asustaba a Harry mucho menos que la posibilidad de que podría haber malinterpretado las intenciones de Dumbledore mientras estaba vivo. Sintió que todavía andaba a tientas en la oscuridad; había escogido su camino, pero seguía mirando hacia atrás, preguntándose si había leído mal los signos, si no debería haber tomado otro camino.De tiempo en tiempo, la cólera contra Dumbledore se desataba en él otra vez, poderosa como las olas que se cierran de golpe contra la roca bajo la casita de campo, cólera por que Dumbledore no le hubiera explicado todo antes de morirse.-Pero, ¿Está muerto? -dijo Ron, tres días después de que hubieran llegado a la casa de campo. Harry estaba mirando fijamente hacia fuera, sobre la pared que separaba el jardín de la casa de campo de la roca, cuando Ron y Hermione lo encontraron; lamentaba que lo hubiesen hecho, no tenía ningún deseo de participar en su discusión. -Sí, lo esta. Ron, por favor, no empieces otra vez!-Mira los hechos, Hermione -dijo Ron, hablando hacia Harry, que continuaba mirando fijamente al horizonte-. El ciervo plateado. La espada. El ojo que Harry vió en el espejo... -¡Harry admite que podría haber imaginado el ojo! ¿No, Harry?-Podría haberlo hecho -dijo Harry sin mirarla.-Pero tu no piensas que lo hayas hecho, ¿verdad? -preguntó Ron.-No, no lo creo -dijo Harry.-Ahí lo tienes -dijo Ron rápidamente, antes de que Hermione pudiera terminar-. Si no fué Dumbledore, explica cómo sabía Dobby que estábamos en el sótano, Hermione.-No puedo... pero ¿Puedes explicar cómo nos lo pudo enviar Dumbledore si está metido en una tumba en Hogwarts?-¡No se, podría haber sido su fantasma! -Dumbledore no volvería como un fantasma -dijo Harry. Había pocas cosas de las que estuviera seguro ahora sobre Dumbledore, pero de eso si lo estaba-.Él habría continuado. -¿A qué te refieres con 'continuado'? -preguntó Ron, pero antes de que Harry pudiese decir más, una voz detrás de él dijo, -¿Aggy?-Fleur había salido de la casa de campo, su largo cabello plateado volando en la brisa. -'Arry, a Grip'ook le gustagía hablag contigo. 'Ezta en la habitación máz pequeña, dijo que no quegía ser escuchado pog casualidad.- Su disgusto con que el duende la enviara a entregar mensajes era clara; se ña veía irritable mientras caminaba de vuelta a la casa.Griphook les estaba esperando, como Fleur había dicho, en el más pequeño de los tres cuartos de la casa, en el que Hermione y Luna dormían por la noche. Había echado las cortinas rojas de algodón contra el luminoso y nublado cielo, lo que le daba al cuarto un resplandor ardiente que contrastaba con el resto de la aireada y luminosa casa.-He tomado mi decisión, Harry Potter -dijo el duende, que estaba sentado con las piernas cruzadas en una silla baja, golpeando los brazos con sus largos y delgados dedos-. Aunque los duendes de Gringotts considerarán esto una traición, he decidido ayudarte... -¡Eso es genial! -dijo Harry, una oleada de alivio pasó a través de él-. Griphook, gracias, nosotros le estamos realmente... -...a cambio, -dijo el duende firmemente- de un pago. Ligeramente desconcertado, Harry vaciló. -Cuánto quieres? Tengo oro. -Oro no -dijo Griphook. –Ya tengo oro. Sus ojos negros resplandecieron; no tenía blanco en los ojos. -Quiero la espada. La espada de Godric Gryffindor.El espíritu de Harry se desplomó-No puedes tener eso -dijo. -Lo siento.-Entonces -dijo el duende suavemente- tenemos un problema. -Podemos darte alguna otra cosa -dijo Ron con impaciencia- Apuesto a que Lestrange tiene montones de cosas, puedes coger tu parte una vez estemos en la cámara.Había dicho lo incorrecto. Griphook se sonrojó furioso. -¡No soy un ladrón, niño! ¡No estoy tratando de conseguir tesoros a los que no tengo derecho!- -La espada es nuestra... -No, no lo es -dijo el duende. -Somos Gryffindor, y era de Godric Gryffindor... -Y antes de que fuese de Gryffindor, ¿de quién era? -reclamó el duende, sentándose derecho. -De nadie -dijo Ron-. Fue hecha para él, ¿no?-¡No! -gritó el duende, erizándose de ira mientras apuntaba un largo dedo hacia Ron. -¡La arrogancia de los magos otra vez! ¡Esa espada fue primero de Ragnuk, al que se la robó Godric Gryffindor! ¡Es un tesoro perdido, una pieza maestra del trabajo duende! Pertenece a los duendes. ¡La espada es el precio a mis servicios, tómalo o déjalo! -Griphook les miraba fijamente. Harry miró a los otros dos, y luego dijo- Necesitamos discutir esto, Griphook, si le parece bien. ¿Podría darnos unos minutos? El duende asintió, pareciendo enfadado. Abajo, en el vacío salón, Harry caminó hacia la chimenea con el ceño fruncido, tratando de pensar en qué hacer. Detrás de él, Ron dijo, -Está bromeando. No podemos darle esa espada.-¿Es verdad? –preguntó Harry a Hermione.- ¿ Gryffindor robó la espada? -No lo sé -dijo desesperanzadamente-. La historia de los magos a menudo evita lo que estos han hecho a otras razas mágicas, pero no hay ningún informe que conozca que diga que Gryffindor robó la espada. -Será una de esas historias de duendes -dijo Ron- sobre como los magos estamos siempre tratando de terminar sobre ellos. Supongo que deberíamos sentirnos felices de que no nos haya pedido una de nuestras varitas. -Los duendes tienen buenas razones para que no les gusten los magos, Ron.- dijo Hermione. - Han sido tratados brutalmente en el pasado. -Los duendes no son exactamente pequeños conejos mullidos, ¿no? - dijo Ron-. Han matado ha muchos de los nuestros. Han peleado sucio también. -Pero discutir con Griphook sobre que raza es la más misteriosa y violenta no va a ponerlo más deseoso de ayudarnos, ¿no?Hubo una pausa mientras intentaban pensar en una solución al problema. Harry miró afuera hacia la tumba de Dobby. Luna estaba colocando lavanda de mar en un tarro de mermelada al lado de la piedra principal. -Muy bien - dijo Ron, y Harry se volvió para verlo,-¿Qué? -Le decimos a Griphook que necesitamos la espada hasta que estemos dentro de la cámara y que luego podrá tenerla. Hay una falsa dentro, ¿no? Las cambiamos, y le damos la falsa. -¡Ron, notará la diferencia mejor que nosotros!- dijo Hermione. -¡Él fue el único que notó que había habido un cambio! -Si, pero podríamos escapar antes que se de cuenta...Se acobardó ante la mirada que le echó Hermione.-Eso -dijo silenciosamente-, es despreciable. ¿Pedir su ayuda, y luego traicionarlo? ¿Y tú te preguntas por qué a los duendes no les gustan los magos, Ron?Las orejas de Ron se pusieron rojas. -¡Esta bién, esta bién! ¡Era lo único que se me ocurría! ¿Cuál es tu solución, entonces?-Necesitamos ofrecerle algo más, algo igual de valioso. -Brillante, iré y traeré una de nuestras antiguas espadas hechas por duendes y tú puedes envolverla en papel de regalo. El silencio se hizo entre ellos otra vez. Harry estaba seguro de que el duende no aceptaría nada más que la espada, aunque ellos tuvieran algo igual de valioso que ofrecerle. Pero la espada era su única, su arma indispensable contra los Horcruxes. Cerró los ojos durante un minuto o dos y escuchó la intensidad del mar. La idea de que Gryffindor hubiera robado la espada le resultaba desagradable: Siempre había estado orgulloso de ser un Gryffindor; Gryffindor había sido el campeón de los nacidos Muggle, el mago que había chocado con el amante de la sangre pura, Slytherin.... -A lo mejor está mintiendo -dijo Harry, abriendo los ojos otra vez-. Griphook. Tal vez Gryffindor no robó la espada. ¿Como sabemos que su versión de la historia es la buena?-¿Hay alguna diferencia?- preguntó Hermione. -Cambia lo que siento sobre ello - dijo Harry. Tomó un profundo respiro. -Le diremos que le daremos la espada después de que nos ayude a entrar en la cámara... pero seremos cuidadosos de evitar decirle cuando exactamente podrá tenerla. Una amplia sonrisa se extendió lentamente en la cara de Ron. Hermione, sin embargo, parecía alarmada. -Harry, no podemos... -Podrá tenerla –continuó Harry-, cuando la hallamos usado con todos los Horcruxes. Me aseguraré de que la tenga entonces. Mantendré mi palabra. -¡Pero eso podrían ser años!- dijo Hermione. -Si sé, pero él no la necesita. No estaré mintiendo... realmente. Harry encontró sus ojos con una mezcla de desafío y verguenza. Recordó las palabras que habían sido grabadas sobre la entrada de Nurmengard: POR EL BIEN MAYOR. Apartó la idea. ¿Qué opción tenían? -No me gusta -dijo Hermione. -A mí tampoco mucho -admitió Harry. -Bien, creo que es genial -dijo Ron, poniéndose de pie otra vez. -Vamos a decirselo. De vuelta en la pequeña habitación, Harry hizo la oferta, cuidando de decirlo sin dar una fecha definitiva para la entrega de la espada. Hermione miró con el ceño fruncido al piso mientras hablaba; se sintió irritado con ella, con temor de que pudiese estropearlo. Sin embargo, Griphook no tenía ojos para nadie excepto para Harry. -¿Tengo tu palabra, Harry Potter, de que me daras la espada de Gryffindor si te ayudo?- -Si -dijo Harry. -Entonces aprieta mi mano -dijo el duende, levantando su mano. Harry la tomó y sacudió. Se preguntó si esos ojos negros vieron algún recelo en los suyos. Luego Griphook lo soltó, rápidamente juntó sus manos, y dijo, -¡Entonces comenzamos!- Era como planear entrar en el ministerio de nuevo. Acordaron trabajar en la pieza más pequeña, la cual se mantenía, de acuerdo a la preferencia de Griphook, en semioscuridad.-He visitado la cámara de Lestrange sólo una vez –les dijo Griphook-. La vez que me mandaron poner dentro la falsa espada. Es una de las cámaras más antiguas. Las familias de magos más antiguas guardan sus tesoros en el nivel más bajo, donde las cámaras son más grandes y están mejor protegidas....- Permanecían callados en la alacena hecha habitación durante horas cada vez. Lentamente los días se convirtieron en semanas. Había un problema tras otro que resolver, y si eso no era suficiente, su abastecimiento de poción multijugos estaba considerablemente agotada.-En realidad sólo hay suficiente para uno de nosotros -dijo Hermione, inclinando la poción espesa como fango contra la luz de la lámpara.-Será suficiente - dijo Harry, que estaba examinando el mapa hecho a mano de Griphook de los más profundos caminos.Los otros habitantes de la casa de campo no podían evitar notar que algo estaba pasando, ahora que Harry, Ron y Hermione solo salían a las horas de las comidas. Nadie hacía preguntas, aunque Harry constantemente sentía en la mesa los ojos de Bill en los tres, pensativo, preocupado. Cuanto más tiempo pasaban juntos, más se daba cuenta Harry de que no le gustaba mucho el duende. Griphook era inesperadamente sangriento, se reía de la idea de causar dolor a criaturas menores y parecía agradarle la posibilidad de que tendrían que herir a otros magos para llegar a la cámara de los Lestrange. Harry podría asegurar que su aversión era compartida por los otros dos, pero no hablaron de ello. Necesitaban a Griphook.El duende solo comió el resto de mala gana. Incluso después de que sus piernas estuvieran bien, continuó pidiendo bandejas de comida en su cuarto, como el todavía frágil Ollivander, hasta que Bill (después de un furioso arrebato de Fleur) fue arriba a decirle que la situación no podía continuar. Después Griphook se les unió a la atestada mesa, aunque rehusó comer la misma comida, insistiendo, en cambio, en pedir trozos de carne cruda, raices, y varios tipo de hongos. Harry se sentía responsable: Era, después de todo, él quien había insistido en que el duende debería permanecer en la casa de campo para que él pudiese interrogarlo; culpa suya que toda la familia Weasley hubiese sido forzada a esconderse, que Bill, Fred, George, y el Sr. Weasley no pudiesen trabajar más.-Lo siento -le dijo a Fleur, una tempestuosa tarde de Abril mientras le ayudaba a preparar la cena. -Nunca quise que tuvieras que lidiar con todo esto.Ella acababa de poner algunos cuchillos a trabajar cortando en pedacitos filetes para Griphook y Bill, que prefería la carne sangrienta desde que había sido atacado por Greyback. Mientras los cuchillos cortaban tras ella, la expresión de su cara se suavizó. -Arry, tu zagvazte la vida de mi hegmana, yo no olvido. Eso no era, estrictamente hablando, verdad, pero Harry decidió no recordarle que Gabrielle nunca había estado en verdadero peligro. -De todaz fogmaz –continuó Fleur, señalando un pote de salsa en el fuego, que comenzó a burbujear inmediatamente- Mg. Oggivandeg ze va donde Mugiel ezta noche. Ezo hagá las cosas máz fácilez. El duende -frunció el ceño un poco al mencionarlo- puede cambiagse abajo, y tú, Ron, y Dean podéis usag eza habitación.- -No nos importa dormir en el salón -dijo Harry, que sabía lo que Griphook pensaría de tener que dormir en el sofá; mantener a Griphook feliz era esencial para sus planes. -No te preocupes por nosotros.- Y cuando ella intentó protestar se fué-Estaremos fuera de tus manos pronto, Ron, Hermione y yo. No necesitaremos estar aquí mucho más. -Pero, ¿a qué te gefieres? –dijo ella, frunciendo el ceño, su varita apuntando al fondo de la cacerola ahora suspendida en el aire.- Clago que no te debes igte, ¡estas a salvo aquí! -Se pareció más a la Sra. Weasley cuando lo dijo, y agradeció que la puerta trasera se abriese en ese momento. Luna y Dean entraron, con el cabello húmedo por la lluvia de afuera y los brazos llenos de madera que flotaba en el mar.-... y pequeñas orejas –estaba diciendo Luna-, un poco como los hippos, decía papá, pero morado y peludo. Y si quieres llamarlos, tienes que tararear; prefieren un vals, nada muy rápido... Sintiéndose incómodo, Dean encogió los hombros cuando pasó frente a Harry, siguiendo a Luna a la sala que era comedor y sala de estar donde Ron y Hermione ponían la mesa. Aprovechando la oportunidad de escapar de las preguntas de Fleur, Harry agarró dos jarros de jugo de calabaza y los siguió.-... y si alguna vez vienes a nuestra casa podré mostrarte el cuerno, papá me escribió sobre eso pero no lo he visto aún, porque los mortífagos me capturaron en el expreso de Hogwarts y no fuí a casa en navidad –estaba diciendo Luna, mientras ella y Dean avivaban el fuego. -Luna, te lo dijimos –le dijo Hermione- Ese cuerno explotó. Era de un Erumpent, no de un Snorkack de cuerno arrugado...- -No, era definitivamente un cuerno de Snorkack,- dijo Luna serenamente, -Papá me lo dijo. Lo habrá reformado ya probablemente, se curan a sí mismos, ¿sabes? Hermione sacudió su cabeza y continuó poniendo los tenedores mientras Bill aparecía, conduciendo al Sr. Ollivander por las escaleras. El creador de varitas todavía se veía excepcionalmente débil, y se aferró al brazo de Bill mientras éste lo sostenía, cargando una gran maleta. -Voy a echarle de menos, Sr. Ollivander -dijo Luna, acercándose al viejo hombre...-Y yo a tí, querida -dijo Ollivander, dándole palmaditas en el hombro-. Fuiste un inexpresable alivio para mí en ese terrible lugar. -Entonces, au revoir, Mg. Ollivandeg -dijo Fleur, besándolo en ambas mejillas- Y me pregunto si podría hacegme el favog de entregag un paquete a Muriel la tía de Bill!? No le he devuelto su tiaga. - Será un honor -dijo Ollivander con una pequeña reverencia- es lo mínimo que puedo hacer en agradecimiento a su generosa hospitalidad. Fleur sacó un gastado maletín de terciopelo, el cual abrió para mostrarselo al creador de varitas. La tiara brillaba y centelleaba a la luz de la baja lámpara colgante. -Piedras de luna y diamantes -dijo Griphook, que había llegado furtivamente al cuarto sin que Harry lo notara. -Hecha por duendes, ¿no? -Y pagada por magos -dijo Bill seriamente, y el duende le lanzó una mirada que era tanto furtiva como desafiante.Un viento fuerte golpeó contra las ventanas de la casa mientras Bill y Ollivander ingresaban a la oscuridad. El resto de ellos se puso con dificultad alrededor de la mesa; codo a codo y con apenas suficiente espacio para moverse, comenzaron a comer. El fuego crujió y pasó por la rejilla a su lado. Fleur, notó Harry, simplemente jugaba con su comida; echaba un vistazo a la ventana cada poco minutos; sin embargo, Bill regresó antes que hubiesen terminado su primer plato, con el largo pelo enredado por el viento. -Todo esta bien -le dijo a Fleur- Ollivander se instaló, mamá y papá mandan saludos. Ginny te envía todo su amor, Fred y George están sacando a Muriel de sus casillas, siguen con su negocio de pedidos mediante búhos en el cuarto trasero. Pienso que la animó tener otra vez su tiara. Dijo que pensaba que se la habíamos robado.-Ah, es charmante (encantadora) tu tía -dijo Fleur irritadamente, agitando su varita y haciendo que los platos sucios se elevaran y formaran un montón en el aire. Los cogió y salió del cuarto.-Mi padre esta haciendo una tiara -dijo con voz aguda Luna- Bueno, mas bien una corona, en realidad. Ron miró a Harry y sonrió; Harry supo que se estaba acordando del absurdo tocado que habían visto en su visita a Xenophilius. -Sí, está tratando de recrear la diadema perdida de Ravenclaw. Cree que ya ha identificado la mayoría de los elementos fundamentales. Añadir la alas billywig realmente fue un avance...Se oyó una explosión en la puerta principal. Todo el mundo se giró hacia allí. Fleur salió corriendo desde la cocina, mirando aterrorizada; Bill se levantó rápidamente, con su varita apuntando a la puerta; Harry, Ron, y Hermione hicieron lo mismo. Silenciosamente Griphook se deslizó debajo de la mesa, fuera de la vista. -¿Quién es?- dijo Bill. -Soy yo, ¡Remus John Lupin! -dijo una voz sobre el aullante viento. Harry experimentó un estremecimiento de miedo; ¿que había pasado?- Soy un hombre lobo, casado con Nymphadora Tonks, y ustedes, los guardianes secretos de la casa de campo Shell, me dijeron la dirección y me ordenaron venir en caso de emergencia.-Lupin -susurró Bill, y corrió a la puerta abriéndola. Lupin cayó sobre el umbral. Estaba pálido, abrigado con una capa de viaje, su pelo grisáceo azotado por el viento. Se enderezó, miró alrededor del cuarto, asegurandose de quien estaba allí, luego gritó fuerte, -¡Es un niño! ¡Lo hemos llamado Ted, por el padre de Dora!- Hermione chilló. -Que..? Tonks... Tonks tuvo el bebé?- -Si, si, ¡tuvo el bebé!- gritó Lupin. Todos alrededor de la mesa gritaron de placer y suspiros de alivio: Hermione y Fleur chillaron, -¡Felicidades!- y Ron dijo, -Dios, un bebé!- como si nunca hubiese escuchado eso antes. -Si... si... un niño,- dijo Lupin otra vez, que parecía aturdido por su propia felicidad. Caminó a zancadas alrededor de la mesa y abrazó a Harry; la escena en el sotano en Grimmauld parecía no haber sucedido nunca. -¿Serás su padrino?- dijo mientras miraba a Harry. -Y...¿yo?- tartamudeó Harry. -Tu, si, claro... Dora esta de acuerdo, quién mejor... -Yo... si... Dios... Harry se sintió abrumado, atónito, encantado; Bill se apuraba buscando el vino, y Fleur persuadía a Lupin para unírseles a tomar un trago. -No puedo quedarme más, debo volver,- dijo Lupin, sonriendo radiante entre ellos: Parecía varios años más joven de lo que Harry nunca lo había visto.-Gracias, gracias, Bill- Bill pronto había llenado todas sus copas, se pararon y las levantaron en alto en un brindis. -Por Teddy Remus Lupin,- dijo Lupin, -¡un gran mago en camino!- -¿Como se le ve?- Fleur preguntó. -Creo que como Dora, pero ella piensa que es como yo. Poco pelo. Parecía negro cuando nació, pero juro que cambió a jenjibre una hora después. Probablemente rubio cuando vuelva. Andrómeda dijo que el cabello de Tonks había comenzado a cambiar el día en que nació.- Vació su copa. -Oh, venga entonces, solo una más,-añadió, sonriendo radiente, mientras Bill la llenaba otra vez. El viento azotó continuamente la pequeña casa y el fuego saltó y crujió, y Bill pronto estaba abriendo otra botella de vino. Las noticias de Lupin parecían haberlos hecho salir de sí mismos, sacándolos por un rato de su estado de sitio: las noticias de una nueva vida eran estimulantes. Sólo el duende parecía impasible ante la repentina atmósfera festiva, y tras un rato se escabulló de vuelta a la habitación que ahora ocupaba solo. Harry pensó que había sido el único que lo había notado, hasta que vió los ojos de Bill siguiendo al duende escaleras arriba.-No... no... En realidad debo volver,- dijo Lupin al final, declinando otra copa de vino. Se levantó y se echó de nuevo la capa de viaje alrededor- Adios, adios...trataré de traer unas fotos en unos días... estarán todos tan felices de saber que os he visto...Se sujetó la capa y se despidió, abrazando a las mujeres y apretando las manos de los hombres, luego, todavía con una radiante sonrisa, regresó a la salvaje noche. -¡Padrino, Harry!- dijo Bill mientras caminaban a la cocina juntos, ayudando a limpiar la mesa. -¡Un verdadero honor! Felicidades! Mientras Harry ponía abajo las copas vacías que estaba trayendo, Bill cerró la puerta detrás de él, acallando las voces aún audibles de los demás, quienes continuaban con la celebración incluso con la ausencia de Lupin.-Quería tener una conversación privada, Harry. No ha sido fácil tener una oportunidad con la casa llena de gente.- dijo Bill indeciso- Harry, estas planeando algo con Griphook. Era una declaración, no una pregunta, y Harry no se molestó en negarlo. Simplemente miró a Bill, esperando. -Conozco a los duendes,- dijo Bill. -He trabajado para Gringotts desde que deje Hogwarts. Hasta el punto en que magos y duendes pueden ser amigos, tengo amigos duendes.. o, al menos, duendes que conozco bien y me agradan.- Dijo, otra vez indeciso- Harry, que quieres de Griphook, y que le prometiste en recompensa. -No puedo decirtelo -dijo Harry- Lo siento, Bill. La puerta de la cocina se abrió detrás de ellos; Fleur estaba tratando de traer más copas vacías. -Espera –le dijo Bill- Solo un momento. Ella se volvió y cerró la puerta otra vez. -Entonces tengo que decirte esto -continúo Bill- Si has cerrado cualquier clase de negocio con Griphook, y particularmente si ese negocio envuelve un tesoro, debes ser excepcionalmente cuidadoso. Las nociones de los duendes de propiedad, pagos, y reembolso no son las mismas que las humanas. Harry sintió un ligero retorcimiento de disconformidad, como si una pequeña serpiente se hubiese agitado dentro de él.-A qué te refieres?- le preguntó. -Estamos hablando de una manera diferente de ser -dijo Bill.- Los negocios entre magos y duendes han estado llenos de problemas durante siglos.. pero sabrás todo eso por la Historia de la Magia. Ha habido faltas de ambos lados, nunca alegaría que los magos han sido inocentes. Sin embargo, hay una creencia entre algunos duendes, y los de Gringotts son quizas más propensos, de que los magos no son fiables en asuntos de oro y tesoros, que no tienen respeto a las posesiones de los duendes. -Yo respeto...- Harry comenzó, pero Bill sacudió su cabeza. -Tu no entiendes, Harry, nadie puede entenderlo a menos que hayan vivido con duendes. Para un duende, el legítimo y verdadero dueño de cualquier objeto es el creador, no el comprador. Todos los objetos hechos por duendes son, a sus ojos, legítimamente suyos. -Pero fue comprado...- -...entonces ellos lo consideraran alquilado por el que pago. Ellos tienen, sin embargo, serias dificultades en aceptar la idea de objetos hechos por duendes que pasan de mago en mago. Viste la cara de Griphook cuando la tiara pasó bajo sus ojos. Lo desaprueba. Creo que piensa, como los mas violentos de su tipo, que deberían ser devueltas a los duendes una vez que el comprador original muere. Ellos consideran nuestro hábito de quedarnos con objetos hechos por duendes, pasando de mago a mago sin un mayor pago, poco más que un robo.Harry tuvo la sensasión de que algo no oportuno acababa de pasar; se preguntó si Bill adivinaba mas de lo que él le estaba diciendo. -Todo lo que estoy diciendo,- dijo Bill, poniendo su mano en la puerta que volvía a la sala de estar- es que hay que ser muy cuidadoso en lo que le prometes a los duendes, Harry. Sería menos peligroso entrar ala fuerza en Gringotts que renegar de una promesa a un duende. -Esta bien -dijo Harry mientras Bill abría la puerta- Gracias. Lo tendré en cuenta. Mientras él continuaba allí, Bill volvió con los demás. Un irónico pensamiento vino a él, sin duda del vino que había bebido. Parecía ya en proceso de convertirse en un padrino tan imprudente para Teddy Lupin como Sirius Black lo había sido para él.

Capítulo 26: Gringotts

Sus planes estaban hechos, los preparativos completos; en el dormitorio mas pequeño un solo cabello negro, largo y grueso (tomado del jersey que Hermione había estado usando en Malfoy Manor) estaba enrollado dentro de un pequeña ampolleta de cristal sobre la repisa de la chimenea.—Y estarás usando su propia varita, —dijo Harry, señalando hacia la varita de nogal—, así que considero que resultaras muy convincente.Mientras la levantaba, Hermione parecía asustada como si la varita pudiera picarla o morderla.—Odio esta cosa, —dijo en voz baja—. Realmente la odio. Se siente tan mal, no funciona bien para mí… Es como un poco de ella.Harry no podía evitar recordar como Hermione había desechado su aversión por la varita de endrino, cuando esta no funciono tan bien como la suya, insistiendo en que se estaba imaginando cosas, diciéndole que simplemente practicara. Opto por no repetirle su propio consejo, de todas formas, la víspera de su intento de asalto a Gringotts parecía el peor momento para contrariarla.—Sin embargo, tal vez te ayude a meterte en su personalidad —dijo Ron—. Piensa en todas las cosas que esa varita ha hecho.—¡Pues ese es mi punto! —Dijo Hermione—. Esta es la varita que torturo a la madre y al padre de Neville, y ¿quién sabe a cuanta gente más? ¡Esta es la varita que mató a Sirius!Harry no había pensado en eso; miro hacia la varita y fue invadido por un impulso brutal de romperla, de partirla por la mitad con la espada de Griffindor, que estaba apoyada contra la pared detrás de el.—Extraño mi varita, —dijo Hermione miserablemente—. Desearía que el Sr. Ollivander me hubiera hecho otra varita a mi también.Esa mañana el Sr. Ollivander le había enviado una nueva varita a Luna. En ese momento ella estaba afuera en el jardín trasero, probando sus capacidades bajo el sol del atardecer. Dean, que había perdido su varita con los Snatchers, estaba mirándola un tanto melancólico.Harry bajo la mirada hacia la varita de espino que alguna vez había pertenecido a Draco Malfoy. Se había sentido sorprendido, pero satisfecho al descubrir que le funcionaba por lo menos tan bien como lo había hecho la de Hermione. Recordando lo que les había dicho Ollivander de los funcionamientos secretos de las varitas, Harry creyó que sabia cual era el problema de Hermione. Al no haberla tomado personalmente de Bellatrix, no había podido ganarse la lealtad de la varita.La puerta de la habitación se abrió y Griphook entro. Por instinto, Harry se estiró para asir la empuñadura de la espada y la jalo cerca de él, pero lamento la acción inmediatamente. Podría asegurar que el gnomo lo había notado. Intentando distraer la atención sobre el bochornoso momento, dijo, —Estábamos revisando los detalles de último minuto, Griphook. Le hemos dicho a Bill y Fleur que nos vamos mañana y que no se levanten para vernos partir.Se habían mantenido firmes sobre este punto porque Hermione necesitaría trasformarse en Bellatrix antes de que se fueran, y cuanto menos supieran o sospecharan Bill y Fleur, acerca de lo que iban a hacer, mejor. También les habían explicado que no iban a regresar. Como habían perdido la vieja tienda de Perkins la noche que los Snatchers los capturaron, Bill les había prestado otra. Estaba ahora empacada dentro del bolso de cuentas, el cual, Harry quedo sorprendido al enterarse, Hermione había protegido de los Snatchers con el sencillo y oportuno hecho de esconderlo dentro de su calcetín.A pesar de que extrañaría a Bill, Fleur, Luna y Dean, sin mencionar las comodidades hogareñas que habían disfrutado por las últimas semanas, Harry estaba ansioso de escapar del confinamiento de Shell Cottage. Estaba cansado de tratar de cerciorarse que no eran escuchados por casualidad, cansado de estar encerrado en la pequeña y oscura habitación. Sobretodo, deseaba librarse de Griphook. Sin embargo, exactamente como y cuando dejaría al gnomo sin devolverle la espada de Griffindor continuaba siendo una pregunta para la cual Harry no tenia respuesta. Había sido imposible decidir como iban a hacerlo, porque el gnomo raramente dejaba solos a Harry, Ron y Hermione por más de cinco minutos seguidos. —Podría darle lecciones a mi madre, —gruño Ron—, mientras los largos dedos del gnomo continuaban apareciendo en las orillas de las puertas. Con la advertencia de Bill en mente, Harry no podía dejar de sospechar que Griphook estaba cuidándose de una posible triquiñuela. Hermione desaprobaba tan apasionadamente el engaño planeado que Harry había dejado de intentar recurrir a su inteligencia sobre la mejor forma de hacerlo. Ron, en las raras ocasiones que habían tenido la oportunidad de robar unos pocos momentos libres de Griphook, había salido con nada mejor que: Tendremos que irnos volando, colega.Harry durmió mal esa noche. Yaciendo quieto en las primeras horas, pensó de nuevo en la manera en que se había sentido la noche anterior a que se hubieran infiltrado en el Ministerio de Magia y recordó haberse sentido decidido, casi excitado. Ahora estaba experimentando sacudidas de ansiedad, dudas persistentes; no podía sacudirse el miedo de que todo fuera a ir mal. Seguía repitiéndose que su plan era bueno, que Griphook sabia a lo que se estaban enfrentando, que estaban bien preparados para todas las dificultades que podrían encontrarse, aun así se sentía inquieto. Una o dos veces escucho a Ron revolverse y estaba seguro de que también estaba despierto, pero estaban compartiendo la habitación con Dean, por lo que Harry no hablo.Fue un alivio cuando llegaron las seis en punto y pudieron escurrirse de sus bolsas de dormir, vestirse en la penumbra, y salir al jardín, donde iban a encontrarse con Hermione y Griphook. El amanecer era frío, pero ahora que estaba llegando Mayo había poco viento. Harry miro hacia las estrellas que aun brillaban tenuemente en el cielo oscuro y escucho el mar golpeando al avanzar y retirarse contra el acantilado; iba a extrañar el sonido.Pequeños brotes verdes estaban forzando su camino sobre la tierra roja de la tumba de Dobby, dentro de un año el montículo estaría cubierto de flores. La piedra blanca que tenía grabado el nombre del elfo ya había adquirido una apariencia desgastada. Ahora se daba cuenta que difícilmente podrían haber encontrado un lugar mas hermoso para que Dobby descansara, pero Harry se lleno de tristeza al pensar en dejarlo atrás. Mirando hacia la tumba, se pregunto de nuevo como había sabido el elfo a donde ir a rescatarlos. Sus dedos se movieron distraídamente hacia el pequeño bolso que colgaba de su cuello, a través del cual podía sentir el fragmento de espejo en el que había estado seguro que había visto el ojo de Dumbledore. Entonces el ruido de una puerta abriéndose le hizo mirar alrededor.Bellatrix Lestrange caminaba a zancadas sobre el césped hacia ellos, acompañada por Griphook. Mientras caminaba iba remetiendo el pequeño bolso de cuentas en el bolsillo interior del otro juego de antiguas túnicas que habían tomado de Grimmauld Place. A pesar de que Harry sabía perfectamente bien que era realmente Hermione, no pudo evitar un temblor de repudio. Era más alta que él, el cabello largo y negro le bajaba ondulado por la espalda, sus ojos claramente desdeñosos al posarse en él; pero entonces hablo, y escucho a Hermione con la voz baja de Bellatrix.—¡Ella sabe horrible, peor que gurdirraiz! De acuerdo Ron, acércate para que pueda hacerte…—Bien, pero recuerda que no me gusta la barba muy larga.—Por Dios Santo, esto no se trata de lucir bien.—No es eso, ¡se pone en medio! Pero me gustaría mi nariz una pizca mas corta, trata de hacerla igual que la vez pasada.Hermione suspiro y empezó a trabajar, refunfuñando bajo su aliento mientras transformaba algunos aspectos de la apariencia de Ron. Iba a recibir una identidad completamente falsa, y confiaban en la malévola aura de Bellatrix para protegerlo. Mientras tanto Harry y Griphook iban a estar ocultos debajo de la capa de invisibilidad.—Listo —dijo Hermione—, ¿Qué tal se ve, Harry?Era posible distinguir algo de las facciones de Ron bajo el disfraz, pero solo, pensó Harry, debido a que lo conocía tan bien. El cabello de Ron era ahora largo y ondulado; tenía barba y bigote castaños, ninguna peca, nariz chata y cejas espesas.—Bueno, no es mi tipo, pero funcionara, —dijo Harry—. ¿Nos vamos entonces?Los tres volvieron la vista hacia Shell Cottage, que lucia oscura y silenciosa bajo las tenues estrellas, después se dieron la vuelta y caminaron hacia el punto, apenas más allá de la pared divisoria, donde el encantamiento Fidelius dejaba de funcionar y podrían desaparecerse.Una vez que pasaron la puerta, Griphook hablo. —¿Creo que debería trepar ahora, Harry Potter?Harry se inclino y el gnomo se trepo en su espalda, con las manos unidas al frente de la garganta de Harry. No era pesado, pero a Harry le desagradaba la sensación del gnomo y la sorprendente fuerza con la que se aferró. Hermione sacó la capa de invisibilidad del bolso de cuentas y la lanzó sobre ambos.—Perfecto, —dijo agachándose para revisar los pies de Harry—. No puedo ver nada. Vamos.Harry se dio la vuelta sobre el terreno, con Griphook sobre sus hombros, concentrándose con todo su ser en el Caldero Chorreante, la posada que era la entrada al Callejón Diagon. El gnomo se aferró incluso mas fuerte mientras se movían en la oscuridad opresora, y segundos después los pies de Harry encontraron el pavimento y abrió los ojos en Charing Cross Road. Ajetreados muggles pasaban con la típica expresión abatida de primera hora de la mañana, bastante inconscientes de la existencia de la pequeña posada.El bar del Caldero Chorreante estaba casi desierto. Tom, el encorvado y desdentado encargado, estaba puliendo vasos de cristal detrás de la barra; un par de brujos que conversaban en murmullos en una esquina lejana echaron un vistazo hacia Hermione y se volvieron de vuelta a las sombras.—Madam Lestrange, —murmuro Tom, y cuando Hermione se detuvo brevemente inclino la cabeza servilmente.—Buenos Días, —dijo Hermione, y mientras Harry se movía lentamente a un lado, aun cargando a cuestas a Griphook bajo la capa, vio a Tom parecer sorprendido.—Demasiado amable, —susurró Harry al oído de Hermione mientras salían de la posada hacia el minúsculo patio trasero—. ¡Necesitas tratar a la gente como si fuera basura!—¡Vale, vale!Hermione sacó la varita de Bellatrix y golpeó un ladrillo de la indefinible pared que había frente a ellos. Inmediatamente los ladrillos empezaron a dar vueltas y a girar, un agujero apareció en el centro, que creció más y más amplio, formando finalmente una entrada arqueada hacia la calle estrecha adoquinada que era el callejón Diagon.Estaba en calma, apenas iba a ser hora de que las tiendas abrieran, y había muy pocos compradores. La tortuosa calle adoquinada se veía muy diferente ahora del ajetreado lugar que Harry había visitado antes de su primer año en Hogwarts, tantos años atrás. Aunque, desde su última visita, muchas tiendas habían sido clausuradas con tablones, también habían sido creados muchos establecimientos dedicados a las artes oscuras. La propia cara de Harry lo saludo desde los muchos carteles pegados sobre las ventanas, siempre titulados con las palabras INDESEABLE NUMERO UNO.Un grupo de gente andrajosa estaba sentada amontonada en los umbrales. Los escucho gimiendo a los pocos transeúntes, suplicando por oro, insistiendo en que ellos eran verdaderos magos. Un hombre tenía un vendaje ensangrentado sobre un ojo.Mientras caminaban por la calle, los mendigos vislumbraron a Hermione. Parecieron esfumarse ante ella, cubriendo sus rostros con capuchas y alejándose tan rápido como podían. Hermione los miro con curiosidad, hasta que el hombre con el vendaje sangriento avanzo, cruzándose en su camino.—Mis hijos, —grito, apuntándola. Su voz era mordaz, estridente, sonaba fuera de si—. ¿Dónde están mis hijos? ¿Qué ha hecho él con ellos? ¡Tú lo sabes, tú lo sabes!—Y… yo realmente… —balbuceo Hermione.El hombre se lanzo hacia ella, buscando su garganta. Entonces, con un estallido y una explosión de luz roja fue lanzado de vuela al suelo, inconsciente. Ron estaba parado allí, su varita aun a la vista y detrás de la barba se apreciaba su rostro conmocionado. Rostros aparecieron en las ventanas en cada lado de la calle, mientras un pequeño grupo de transeúntes de apariencia próspera recogieron sus túnicas y se separaron en apacibles trotes, apurados por abandonar la escena.Su entrada en el Callejón Diagon difícilmente podría haber sido más notoria; por un momento Harry se preguntó si tal vez no seria mejor irse ahora y tratar de idear un mejor plan. Sin embargo, antes de que se pudieran mover o consultar uno al otro, escucharon un grito detrás de ellos.—¡Pero si es Madam Lestrange!Harry giro y Griphook apretó su agarre alrededor del cuello de Harry. Un mago alto y delgado con una espesa corona de cabello gris y una nariz larga y afilada avanzaba a zancadas hacia ellos.—Es Travers, —silbo el gnomo al oído de Harry, pero en ese momento Harry no podía pensar en quien era Travers. Hermione se había enderezado hasta su altura completa y dijo con tanto desprecio como pudo reunir:—¿Y que es lo que quieres?Travers detuvo sus andares, claramente ofendido.—¡Es otro mortifago! —dijo Griphook en voz baja, y Harry se hizo a un lado para repetir la información en el oído de Hermione.—Intentaba solamente saludarte, —dijo Travers fríamente—, pero si mi presencia no es bienvenida…Ahora Harry reconoció su voz, Travers era uno de los mortifagos que habían sido convocados a la casa de Xenophilius.—No, no, para nada, Travers, —dijo Hermione rápidamente, tratando de cubrir su error—. ¿Cómo estas?—Bueno, debo confesar que estoy sorprendido de verte afuera y aquí, Bellatrix.—¿En serio? ¿Por qué? —pregunto Hermione.—Bueno, —tosió Travers—, escuche que los habitantes de Malfoy Manor estaban confinados a la casa, después de… ah… la fuga.Harry rogó para que Hermione pudiera mantener el control. Si eso era cierto y se suponía que Bellatrix no debía estar fuera en público…—El Señor Oscuro perdona a aquellos que lo sirvieron tan fielmente en el pasado, —dijo Hermione en una magnifica imitación de los modales mas despectivos de Bellatrix—. Tal vez tu credibilidad con él no es tan buena como la mía, Travers.Aunque el mortifago parecía ofendido, también parecía menos sospechoso. Miro hacia el hombre al que Ron acababa de aturdir.—¿Cómo te ofendió?—No importa, no volverá a hacerlo, —dijo Hermione fríamente.—Algunos de estos sin varita pueden ser molestos, —dijo Travers—. Mientras no hagan nada mas que mendigar no tengo objeción, pero uno de ellos realmente me pidió que abogara por su caso ante el Ministro la semana pasada. Soy un brujo, sir, soy un brujo, déjeme probárselo dijo en una representación chillona. Como si yo fuera a darle mi varita… ¿Pero la varita de quien —dijo Travers con curiosidad—, estas usando por el momento, Bellatrix? Escuche que la tuya fue…—Tengo mi varita aquí, —dijo Hermione fríamente, sosteniendo en alto la varita de Bellatrix—. No se que rumores has estado escuchando, Travers, pero lamentablemente parece que has sido mal informado.Travers pareció un poco desconcertado con esto, y entonces se volvió hacia Ron.—¿Quién es tu amigo? No lo reconozco.—Ese es Dragomir Despard, —dijo Hermione, habían decidido que un personaje extranjero ficticio era la cobertura más segura para que asumiera Ron —. Habla muy poco Ingles, pero simpatiza con las aspiraciones del Señor Oscuro. Ha viajado hasta aquí desde Transilvania para ver nuestro nuevo régimen.—¿En serio? ¿Cómo estas, Dragomir?—¿U tu? —dijo Ron, extendiéndole la mano.Travers extendió dos dedos y tomo la mano de Ron como si tuviera miedo de ensuciarse.—Entonces ¿Qué te trae a ti y a tu…ah… amigo simpatizante al Callejón Diagon tan temprano? —pregunto Travers.—Necesito visitar Gringotts, —dijo Hermione.—Ay, yo también, —dijo Travers—. ¡Oro, asqueroso oro! No podemos vivir sir él, si lo confieso, deploro la necesidad de relacionarnos con nuestros amigos de dedos largos.Harry sintió que las manos entrelazadas de Griphook, se estrechaban momentáneamente alrededor de su cuello.—¿Vamos? —dijo Travers, haciendo ademanes para que Hermione se adelantara.Hermione no tuvo más opción que avanzar junto a él y encaminarse por la calle torcida y adoquinada hacia el lugar donde el edificio, blanco como la nieve, de Gringotts se alzaba por sobre las otras pequeñas tiendas. Ron avanzó a un lado de ellos y Harry y Griphook los siguieron.Un mortífago en guardia era la última cosa que necesitaban y lo peor de todo era que con Travers emparejado al lado de quien el creía era Bellatrix, no existía manera de que Harry pudiera comunicarse con Hermione o Ron. Demasiado pronto llegaron al pie de los escalones de mármol que llevaban a las grandes puertas de bronce. Como Griphook ya les había advertido, los gnomos en librea que usualmente franqueaban la entrada habían sido reemplazados por dos magos, los cuales sostenían largas y delgadas varas doradas.—¡Ah, Probity Probes, —suspiro Travers teatralmente—, tan crudo… pero tan efectivo!Y subió los escalones, saludando a izquierda y derecha a los magos, que alzaron sus varas doradas y las pasaron arriba y abajo por su cuerpo. Las sondas, sabia Harry, detectaban hechizos de ocultamiento y objetos mágicos ocultos. Sabiendo que tenía solo segundos, Harry apunto la varita de Draco hacia cada uno de los guardias y murmuro: —Confundo —dos veces. Inadvertido por Travers, que miraba a través de las puertas de bronce hacia el recibidor interno, cada uno de los guardias dio un pequeño brinco cuando los hechizos los golpearon.El largo cabello negro de Hermione ondulo detrás de ella mientras subía los escalones.—Un momento Madam, —dijo el guardia, alzando su sonda.—¡Pero si acaba de hacer eso! —dijo Hermione con la voz dominante y arrogante de Bellatrix. Travers volteo, con las cejas alzadas. El guardia estaba confundido. Miro fijamente la sonda dorada y después a su compañero, que dijo con una voz levemente confundida, —Si, acabas de revisarlos, Marius.Hermione avanzo, con Ron a su lado, Harry y Griphook trotando invisibles detrás de ellos. Harry echo un vistazo detrás mientras cruzaban el umbral. Ambos magos se estaban rascando la cabeza.Dos gnomos estaban parados ante las puertas internas, que estaban hechas de plata y que tenían grabada la poética advertencia de un terrible castigo para potenciales ladrones. Harry la miró y le llego un repentino y punzante recuerdo: estar parado en ese mismo punto el día que cumplió once años, el mas maravilloso cumpleaños de su vida, y Hagrid parado a su lado diciendo: Como te dije, si, hay que estar loco para intentar robar aquí. Gringotts había parecido un lugar de ensueño ese día, el deposito encantado de un tesoro de oro que nunca había sabido que poseía, y ni siquiera por un instante podría haber soñado que volvería para asaltarlo… Pero en segundos estuvieron parados en el extenso vestíbulo de mármol del banco.El largo mostrador estaba atendido por gnomos sentados en altos taburetes atendiendo a los primeros clientes del día. Hermione, Ron y Travers se dirigieron hacia un viejo gnomo que estaba examinando una gruesa moneda de oro con una lente. Hermione dejo que Travers se adelantara bajo el pretexto de estar explicando las características del vestíbulo a Ron.El gnomo dejo la moneda que estaba sosteniendo a un lado, diciéndole a nadie en particular, —Leprechaun, —y después saludo a Travers, que le pasó una pequeña llave dorada, que fue examinada y devuelta a él.Hermione dio un paso adelante.—¡Madame Lestrange! —dijo el gnomo, evidentemente asustado—. ¡Vaya! ¿Cómo… como puedo ayudarla?—Quisiera entrar a mi bóveda, —dijo Hermione.El viejo gnomo pareció retroceder un poco. Harry echo un vistazo alrededor. No solamente Travers estaba expectante, mirando, sino que otros tantos gnomos habían levantado la mirada de sus labores para quedarse mirando hacia Hermione.—¿Tiene una… identificación? —pregunto el gnomo.—¿Identificación? ¡N… nunca me habían pedido identificación antes! —dijo Hermione.—¡Lo saben, —susurro Griphook al oído de Harry—, deben haber sido advertidos de que podría haber un impostor!—Con su varita será suficiente, madam, —dijo el gnomo. Extendió una mano levemente temblorosa, con un terrible estallido de entendimiento Harry supo que los gnomos de Gringotts estaban al tanto de que la varita de Bellatrix había sido robada.—¡Hazlo ahora, hazlo ahora, —susurro Griphook al oído de Harry—, la maldición Imperius!Harry alzo la varita de espino debajo de la capa, señalando hacia el viejo gnomo, y susurrando, por primera vez en su vida, —¡Imperio!Una curiosa sensación bajo por el brazo de Harry, sintió como un hormigueo, un ardor que pareció fluir desde su mente, bajo los tendones y venas conectándolo con la varita y la maldición que acababa de ser ejecutada. El gnomo tomo la varita de Bellatrix, la examino detenidamente, y entonces dijo, —¡Ah, usted tiene una varita nueva, Madam Lestrange!—¿Qué? —Dijo Hermione—. No, no, esa es mía…—¿Una nueva varita? —dijo Travers, acercándose al mostrador nuevamente; los gnomos de alrededor seguían observándolos—. Pero ¿Cómo lo conseguisteis, que fabricante de varitas utilizaste?Harry actuó sin pensar. Apuntando su varita a Travers, murmuro, —¡Imperio! —una vez más.—Oh si, ya veo, —dijo Travers, mirando hacia la varita de Bellatrix—, si, muy hermosa, y ¿esta trabajando bien? Siempre he creído que las varitas requieren un pequeño ablande, ¿no crees?Hermione parecía completamente desconcertada, pero para el enorme alivio de Harry acepto el extraño giro de los acontecimientos sin ningún comentario.El viejo gnomo detrás del mostrador batió palmas y un joven gnomo se acerco.—Necesitare los Clankers, —le dijo al gnomo, que se fue y regreso un momento mas tarde con un bolso de piel que parecía estar lleno de metal entrechocándose, y que entrego a su superior. —¡Bien, bien! Entonces, si gusta seguirme, Madam Lestrange, —dijo el viejo gnomo, bajándose de su taburete y desapareciendo de la vista—. La llevare a su bóveda.Apareció a la vuelta del extremo del mostrador, trotando felizmente hacia ellos, el contenido del bolso de piel aun resonando. Travers estaba ahora parado absolutamente quieto con la boca completamente abierta. Ron estaba llamando la atención hacia este raro fenómeno al quedarse mirando a Travers totalmente confundido.—¡Espera…Bogrod!Otro gnomo vino dándole la vuelta al mostrador.—Tenemos instrucciones, —dijo con una reverencia hacia Hermione—. Perdóneme, Madam, pero hay instrucciones especiales respecto a la bóveda Lestrange.Le susurro urgentemente al oído de Bogrod, pero el gnomo que estaba bajo la maldición Imperio lo hizo a un lado.—Estoy al tanto de las instrucciones, Madam Lestrange desea visitar su bóveda… Familia muy antigua… viejos clientes… Por aquí, por favor…Y, aun tintineando, se apresuro hacia una de las muchas puertas que conducían fuera del vestíbulo. Harry miro atrás hacia Travers, que estaba aun paralizado en el sitio luciendo anormalmente ausente, y tomo una decisión. Con un golpe de su varita hizo que Travers los acompañara, caminando mansamente en su avanzar mientras alcanzaban la puerta y pasaban al estrecho pasillo de piedra mas allá, que estaba débilmente iluminado con antorchas.—Estamos en problemas, ellos sospechan, —dijo Harry mientras la puerta se cerraba de golpe detrás de ellos y se quitaba la capa de invisibilidad. Griphook salto desde sus hombros, ni Travers ni Bogrod mostraron la mas mínima sorpresa por la repentina aparición de Harry Potter entre ellos. —Están bajo la maldición Imperio, —agrego, en respuesta a las preguntas confundidas de Hermione y Ron acerca de Travers y Bogrod, que estaban ahora allí parados luciendo perplejos. —No creo haberlo hecho lo suficientemente fuerte, No lo se…Y otro recuerdo atravesó su memoria, sobre la verdadera Bellatrix Lestrange chillándole cuando por primera vez intento usar una maldición imperdonable. ¡Tienes que sentirlas, Potter!—¿Qué hacemos? —pregunto Ron—. ¿Nos vamos ahora, cuando aun podemos?—Si es que podemos, —dijo Hermione, mirando detrás hacia la puerta del vestíbulo principal, tras la cual quien podía saber lo que estaba ocurriendo.—Hemos llegado hasta aquí, digo que continuemos, —dijo Harry.—¡Vale!, —dijo Griphook—. Entonces, necesitamos a Bogrod para controlar el carro, yo ya no tengo la autoridad. Pero no habrá lugar para el mago.Harry apunto su varita hacia Travers.—¡Imperio!El mago se dio la vuelta y camino hacia el oscuro camino con un paso elegante.—¿Qué estas obligándolo a hacer?—Esconderse, —dijo Harry mientras apuntaba su varita hacia Bogrod, que silbo y un pequeño carro apareció, saliendo de la oscuridad, acercándose por los rieles hacia ellos. Harry estaba seguro que podía escuchar gritos detrás de ellos en el vestíbulo mientras se subían, Bogrod al frente con Griphook, Harry, Ron y Hermione apretados en la parte de atrás.Con un tirón el carro se puso en marcha, ganando velocidad. Pasaron volando por un lado de Travers, que estaba retorciéndose en una grieta en la pared, entonces el carro empezó a girar y dar vueltas por los pasillos como laberintos, yendo hacia abajo todo el tiempo. Harry no podía escuchar nada por sobre el traqueteo del carro sobre las vías. Su cabello volaba detrás de el mientras se desviaban entre estalactitas, volando aun mas profundo en la tierra, pero evito echar un vistazo hacia atrás. Tal vez estaban dejando enormes huellas detrás de ellos, entre mas pensaba en ello, mas tonto le parecía haber disfrazado a Hermione como Bellatrix, haber traído con ellos la varita de Bellatrix, cuando los mortifagos sabían quien la había robado…Estaban aun mas profundo de lo que nunca Harry había penetrado en Gringotts; tomaron una curva volando y vieron frente a ellos, con segundos para evitarla, una cascada bañando los rieles. Harry escucho a Griphook gritar —¡No! —pero no frenaron. La atravesaron. El agua cubrió los ojos y la boca de Harry. No podía ver ni respirar. Entonces con un sacudida tremenda, el carro dio un tirón y todos salieron volando de el. Harry escucho al carro romperse en pedazos contra la pared del pasillo, escucho a Hermione chillar algo, y sintió que se deslizaba sobre la tierra como si no pesara nada, aterrizando sin dolor sobre el rocoso piso del pasaje.—Hechizo C... Cushioning, —farfulló Hermione, mientras Ron la ayudaba a ponerse de pie, pero para horror de Harry vio que ya no era Bellatrix; en su lugar estaba parada allí con la túnica demasiado grande, empapada y siendo completamente ella misma; Ron tenía el cabello rojo de nuevo y no tenia barba.—¡La Caída del Ladrón! —dijo Griphook, poniéndose de pie y viendo hacia atrás hacia el aguacero sobre los rieles, el cual, ahora sabía Harry, había sido más que solo agua—. ¡Se lleva todos los encantamientos, todos los ocultamientos mágicos! ¡Saben que hay impostores en Gringotts, han puesto sus defensas contra nosotros!Harry vio a Hermione revisando para ver si aun tenía el bolso de cuentas, y rápidamente metió la mano bajo la chaqueta pasa asegurarse que no había perdido la capa de invisibilidad.Después se dio la vuelta para ver a Bogrod sacudir la cabeza con desconcierto. La Caída del Ladrón parecía haberlo liberado de la maldición Imperio.—Lo necesitamos —dijo Griphook—, no podemos entrar a la bóveda sin un gnomo de Gringotts. ¡Y necesitamos los Clankers!—¡Imperio! —dijo nuevamente Harry, su voz hizo eco por el pasillo de piedra mientras sentía el pesado sentido de control que fluía del cerebro a la varita. Bogrod se sometió una vez mas a su voluntad, su expresión desconcertada cambio a una educada indiferencia, mientras Ron se apresuro a levantar el bolso de piel con las utensilios de metal.—¡Harry, creo que puedo escuchar gente acercándose! —dijo Hermione, mientras apuntaba la varita de Bellatrix hacia la cascada y gritaba: —¡Protego! —Vieron el encantamiento escudo detener el flujo del agua encantada que bajaba por el pasillo.—Bien pensado —dijo Harry—. Guíanos, Griphook.—¿Cómo vamos a salir de aquí? —pregunto Ron mientras se apresuraban dentro de la oscuridad detrás de gnomo, Bogrod que jadeaba como un perro viejo.—Preocupémonos por eso cuando tengamos que hacerlo —dijo Harry. Estaba tratando de escuchar. Pensó que podía escuchar algo cerca moviéndose alrededor—. ¿Griphook, estamos lejos?—No muy lejos, Harry Potter, no muy lejos…Y entonces dieron la vuelta a una esquina y vieron la cosa para la cual Harry se había preparado, pero que hizo que todos se detuvieran.Un gigantesco dragón estaba atado a la tierra frente a ellos, bloqueando el acceso a cuatro o cinco de las bóvedas mas profundas del lugar. Las escamas de la bestia se había vuelto pálidas y quebradizas durante su largo encarcelamiento bajo tierra, sus ojos eran rosa lechoso, ambas piernas traseras tenía pesadas esposas de donde salían cadenas que estaban soldadas a enormes clavijas enterradas profundamente en el suelo rocoso. Sus enormes alas en pico, estaban plegadas cerca de su cuerpo, de haberlas extendido habrían llenado la cámara, y cuando volvió su horrible cabeza hacia ellos, rugió con un sonido que hizo temblar la roca, abrió su boca y escupió un chorro de fuego que los hizo regresar corriendo hacia el pasillo.—Es parcialmente ciego, —jadeo Griphook—, es incluso más salvaje por eso. No obstante, tenemos lo medios para controlarlo. Ha aprendido que esperar cuando los Clakers suenan. Dénmelos.Ron le pasó el bolso a Griphook y el gnomo saco cierto número de pequeñas herramientas de metal que cuando se sacudieron hicieron un largo sonido de repique como el de diminutos martillos contra un yunque. Griphook se los paso a Bogrod que los acepto mansamente.—Saben que hay que hacer, —le dijo Griphook a Harry, Ron y Hermione—. Esperará dolor cuando escuche el sonido. Se retirara y Bogrod debe poner su palma contra la puerta de la bóveda.Dieron la vuelta a la esquina de nuevo, sacudiendo los Clankers, y el sonido hizo eco por las paredes rocosas, tan fuertemente magnificado, que el interior del cráneo de Harry pareció vibrar con la cámara. El dragón soltó otro ronco rugido, después se retiró. Harry podía verlo temblar, y mientras se acercaban mas, pudo ver las cicatrices hechas por salvajes tajos a través de su cara, y dedujo que había aprendido a temer a las espadas calientes cuando escuchaba el sonido de los Clankers.—¡Hazlo que presione la mano contra la puerta! —urgió Grinhook a Harry, que volvió su varita de nuevo hacia Bogrod. El viejo gnomo obedeció, presionando la palma contra la madera, y la puerta de la bóveda desapareció para revelar la abertura que daba a una cueva abarrotada del piso al techo con monedas de oro y copas, armaduras de plata, pieles de extrañas criaturas, algunas con largas espinas dorsales, otras con alas plegadas, pociones en frascos enjoyados, y una calavera que aun llevaba una corona.—¡Busquen rápido! —dijo Harry cuando entraron todos corriendo en la bóveda.Le había descrito la copa de Hufflepuff a Ron y Hermione, pero si era el otro Horrocrux desconocido el que residía en la bóveda, no tenia idea de cómo seria. No obstante, apenas tuvieron tiempo de echar un vistazo alrededor, antes de que escucharan un ruido amortiguado detrás de ellos. La puerta reapareció, sellándolos dentro de la bóveda, y se sumieron en la oscuridad total.—¡No importa, Bogrod será capaz de liberarnos! —dijo Griphook cuando Ron dio un grito de sorpresa—. Iluminen con sus varitas, ¿pueden? ¡Y aprisa, tenemos poco tiempo!—¡Lumus!Harry giro su varita iluminada alrededor de la bóveda. Su luz cayo sobre las gemas que brillaban, vio la falsificación de la espada de Gryffindor descansado en un estante alto entre un revoltijo de cadenas. Ron y Hermione habían iluminado sus varitas también, y estaban ahora revisando las pilas de objetos que los rodeaban.—Harry, ¿Podría ser es…? ¡Ayyyy!Hermione gritó de dolor, y Harry volvió su varita hacia ella a tiempo para ver una copa enjoyada que caía de su mano. Pero al caer, se separo, convirtiéndose en una lluvia de copas, de modo que un segundo después, con un gran estruendo, el piso estaba cubierto de copas idénticas rodando en todas direcciones, siendo imposible distinguir la original de todas las demás.—Me quemo, —gimió Hermione, chupándose los ampollados dedos.—¡Le pusieron maldiciones Germino y Flagrante! —dijo Griphook—. ¡Todo lo que toque arderá y se multiplicara, pero las copias no valen nada y si continúan tocando el tesoro eventualmente el peso del oro multiplicado nos aplastara hasta la muerte!—¡Vale, no toquen nada! —dijo Harry desesperadamente, pero mientras lo decía Ron pateo accidentalmente una de la copas caídas con el pie, y veinte copas mas explotaron en el lugar mientras Ron saltaba, parte de su zapato empezó a arder al tocar el metal caliente.—¡Quédense quietos, no se muevan! —dijo Hermione, agarrando a Ron.—¡Solo busquen alrededor! —dijo Harry—. Recuerden la copa es pequeña y de oro, tiene un tejon grabado, dos manijas, aparte vean si pueden distinguir el símbolo de Ravenclaw en cualquier parte, el águila…Dirigieron sus varitas hacia cada recoveco y grieta, dando vuelta cautelosamente por el lugar. Era imposible no chocar contra algo; Harry envió una gran cascada de Galeones falsos sobre la tierra donde se unieron con las copas, y ahora apenas había sitio para poner los pies y el brillante oro ardió caliente, por lo que la bóveda se sentía como un horno. La luz de la varita de Harry pasó por las armaduras y cascos hechos por gnomos puestos en estantes que llegaban hasta el techo; mas y mas alto levanto la luz, hasta que repentinamente encontró un objeto que hizo su corazón saltar y su mano temblar.—¡Ahí esta, ahí arriba!Ron y Hermione apuntaron sus varitas hacia ahí también, por lo que la pequeña copa dorada brilló bajo la luz de tres reflectores, la copa que había pertenecido a Helga Hufflepuff y que había pasado a posesión de Hepzibah Smith, de quien había sido robada por Tom Riddle.—¿Y como demonios vamos a llegar hasta allá arriba sin tocar nada? —pregunto Ron.—¡Accio copa! —grito Hermione, que había olvidado evidentemente en su desesperación lo que Griphook había dicho durante sus sesiones de planeación.—¡No sirve, no sirve! —gruño el gnomo.—¿Entonces que hacemos? —dijo Harry, deslumbrando al gnomo—. Si quieres la espada, Griphook, entonces tendrás que ayudarnos mas… ¡esperen! ¿Puedo tocar las cosas con la espada? —¡Hermione, pásamela!Hermione rebusco dentro de su ropa, saco el bolso de cuentas, rumiando por unos segundos, después saco la espada brillante. Harry la tomo por la empuñadura de rubíes y toco con la punta de la espada un jarrón de plata, y no se multiplico.—¿Si puedo pasar la espada por una de las manijas… pero como voy a llegar hasta allá arriba?La repisa en la que la copa reposaba estaba fuera del alcance de cualquiera de ellos, incluso de Ron, que era el mas alto. El calor del tesoro encantado se alzaba en olas, y a Harry le corría el sudor por la cara y espalda mientras luchaba por pensar en una formar de alcanzar la copa; y entonces escucho el rugido del dragón al otro lado de la puerta de la bóveda, y el sonido metálico haciéndose cada vez más fuerte.Estaban realmente atrapados ahora. No había otro camino mas que a través de la puerta, y una horda de gnomos parecían estarse aproximando por el otro lado. Harry miro hacia Ron y Hermione y vio terror en sus rostros.—Hermione, —dijo Harry, mientras el ruido crecía más—, tengo que alcanzarla, tenemos que librarnos de ella.Ella alzo su varita, la apunto hacia Harry, y susurro, —Levicorpus.Alzado en el aire por su tobillo, Harry golpeó una armadura y las replicas explotaron como si fueran cuerpos calientes, llenando el espacio reducido. Con gritos de dolor, Ron, Hermione y los dos gnomos fueron lanzados a un lado hacia otros objetos, que también empezaron a duplicarse. Medio enterrados en una marea creciente de tesoros rojo candente, lucharon y gritaron mientras Harry alcanzaba la manija de la copa de Hufflepuff, enganchándola con la espada.—¡Impervius!, —chillo Hermione en un intento de protegerse a si misma, a Ron y a los dos gnomos del metal ardiendo.Entonces el peor grito hasta ahora hizo a Harry mirar hacia abajo. Ron y Hermione estaban enterrados hasta la cintura en el tesoro, luchado para evitar que Bogrod se hundiera en la marea creciente, pero Griphook se había hundido, y nada más que las puntas de unos largos dedos quedaban a la vista.Harry alcanzo los dedos de Griphook y tiro. El ampollado gnomo emergió un poco, gritando.—¡Liberatocorpus! —grito Harry, y con un golpe el y Griphook aterrizaron en la superficie del aumentado tesoro y la espada se escapo de la mano de Harry.—¡Cogedla! —grito Harry, luchando contra el dolor del metal ardiente contra su piel, mientras Griphook se trepaba sobre sus hombros de nuevo, resuelto a evitar la masa crecida de objetos rojo candente—. ¿Dónde esta la espada? ¡Tiene la copa colgando!El estruendo al otro lado de la puerta estaba creciendo ensordecedor… era demasiado tarde.—¡Allí!Era Griphook quien la había visto y el que se lanzo a por ella, y en ese instante, Harry supo que el gnomo nunca había esperado que cumplieran su palabra. Una mano se sostuvo fuertemente a un mechón de cabello de Harry, para asegurarse de no caerse sobre el mar espeso de ardiente oro, Griphook alcanzo la empuñadura de la espada y la alzo fuera del alcance de Harry.La pequeña copa, ensartada por la manija en la hoja de la espada fue arrojada por el aire. Con el gnomo a horcajadas sobre él, Harry se zambullo y la cogió, podía sentirla escaldando su carne pero no la soltó, ni cuando incontables copas de Hufflepuff estallaron en su puño, cayendo en forma de lluvia sobre él, mientras la entrada de la bóveda se abría nuevamente, se encontró deslizándose incontrolablemente con una avalancha de oro y plata ardiente, que lo lanzo dando vueltas con Ron y Hermione hacia la cámara exterior.Apenas consciente del dolor de las quemaduras que cubrían su cuerpo, y todavía envuelto por el creciente tesoro duplicante. Harry empujo la copa dentro de su bolsillo y se estiro para recuperar la espada, pero Griphook se había ido. Deslizándose de los hombros de Harry en el momento que pudo, había corrido velozmente para esconderse entre los gnomos cercanos, blandiendo la espada y gritando, —¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Ayuda! ¡Ladrones!Desapareció en medio de la muchedumbre que avanzaba, sosteniendo dagas y que lo recibieron sin ninguna duda.Deslizándose entre el metal caliente, Harry luchó por ponerse de pie y sabia que la única salida era pasando a través de ellos.—¡Stufefy! —grito, y Ron y Hermione se le unieron, rayos de luz roja volaron hacia la multitud de gnomos, y algunos fueron derrumbados, pero otros avanzaron, y Harry vio a varios guardias magos corriendo doblando la esquina.El dragón amarrado soltó un rugido, y un chorro de fuego cayó sobre los gnomos. Los magos huyeron, dando la vuelta, de regreso por donde habían venido, y la inspiración o la locura, se apoderaron de Harry, que grito:—¡Relashio!Las esposas rotas se abrieron con una sonora explosión.—¡Por aquí! —gritó Harry, aun disparando hechizos aturdidores hacia los gnomos que avanzaban, corrió hacia el ciego dragón.—Harry… Harry… ¿Qué estas haciendo? —grito Hermione.—Levántense, trepen, vamos…El dragón no se había dado cuenta de que estaba libre, el pie de Harry encontró el dedo de su pata trasera y se impulso sobre su lomo. Las escamas eran duras como el acero, pero no pareció sentirlo. Estiro un brazo, Hermione se sujeto y trepo; Ron trepo detrás de ellos, y un segundo después el dragón se percato de que no estaba atado.Con un rugido se alzo, Harry cayó sobre sus rodillas, sujetándose a las escamas tan fuerte como pudo, mientras desplegaba las alas, derribando a los histéricos gnomos a un lado como pinos de bolos, y se elevó en el aire. Harry, Ron y Hermione, se pegaron a su lomo, rozando el techo mientras se zambullía por la abertura del pasillo, entonces los gnomos acechantes lanzaron las dagas que rebotaron contra sus flancos.—¡Nunca podremos salir, es demasiado grande! —grito Hermione, pero el dragón abrió la boca y arrojo fuego de nuevo, haciendo estallar el túnel, cuyos pisos y techos se agrietaron y destrozaron. Con fuerza pura, el dragón rasgo y lucho por abrirse camino. Los ojos de Harry estaban cerrados firmemente contra el calor y el polvo. Ensordecido por el desplome de las rocas y los rugidos del dragón, solo pudo aferrarse a su lomo, esperando salir expulsado en cualquier momento, entonces escucho a Hermione gritando, —¡Defodio!Estaba ayudando al dragón a hacer más grande el pasaje, rompiendo el techo mientras luchaba por salir hacia el aire fresco, lejos de los histéricos y ruidosos gnomos. Harry y Ron la imitaron, resquebrajando el techo con más hechizos demoledores. Salieron del lago subterráneo, y la gran bestia se arrastro, gruño y pareció detectar la sensación de libertad y el espacio abierto delante de él, y detrás de ellos quedaba el pasillo lleno con los escombros que hacía el dragón, con su cola en forma de espiga, dejando grandes montones de roca, gigantescas estalactitas fracturadas y el estruendo de los gnomos parecía estar apagándose, mientras que adelante, el fuego del dragón continuaba abriéndose paso.Y finalmente, con la fuerza combinada de sus hechizos y la fuerza bruta del dragón, se abrieron paso fuera del pasillo hacia el vestíbulo de mármol. Gnomos y magos chillaron y corrieron a buscar cobijo, y por fin el dragón tuvo espacio para extender sus alas. Dando la vuelta su cabeza con cuernos hacia el aire fresco del exterior que podía oler mas allá de la puerta, avanzo, y con Harry, Ron y Hermione aun aferrados a su lomo, forzó su paso a través de las puertas de metal, dejándolas colgando de sus bisagras, se tambaleo hacia el callejón Diagon y se lanzo hacia el cielo.

Capítulo 27: El escondrijo final


No había ningún medio de dirección; el dragón no podía ver a donde iba, y Harry sabía que si daba vuelta bruscamente o lo hacía dar de golpe un giro en el aire ellos encontrarían imposible agarrarse cola.Sin embargo, como ellos subieron más y más alto, Londres se desplegó debajo de ellos como un mapa gris-y-verde, el sentimiento aplastante de Harry era de gratitud para una fuga que había parecido imposible.
Agachado bajo el cuello de la bestia, se agarró apretado a las escamas metálicas, y la brisa fresca aliviava su piel quemada y con ampollas, las alas del dragón golpeaban el aire como las velas de un molino de viento. No sabía si por miedo o placer, pero no podía ver detrás de él
Ron siguió aferrado al cuello del dragón, y Hermione pareció sollozar. Después de cinco minutos más o menos, Harry perdió un poco de su temor de que el dragón iba a tirarlos, la intención fue coger al dragón para salir de su prisión subterranea; pero la pregunta de como y cuando ellos debían desmontarse se tornó bastante espantosa en su cabeza.
Él no tenía ni idea de cuanto tiempo podían estar los dragones en el aire sin aterrizar, ni como este dragón en particular, que apenas podría ver, localizaría un lugar bueno para dejarlos. Echaba un vistazo alrededor constantemente, imaginando que de pronto sentiría como descendía en picada.
¿Cuánto tiempo pasaría antes de que Voldemort se diera cuanta de que ellos habían entrado a la bóveda de Lestrange? ¿Cuándo notificarían los duendes de Gringotts a Bellatrix? ¿Qué tan rápido se darían cuenta de que ellos habían estado allí?.Y luego, cuándo ellos descubrieran que la copa de oro no estaba, Voldemort sabría, por fin, que ellos buscaban los Horcruxes.
El dragón pareció ansiar el frío y el aire más fresco. Éste subía regularmente cada vez más, hasta que ellos volaban por los mechones de una nube fría, y Harry apenas podía distinguir los pequeños puntos coloreados que eran coches que ciculaban dentro y fuera de la ciudad. Volaron sin cesar, sobre los campos pincelados de parches verde y marrón, sobre caminos y curvas de ríos por el paisaje de trasgos mates y brillantes
- ¿Qué esta buscando? - gritó Ron, mientras volaban hacia el norte.- No tengo idea - sintiendo un rugido nuevamente. Sus manos estaban entumecidas con el frío pero no se atrevió a soltarse para cambiar su postura.
Se había estado preguntando desde hace algún tiempo lo que ellos harían si vieran la costa bajo ellos, si el dragón se dirigiera al mar abierto; tenía frío y estaba entumecido, y no digamos desesperadamente hambriento y sediento. ¿Cuándo, se pregunto, habría sido la última vez que la bestia había comido?, Seguramente necesitaría el sustento en poco tiempo, Y ¿Qué?, si así era, tenía tres personas sumamente comestibles sentadas sobre su espalda.
El sol se escondió un poco más abajo en el cielo, que se ponía de un color añil; aún así, el dragón voló, ciudades y ciudades se deslizaban bajo ellos, su enorme sombra se veía sobre la tierra como una nube gigantesca y oscura. Cada parte de Harry le dolió con el esfuerzo de conservarse arriba del dragón.- ¿Es mi imaginación? - gritó Ron después de una extensión considerable de silencio - ¿O perdemos altura?
Harry miró abajo y vio montañas de un profundo verde y lagos, colores cobrizos en el cielo por la puesta del sol. El paisaje pareció agrandarse y más detallado, bizqueó sobre el lado del dragón, y se preguntó si esto se debía a la presencia de agua dulce por los destellos de luz del sol reflejada.
El dragón voló, pero cada vez bajaba más en grandes círculos en espiral, y se afiló en, pareció, sobre uno de los más pequeños lagos.- Digo que saltemos cuándo esté bastante bajo - Harry llamó a los demás - Directamente en el agua antes de que se de cuenta de que estamos aquí.
Estuvieron de acuerdo, Hermione muy poco y se puso a pensar que ahora podría ver el amplio vientre amarillo del dragón ondularse en la superficie del agua.
- ¡AHORA! - se deslizó sobre el lado del dragón y cayó sobre sus pies primero hacia la superficie del lago; la profundidad era mayor que lo que había creído y golpeó el agua con fuerza, sumergiéndose como una piedra y se congeló, estaba todo verde, lleno de caña.Dió patadas hacia la superficie y surgió, pudo entonces ver enormes ondulaciones emanar en círculos de los sitios donde Ron y Hermione se habían caído. El dragón no pareció haber notado nada; estaba ya a cincuenta pies de distancia, bajando en picada sobre el lago para beber con su hocico lleno de cicatrices.
Cuando Ron y Hermione surgieron, balbuceando y jadeando, de las profundidades del lago, el dragón voló sobre ellos, sus alas que golpeaban con fuerza, y aterrizó por fin sobre una orilla distante. Harry, Ron y Hermione emprendieron el camino hasta la orilla de enfrente. El lago no pareció ser profundo.
Pronto se dieron cuenta que era más costoso abrirse camino entre cañas y barro que el esfuerzo de nadar, y por fin ellos se arrojaron, empapados, y agotados, en la hierba resbaladiza.Hermione se derrumbó, tosiendo y tembló. Aunque Harry felizmente podía haberse acostado y dormir, él se tambaleó a sus pies, sacó su varita mágica, y comenzó a echar los hechizos habituales para protejerse alrededor de ellos. Cuando él había terminado, se unió con los demás.
Era la primera vez que él los había visto correctamente desde el escape de la bóveda. Tenían tantas quemaduras rojas por todas partes de sus caras y brazos, y su ropa estaba chamuscada en algunos sitios. Se estremecían cuando aplicaron la esencia de dictamo en sus muchas heridas. Hermione dio a Harry la esencia, luego sacó tres botellas de jugo de calabaza que había traído de Shell Cottage y trajes limpios, secos para todos ellos. Se cambiaron y luego tomaron un trago de zumo.- Bien, sobre todo - dijo Ron finalmente, que se miraba la piel sobre sus manos que crecía de nuevo - conseguimos el Horcrux. Aún con el inconveniente.- ninguna espada - dijo Harry entre dientes cerrados fuertemente, goteó dictamo por el agujero chamuscado entre sus vaqueros en la herida de la quemadura que tenía debajo.- Ninguna espada - Repitió Ron- Aquella pequeña costra traiciona ... - Harry tiró el Horcrux del bolsillo de la chaqueta mojada y lo había dejado sobre la hierba delante de ellos. Destelleando en el sol, y dibujó destellos mientras se bebían a tragos sus botellas de zumo.- Al menos no podemos llevarnos esto esta vez, mira, que esto de vueltas por nuestros cuellos sería un poco extraño - dijo Ron, limpiando su boca con el dorso de su mano. Hermione miró a través del lago a la orilla lejana donde el dragón todavía bebía. - ¿Qué creeis que le pasará? - preguntó ella ¿Estará bien?- Pareces Hagrid - dijo Ron - Es un dragón, Hermione, puede cuidar de sí mismo. Somos nosotros los que tenemos que preocuparnos de…- ¿Qué piensas?- Bien no sé como decir esto - dijo Ron - pero creo que ellos podrían haber notado que nosotros estuvimos en Gringotts.
Los tres comenzaron a reírse, y una vez comenzado, era difícil parar. A Harry le dolieron las costillas, sintió que estaba mal de la cabeza por el hambre, pero se puso atrás sobre la hierba bajo el cielo que enrojecía y se rió hasta que su garganta fue la materia prima.
- ¿Qué vamos a hacer? - dijo Hermione finalmente, teniendo hipo, volviendo a ser ella misma y recuperar la seriedad - ¿Él sabrá, verdad? ¡Tu-ya-sabes-quien! Sabrá que sabemos lo de los Horcruxes.- Tal vez estarán demasiado asustados para contarselo - dijo Ron con esperanza - tal vez ellos nos cubrirán - el cielo, el olor del agua de lago, el sonido de la voz de Ron fue extinguido. En la cabeza, Harry sintió como un golpe de espada.
Estaba de pie en un espacio débilmente alumbrado y un semicírculo de magos lo rodeaban, en el suelo, en sus pies se arrodilló una figura pequeña, temblorosa.
- ¿Qué has dicho? - Su voz era alta y fría, la furia y el miedo quemaban dentro de él. Lo que más había temido, pero no podía ser verdad, no veía como. El duende temblaba, incapaza de encontrarse con sus ojos.- ¡Dilo otra vez! - murmuró Voldemort. - ¡Dilo otra vez!- M - mi Lord - tartamudeó el duende, sus ojos morados amplios con el terror - m - mi Lord... Nosotros intentamos pararlos a los... Im-impostores, mi Lord .. lo tomaron, lo tomaron de la, de la cámara de Lestrange...- ¿Impostores? ¿Qué impostores? ¿Pensé que Gringotts tenía los modos de revelar impostores? ¿Quiénes era ellos?- Eran… eran ss señor los impossttt tores eran el muchacho de P de P-Potter y dos cómplices...- ¿Y lo cogieron? – dijo Voldemort, con rebeldía en su voz, apoderándose de él un miedo terrible - ¡¡Decidme!! ¿Qué fue lo que cogieron?- A. .. una pequeña c-copa de oro, mi lord - el grito de rabia, de negación lo dejó como si le hubiesen pegado. Estaba enloquecido, frenético, no podía ser verdad, era imposible, nadie lo sabía. ¿Cómo era posible que el muchacho pudiera haber descubierto su secreto?La Varita Mayor lanzó por el aire y la luz verde estalló por el espacio: el duende se arrodilló y y se volvió muerto; los magos que miraban se dispersaron, aterrorizados.
Bellatrix y Lucius Malfoy lanzaron a otros tras de ellos en su carrera hacia la puerta, una y otra vez la varita mágica escupió ráfagas verdes, y los que quedaban atrás eran asesinados, todos ellos. Por traerle estas noticias, para enterarse sobre la copa de oro. Solo entre los muertos, caminó arriba y abajo, pasaron antes de él en la visión: sus tesoros, sus salvaguardas, sus anclas a la inmortalidad, el diario fue destruido y la copa fue robada.
Lo que no estaba seguro es sí Harry sabía de los demás Horrocruxes. ¿Podría él saber, ya lo había echo antes? ¿Qué había ido más allá? ¿Estaba Dumbledore en la raíz de esto? Dumbledore, que siempre había sospechado de él; Dumbledore, muerto, dándole órdenes. Dumbledore, de quién tenía la varita mágica ahora, aún quien extendió la mano de la ignominia de muerte por el muchacho, el muchacho. ¿Pero seguramente si el muchacho había destruido cualquiera de su Horcruxes, él, Lord Voldemort, lo sabría, habría sentido? Él, el mayor mago de todos; él, el más poderoso; él, el asesino de Dumbledore y de cuantos otros hombres sin valor, anónimos. ¿Cómo podía Lord Voldemort no haberlo sabido, si él, él mismo, el más importante y precioso, había sido atacado, mutilado?
Cierto, él no había sentido nada cuando el diario había sido destruido, pero él había pensado que era porque él no tenía ningún cuerpo, era menos que un fantasma... No, seguramente, el resto estaban a salvo... Otro Horcrux debe estar intacto... Pero debe asegurarse, debe estar seguro... Repasó el espacio, dando patadas al cadáver del duende cuando pasó, y los cuadros velados y empezó a memorizar: el lago, la choza, y Hogwarts - un mínimo de tranquilidad había refrescado su rabia ahora. ¿Cómo podría el muchacho saber que él había ocultado el anillo en la choza Descarnada? Nadie alguna vez sabía que él era relacionado con el Gaunts, él había ocultado la conexión, las matanzas nunca le habían sido remontadas.
El anillo, seguramente, estaba a salvo. ¿Y cómo podía el muchacho, o alguien más, saber de la cueva o penetrar su protección? La idea del medallón siendo robado era absurda... Como para la escuela:Solamente él conocía los secretos de Hogwarts en dónde había guardado el Horcrux, porque él y solo él tenía el conocimiento de los secretos más profundos de aquel lugar...
Y estaba todavía Nagini, quién no debía permanecer cerca ahora, fue enviada para su protección... Pero estaba seguro, para estar completamente seguro, debía volver a cada uno de sus escondrijos, debía redoblar la protección alrededor de cada uno de sus Horcruxes...
Un trabajo, como la búsqueda de la Varita Mayor, que debía emprender solo... ¿Cuál debería visitar primero, cuál corría mayor parte del peligro?Una vieja inquietud parpadeada dentro de él. Dumbledore sabía su segundo nombre... Dumbledore podría haber hecho la conexión con los Gaunts... Su casa abandonada, quizás, la menos segura de sus escondrijos, era allí dónde iría primero... El lago... seguramente imposible aunque estuviera allí una posibilidad leve de que Dumbledore podría haber sabido algunas de sus fechorías pasadas, por el orfanato.Y Hogwarts ... pero él conocía su Horcrux que había en la caja fuerte; sería imposible para Potter entrar en Hogsmeade sin la detección, sin hablar de la escuela. Sin embargo, sería prudente alertar Snape al hecho que el muchacho podría tratar de entrar de nuevo en el castillo.... Para decir Snape por qué el muchacho podría volver sería tonto, desde luego; esto había sido un error grave de confiar en Bellatrix y Malfoy. ¿Su estupidez y descuido demuestran lo imprudente que había sido alguna vez al confiar en ellos?
Él visitaría la choza primero, entonces, y se llevaría a Nagini con él. Él no se separaría de la serpiente más... y cruzó de un bandazo el espacio del pasillo, y caminó hacia fuera del jardín oscuro donde la fuente jugaba; llamó a la serpiente en Parsel y ésta se deslizó hacia fuera para unirse a él como una sombra larga.... Los ojos de Harry volvieron a abrirse como él, se tiró atrás al presente.
Estaba sobre la orilla del lago en el sol poniente, y Ron y Hermione le miraban desde arriba. Juzgando por sus miradas preocupadas, y por la palpitación continuada de su cicatriz, su excursión repentina en la mente de Voldemort no había pasado inadvertido. Luchó por zafarse de ellos, el temblor, vagamente se sorprendió que estaba todavía mojado, y vio la copa con inocencia en la hierba entre él y el lago, se vio claramente los colores profundamente azul con oro en el sol decreciente.
- Él lo sabe - Su propia voz pareció extraña y baja después de los altos gritos de Voldemort – lo sabe y va a comprobar donde están los demás, y los últimos - estaba ya a sus pies – uno está en Hogwarts. Yo lo sabía. Yo lo sabía-- ¿Qué? - Ron bostezaba; Hermione se sentó, mirando preocupada.- ¿Pero qué viste? ¿Cómo lo sabes?- Yo lo vi averiguar sobre la copa, yo, yo estaba en su cabeza, en él - Harry recordó las matanzas - está seriamente enfadado, y asustado también, él no puede entender como nosotroslo lo sabíamos, y ahora se va a comprobar que los demás estén seguros, el anillo primero. Él del Hogwarts es el más seguro, porque Snape está allí, porque será muy difícil el no ser visto entrando. Pienso que él comprobará éste el último, pero todavía puede estar allí dentro de unas horas.-¿Viste en qué parte de hogwarts esta? - pregunto Ron, ahora trepando a sus pies también.- No, él se concentraba en advertirle a Snape, él no pensó exactamente dónde está.- Esperar, esperar - Hermione gritó cuando Ron llegó hasta el Horcrux y Harry sacó la Capa de Invisibilidad otra vez - solos no podemos ir, no tenemos un plan, necesitamos a…-Tenemos que irnos - dijo Harry firmemente - ¿Había estado esperando dormir, esperando con impaciencia el entrar en la nueva tienda, pero era imposible ahora – ¿Podéis imaginaros lo que va a hacer una vez se dé cuenta de que el guardapelo y el anillo ya no están? ¿Y si mueve el Horrorcruxe de Hogwarts porque dice que no es un sitio lo bastante seguro?¿Pero cómo vamos a entrar?- Iremos a Hogsmeade - dijo Harry – e intentaremos resolver lo haremos cuando veamos la protección que hay en Hogwarts. Poneros bajo la Capa, Hermione, quiero que nos mantengamos juntos esta vez.- Pero ya no cabemos- Estará oscuro, nadie va anotar nuestros pies.
El dragón había bebido todo lo que necesitó y se había elevado en el aire. Hicieron una pausa en sus preparativos para mirarlo subir más y más alto, ahora negro contra el cielo que se oscurece rápidamente, hasta que desapareció sobre una montaña cercana. Entonces Hermione anduvo adelante y tomó su lugar entre los otros dos, Harry sacó la capa y se taparon, y juntos dieron vueltas sobre el terreno en la oscuridad aplastante.
Iver dijo...
Tarde un poco en leer este libro ya que fuí engañado con Harry Potter y la Sombra de la serpiente que por cierto es malisimo, bueno para mi ya acaba esta maravillosa aventura, (que duro 10 años y 8 libros) que marco historia en mi vida por lo magnifica que fue.

Capítulo 28: El espejo perdido

Los pies de Harry tocaron la carretera. Vio la ansiadamente familiar calle principal de Hogsmeade, las fachadas oscuras de las tiendas, la línea de neblina en las montañas negras tras la aldea, la curva adelante en el camino que conducía directamente a Hogwarts, y luz que salía de las ventanas de Las Tres Escobas, y con una sacudida de la cabeza, recordó con exactitud desgarradora, como había aterrizado aquí hacia casi un año, sosteniendo a un Dumbledore desesperadamente débil; todo esto en un segundo, durante el aterrizaje…y entonces mientras relajaba su apretón sobre los brazos de Ron y Hermione, sucedió.El aire fue rasgado por un grito que sonó igual que el de Voldemort al descubrir que la copa había sido robada. Resonó en cada uno de los nervios del cuerpo de Harry, y supo que había sido causado por su aparición.Mientras miraba hacia los otros bajo de la Capa, la puerta de Las Tres Escobas se abrió de golpe y una docena de mortifagos encapuchados y enmascarados salieron a la calle, con las varitas en alto.Harry agarro la muñeca de Ron cuando éste alzó su varita. Había demasiados para correr. Incluso intentarlo revelaría su posición. Uno de los mortifagos alzó su varita, y el grito se detuvo, haciendo eco a través de las montañas distantes.—¡Accio Capa!, —rugió uno de los mortiagos.Harry aferró los pliegues, pero la Capa no hizo ningún intento por escapar. El hechizo convocador no había funcionado.—¿No estas bajo tu envoltorio, entonces, Potter? —grito el mortifago que había intentado el encantamiento, y despuéss hacia sus compañeros, —Dispersáos ahora. Esta aquí.Seis de los Mortifagos corrieron hacia ellos, Harry, Ron y Hermione retrocedieron tan rápido como fue posible hacia la calle lateral más cercana y los Mortifagos no los encontraron por milímetros. Esperaron en la oscuridad, oyendo los pasos corriendo arriba y abajo, haces de luz de las varitas de los mortifagos que buscaban volaban a lo largo de la calle.—¡Vamos sin más! —susurró Hermione—. ¡Desaparezcamos ahora!—¡Excelente idea! —dijo Ron, pero antes de que Harry pudiera responder, un mortifago grito,—¡Sabemos que estas aquí, Potter, y no hay salida posible! ¡Te encontraremos!—Estaban preparados para nosotros, —susurro Harry—. Montaron ese hechizo para que les avisara cuando vinieramos. Supongo que han hecho algo para mantenernos aquí, atraparnos…—¿Y que hay de los dementores? —habló otro Mortifago—. ¡Dadles rienda suelta, ellos los encontrarán rapidamente!—El Señor Oscuro no quiere a Potter muerto por ninguna mano que no sea la suya…—¡… los dementores no le matarán! El Señor Oscuro quiere la vida de Potter, no su alma. ¡Será más fácil de matar si ha sido Besado antes!Se produjeron muestras de conformidad. El pavor inundó a Harry, para repeler a los dementores tendrían que hacer Patronus que les descubrirían inmediatamente.—¡Vamos a tener que intentar desaparecer, Harry! —susurró Hermione.Mientras lo decía, sintió ese frió antinatural extendiéndose por la calle. La luz fue succionada del ambiente, hasta las estrellas se desvanecieron. En medio de la oscuridad, sintió a Hermione tomar y sujetar su brazo y juntos, se dieron la vuelta en el lugar.El aire por el que necesitaban moverse, parecía haberse vuelto solidó. No podían desaparecerse, los mortifagos habían realizado bien sus encantamientos. El frió penetrando mas y mas profundamente en la carne de Harry. Ron, Hermione y él retrocedieron hacia atrás por la calle lateral, andando a tientas a lo largo de la pared, intentando no hacer ruido. Entonces, a la vuelta de la esquina, deslizándose silenciosamente, llegaron los dementores, diez o más de ellos, visibles porque eran de una oscuridad más densa que sus alrededores, cubiertos con sus negras capas y con sus manos en descomposición y con pústulas. ¿Podían detectar miedo en las cercanías? Harry estaba seguro de ello. Parecían estar acercándose mas rápido ahora, con esas pesadas y ruidosas respiraciones que detestaba, probando la desesperación en el aire, acercándose…Alzó su varita. No podía, no sufriría el beso de los dementores, sin importar lo que ocurriera después. Era en Ron y Hermione en lo que pensaba mientras susurraba, —¡Expecto Patronum!El ciervo plateado surgió de su varita y embistió. Los dementores se dispersaron y se oyó un grito triunfante en alguna parte fuera de vista.—¡Es él, allá abajo, allá abajo, he visto su Patronus, era un ciervo!Los dementores se había retirado, las estrellas destellaban de nuevo y los pasos de los mortifagos se hacían mas fuertes, pero antes de que Harry en su pánico pudiera decidir que hacer, se oyó un rechinar de goznes cerca, una puerta se abrió en el lado izquierdo de la estrecha calle, y una voz áspera dijo: —¡Potter, aquí adentro, rápido!Obedecieron sin vacilación, los tres se apresuraron a través del umbral abierto.—¡Escaleras arriba, dejáos la capa puesta, manteneos en silencio! —murmuró una figura alta, pasando junto a ellos mientras salía a la calle y cerrando la puerta tras él.Harry no había tenido ni idea de donde se metían, pero ahora veía, a la luz temblorosa de una simple vela, reconoció el mugriento suelo recubierto de aserrín del bar de la posada La Cabeza de Cerdo. Corrieron detrás de la barra y a través de una segunda puerta, que conducía a una engañosa escalera de madera, que subieron tan rápido como pudieron. Las escaleras daban a una sala de estar con una alfombra raída y una pequeña chimenea, sobre la cual colgaba un retrato grande al óleo de una chica rubia que miraba hacia el cuarto con una especie
de dulzura ausente.Llegaron gritos desde las calles abajo. Aun llevando la Capa de Invisibilidad puesta, se acercaron a la mugrienta ventana y miraron hacia abajo. Su salvador, a quien Harry había reconocido como el cantinero de La Cabeza de Cerdo, era la única persona que no vestía una capucha.
—¿Qué? —bramaba hacia una de las caras encapuchadas—. ¿Qué? ¡Enviáis dementores a mi calle, yo respondo un Patronus! ¡No permitiré que se acerquen a mi! !Os lo he dicho! ¡No lo permitiré!
—Ese no era tu Patronus, —dijo un mortifago—. Era un ciervo. ¡Era el de Potter!—¡Ciervo! —gruño el cantinero, y saco su varita—. ¡Ciervo! Idiota, ¡Expecto Patronum!Algo enorme y con cuernos salió de la varia. Con la cabeza baja, embistió porHigh Street, hasta perderse de vista.—Eso no es lo que yo vi, —dijo el mortifago, aunque parecía ahora menos seguro.—Violaron el toque de queda, ya oiste el ruido, —dijo uno de sus compañeros al cantinero—. Alguien estaba afuera en la calle contra las regulaciones…—¡Si quiero dejar salir a mi gato, lo haré, y al diablo tu toque de queda!—¿Tu activaste el encantamiento aullido?—¿Y qué si lo hice? ¿Vais a llevarme a Azcaban? ¿Asesinarme por asomar la nariz fuera de mi propia puerta principal? ¡Hacedlo entonces, si queréis! Pero espero por vuestro bien que no hayais presionado vuestrass pequeñas Marcas Oscuras, convocándolo. No le va a gustar que le hagan venir aquí por mi y mi viejo gato, ¿o si?—¡No te preocupes por nosotros, —dijo uno de los mortifagos—, preocupate por ti mismo, ¡violando el toque de queda!—¿Y en donde traficaréis con pociones y venenos cuando mi bar sea clausurado? ¿Qué pasara entonces vuestra pequeña actividad suplementaria?—¿Nos estas amenazando?
—Mantengo la boca cerrada, por venís aquí, ¿o no?—¡Sigo diciendo que vi un Patronus con forma de ciervo! —grito el primer mortifago.—¿Ciervo? —rugió el cantinero—. ¡Es una cabra, idiota!—Vale, cometimos un error, —dijo el segundo mortifago—. ¡Viola el toque de queda de nuevo y no seremos tan clementes!Los mortifagos avanzaron a zancadas de vuelta hacia High Street. Hermione gimió de alivio, saliendo de debajo de la capa, y se sentó en una silla de patas bamboleantes. Harry corrió las cortinas y después retiro la capa de Ron y de sí mismo. Podían oir al cantinero abajo, ehando los cerrojos de la puerta del bar, y después subiendo las escaleras.La atención de Harry fue capturada por algo que habia en la repisa de la chimenea, un pequeño espejo rectangular, colocado de pie, justo debajo del retrato de la chica.El cantinero entró en el cuarto.—Malditos tontos, —dijo bruscamente, mirando de uno a otro—. ¿En qué estaban pensando al venir aquí?—¡Gracias! —dijo Harry—. ¡No podemos agradecerselo lo suficiente! !Salvo nuestras vidas!El cantinero gruñó. Harry se aproximó mirándole a la cara, tratando de ver mas allá del largo, fibroso y canoso pelo de la barba. Llevaba gafas. Tras los sucios cristales, los ojos eran de un azul brillante y penetrante.—¡Es su ojo el que he estado viendo en el espejo!Se hizo el silencio en la habitación. Harry y el cantinero se miraban uno a otro.—¡Usted envió a Dobby!El cantinero asintió y busco al elfo alrededor.—Pensé que estaría contigo. ¿Dónde lo dejasteis?—Está muerto, —dijo Harry—, Bellatrix Lestrange lo mató.La cara del cantinero permaneció indiferente. Después de unos momentos dijo,—Lamento oirlo. Me gustaba ese elfo.Se dio la vuelta, encendiendo lamparas con golpecitos de su varita, sin mirar a ninguno de ellos.—Usted eres Aberforth, —dijo Harry a la espalda del hombre.Él no lo confirmó ni negó, sino se agachó para encender la chimenea.—¿Cómo conseguió esto? —preguntó Harry, caminando hacia el espejo de Sirius, el gemelo del que él había roto casi dos años antes.—Se lo compré a Dung hace cosa de un año, —dijo Aberforth—. Albus me dijo lo que era. Intentaba mantener un ojo en ti.Ron jadeó.—La cierva plateada, —dijo excitadamente—. ¿Fue tambien usted?—¿De que estas hablando? —pregunto Aberforth.—¡Alguien nos envio un Patronus en forma de cierva!—Con un cerebro así, podrias ser mortifago, hijo. ¿No acabo de probar que mi Patronus es una cabra?—¡Oh, —dijo Ron—, vale… bueno, tengo hambre! —agregó a la defensiva mientras su estomago soltaba un enorme gruñido.—Iré a por comida —dijo Aberforth, y salió de la habitación, reapareciendo momentos mas tarde con una hogaza grande de pan, algo de queso, y una jarra de estaño con aguamiel, los puso sobre una pequeña mesa frente al fuego. Hambrientos, comieron y bebieron, y durante un rato solo hubo silencio, excepto por los crujidos del fuego, los golpes de las copas, y el sonido producido al masticar.
—Bien entonces, —dijo Aberforth cuando hubieron comido su ración y Harry y Ron se sentaron encorvados y somnolientos en sus sillas—. Tenemos que pensar en la mejor forma de sacaros de aquí. No puede ser de noche, ya oísteis lo que pasa si alguien se mueve en el exterior en la oscuridad. El encantamiento aullido se activa, saldrán tras vosotros como bowtruckles sobre huevos de doxy. No considero que vaya a ser capaz de hacer pasar un ciervo por una cabra una segunda vez. Esperad a que amanezca cuando el toque de queda termine, entonces os podréis poner vuestra Capa de Invisibilidad de nuevo y salir a pie. Salid directamente de Hogsmeade, hacia las montañas, y podréis desaparecer allí. Tal vez veais a Hagrid. Se ha estado escondiendo en una cueva allá arriba con Grawp desde que intentaron arrestarlo.—No nos iremos, —dijo Harry—. Tenemos entrar en Hogwarts.—No seas estúpido, chico, —dijo Aberforth.—Tenemos que hacerlo, —dijo Harry.—Lo que tenéis que hacer, —dijo Aberforth, inclinándose hacia adelante—, es iros tan lejos de aquí como podáis.—No lo entiende. No hay mucho tiempo. Tenemos que conseguir entrar en el Castillo. Dumbledore… quiero decir, su hermano, quería que nosotros…La luz de la chimenea hizo que las mugrientas gafas de Aberforth se volvieron momentáneamente opacas, de un parejo blanco brillante, y que a Harry le recordaron a los ojos ciegos de la araña gigante, Aragog.—Mi hermano Albus quería un montón de cosas, —dijo Aberforth— y la gente tenia el hábito de salir malparada mientras el llevaba a cabo sus grandes planes. Mantente alejado de ese colegio, Potter, y fuera del país si puedes. Olvida a mi hermano y sus astutas intrigas. Él se ha ido a donde ya nada de esto puede herirle, y no le debéis nada.-Usted no lo entiende -dijo Harry de nuevo.-Oh, ¿no? -dijo Aberforh con calma-. ¿Crees que no entendía a mi propio hermano? ¿Crees conocer a Albus mejor que yo?-No quería decir eso -dijo Harry, cuyo cerebro se sentía entumecido por el cansancio y el exceso de comida y vino-. Él... me dejó un trabajo.-¿De veras? -dijo Aberforth-. Un trabajo agradable, espero. ¿Cómodo? ¿Fácil? ¿La clase de cosas que esperarías que un mago niño no cualificado pudiera hacer sin abusar de sí mismo?Ron soltó una risa sombía. Hermione parecía cansada.-N-no es fácil, no -dijo Harry-. Pero tengo que...-¿Tienes? ¿Por qué? Él está muerto, ¿no? -dijo Aberforth rudamente-. ¡Lárgate, chico, antes de que le sigas! ¡Sálvate a ti mismo!-No puedo.
-¿Por qué no?-Yo... -Harry se sentía superado; no podía explicarlo, así que tomó la ofensiva en vez de eso-. Pero usted también luchó, estaba en la Orden del Fénix.-Lo estaba -dijo Aberforth-. La Orden del Fénix está acabada. Quien-tú-ya-sabes ha ganado, se acabó, quien pretenda otra cosa se engaña a sí mismo. Aquí nunca estarás a salvo, Potter, él te tiene muchas ganas. Vete al extranjero, escóndete, sálvate a tí mismo. Será mejor que te lleves a estos dos contigo. -Lanzó el pulgar hacia Ron y Hermione-. Estarán en peligro mientras vivan ahora que todo el mundo sabe que han estado ayudándote.-No pudo marcharme -dijo Harry-. Tengo un trabajo...-¡Que lo haga otro!-No puedo. Tengo que ser yo. Dumbledore lo explicó todo...-Oh, ¿lo hizo? ¿Y te lo contó todo, fue honesto contigo?Harry deseó con todo su corazón decir "Si", pero de algún modo esa sencilla palabra no llegaba a sus labios. Aberfoth pareció saber lo que estaba pensando.-Conocía a mi hermano, Potter. Aprendió secretismo en el regazo de mi madre. Secretos y mentiras, así es como crecimos, y Albus... estaba en su naturaleza.Los ojos del viejo viajaron hasta la pintura de la chica sobre el chimenea. Era, ahora que Harry se fijaba apropiadamente, la única foto de la habitación. No había ninguna foto de Albus Dumbledore, ni de nadie más.-Señor Dumbledore, -dijo Hermione bastante tímidamente-. ¿Es esa su hermana Ariana?-Si -dijo Aberfoth tensamente-. ¿Has estado leyendo a Rita Skeeter, verdad, señorita?Incluso a la luz pálida del fuego se notó claramente que Hermione se había ruborizado.-Elphias Doge nos la mencionó, -dijo Harry, intentando cubrir a Hermione.-Ese viejo imbécil, -murmuó Aberforth, tomando otro trago de aguamiel-. Creía que el sol salía y se ponía a voluntad de mi hermano, desde luego. Bueno, igual que mucha gente, incluídos vosotros tres por lo que se ve.Harry siguió callado. No quería expresar la dudas e incertidumbres que le habían carcomido durante meses. Había hecho su elección mientras cavaba la tumba e Dobby, había decidido continuar por el sinuoso y peligroso camino señalado por Albus Dumbledore, aceptar que no se le había contado todo lo que quería saber, pero simplemente confiando. No tenía ningún deseo de volver a dudar; no quería oir nada que pudiera desviarle de su propósito. Encontró la mirada de Aberforth que era tan penetrante como la de su hermano. Los brillantes ojos azules daban la misma impresión, como si estuvieran atravesando con rayos X al objeto de su escrutinio, y Harry creyó que Aberforth sabía lo que estaba pensando y le despreciaba por ello.
-El Profesor Dumbledore se preocupaba por Harry, muchísimo -dijo Hermione en voz baja.-¿De veras? -dijo Aberforth-. Es curioso como muchas de las personas a las que apreciaba tanto mi hermano han terminado en peor estado que si les hubiera dejado en paz.-¿Qué quiere decir? -preguntó Hermione sin respiración.-No importa, -dijo Aberforth.-¡Pero eso es algo realmente serio para decir! -dijo Hermione-. ¿Está hablando de su hermana?Aberforth la miró fijamente. Sus labios se movían como si estuviera mordiendo las palabras para contenerlas. Entonces rompió a hablar.-Cuando mi hermana tenía seis años, fue atacada, por tres chicos muggles. La habían visto hacer magia, espiando a través del seto del jardín trasero. Era una niña, no podía controlarlo, ninguna bruja o mago puede a esa edad. Lo que vieron, les asustó, supongo. Se abrieron paso a través del seto, y cuando ella no les mostró el truco, fueron un poco lejos intentando detener lo que la pequeña mostruito hacía.Los ojos de Hermione estaban enormes a la luz del fuego. Ron parecía ligeramente enfermo.Aberforth se puso en pie, tan alto como Albus, y repentinamente terrible en su furia y la intensidad de su dolor.-Eso la destruyó, lo que le hicieron. Nunca volvió a estar bien. No utilizaba la magia, pero no podía librarse de ella; la interiorizó y eso la volvió loca, explotaba cuando ya no podía controlarla más, y a veces era extraña y peligrosa. Pero principalmente era dulce, asustadiza e inofensiva.-Y mi padre fue a por los bastardos que lo hicieron, -dijo Aberfoth-, y les atacó. Y le encerraron en Azkaban por ello. Nunca dijo por qué lo había hecho, porque si el Ministerio hubiera sabido en qué se había convertido Ariana, la habrían encerrado en St Mungo por su bien. La hubieran visto como una seria amenaza contra el Estatuto Internacional de Secreto, desequilibrada como estaba, con la magia explotando de ella por momentos cuando no podía contenerla más.-Nosotros la mantuvimos a salvo y tranquila. Nos mudamos de casa, pero eso hizo que enfermara, y mi madre se ocupaba de ella, e intentaba manterla tranquila y feliz.-Ella era su favorita, -dijo él, y mientras lo decía, un escolar desaliñado pareció surgir a través de mugrienta y enredada barba-. No Albus, que siempre estaba en su dormitorio cuando estaba en casa, leyendo sus libros y contando sus premios, manteniendo correspondencia con "los más notables nombres mágicos de la actualidad" -gruñó Aberforth-. No quería molestarse con ella. A ella le gustaba más yo. Yo podía llevarle la comida cuando no podía mi madre, la calmaba cuando tenía uno de sus ataques de rabia, y cuando estaba tranquila, solía ayudarme a alimentar a las cabras.-Entonces, cuando tenía catorce años... Veréis, yo no estaba allí -dijo Aberfoth-. Si hubiera estado allí, podría haberla calmado. Tuvo una de sus rabietas, y mi madre ya no era tan joven como antes, y... fue un accidente. Ariana no pudo controlarlo. Pero mi madre murió.Harry sintió una horrible mezcla de pena y repulsión, no quería oír nada más, pero Aberfoth siguió hablando, y Harry se preguntó cuanto hacía que no hablaba de esto; de hecho, si alguna vez había hablado de ello.-Así que eso dio al traste con el viaje de Albus alrededor del mundo con el pequeño Doge. Los dos volvieron a casa para el funeral de mi madre y después Doge se fue por su cuenta, y Albus se quedó como cabeza de familia. ¡Ja!Aberforth escupió en el fuego.-Yo me habría ocupado de ella, así se lo dije, no me importaba la escuela. Me hubiera quedado en casa y lo hubiera hecho. Él me dijo que tenía que terminar mi educación y que él ocuparía el lugar de mi madre. Un poco bajo para el Señor Brillante, no había ningún logro en ocuparse de tu hermana medio loca y evitar que volara la casa un día si y otro también. Pero lo hizo muy bien durante unas semanas... hasta que llegó él.
Y ahora una mirada positivamente peligrosa se arrastró hasta la cara de Aberforth.-Grindelwald. Y al fin mi hermano tenía un igual con el que hablar, alguien tan brillante y talentoso como él. Y ocuparse de Ariana pasó a ocupar un lugar secundario, mientras tramaban sus planes para un Nuevo Orden Mágico y buscaban Reliquias, y lo que fuera en lo que estaban interesados. Grandes planes en beneficio de toda la raza mágica, ¿y si se era negligente en el cuidado de una jovencia, que importaba, cuando Albus estaba trabajando por el bien mayor?-Pero después de unas semanas, yo ya había tenido suficiente. Casi me había llegado el momento de volver a Hogwarts, así se lo dije, a los dos, cara a cara, como os lo estoy diciendo ahora, -y Aberfoth bajó la mirada hasta Harry, y requirió poca imaginación verle como un adolescente, tieso y enfadado, enfrentando a su hermano mayor-. Le dije, será mejor que despiertes ahora. No puedes moverla, no en su estado, no puedes llevártela contigo adonde quiera que estés planeando ir cuando estás haciendo tus astutos discursos, intentando reunir seguidores. No le gustó eso, -dijo Aberforth y sus ojos se opacaron brevemente por la luz del fuego sobre los cristales de las gafas. Se volvió blanco y ciego de nuevo-. A Grindelwald no le gustó en absoluto. Se enfadó. Me dijo que era un estúpido muchachito, intentando interponerme en el camino de mi brillante hermano... ¿Es que yo no entendía que mi pobre hermana tendría que permanecer oculta, una vez ellos cambiaran el mundo, y lideraran a los magos abandonando el ocultamiento, y enseñaran a los muggles cual era su lugar?-Y hubo una discusión... y yo saqué mi varita, y él la suya, y me encontré sufriendo una Maldición Cruciatus a manos del mejor amigo de mi hermano... y Albus estaba intentando detenerle, y entonces los tres nos ensarzamos en un duelo, y los destellos de luces y los ruidos la atrayeron, no pudo quedarse...El color desapareció de la cara de Aberfoth, como si hubiera sufrido una herida mortal.-... y creo que quería ayudar, pero en realidad no sabía qué estaba haciendo, y no sé cual de nosotros lo hizo, pudo haber sido cualquiera... y estaba muerta.Su voz se rompió en la última palabra y se dejó caer en la silla más cercana.La cara de Hermione estaba bañada en lágrimas, y Ron estaba casi tan pálido como Aberfoth. Harry no sentía nada más que repulsión. Deseó no haberlo oído, deseó poder limpiarlo de su mente.-Yo... lo.. lo siento mucho, -susuró Hermione.-Desaparecida -graznó Aberfoth-. Desaparecida para siempre.Se limpió la nariz con la manga y se aclaró la garganta.-Por supuesto, Grindelwald puso pies en polvorosa. Ya tenía un historial, allá en su país, y no quería que Arianna se sumara a su cuenta también. Y Albus estaba libre, ¿verdad? Libre de la carga de su hermana, libre para convertirse en el más grande de los magos de...-Nunca fue libre -dijo Harry.-¿Perdón? -dijo Aberforth.-Nunca -dijo Harry-. La noche en que su hermano murió, bebió una poción que le volvió loco. Empezó a gritar, suplicando a alguien que no estaba allí-. No les hagas daño, por favor... házmelo a mí.Ron y Hermione miraban fijamente a Harry. Nunca había entrado en detalles sobre lo que había ocurrido en la isla del lago. Los eventos que habían tenido lugar después de que él y Dumbledore volvieran a Hogwarts lo habían eclipsado concienzudamente.-Creyó estar de vuelta allí con usted y con Gridelwald, lo sé -dijo Harry, recordando a Dumbledor susurrando y suplicando-. Creyó estar viendo como Grindelwald les hacía daño a usted y a Ariana... Fue una tortura para él. Si le hubiera visto entonces, no diría que era libre.Aberfoth parecía perdido en la contemplación de sus propias manos nudosas y venosas. Después de una larga pausa dijo,-¿Cómo puedes estar seguro, Potter, de que mi hermano no estaba más interesado en el bien mayor que en ti? ¿Cómo puedes estar seguro de que no eres prescindible, como mi hermanita?Un afilado trozo de hielo atravesó el corazón de Harry.-Yo no lo creo. Dumbledore quería a Harry, -dijo Hermione.-¿Por qué no le dijo que se ocultara entonces? -disparó Aberforth. ¿Por qué no le dijo "Cuida de ti mismo, así es como sobrevivirás"?-¡Porque, -dijo Harry antes de que Hermione pudiera responder-, algunas veces tienes que pensar en algo más que en tu propia seguridad! ¡Algunas veces tienes que pensan en el bien mayor! ¡Esto es una guerra!-¡Tienes diecisiete años, chico!-¡Soy mayor de edad, y voy a seguir luchando incluso si usted se ha rendido!-¿Quién dice que me haya rendido?-La Orden del Fénix está acabada, -repitió Harry-. Quien-tu-ya-sabes ha ganado, se acabó, y cualquiera que finja lo contrario se engaña a sí mismo.-¡No dije que me gustara, pero es la verdad!-No, no lo es -dijo Harry-. Su hermano sabía cómo terminar con Quien-usted-ya-sabe y me pasó a mí el conocimiento. Voy a seguir adelante hasta que tenga éxito... o muera. No crea que no sé como podría terminar esto. Lo sé desde hace años.Esperó a que Aberfoth se quejara o discutiera, pero no lo hizo. Simplemente se movió.-Tenemos que entrar en Hogwarts -dijo de nuevo Harry-. Si no puede ayudarnos, esperaremos hasta que sea de día, le dejaremos en paz, e intentaremos encontrar una forma de entrar por nuestra cuenta. Si puede ayudarnos... bueno, sería un gran momento para mencionarlo.Aberforth permaneció pegado a su silla, mirando a Harry a los ojos, con esos ojos que se parecían tan extraordinariamente a los de su hermano. Al fin se aclaró la garganta, se puso en pie, rodeó la mesa, y se aproximó al retrato de Ariana.-Ya sabes qué hacer -dijo él.Ella sonrió, se giró, y salió, no como hacia normalmente la gente por el costado de sus marcos, sino a lo largo de lo que parecía un largo túnel pintado tras ella. Observaron su pálida figura retraerse hasta que finalmente fue tragada por la oscuridad.-Er... ¿qué...? -empezó Ron.-Ahora hay solo un camino -dijo Aberforth-. Debéis saber que todos los pasadizos secretos han sido tapiados por los dos extremos, hay dementores alrededor de los muros exteriores, y patrullas regulares dentro de la escuela por lo que mis fuentes me dicen. El lugar nunca ha estado tan bien guardado. Cómo esperáis hacer algo una vez consigáis entrar, con Snape al cargo y los Carros en sus puestos... bueno, eso es cosa vuestra, ¿no? Os digo que os preparéis a morir.-¿Pero qué...? -dijo Hermione, frunciendo el ceño a la pintura de Ariana.Un diminuto punto blanco reaparecía al final del tunel de la pintura, y ahora Ariana volvía hacia ellos, haciéndose más y más grande mientras llegaba. Pero había alguien más con ella ahora, alguien más alto que ella, que avanzaba cogeando, con aspecto excitado. Llevaba el pelo más largo de lo que Harry le había visto nunca. Estaba pálido y agotado. La dos figuras se hicieron más y más grandes, hasta que solo sus cabezas y hombros llenaron el retrato.Entonces toda la cosa se separó de la pared como si fuera una pequeña puerta, y la entrada a un auténtico tunel se reveló. Y de él, con su pelo demasiado largo, la cara cortada, la túnica desgarrada, surgió trepando el auténtico Neville Longbotton, que soltó un rugido de alegría, saltó de la chimenea y gritó.-¡Sabía que volverías! ¡Lo sabía, Harry!

Capítulo 29: La diadema perdida

-Neville, pero que demo- ¿como es que?-
Pero Neville había visto a Ron y Hermione, y con gritos de felicidad los estaba abrazando. Mientras más tiempo Harry miraba a Neville, mas se daba cuenta de lo mal que lucia. Uno de sus ojos estaba hinchado, morado, había profundas heridas en su cara, y su aspecto general indicaba que había sobrevivido por suficiente tiempo. Sin embargo, su semblante brillaba con alegría, mientras soltaba a Hermione y decía, -¡sabia que vendrían! ¡Siempre se lo repetía a Seamus, era solo cuestión de tiempo!-
-Neville, ¿que te sucedió?-
-¿Que?, ¿Esto?- Neville sacudio la cabeza disminuyendo la importancia de sus heridas. – Esto no es nada, Seamus esta peor. Ya se enteraran. ¿Me acompañan? Oh,- se volteo hacia Aberforth, -Ab, puede ser que vengan mas personas en camino-.
-¿Unas cuantas mas?- repitió Aberforth siniestramente. -a que te refieres, con unas cuantas mas, Longbottom? ¡Hay toque de queda y un hechizo confundidor en toda la villa!-
-Ya lo se, es por eso que estarán Apareciendo directamente en el bar.,- dijo Neville.
-Solo mándalos por el pasaje secreto cuando lleguen, ¿esta bien?-
Neville le tendió la mano a Hermione para ayudarla a subir por la chimenea y después dentro del túnel; después fue el turno de Ron, entonces fue el turno de Neville. Harry se dirigió hacia Aberforth. -No se como agradecértelo. Has salvado nuestras vidas dos veces.-
-Cuídalos mucho a todos-, dijo Aberforth bruscamente. -puede que no los pueda salvar en una tercera ocasión.-
Harry trepo por la chimenea, y luego se introdujo por el agujero que estaba detrás del cuadro de Ariana. Había escalones lisos del otro lado, parecía como si el pasadizo hubiese estado ahí por años. Lámparas de latón colgaban de los muros, y el piso de tierra estaba desgastado, mientras pasaban, sus sombras ondulantes se proyectaban en la pared.
-¿Por cuanto tiempo ha estado esto aquí?- pregunto Ron mientras andaban. -¿Este camino no aparece en el mapa del Merodeador, o si Harry? Yo creí que solo había siete caminos secretos que entraban y salían de la escuela.-
-Ellos sellaron todos y cada uno de esos caminos antes de que empezáramos el curso-, dijo Neville. -ya no hay oportunidad de usarlos, no con todos los embrujos en las entradas y los mortífagos y dementores custodiando las salidas.- Neville había empezado a caminar hacia atrás, mirando. -nunca creo todas… todas esas cosas. Es cierto que irrumpieron en Gringotts? ¿Que escaparon en un dragón? ¡Esta en todos lados, todo el mundo esta hablando de eso, Terry Boot incluso fue apaleado por Carrow por estar comentándolo en el gran comedor!-
-Bueno, pues todo es verdad,- dijo Harry
Neville se rió con ganas.
-¿Que hicieron con el dragón?-
-Lo dejamos libre- dijo Ron, -Hermione quería conservarlo como mascota-
No exageres Ron--
-Y después, ¿que estuvieron haciendo? La gente decía que estaban escondidos, Harry, pero yo no lo creo, yo creo que estaban haciendo o planeando algo.-
-Estas en lo correcto Neville,- dijo Harry, -pero cuéntanos sobre Hogwarts, que no sabemos nada de lo que ha ocurrido ahí.-
-Pues ha estado… Bueno, no es como el Hogwarts de antes,- dijo Neville, la sonrisa se desvanecía de su rostro mientras hablaba. -¿Saben algo acerca de los Carrow?-
-¿Esos dos mortífagos que dan clases?-
-Pues ellos hacen algo más que solo enseñar,- dijo Neville. -Ellos están a cargo de la disciplina, a ellos le encanta castigar-.
-¿Como a la vieja Umbrigde?-
-No, ella parece una santa si la comparas con ellos. Se supone que los de más profesores nos deben llevar con los Carrow si hacemos algo indebido. Ellos no lo hacen, si es que pueden evitarlo. Se puede decir que los odiamos tanto como ellos a nosotros.-
-Amycus, el viejo, el imparte lo que antes conociamos como: Defensa Contra las Artes oscuras, solo que ahora no hace mas que enseñar Artes oscuras. Se supone que practiquemos la Maldición Cruciatas en aquellos que están en detención--
-¡Que!-
Harry, Ron y Hermione corearon y su eco se perdió en el pasadizo.
-Así es- dijo Neville. -Así fue como me gane esta- indicando una particularmente gran herida en su mejilla, -Me negué a hacerlo. Sin embargo hay personas a las que les encanta, por ejemplo Crabbe y Goyle. Es la primera vez que sacan buenas calificaciones en una materia.-
-Alecto, la hermana de Amycus, enseña Estudios Muggle, que ahora es una asignatura obligatoria. Nos sentamos y tenemos que escuchar como es que los Muggle, son como animales, estúpidos y sucios, y como es que ellos obligaron a los magos a actuar en su contra, y que ahora el orden natural se ha restablecido. De esa manera me gane esta.- Apuntando hacia otra herida en su cara, -Por preguntar cuanta sangre muggle tenían ella y su hermano.-
-Cielos, Neville,- dijo Ron, -¿Que nadie te dijo que había momentos en los que era bueno mantener la boca cerrada?-
-Es que tú nunca la viste,- dijo Neville, Tú tampoco te hubieras podido contener. Además mi punto es que simpre en bueno que alguien se oponga a esas ideas. Le da esperanza a todo el mundo. Y me di cuenta de eso cuando tú lo hiciste Harry.-
-Pero ellos te usan como su afilador- dijo Ron, mientras pasaban al lado de una lámpara y la luz resaltaba las heridas de Neville.
Neville se encogió de hombros.
-No importa- Ellos no quieren derramar mucha sangre limpia, así que solo nos torturan un poco si hablamos de más. Pero siempre se aseguran de no matarnos.
Harry no sabia que era peor, las cosas que Neville les estaba contando o el tono en que lo hacia.
-Las únicas personas que están en verdadero peligro, son huellas cuyos amigos o familiares les dan problemas. Ellos son llevados prisioneros. El viejo Xeno Lovegood estaba escribiendo de mas en El Quibbler, entonces vinieron y se llevaron a Luna del tren, cunando regresábamos de las fiestas Navideñas.-
-Neville, ella se encuentra bien, la mandamos hacia….-
-Si, ya lo se, ella se las arreglo para mandarme una mensaje.-
De su bolsillo saco una moneda dorada, y Harry la reconoció como uno de los falsos galeones que usaba el Ejército de Dumbledore para comunicarse.
-Estos nos han servido de maravilla-, dijo Neville mirando a Hermione. -Los Carrow se han roto la cabeza tratando de averiguar como es que nos comunicamos. Solíamos salir por la noche y rayar las paredes con cosas como: El Ejército de Dumbledore todavía esta reclutando, eso volvía loco a Snape.-
-¿Ustedes solían?- dijo Harry, que se había dado cuenta de la forma en lo que Neville lo había dicho.
-Bueno pues con el tiempo se fue complicando- dijo Neville. -perdimos a Luna por la Navidad, y Ginny nunca regreso después de las Pascuas, y pues como nosotros tres eran los lideres. Pues los Carrow no tardaron en darse cuenta de que era yo el que estaba detrás de todo, así que empezaron a hacerme la vida mas difícil, y entonces Michael Corner fue atrapado mientras trataba de liberar a uno de primer año, lo encadenaron, y lo torturaron, y pues eso asusto a la mayoría.-
-No estas hablando en serio- murmuro Ron, mientras que el pasadizo empezaba a subir.
-Pues es que no podía obligar a los demás después de lo que le hicieron a Michael, así que dejamos de hacer ese tipo de cosas. Pero un seguimos peleando, al menos no tan notoriamente, bueno al menos hasta hace un par de semanas, ya que decidieron que solo había una manera de detenerme, y pues, fueron por mi abuela.-
-¿Ellos hicieron que?- dijeron Harry, Ron y Hermione al mismo tiempo.
-Pues si- dijo Neville, jadeando un poco, ya que el pasaje se inclinaba mas y mas, -Bueno, se pueden dar de cuenta de forma de pensar. Les había dado tan buenos resultados, eso de estar raptado niños para que los familiares se comportasen. Supongo que solo era cuestión de tiempo antes de que optaran por ese plan. La cosa es…- Neville se volteo, y Harry estaba sorprendido de verlo sonreír, -Que ellos trataron de morder algo mas grande de lo que podían tragar. Una pequeña vieja bruja que vivía sola, seguramente pesaron que no era necesario mandar a alguien poderoso. De todas formas,- Neville se carcajeo, -Dawlish esta todavía en St. Mungo y la abuela se dio a la fuga. Ella me mando una carta.- Neville se llevo la mano a la bolsa del pecho en su túnica, -Diciendo que estaba orgullosa de mi, que era el hijo de mis padres y que siguiera así.-
-genial- dijo Ron
-Así es- dijo Neville alegremente. -El único problema fue que, al darse cuenta de que no tenían nada mas para poder controlarme, decidieron que no era bueno que siguiera en Hogwarts, no se si ellos planeaban matarme o mandarme a Azkaban, de cualquier forma, supe que era tiempo de desaparecer.-
-Pero,- dijo Ron, claramente confundido, -Que no, que no estamos yendo hacia Hogwarts?-
-Claro,- dijo Neville. -Verán, ya llegamos-
-Ellos giraron en una esquina, y enfrente de ellos se encontraba el final del pasadizo. Otra pequeña serie de escaleras terminaba en una puerta igual a la que se encontraba detrás del cuadro de Ariana. Neville la empujo un poco y trepo por ella. Mientras Harry trepaba oyó o Neville hablar a gente que no podía ver.
-¡Mira, nada mas quien es! ¿No te lo había dicho?-
-Mientas Harry emergía en el cuarto se escucharon muchos gritos y exclamaciones. -¡HARRY!-, ¡es potter!, ¡Es POTTER!-, ¡Ron!, ¡Hermione!
Harry estaba confundido, le resultaba extraño el patrón de colores, de las lámparas y las caras. Al siguiente momento, el, Ron y Hermione, fueron abrazados, golpeados afectuosamente en la espalda, jalados del cabello, sus manos fueron saludadas, por lo que parecían ser mas de veinte personas. Parecía como si hubiesen ganado la final del torneo de Quidditch.
-Esta bien, esta bien, ¡calma todo el mundo!- Neville ordeno, y mientras la multitud se replegaba, Harry tuvo la oportunidad de revisar el lugar donde se encontraban.
El no pudo reconocerlo del todo. Era enorme y se parecía al interior de una suntuosa casa del árbol o quizás a la cabina de un barco. Hamacas de colores colgaban del techo y del balcón que recorría las paredes sin ventanas de madera negra, los cuales estaban cubiertos de carteles. Harry pudo ver al león dorado de Gryffindor, que estaba sobre un fondo escarlata, el tejon negro de Hufflepuff, sobre un fondo amarillo, y el águila de bronce perteneciente a Ravenclaw, sobre azul. La combinación plata y verde de Slytherin estaba ausente. Ahí había libreros repletos, unas cuantas escobas apoyadas contra la pared, y en la esquina, una radio de madera de gran tamaño.
-¿Donde estamos?-
En el Cuarto del Requerimiento, ¡por supuesto!- dijo Neville. -Esta más grande, ¿no creen?- Los Carrow estaban detrás de mí, y sabía que solo tenía un lugar para esconderme: así que me las arregle para pasar por la puerta y esto fue lo que encontré. Bueno no estaba así cuando llegue por primera vez, era mucho mas pequeño cuando llegue, solo tenía una hamaca y adornos de Gryffindor. Pero se expandió conforme llegaban mas y mas miembros del ED,-
-¿Y los Carrow no pueden entrar?- pregunto Harry, mirando hacia la puerta.
-No- dijo Seamus Finnigan, A quien Harry no había reconocido hasta que hablo: La cara de Seamus tenía contusiones y estaba hinchada. -Es el escondite perfecto, mientras uno de nosotros se quede aquí, ellos no nos pueden entrar, ya que la puerta no se abre... Y todo gracias a Neville. Este cuarto lo tiene todo. Solo tienes que pedir lo que necesitas, como, no quiero que ninguna persona que apoye a los Carrow entre aquí, y el cuarto lo hace. Solo tienes que estar seguro, y lo hace por ti. La única cosa con la que hay que tener cuidado son las incoherencias. Neville es el jefe
-Es demasiado fácil, de verdad- dijo Neville modestamente. -Había estado aquí por mas de un día y medio y me estaba muriendo de hambre, y deseba poder tener algo que comer, y fue cuando el pasadizo a Hogsmeade se abrio, me escabullí por el y me encontré con Aberforth.
El nos ha estado proporcionado comida, por que, por alguna extraña razón, esa es la única cosa que el cuarto no puede darte.
-Pues si, la comida es una de las cinco excepciones a la Ley de Gamp de la Transfiguración Elemental.-, dijo Ron causando el asombro de todos.
-He estado escondiéndome aquí por casi dos semanas-, dijo Seamus, -Y aparecen mas y mas hamacas conforme las necesitamos, y hasta aparecio un lindo baño para las chicas cuando algunas de ellas empezaron a venir.-
-Y claro que a ellas les gusta lavarse- añadió Lavender Brown, a quien Harry no había reconocido hasta ese punto. Ahora que se fijaba bien, el reconoció a muchas caras familiares. A las gemelas Patil, también Terry Boot, Ernie Macmillan, Anthony Goldstein, y Michael Corner.
-Por favor dinos que han estado haciendo- dijo Ernie, -Ha habido tantos rumores, hemos tratado de ponernos al tanto con la ayuda del Potterwatch- apunto hacia el radio. -De verdad irrumpieron en Gringotts?-
-Si, ellos lo hicieron- dijo Neville. -Y lo del dragón también es cierto-
Hubo una explosión de aplausos y unos cuantos chillidos; Ron recibió un puñetazo.
-¿Que es lo que estaban buscando?- pregunto Seamus, mostrando impaciencia.
Antes de que cualquiera pudiera responder a la pregunta, Harry sintió un terrible, abrasador dolor en la cicatriz en forma de relámpago. Mientras le daba la espalda a las curiosas y encantadas caras, el cuarto del requerimiento se desvaneció, y ahí estaba, parado en una derruida casucha de piedra, el piso de madera estaba destrozado alrededor de sus pies, una caja dorada vacía semienterrada estaba un lado del agujero, y el grito de Voldemort vibraba dentro de la cabeza de Harry.
Con un gran esfuerzo Harry se retiro de la mente de Voldemort, de regreso al Cuarto del Requerimiento, el sudor recorría su frente y Ron lo sostenía.
-¿Estas bien Harry?- Neville decía. -¿te quieres sentar? No estas cansado o si---
-No- dijo Harry. Volteo hacia Ron y Hermione, tratando de decirles sin palabras que Voldemort acababa de descubrir la perdida de uno de sus Horcruxes. El tiempo se les estaba terminando, si Voldemort, decidía visitar Hogwarts, ellos perderían su única oportunidad.
-Necesitamos irnos- dijo, y las expresiones que vio en sus rostros le indico que entendían perfectamente.
-Y entonces ¿que vamos a hacer nosotros, Harry?- pregunto Seamus. -Cual es el plan-
-¿Plan?- repitió Harry. El estaba haciendo uso de toda su fuerza de voluntad para no caer presa de la rabia de Voldemort. Su cicatriz todavía lo quemaba. -Bueno, hay algo que nosotros Ron, Hermione y yo- Necesitamos hacer, y una vez hecho nos marcharemos de aquí.-
Nadie estaba riendo o gritando. Neville estaba confundido.
-Que quieres decir, ¿con nos marcharemos de aquí?-
-No hemos venido a quedarnos- dijo Harry, frotándose la cicatriz, tratando de mitigar el dolor. -Hay algo muy importante que tenemos que hacer--
-¿Que es entonces?-
-No le puedo decir-
El grupo de muchachos empezó a murmurar, Neville frunció el ceño.
-¿Por que no nos puedes decir? ¿Tiene algo que ver Quien-Tu-Ya-Sabes, verdad?
-Bueno, pues si-
-Entonces te ayudaremos-
Los demás miembros de ejercito de Dumbledore estaba asintiendo, algunos entusiastamente, otros solemnemente. Un par de ellos se levanto de sus asientos para demostrar su determinación.
-Ustedes no entienden- Parecía que Harry había repetido eso muchas veces en las ultimas horas.
-No… no les podemos decir. Tenemos que hacerlo nosotros solos-
-¿Porque?- pregunto Neville
-Por que…- en su desesperación por empezar a buscar el Horcrux faltante, o al menos en tener una conversación mas privada con Hermione y Ron acerca de donde podrían comenzar a buscarlo, Harry encontró muy difícil ordenar sus ideas. Su cicatriz todavía dolía. -Dumbledore nos dejo el trabajo a nosotros tres-, dijo cuidadosamente, -y no se supone que notros le contemos- quiero decir, quería que el trabajo fuera hecho tan solo por nosotros-
-Nosotros somos su ejército- dijo Neville. -El ejercito de Dumbledore. Estuvimos aquí todo este tiempo, mientras ustedes estaban lejos haciendo quien sabe que cosas-
-Pues lo que hicimos no fue como estar de día de campo- dijo Ron
-Nunca dije que lo hubiese sido, pero es que no entiendo por que no pueden confiar en nosotros. Todos los que estamos en este cuarto hemos estado peleando, y todos han sido conducidos aquí por que los Carrow los estaban cazando. Todos los que están aquí han probado ser fieles a Dumbledore, leales a ti.-
-Mira- Harry comenzó a hablar, sin saber exactamente que es lo que iba a decir, pero no importo. La puerta del túnel se había abierto.
-Recibimos tu mensaje, Neville, ¡Hola a los tres, pensamos que estarían aquí!-
Eran Luna y Dean. Seamus dio un gran grito de felicidad y corrió para abrazar a su mejor amigo.
-Hola todo el mundo- dijo Luna feliz. -es genial estar de vuelta-
-Luna- dijo Harry distraídamente, -¿que estas haciendo aquí?, ¿como es que?
-Yo envié por ella- dijo Neville, mientras sostenía el Galeón falso. -le prometí a ella y a Ginny que en caso de que vinieran le haría saber. Todos pensamos que cuando regresaran, significaría revolución. Que derrocaríamos a Snape y a los Corrow-
-Por supuesto que es lo que significa- dijo Luna emocionada. -¿eso es lo que significa verdad Harry? Vamos a luchar y quitarles Hogwarts?-
-Escuchen- dijo Harry en un tono que denotaba cierto pánico, -lo siento, pero no fue a eso a lo que venimos. Hay algo que necesitamos hacer y entonces.-
-¿Nos van a dejar solos con este desastre?- pregunto Michael Cornet.
-No- dijo Ron. -lo que haremos beneficiara a todos, todo se trata de deshacerse de Ya-Saben-Quien-
-Entonces déjenos ayudarles- dijo Neville enojado. -¡queremos ser parte de eso!-
Hubo otro ruido detrás de ellos y Harry se volteo. Su corazón estaba a punto de detenerse. -Ginny estaba saliendo del túnel, seguida de cerca por Fred, George y Lee Jordan. Ginny lo miro y lo saludo con una gran sonrisa. Harry había olvidado, nunca se había dado cuenta de lo hermosa que era, pero lamentaba el momento en lo había hecho.
-Aberforth se esta enojando- dijo fred, levantando su mano para responder a los sollozos de lo alegría que lo recibían. -ahora quiere una casa nueva, y que su bar se convierta en una estación de trenes-
Harry abrio la boca. Justo detrás de Lee Jordan venia la que antes fuese su novia, Cho Chang. Ella le sonrió.
-Tambien recibí el mensaje- dijo ella, sosteniendo el galeón falso mientras caminaba y sentaba al lado de Michael Corner.
-Entonces cual es el plan, Harry?- Dijo George.
-No hay ningún plan- dijo Harry, todavía desorientad por la repentina aparición de toda esta gente, incapaz de pensar en algo debido al dolor de su cicatriz.
-¿Así que vamos a improvisar, verdad? Eso si que me gusta- dijo Fred.
-Tienes que detener esto- Harry le dijo a Neville. -¿por los llamaste a todos? Esto es una locura-.
-Estamos peleando, ¿no es cierto?- dijo DEan, mostrándole su Galeón falso. -el mensaje decía que Harry había regresado, y que íbamos a pelear. Creí que necesitare una varita-
-¿No tienes una varita?- pregunto seamus.
Ron se volteo de repente hacia Harry.
-¿Por que no nos pueden ayudar?-
-¿Que?-
-Ellos nos pueden ayudar- bajo un poco la voz para que nadie pudiera escuchar lo que iba a decir a excepción de Hermione, que estaba parada entre ellos. -no sabemos donde este. Además tenemos que encontrarlo rápido. Y pues no necesitamos decirles que es un Horcrux.-
Harry volteo de Ron a Hermione, que murmuraba, -creo que Ron esta en lo correcto. No sabemos siquiera que es lo que estamos buscando, los necesitamos- y cuando Harry los miro desconfiado. -Harry no tienes que hacer todo solo-
Harry pensó rápido, su cicatriz todavía lo molestaba, su cabeza lo amenazaba con fracturarse.
Dumbledore le había advertido de decirle a alguien mas de los Horcruxes además de Hermione y Ron. Secretos y mentiras, esa es la forma en la que maduramos, y Albus…el era un…
¿Estaba acaso imitando a Dumbledore, manteniendo sus secretos escondidos, temeroso de confiar? Pero Dumbledore había confiado en Snape, y ¿a donde lo había llevado? A ser asesinado en la cima de la torre mas alta.
-Esta bien- dijo en voz baja a los otros dos. -muy bien escuchen todos- y todo el cuarto quedo en silencio, fred y George que habían estando haciendo bromas a los que se encontraban mas cerca de ellos, guardaron silencio, y lo miraron atento y emocionados.
-Hay algo que necesitamos encontrar- dijo Harry. -Algo, algo que nos ayudara a derrotar de una vez por todas a Ya-Saben-Quien. Esta aquí en Hogwarts, pero no sabemos donde. Es posible que haya pertenecido a Ravenclaw. ¿Alguien ha escuchado sobre un objeto así? ¿Alguien se ha encontrado con algo, como un águila o algo parecido?-
Harry volteo esperanzado hacia el pequeño grupo de Ravenclaws, a Padma, Michael, Terry, y Cho, pero fue Luna, quien respondió. Yo les conté algo al respecto, ¿recuerdan? -la diadema perdida de Ravenclaw. Mi papa ha tratado de reproducirla.
-Si, pero la diadema perdida- dijo Michael Corner, girando los ojoS, -esta perdida Luna, ese, creo que es el problema-.
-¿Hace cuanto se perdió?- pregunto Harry
-Siglos atrás- respondo Cho, y el corazón de Harry dio un vuelco. -el Profesor Flitwick, dice que la diadema se perdió con Ravenclaw. Mucha gente la ha buscado, pero- ella volteo hacia sus compañeros Ravenclaws. -nadie, nunca ha encontrado la menor pista acerca de ella, ¿verdad?-
Todos sacudieron la cabeza negativamente.
-Perdón, ¿pero que es una diadema?- pregunto Ron
-Es una especie de corona- dijo Terry Boot. -se supone que tenía propiedades mágicas que aumentaba la sabiduría de quien la usara-
Si, los Wrackspurt Siphons de papa-
Pero Harry interrumpió a Luna.
-¿Alguno de ustedes ha visto una cosa parecida?-
Todos sacudieron la cabeza otra vez. Harry volteo hacia Ron y Hermione y su propia disolución se reflejo en sus rostros. Un objeto que había estado perdido por tanto tiempo sin dejar huella, no era posible que fuese un buen candidato para contener a un Horcrux. Antes de que pudiese formular una nueva pregunta, Cho, hablo de nuevo.
-Si quieres ver como es una diadema, te puedo llevar a nuestro salón común y enseñártela. La estatua de Ravenclaw esta usando una.-
La cicatriz de Harry estaba molestándolo de nuevo. Por un momento el Cuarto del Requerimiento, desapareció, y en vez de el vio la tierra que pasaba a gran velocidad debajo de el, mientras sentía el gran peso de una serpiente en los hombros. Voldemort estaba volando de nuevo, aunque no sabia si se dirigía hacia el lago subterráneo o al castillo. De cualquier forma no les queda mucho tiempo.
-Se esta moviendo- dijo en voz baja a Ron y Hermione. Miro a Cho y de nuevo volteo hacia sus amigos. -escuchen, ya se que no es una gran pista, pero voy ir a ver esa estatua y averiguar como es esa diadema. Espéreme aquí, y mantengan, ya saben a los demás, seguros-.
-Cho se puso se puso de pie, pero ginny dijo ferozmente. -no, luna acompañara a Harry, ¿no es así luna?-
-Oh si claro, me encantaría- dijo luna felizmente, mientras que Cho se sentaba de nuevo, claramente desilusionada.
-¿Como salimos de aquí?-Harry le pregunto a Neville
-Neville guió a luna y a Harry a una esquina, donde había una pequeña alacena abierta hacia unos escalones. - siempre termina en lugares diferentes, así es como hemos impedido que nos atrapen- dijo. -el problema es que, no sabemos exactamente a donde los llevara. Harry ten cuidado, siempre patrullan los corredores de noche-.
-No hay problema- dijo Harry. -no vemos en un ratito.-
Harry y Luna se apresuraron hacia la escalera, que era muy larga, iluminada por antorchas giraba en los lugares mas inesperados. Al fin parecía que habían llegado a un muro solidó.
-Ven Luna, acércate- Harry le dijo a Luna, mientras sacaba la capa de invisibilidad y los cubría a ambos. Entonces empujo el muro.
Este se derritió al contacto con su mano y se deslizaron hacia fuera. Harry volteo hacia atrás y vio que el muro se había solidificado de nuevo. Estaban arado es en medio de un corredor oscuro. Harry empujo a luna hacia las sombras, saco la bolsita que colgaba de su cuello, y tomo el mapa del Merodeador. Deteniéndolo cerca de su nariz, busco, y al fin encontró los puntitos que representaban tanto a Luna como a el.
-Estamos en el quinto piso- susurro, mientras miraba que Filtch se alejaba de ellos, un corredor adelante. -vamos, por aquí-
Empezaron a caminar cuidadosamente.
Harry había deambulado por el castillo muchas veces antes, pero nunca su corazón había estado latiendo tan rápido, nunca nada había dependido tanto de que se mantuvieran alerta y en silencio.
A través de cuadros iluminados por la luna, armaduras cuyo casco chillaba como respuesta a su pisadas, alrededor de esquinas de las cuales no sabían que los podía estar esperando. Caminaban Harry y Luna, chocando el mapa del merodeador cuando la luz se lo permitía, dos veces dejaron pasar a un fantasma evitando llamar su atención. Harry esperaba encontrarse con un obstáculo en cualquier momento, su peor temor era Peeves, y el aguzaba los oídos en busca de cualquier indicio que delatara la presencia del poltergesit.
-por aquí, Harry- respiro Luna, extendiendo la manga y señalando una escalera en espiral.
Ellos escalaron en apretados, mareantes círculos; Harry nunca había estado por aquí. Al fin llegaron a una puerta. No había cerradura y sin cerradura, nada sino una simple puerta de madera vieja, y un picaporte de bronce con la forma de un águila.
Luna extendió una mano pálida, que daba una sensación extraña mientras flotaba en el aire, sin al parecer estar conectada a algún cuerpo o brazo. De repente el pico del águila se abrio, pero en vez de que se escuchara el canto de un ave, una melodiosa y suave voz pregunto, -¿Que es primero, el fénix o la flama?-
-Hmmmm… que piensas que sea Harry?- dijo luna, pensativa.
-¿Que?, ¿Que no hay contraseña?-
-Oh, no, tienes que contestar la pregunta-, dijo Luna
-¿Que pasa si me equivoco?-
-Bueno, pues tendrás que esperar a alguien que sepa la respuesta-, dijo Luna. -en esa forma es seguro que aprendas-.
-Si…El problema es que, de verdad no podemos esperar a que alguien venga, luna.-
-No, ya ve a que te refieres- dijo luna seriamente. -bueno entonces, creo que la respuesta es que un círculo no tiene principio.-
-Bien razonado- dijo la voz, y las puerta de abrió.
El salón común de Ravenclaw era circular, el más grande y ancho que cualquiera en el Harry hubiese estado antes. Ventanas graciosamente arqueadas adornaban los muros, sus paredes estaban cubiertas por mantas azul y bronce. De día, los Ravenclaws deberían de disfrutar de una hermosa vista de las montañas. El techo en cúpula estaba adornado con estrellas pintadas, al igual que la alfombra de color azul media noche. Había mesas, sillas y libreros, y en un nicho opuesto a la puerta estaba la alta estatua hecha de mármol blanco.
Harry reconoció a Rowena Ravenclaw gracias al busto que había visto en casa de Luna. La estatua estaba a un lado de la puerta, sospecho Harry conducía hacia los dormitorios en el piso de arriba. El se dirigió directamente hacia la mujer de mármol, y parecía que ella lo miraba de vuelta con una sonrisa inquisidora, hermosa y a la vez intimidante. Un frágil adorno, parecido a un anillo había sido reproducido en mármol sobre su cabeza. No era tan distinta a la que Fleur había usado el día de su boda. En ella había pequeñas letras escritas. Harry se quito un poco de la capa y se apoyo en el pedestal de la estatua para poder leerlas_
-El ingenio inmensurable, es el tesoro humano más grande-
-Lo que te hace a ti una persona muy pobre- dijo una voz cacareante.
Harry volteo en todas direcciones, bajado del escalon y cayendo al suelo. La figura de hombros caidos perteneciente a Alecto Carrow, estaba parada enfrente de el, y aunque Harry había levantado su varita, ella ya habia presionado con su rechoncho dedo medio la marca del cráneo y la serpiente que tenia tatuada en el antebrazo.

Capítulo 30: La destitución de Severus Snape

En el momento que sus dedos tocaron la Marca, la cicatriz de Harry ardia salvajemente, el cuarto estrellado se desvaneció, y el estaba parado en una roca debajo de un acantilado, y el mar arrastrandose alrededor de él y sentia triunfo en su corazon—Ellos tienen al muchacho.
Una gran explosion devolvio a Harry a donde estaba. Desorientado, el alzó su varita, pero la bruja en frente suyo ya estaba callendo hacia adelante; ella golpeó el piso tan fuertemente que el vidrio en las estanterias tintineó.
—Yo nuna he Aturdido a nadie excepto en nuestras clases de E.D.– díjo Luna con un tono un poco interesado, — Eso fue mas ruidoso de lo que pensé que iba a ser.
Y dicho y hecho, el techo había empezado a temblar. Corriendo rapidamente, pasos resonantes empezaban a oirse mas fuertemente detras de la puerta que llevaba hacia los dormitorios. El hechizo de Luna había despertado a los Ravenclaw que dormían arriba.
—¿Luna, donde estas? ¡Necesito meterme debajo de la capa!.
Los pies de luna aparecieron de la nada, el corrió hacia su lado y ella dejó que la capa callera sobre ellos mientras la puerta se abria y una multitud de Ravenclaws, todos en su ropa de dormir, inundaron la Sala Común. Habían gritos y llantos de asombro mientras veian a Alecto tirada ahí inconciente. Lentamente se agruparon al rededor de ella, una bestia salvaje que podria despertarse en cualquier momento y atacarlos. Luego, un pequeño valiente de primer año se apresuró hacia ella y le pinchó la espalda con su dedo gordo del pie.
—¡Creo que está muerta!— Gritó con alegría.
—Oh, mira,— Susurró Luna alegremente, mientras los de Ravenclaw se agrupaban alrededor de Alecto. —¡Ellos estan complacidos!
—Si... grandioso...
Harry cerró sus ojos, y mientras su cicatriz palpitaba decidió hundirse otra vez en la mente de Voldemort... El se estaba moviendo atravez del tunel de la primera cueva... El había decidido asegurarse del medallón antes de venir...pero eso no le tomaria mucho tiempo...
Un golpe sonó en la puerta de la sala común y todos lo de Ravenclaw quedaron congelados. Desde el otro lado, Harry oyó la voz suave y musical del que era el águila tocadora de puertas. —¿A dónde van los objetos desvanecidos?
—Yo no sé, ¿o si? ¡Callate!— gruñó una voz grosera que Harry sabía era del hermano Carrow, Amycus, —¿Alecto? ¿Alecto? ¿Estas ahí? ¿Lo tienes? ¡Abre la puerta!
Los de Ravenclaw estaban susurrando entre ellos, aterrorardos. Entonces, sin aviso, empezaron una serie de fuertes estallidos, como si alguien estubiera disparando una pistola hacia la puerta.
—¡Alecto! Si él viene, y no tenemos a Potter—¿Quieres ir al mismo lugar de los Malfoys? ¡CONTESTAME!— Amycus gritó, agitando la puerta con toda su fuerza, pero igual no abrió. Todos los de Ravenclaw estaban alejandose,y unos de los más asustados empezaron a esconderse arriba de las escaleras a sus camas. Luego, justo cuando Harry se estaba preguntando si deberia abrir la puerta y Aturdir a Amycus antes de que los Mortifagos pudieran hacer algo mas, una segunda voz muy familiar sonó afuera, detras de la puerta.
—¿Puedo preguntar que esta haciendo, profesor Carrow?
—¡Tratando... de pasar... por esta maldita...puerta! Gritó Amycus. —¡Ve y trae a Flitwick! ¡Hazlo abrirla, ahora!
—¿Pero su hermana no esta ahi?—Preguntó la profesora McGonagall. —¿El profesor Flitwick no la dejó entrar temprano esta noche, acudiendo a su petición urgente?
¿Quizás ella pueda abrirle la puerta? Asi usted no tiene que despertar a la mitad del castillo.
—¡Ella no está respondiendo, vieja bruja! ¡Abrala usted! ¡(Garn)! ¡Azlo ahora!
—Ciertamente, si usted lo desea,— díjo la profesora McGonagall, con una terrible frialdad. Un gentil golpe sonó en la puerta y la voz musical preguntó de nuevo.
—¿A dónde se van los objetos desvanecidos?
—Al no ser, es como decir, todo,—Respondió la profesroa McGonagall.
—Muy bien estrucurada la respuesta,—Respondió el aguila golpeadora de puertas y la puerta se abrió.
Los pocos de Ravenclaw que quedaban corrieron hacia las escaleras cuando Amycus se lanzó en el umbral, oleando su varita. Jorobado como su hermana, tena una carada palida y gorda y ojos pequeños, que calleron imediatamente en Alecto, extendida e inmovil en el piso. El dió un grito de furia y miedo.
—¿Qué han hecho esos pequeños perros?—Gritó—Los voy a matar con el Cruciatus a todos hasta que me digan quien lo hizo... ¿Y que va a decir el Señor Tenebroso?—Chilló, parado al lado de su hermana y golpeandose en la frente con su puño.— ¡No lo tenemos y ellos la mataron!
—Solo esta Aturdida,—Dijo la profesroa McGonagall impacientemente quien habia agachado a examinar Alecto,—Ella va a estar bien.
—¡No, ella no lo va a estar! Gritó Amycus.— ¡No despues de que el Señor Tenebroso la tenga en su poder! Ella fue a traerlo. ¡Yo senti mi Marca quemarme, y el piensa que tenemos a Potter!
—¿Tienen a Potter?— Dijo la profesora McGonagall con dureza.— ¿Que quieres decir con “tenemos a Potter?”
—¡El nos dijo que Potter podria tratar de entrar a la Torre de Ravenclaw, y que lo agarraramos si lo veiamos!
—¿Por qué iba Harry Potter a tratar de entrar a la Torre de Ravenclaw? ¡Potter pertenece a mi Casa!
Detras de la incredulidad y la rabia, Harrry oyó una pequeño rastro de orgullo en su voz, y una sensación de cariño por Minerva McGonagall lo envolvió.
—¡A nosotros nos dijeron que el podria venir aquí!— díjo Carrow—Yo no se por qué, ¿ó si?
La Profesora McGonagall se paró y sus ojos pequeños atravezaron el lugar. Dós veces pasaron sobre el lugar donde Harry y Luna estaban.
—Podemos culpar a los niños,—díjo Amycus, su cara de cerdo de repente muy astuta.—Si, eso es lo que vamos a hacer. Vamos a decir que a Alecto la emboscaron los niños, eso niños de allá arriba.—El miró hacia el techo estrellado hacia los dormitorios. —y vamos a decir que elllos la forzaron a presionar su Marca, y por eso le dieron una falsa alarma... El puede castigarlos. Un par de niños mas o menos, ¿cual es la diferencia?
—La unica diferencia entre la verdad y mentiras, coraje y covardia,— díjo la profesora McGonagall, quien se había vuelto pálida,—Una diferencia, en resúmen, que usted y su hermana no pueden apreciar. Pero dejame hacer una cosa clara. Usted no va a pasar sus ineptitudes a los estudiantes de Hogwarts. No lo permitiré.
—¿Perdón?
Amycus se movió hacia adelante hasta que estaba ofensivamente cerca a la Profesora McGonagall, su cara sólo a centímetros de ella. Ella se rehusó a retroceder, pero lo miraba con desprecio como si fuera algo asqueroso que encontró pegado al retrete.
—No es un questión de que usted lo permita, Minerva McGonagall. Su momento terminó. Somos nosotros los que estámos a cargo ahora, y usted me va a ayudar ó pagará por esto.
Y le escupió en la cara.
Harry se quitó la Capa, alzó su varita, y díjo, —No debiste hacer éso.
Mientras Amicus revoloteaba, harry gritó, —¡Crucio!
El Mortifago fue alzdo del piso. Se retorcia por el aire como un hombre ahogado, azotando y aullando del dolor, y luego, con un crujido y un ruido de vidrios rotos, se estrelló con una estantería y calló, anesteciado, al piso.
—Ya veo lo que quería decir Bellatrix,—díjo Harry, la sangre tronando en su cerebro, —Tienes que desearlo de verdad.
—¡Potter! Susurrró la Profesora McGonagall, agarrandose el corazón.—Potter... ¡estás aquí! ¿Que...? ¿Cómo...?—Ella luchó por lucir tranquila.— ¡Potter, eso fue imprudente!
—El le escupió—díjo Harry.
—Potter, yo... eso fué...muy cortés de tu parte... pero no te dás cuenta...?
—Sí me doy cuenta— le aseguró Harry. De alguna manera su panico lo estabilizó a él.—Profesora McGonagall, Voldemort esta de camino.
—Oh, ya se nos ha permitido decir ese nombre?—Preguntó Luna con un aire de interés, quitandose la Capa de Invisibilidad. La aparición de una segunda fujitiva abrumó a la Profesora McGonagall, quien se tambaleó hacia atrás y se calló en una silla cercana, agarrando el cuello del viejo traje de tartán.
—Yo no creo que hay alguna diferencia de como lo llamemos,—Harry le díjo a Luna.—El ya sabe donde estoy.
En una parte lejana del cerebro de Harry, la parte conectaba con la furiosa y ardiente cicatriz, el podía ver a Voldemort navegando rápidamente por el lago en el fantasmal bote verde...El casi habia alcanzado la isla donde estaba la píla de piedra...
—Débe huir,—Susurró la Profesora McGonagall.— ¡Ahora, Potter, lo más rápido que puedas!
—No puedo,—díjo Harry.—Hay algo que tengo que hacer. Profesora, ¿sabes donde esta la diadema de Ravenclaw?
—¿La d-diadema de Ravenclaw? Claro que no... ¿no ha estado perdida por siglos? —Se sentó un poco mas firme.— Potter, fue una locura, una total locura, que usted entrara al castillo...
—Tenia que hacerlo—Hay algo escondido aqui que tengo que encontrar, y podria ser la diadema...Si yo pudiera hablar con el profesor Fitwick...
Hubo un sonido de movimiento, de vidrio tintineando. Amycus venia. Antes de que Harry y Luna pudiearan actuar, la Profesora McGonagall se paró, apuntó su varita hacia el Mortifago aturdido y díjo—¡Imperio!
Amycus se paró, caminó hacia su hermana, recogió su varita, y luego corrió obedientemente hacia McGonagall y se la dió junto con la suya.
—Potter,—díjo la Profesora McGonagall, volteando a verlo otra vez con mucha indiferencia al probelma de Carrow,—si El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado si sabe que estas aquí.
Mientras él díjo eso, una rabia que era como un dolor físico se apoderó de Harry, quemandole la cicatriz., y por un segundo miro hacia una basija en la que la posion se volvió clara, y vió que no había ningun medallón debajo de la superficie...
—Potter, ¿estas bien?—díjo una voz, y Harry volvió: El estaba agarrando el hombro de Luna para balancearse.
—Se nos está acabando el tiemp;o, Voldemort está cerca. ¡Profesora, estoy actuando con las ordenes de Dumbledore, debo encontrar lo que quería que encontrara! Pero tenemos que sacar a los estudiantes mientras busco en el castillo...Soy yo a quien quiere Voldemort, pero a él no le va a importar matar unos cuantos mas, ahora no...— ahorano mientras sabe que esto atacando Horcruxos, Harry terminó la oración en su cabeza.
—Estás actuando con las ordenes de Dumbledore?—repitió con una mirada de asombro. Luego se paro lo mas alto que pudo.
—Debemos asegurar la escuela de El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado mientras que busca por ese...objeto.
—¿Eso es posible?
—Yo creo que sí,—d’ijo la Profesora McGonagall secamente, —los maestros somos muy buenos magos, sabes. Estoy segura que podremos detenerlo por un momento si todos ponemos nuestro mejor esfuerzo. Claro, algo tenemos que hacer con el Profesor Snape...
—...y si Hogwarts está a punto de ser asedida, con el Señor Tenebroso en las puertas, seria muy aconsejable tener en lo posible mas gente inocente afuera. Con la Red Flu bajo observación, y Aparición imposible dentro del castillo...
—Hay una manera,—díjo Harry rapidamente, y le explico todo sobre el pasadiso que llega hacia la Cabeza de Puerco.
—Potter, estamos hablando de cientos de estudiantes...
—Yo se, profesora, pero si Voldemort y los Mortifagos están concentrados en los límites de la escuela no van a estar interesados en alguien que esté Desapareciendo afuera de la Cabeza de Puerco.
—Hay algo ahí,—consintió. Ella apuntó su varita a los Carrow, y una malla plateadacalló sobre sus cuerpos pegados, se amarró alrededor de ellos, y los cargó en el aire, donde estaban colgando bajo el cielo azul y dorado como dos grandes y feas creaturas del mar.—Vamos. Debemos alertar a los otros Jefes de Casa. Es mejor que te pongas la Capa otra vez.
Ella marchó hacia la puerta, y meintras hacía eso alzó su varita. De la punta salió tres gatos plateados con marcas de lentes al rededor de sus ojos. Los Patronus corrian facilmente adelante, llenando la escalera en espiral con luz platead, minetras la Profesora McGonagall, Harry y Luna trotaban detras de ella debajo de la Capa.
Ellos habían bajado dos pisos más cuando otro set de suaves pasos unieron a los de ellos. Harry, a quien la cicatriz le estaba picando, los oyó primero: Buscó en la bolsa al rededor de su cuello por el Mapa del Merodeador, pero antes de que lo pudera sacar, McGonagall también se dió cuenta de que tenían compañia. Ella paró, alzó su varita lista para un duelo,, y dijo,— ¿Quién está ahí?
—Soy yo,—díjo una voz leve.
Detrás de una armadura salió Severus Snape.
Odio hirvió dentro de Harry al verlo: Se le habían olvidado los detalles de la apariencia de Snape en la magnitud de sus crimenes, se lo olvidó como su pelo grasoso y negro colgaba ocmo cortinas alrededor de su cara delgada, como sus ojos negros tenian un aspecto muerto y frío. No tenía ropa de dormir, pero estaba vestido con su capa nagra, y el tambien tenia una varita lista para pelear.
—¿Dónde estan los Carrow?—Preguntó silenciosamente
—Donde usted les díjo que estubieran, me imagino, Severus,—díjo la Profesora McGonagall.
Snape se paró mas cerca, y sus ojos revolotearon sobre la Profesora McGonagall en el aire alrededor de ella, como si supiera que Harry estaba ahí. Harry sostubo su varita arriba tambien, listo para atacar.
—Tuve la impresión,—díjo Snape,—Que Alecto habia detenido a un intruso.
—¿Verdad?—díjo la Profesora McGonagall.— ¿Y que le dió esa impresión?
Snape hizo un pequeño movimiento de su brazo, donde la Marca Oscura marcada en su piel.
—Ah, pero naturalmente,—díjo la Profesora McGonagall.—Ustedes los Mortifagos tienen su modo de communicación privado, me olvidé.
Snape pretendió no oirla. Sus ojos estaban todavía sondeando el aire alrededor de ella, y estaba moviendose gradualmente mas cerca, con un aire de que no sabía lo que estaba haciendo.
—No sabía que era su noche de patrullar los corredores, Minerva.
—¿Tiene alguna objeción?
—¿Me pregunto que pudo haberla sacado de su cama a esta hora?
—Pensé que oí un disturbio,—díjo la Profesora McGonagall.
—¿Verdad? Pero todo se ve muy calmado.
Snape la miró a los ojos
—¿Haz visto a Harry Potter, Minerva? Perco si lo ha visto, devo insistir...
La Profesora McGonagall se movió más rápido que Harry pudo creer: Su varita acuchilló el aire y por un segundo Harry pensó que Snape debería caer inconciente, pero la rapidés de su Hechizo de Escudo fue tal que McGonagall fue tirada fuera de balance. Ella empuñó su varita hacia una antorcha en la pared y voló fuera de su soporte: Harry, a punto de maldecír a snape, fue forzado a quitar a Luna lejos de las llamas que caían, que se convirtieron en un anillo de fuego que llenó el corredor y voló como un lazo hacia Snape...
Luego ya no era fuego, pero un a gran serpiente que McGonagall volvió humo, que se re-formó y se solidifico en segundos para volverse un enjambre de dagas amenazadoras: Snape las evitó sólo cuando se escondió dentrás de la armadura, y con sonidos resonantes las dagas se hundieron, una después de la otra, en su pecho...
—¡Minerva!—díjo una voz chillona, y mirando detras de él, todavía protegiendo a Luna de los hechizos voladores, Harry vió a los Profesores Flitwick y Sprout corriendo por el corredor hacia ellos con su ropa de dormir, con un profesor Slughorn jadeando atrás.
—¡No!—chilló Flitwick, alzando su varita.— ¡Vás a hacer más asesinatos en Hogwarts!
El hichizo de Flitwick le pegó a la armadura donde Snape se había escondido: Con un ruido se revivió. Snape luchó fuera de los brazos aplastadores y lo mandó volando hacia sus atacantes: Harry y Luna tuvieron que tirarse al lado para evitarlo mientras se destrulló en la pared y callo. Cuando Harry miró hacia arria otra vez, Snape estaba escapando, McGonagall, Flitwick, y Sprout todos estaban corriendo detras de él: El entro por una puerta de un salón y momentos después, oyó a McGonagall gritar,— ¡Cobarde! ¡COBARDE!
—¿Que pasó, qué pasó?—preguntó Luna.
Harry la arrastró hacia arriba y corrieron por el corredor, con la Capa Invisible detrás de ellos, en el salón desierto donde los profesores McGonagall, Flitwick, y Sprout estaban parados al lado de una ventana rota.
—Saltó,—Díjo la profesora McGonagall mientras Harry y Luna corrian dentro del salón.
—¿Quieres decír que está muerto?— Harry corrió hacia la ventana, ignorando los gritos de shock de Flitwick y Spout por su aparición.
—No, no está muerto,—díjo McGonagall amargamente.—Al contrario de Dumbledore, todavía tenía una varita...y se ve que ha aprendido unos cuantos trucos con su maestro.
Con un cosquilleo de horror, Harry vió en la distancia una figura grande con forma de murcielago atravez de la oscuridad hacia la pared del perimetro.
Habían pasos pesados detrás de ellos, y muchos jadeos: Slughorn acababa de alcanzarlos.
—¡Harry! Jadeó, masageandose su inmenso pecho debajo de sus pijama de seda de color esmeralda. —Mi querido niño...que sorpresa...Minerva, explica...Severus... ¿que...?
—Nuestro director se está tomando un pequeño descanso—díjo la Profesora McGonagall, apuntando hacia la figura de Snape en la ventana.
—¡Profesora! Harry gritó, sus manos en su frente. Podía ver el lago lleno de Inferi debajo de el, y sintió el fantasmal bote verde estrellarse con la orilla, y Voldemort saltoó afuera con un sentimiento de asesino en su corazón...
—Profesora, tenemos que cerrar con barricadas la escuela, ¡el ya viene!
—Muy bien. El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado ya viene— le díjo a los otros profesores. Sprout y Flitwick quedaron boquiabieartos; Slughorn dejó escapar un pequeño grito.—Potter tiene que trabajar en el castillo bajo las ordeners de Dumbledore. Tenemos que poner cada protección de la que somos capaces de hacer mientras Potter hace lo que tenga que hacer.
—¿Te das cuenta, claro, que nada de lo que hagamos puede dejara a Tu-Sabes-Quien afuera indifinidamente?—Chilló Flitwick.
—Pero lo podemos detener,— díjo la Profesora Sprout
—Gracias, Pomona,—díjo la profesora McGonagall, y entre las dos brujas pasó una triste mirada de entendimiento.— Yo sugiero que establescamos porección basica al rededor del lugar, luego reunir a nuestros estudiantes y encontrarnos en el Gran Comedor. La mayoria deben ser evacuados, pero si algunos de los que son mayores de edad quieren quedarse a pelear, yo creo que tenemos que darles esa oportunidad.
—Estóy de acuerdo,— díjo la Profesora Sprout, quien ya estaba apurandose hacia la puerta. —Los veré en el Gran Comedor en veinte minutos con los de mi Casa.
Y trotó fuera de la vista de elllos, la podian oir murmurando,—Tentacula. Lazo del Diablo. Y cascara de Snargaluff... si, quiero ver a los Mortifagos peleando esos.
—Puedo actuar desde aquí,—díjo Flitwick, y aunque casi no podia ver fuera de ella, le apunto con su varita atravez de la ventana rota y empezó a susurrar encantos de gran complejidad. Harry olló un raro ruido rafagante, como si Flitwick hubiera desencadenado el poder del viento dentro del castillo.
—Profesor,—díjo Harry, acercandose al pequeño maestro de Encantos, —Profesor, perdón por interrumpir, pero esto es importante. ¿Tiene alguna idea de donde está la diadema de Ravenclaw?
—Protego Horribilis... ¿la diadema de Ravenclaw?—Chilló Flitwick. —Un poco de sabiduria extra nunca se pierde, Potter, pero creo que no va a ser de mucho uso en esta situación.
—Solo quise decir... ¿Usted sabe donde está? ¿Alguna vez la ha visto?
Harry sintió una mezcla de decepción desesperada y panico. Entonces, que era el Horcrux?
—¡Debemos encontrarlos a usted a su Ravenclaws en el Gran Comedor, Filius! Díjo la Profesora McGonagall, señalandole a Harry y Luna que la siguieran.
Acababan de alcanzar la puerta cuando Slughorn retumbo en habla
—Mi Dios,— jadeó, palido y sudoroso, su bigote de morsa temblando. ¡Que hacer! No estoy seguro que esto sea prudente, Minerva. Va a encontrar una manera de entrar, usted sabe, y cualquiera de los que han tratado de detenerlo va a estar en gran peligro...
—Voy a esperarlos a usted y a los de Slytherin en Gran Comedor en veinte minutos, tambien,—díjo la profesora McGonagall.—Si desea irse sin sus estudiantes, no lo vamos a parar. Pero si algunos de ustedes tratan de sabotear nuestra resistencia o tomar armas en contra de nosotros dentro del castillo, entonces, Horacio, vamos a hacer un duelo hasta matar.
—¡Minerva!—díjo, horrorizado.
—Ha llegado el momento que la Casa de Slytherin decida cuales son sus lealtades,—Interrumpió la profesora McGonagall.— Ve y despierta a tus estudiantes, Horace.
Harry no se quedó para ver a Slughorn balbucear: El y Luna correron detras de la Profesora McGonagall, quien habia adoptado una posiciónen la mitad del corredor y alzó su varita.
—Piertotum...oh, por el amor de Dios, Filch, ahorita no...
El viejo portero acababa de aparecer, gritando —¡Estudiantes fueras de sus camas! ¡Estudiantes en los corredores!
—¡Se supone que estén afuera, idiota!— Gritó McGonagall.— ¡Ahora, vaya y haga algo constructivo! ¡Encuentre a Peeves!
—¿P-Peeves?— tartamudeó Filch como si nunca hubiera oido ese nombre antes.
—Si, Peeves, tonto, ¡ Peeves! ¿No ha estado quejandose de el por un quarto de siglo? ¡Vaya y traigalo, ahora!
Evidentemente, Filch pensó que la profesora McGonagall se había vulto loca, pero se fue cojeando, con los hombros jorobados, susurrando en voz baja.
—Y ahora... ¡Piertotum Locomotor! Chilló la Profesora McGonagall.
Y atravez del corredor las estatuas y armaduras saltaron fuera de su pedestal, y con golpes resonantes de los pisos de arriba y abajo, Harry sabía que sus compañeros atravez del castillo habían hecho lo mismo.
—¡Hogwarts está amenazada!— Gritó lal Profesora McGonagall.— ¡Cuiden los alrededores, protegenos, cumplan con su deber en esta escuela!
Haciendo ruidos y gritando, el rebaño de statuas móviles se precipitó delante de Harry: Algunos de ellos más pequeños, otros mas grandes, que un sers humano. Tambien habían animales, y las armaduras con su sonido metálico empuñaron espadas y pelotas en cadenas con púas.
—Ahora, Potter,—díjo McGonagall,—Es mejor que usted y la Señorita Lovegood se devuelvan con sus amigos y los traigan al Gran Comedor... Yo despertaré a los otros de Gryffindor.
Ellos se fueron cuando estában en el último escalon, Harry y Luna corriendo hacia la entrada oculta hacia el Cuarto de Requerimientos. Mientras corrían, se encontraron con grupos de estudiantes, casi todos con su capa de viaje sobre sus pijama, siendo guiados hacia el Gran Comedor por maestros y prefectos
—¡Ese era Potter!
—¡Harry Potter!
—¡Era el, lo juro, lo acabé de ver!
Pero Harry no los miró, y finalmente llegaron a la entrada del Cuarto de Requerimientos. Harry se inclinó hacia la pared encantada, que se abrió para dejarlos entrar, y el y Luna corrieron hacia la escalera
—¿Qu...?
Mientras el cuarto salió a la vista, Harry bajó unos escalones del shock. Estaba llena, más llena de cuando el había estado ahí. Kingsley y Lupin estaban mirandolo a el, como también Oliver Wood, Katie Bell, Angelina Johnson, y Alicia Spinner, Bill y Fleur, y el Señor y la Señora Weasley.
—Harry, ¿que está pasando?— díjo Lupin, encontrandose con él al final de las escaleras.
—Ya viene Voldemort, están haciendole barricadas a la escuela...Snape se escapó... ¿Que están haciendo aquí? ¿Cómo sabían?
—Le mandamos mensajes al resto del Ejercito de Dumbledore,—explicó Fred.— No esperabas que todos se perdieran de la diversión, Harry, y el E.D. le contó a la Orden del Fenix, y todo se juntó.
—¿Primero qué, Harry? Díjo George. —¿Qué está pasando?
—Están evacuando los niños mas jóvenes y todos se estan reuniendo en el Gran Comedor para organizarse,—Díjo Harry.—Vamos a pelear.
Hubo un gran clamor y una oleada hacia el final de las escaleras; el estaba presionado en contra de la pared mientras corrian después de el, los miembros de la Orden del Fenix, el Ejercito de Dumbledore, y el viejo equipo de Quidditch de Harry mezclados, todas sus varitas afuera, caminando hacia el castillo principal.
—Vamos Luna,—Dean llamó mientras pasaba, dando su mano libre; ella la tomo y lo siguió arriba de las escaleras.
El grupo de personas se estaba haciendo mas pequeño: Solo un pequeño grupo de personas quedaban en el Cuarto de Requerimientos, y Harry se les unió. La Señora Weasley estaba luchando con Ginny. Al rededor estaba Lupin, Fred, George, Bill, y Fleur.
—Eres menor de edad!— le gritó la Señora Weasley a su hija mientras Harry se acercaba.— ¡No lo permitiré! Los hombres, si, pero tu, ¡tu tienes que ir a casa!
—¡No lo haré!
El cabello de Ginny voló cuando tiró su brazo fuera del puño de la Señora Weasley.
—Estoy en el Ejercito de Dumbledore...
—¡Una pandilla de adolescentes!
—¡Una pandilla de adolescentes que va a pelear contra el, lo que nadie se ha atrevido a hacer!— díjo Fred.
—¡Ella tiene dieciseis años!—gritó la Señora Weasley.— ¡No es lo sufisientemente grande! Ustedes dos estaban pensando entraerla con ustedes...
Fred y George se veian avergonzados.
—Mi mamá tiene razón, Ginny,—díjo Bill gentilmente. —No puedes hacer esto. Todos los menores de edad tienen que irse, es lo justo.
—¡No puedor ir a casa!— Gritó Ginny, furiosa y con lagrimas brillandole en los ojos. —Toda mi familia esta aquí, no puedo quedarme parada a esperar sola sin saber y...
Sus ojos se encontraron con los de Harry por primera vez. Lo miró suplicantemente, pero el díjo que no con la cabeza y ella se volteó rencorosamente.
—Está bien,— d’ijo, mirando hacia la entrada del tunel que llegaba a la Cabeza de Puerco. —Voy a despedirme ahora, luego, y....
Se oyeron pies arrastrandose y un gran ruido sordo: Alguien más había salido del tunel, perdió un poco el equililbrio, y calló. Se paró con la silla mas cercana, miró al rededor detras de sus lentes de sus lentes torcidos, y díjo, —¿Llegué tarde? ¿Ya empezó? Me acabé de enterar, entonces yo...yo...
Percy quedó en silencio. Evidentemente nohabía esperado encontrarse con la mayoria de su familia. Hubo un momento de asombro, que fue interrumpido por Fleur diciendole a Lupin, en un intento muy transparente de romper la tension, —¿Y... como está el pequeño Teddy?
Lupin le parpadeó, sorprendido. El silencio entre los Weasleys se solidificó, como un hielo.
—Yo...oh si... ¡está bien!—Díjo Lupin fuertemente.—Si, Tonks esta con el...en la casa de su madre...
Percy y los otros Weasleys todavía se estaban mirando, congelados.
—¡Mira, tengo una foto!—Gritó Lupin, sacando la foto del bolsillo de su chaqueta y mostrandoselo a Fleur y Harry, quien vió un pequeño bebe con un mechón de colór turquesa, salundando con gordas manos a la camara.
—¡Fuí un estupido!— Rugió Percy, tan duro que Lupin casi bota la foto.—Fuí un idiota, fui un presumido, fuí un...un...
—Un idiota, amante del ministerio, repudiante de la familia, hambriento de poder,— díjo Fred
Percy pasó saliva
—¡Si, lo fuí!
—Bueno, no puedes decir mejor que eso,— díjo Fred, dandole la mano a Percy
La Señora Weasly empezó a llorar. Corrió hacia adelante, empujó a Fred, y le dió a Percy un abrazo estrangulador, mientras el le daba palmaditas en la espalda, sus ojos mirando a su padre.
—Perdoname, padre,— díjo Percy
El Señor Weasly parpadeo rapidamente, luego tambien se apuró a abrazar su hijo.
—¿Que te hizo volver a tus sentidos, Perce?— Preguntó George.
—Me ha estado pasando por un tiempo,—díjo Percy, limpiandose los ojos debajo de los lentes con la esquina de su capa. —Pero tenia que encontrar una manera de salirme y no es facil en el Ministerio, estan mentiendo a la carcel a los traidores. Logré contactarme con Alberforth y me paso el dato hace diez minutos que Hogwarts iba a pelear, entonces aqui estoy.
—Bueno, si esperamos que nuestros prefectos sean lideres en momentos como este,— díjoGeorge con una buena imitacíon del gesto más presumido de Percy.—Ahora vamos a arriba y peleemos, o todos los mejores Mortifagos ya estaran tomados.
—¿Entonces, tu eres mi cuñada ahora?—díjo Percy, dandole la mano a Fleur mientras caminaban hacia las escaleras con Bill, Fred, y George.
—¡Ginny!—gritó la señora Weasley.
Ginny estaba tratando, aprovechando la reconciliación, de subir a escondidas.
—Molly, que opinas,— díjo Lupin.— ¿Por qué no se queda Ginny, asi almenos esta en la escena y sabe lo que está pasando, pero no estarán en la mitad de la pelea?
—Yo...
—ES una buena idea,—díjo el señor Weasley firmemente. —Ginny, te quedas en este cuarto, ¿entiendes?
A Ginny no le gustó mucho la idea, pero bajo la mirada preocupada de su padre, asintió. La Señora y el Señor Weasly y Lupin caminaron hacia las escaleras tambien.
—¿Dónde está Ron?—Preguntó Harry.— ¿Dónde está Hermione?
—Deben estar en el Gran Comedor,—díjo el Señor Weasley.
—No los vi pasar,— díjo Harry.
—Dijeron algo sobre un baño,—díjo Ginny,—Poco después de que te fuiste.
—¿Un baño?
Harry caminó atravez del cuarto hacia una puerta abierta que llevaba al Cuarto de Requerimientos y buscó en el baño. Estaba vacio.
—¿Estás segura de que dijeron bañ...?
Pero luego su cicatriz le quemóy el Cuarto de Requerimientos desapareció: El estaba mirando atravez de las altas rejas de hierro con jabalís con alas en columnas en cada lado, mirando atravez del oscuro campo hacia el castillo, que estaba ardiendo con luces. Nagini estaba sobre sus hombros. Estaba poseido con ese sentimiento cruel y frio de un proposito precedia asesinato.

Capítulo 31: La batalla en Hogwarts

El cielo encantado del Gran Comedor estaba oscuro y salpicado de estrellas, y debajo de él, las cuatro largas mesas de las cuatro casas estaban alineadas, llenas de alumnos desaliñados, algunos con sus capas de viaje, otros en capas de gala. Aquí y allá brillaba el resplandor perlado de las figuras fantasmales que poblaban la escuela. Cada ojo, vivo o muerto, estaba fijo sobre la Profesora McGonagall, quien estaba hablando desde la plataforma superior del Comedor. Detrás de ella permanecían los demás profesores, incluido el centauro Firenze, además de los miembros de la Órden del Fénix que habían venido a luchar.
-...evacuación será supervisada por el Señor Filch y Madam Pomfrey. Prefectos, cuando de la señal, organizarán a los miembros de sus casas y llevarán a sus compañeros ordenadamente hacia los puntos de evacuación.
Muchos de los estudiantes se veían petrificados. Sin embargo, mientras Harry bordeaba las paredes mientras ojeaba la mesa de Gryffindor en busca de Ron y Hermione, Ernie Macmillan se levantó de su asiento en la mesa de Hufflepuff y gritó:
- ¿Y qué pasa si nos queremos quedar y pelear?
Hubo algunos aplausos alrededor.
- Si eres mayor de edad te puedes quedar.
- ¿Qué pasará con nuestras cosas? – dijo una chica en la mesa de Ravenclaw. - ¿Nuestros libros? ¿Nuestras lechuzas?
- No hay tiempo para recoger posesiones – dijo la profesora McGonagall -. Lo más importante es llevarlos a un lugar seguro.
- ¿Dónde está el profesor Snape? – gritó una alumna de la mesa de Slytherin.
- Para usar una frase común, se ha largado. – replicó la profesora McGonagall, y una gran aclamación surgió de las mesas de Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw.
Harry se movió cerca de la mesa de Gryffindor, aún buscando a Ron y Hermione. Mientras pasaba, los rostros se movieron en su dirección, y las personas murmuraban a su paso.
- Ya hemos puesto protección alrededor del castillo, – estaba diciendo la profesora McGonagall – pero es poco probable que aguantemos mucho a menos que la reforcemos. Así pues, debo pedirles que se muevan rápida y calmadamente, y que hagan lo que sus prefectos-
Pero sus palabras finales se ahogaron cuando una voz diferente hizo eco en el Gran Comedor. Era aguda, fría y clara. Era imposible decir de dónde provenía; parecía salir de las mismas paredes. Como los monstruos que una vez comandó, tal vez yació allí, dormida, por siglos.
- Sé que se están preparando para pelear.- Hubo gritos entre los estudiantes, y algunos se agarraban de los otros, mirando a su alrededor, despavoridos, buscando la fuente del sonido. – Sus esfuerzos son fútiles. No pueden pelear contra mí. No quiero matarlos. Tengo un gran respeto por los profesores de Hogwarts. No quiero derramar sangre mágica.
Se hizo el silencio en el Gran Comedor, el tipo de silencio que te presiona los oídos, que es demasiado grande como para ser contenido por las paredes.
- Denme a Harry Potter,- dijo la voz de Voldemort,- y nadie será lastimado. Denme a Harry Potter y no tocaré la escuela. Denme a Harry Potter, y serán recompensados... Tienen hasta media noche.
El silencio se los tragó nuevamente. Cada cabeza, cada par de ojos parecían haber encontrado a Harry, capturado en el resplandor de miles de rayos invisibles. En ese momento, una figura se levantó de la mesa de Slytherin, y Harry reconoció a Pansy Parkinson cuando levantó un brazo tembloroso y gritó:
- ¡Pero si ahí está! ¡Potter está allá! ¡Alguien sujételo!
Antes de que Harry pudiera hablar, hubo un movimiento masivo. Los Gryffindors en frente de él se levantaron y enfrentaban no a Harry, si no a los Slytherins. En ese momento los Hufflepuffs se levantaron, y casi al mismo tiempo lo hicieron los Ravenclaws, todos con sus espaldas hacia Harry, todos mirando a Pansy, y Harry, atemorizado y abrumado, vió como las varitas salían de todas partes, de los bolsillos de las capas y de debajo de las mangas.
- Gracias, señorita Parkinson – dijo la profesora McGonagall de manera cortante-. Usted saldrá del Gran Comedor primero, junto al señor Filch. El resto de su casa, acompáñenla.
Harry escuchó el rechinar de los bancos y luego el sonido de los Slytherins del otro lado del Gran Comedor.
- Ravenclaws, ¡síganlos!- dijo la profesora McGonagall.
Lentamente las cuatro mesas se vaciaron. La mesa de Slytherin estaba completamente desierta, pero unos cuantos de los alumnos más viejos de Ravenclaw se quedaron sentados mientras sus compañeros salían. Aún más Hufflepuffs se quedaron atrás, y la mitad de Gryffindor se quedó en sus asientos, provocando que la profesora McGonagall bajara de la plataforma para arrear a los más pequeños hacia afuera.
- ¡Absolutamente no, Creevey! ¡Y tú también, Peakes!
Harry se apresuró hacia los Weasleys, quienes estaban sentados todos juntos en la mesa de Gryffindor.
- ¿Dónde están Ron y Hermione?
- ¿No has encontrado-?- empezó el señor Weasley, preocupado, pero se interrumpió cuando Kingsley avanzó a la plataforma de los profesores para dirigirse a los que habían permanecido en el Gran Comedor.
- Tenemos sólo media hora para la media noche, así que hay que actuar rápido. Se ha llegado a un acuerdo acerca del plan de batalla entre el profesorado y la Órden del Fénix. Los profesores Flitwick, Sprout y McGonagall llevarán grupos de luchadores a las tres torres más altas: Ravenclaw, Astronomía y Gryffindor, donde tendrán una buena visión general del terreno y excelentes posiciones para lanzar hechizos. Mientras tanto, Remus, – indicó a Lupin – Arthur – apuntó al señor Weasley, sentado a la mesa de Gryffindor – y yo, llevaremos grupos a los jardines. Necesitamos a alguien que se encargue de organizar la defensa de las entradas de los pasadizos al castillo-
- Suena como un trabajo para nosotros.- dijo Fred, indicándose a sí mismo y a George, a lo que Kingsley asintió.
- ¡Muy bien, líderes, vengan acá arriba y dividamos las tropas!
- Potter – dijo la profesora McGonagall, apresurándose a donde éste estaba -, ¿no se supone que deberías estar buscando algo?
- ¿Qué? Oh, – dijo Harry – ¡Oh, sí!
Casi se había olvidado del Horrocrux, casi había olvidado que la batalla sería peleada para que él pudiera buscarlo. La inexplicable ausencia de Ron y Hermione había desvanecido de su mente cualquier otro pensamiento por unos momentos.
- Pues ve, Potter, ¡ve!
- Claro, sí...
Sentía los ojos que lo seguían mientras corría fuera del Gran Comedor, hacia la entrada principal aún llena de alumnos que estaban siendo evacuados. Se permitió ser barrido con ellos hasta la escalera de mármol, pero ya arriba se desvió hacia un corredor desierto. Miedo y pánico nublaban sus pensamientos. Intentó calmarse, concentrarse en encontrar el Horrocrux, pero sus pensamientos zumbaban tan frenética e infructuosamente como avispas encerradas en una caja de vidrio. Sin Ron y Hermione para ayudarlo parecía como si no pudiese ordenar sus ideas. Aminoró la velocidad, deteniéndose a mitad de un pasillo vacío, se sentó en el pedestal de una estatua y sacó el Mapa del Merodeador de la bolsa atada a su cuello. No podía ver los nombres de Ron o Hermione en ninguna parte, aunque la densidad de puntitos moviéndose hacia la Sala de los Menesteres podía estar ocultándolos, pensó. Guardó el mapa, se tapó la cara con las manos y cerró los ojos, intentando concentrarse...
Voldemort pensó que yo iría a la torre de Ravenclaw.
Allí estaba, un hecho sólido, el punto de partida. Voldemort había estacionado a Alecto Carrow en la Sala Común de Ravenclaw, y sólo podía haber una explicación: Voldemort temía que Harry ya supiese que su Horrocrux estaba conectado a esa casa.
Pero el único objeto que todo el mundo asociaba con Ravenclaw era la diadema perdida... ¿Y cómo podía el Horrocrux ser la diadema? ¿Cómo era posible que Voldemor, un Slytherin, hubiese encontrado la diadema que había eludido a generaciones enteras de Ravenclaws? ¿Quién podría haberle dicho dónde buscar, cuando nadie que viviera podía recordar haberla visto siquiera?
Nadie que viviera...
Bajo sus dedos, los ojos de Harry se abrieron. Saltó del pedestal e hizo el camino de regreso por donde había venido, ahora buscando a su última esperanza. El sonido de cientos de personas marchando hacia la Sala de los Menesteres crecía y crecía mientras iba hacia la escalera de mármol. Los prefectos gritaban instrucciones, intentando llevar la cuenta de los estudiantes de sus casas; había muchos empujones y empellones; Harry vio a Zacharias Smith aullarle a los de primero para que se pusieran de primeros en la fila; aquí y allá los más jóvenes lloraban, mientras los mayores llamaban desesperadamente a amigos o hermanos.
Harry vio a una figura de color blanco perlado flotando a través del Salón Principal más abajo, y gritó lo más fuerte que pudo sobre el clamor existente.
- ¡Nick! ¡NICK! ¡Necesito hablar contigo!
Harry se abrió camino a través de la marea de estudiantes y finalmente alcanzó la parte inferior de las escaleras, donde Nick Casi Decapitado, el fantasma de la torre de Gryffindor, lo esperaba.
- ¡Harry, muchacho!
Nick intentó agarrar las manos de Harry entre las suyas, dejando las de Harry con la sensación de haberlas metido en un balde de agua helada.
- Nick, tienes que ayudarme. ¿Quién es el fantasma de la torre de Ravenclaw?
Nick Casi Decapitado lo miró sorprendido y un poco ofendido.
- La Dama Gris, por supuesto, ¿ero si lo que requieres son los servicios de un fantasma...?
- Tiene que ser ella - ¿sabes dónde está?
- Pues, déjame ver...
La cabeza de Nick se tambaleó encima del encaje de su cuello, mientras volteaba de aquí a allá, esforzándose por ver sobre las cabezas del enjambre de alumnos.
- Es esa de allá, Harry, la joven de cabello largo.
Harry miró en la dirección a la que apuntaba el dedo transparente de Nick, y vió un fantasma alto que interceptó la mirada de Harry, enarcó las cejas, y se alejó flotando, atravesando una pared.
Harry corrió tras ella, una vez que había atravesado la puerta del corredor por el cual ella había desaparecido, la vio justo al final del pasillo, aún flotando suavemente, alejándose de él.
- Hey, espera, ¡vuelve!
Ella accedió a detenerse, flotando unas pulgadas por encima del piso. Harry supuso que era hermosa, con el cabello largo hasta la cintura y una capa larga que llegaba al piso, pero también se veía altiva y orgullosa. Al acercarse, la reconoció como un fantasma a la que había pasado varias veces en el corredor, pero con la cual nunca había hablado.
- ¿Eres la Dama Gris?
Ella asintió, pero no habló.
- ¿El fantasma de la torre de Ravenclaw?
- Eso es correcto.
Su tono no era alentador.
- Por favor, necesito tu ayuda. Necesito que me digas cualquier cosa que puedas acerca de la diadema perdida.
Una sonrisa fría curvó sus labios.
- Temo – dijo mientras giraba para irse – que no puedo ayudarte.
- ¡ESPERA!
No era su intención gritar, pero la furia y el pánico amenazaban con abrumarlo. Miró su reloj mientras ella planeaba lejos de él. Era un cuarto para las doce.
- Esto es urgente. – dijo con fiereza. – Si esa diadema está en Hogwarts, tengo que encontrarla, rápido.
- No eres el primero que codicia esa diadema – dijo ella desdeñosamente -. Generaciones enteras de estudiantes me han acosado -
- ¡Esto no es para sacar mejores calificaciones! ¡No es para usarla! – Harry gritó – Es acerca de Voldemort – vencer a Voldemort – ¿o no estás interesada en eso?
Ella no podía sonrojarse, pero sus mejillas transparentes se volvieron más opacas, y su voz sonaba acalorada cuando replicó: - ¡Por supuesto que yo - ¿Cómo te atreves a sugerir-?
- ¡Pues ayúdame entonces!
Su compostura se resquebrajaba.
- No ~ No es un asunto de ~ La diadema de mi madre ~
- ¿De tu madre?
Ella se veía enojada consigo misma
- Cuando vivía – dijo tiesamente – yo era Helena Ravenclaw.
- ¿Eres su hija? Pero, entonces, ¡debes saber lo que pasó con la diadema!
- Aunque la diadema otorgue sabiduría – dijo ella con un obvio esfuerzo por controlarse – dudo que pueda incrementar tus oportunidades de vencer al mago que se hace llamar Lord ~
- ¿No acabo de decirte que no estoy interesado en usarla? – dijo Harry fieramente – No tengo tiempo para explicarlo, pero si te importa Hogwarts, si quieres ver a Voldemort vencido, ¡tienes que decirme lo que sepas acerca de la diadema!
Ella permaneció quieta, flotando y mirándolo fijamente, y un sentimiento de desesperanza embargó a Harry. Claro, si ella hubiese sabido algo se lo hubiese dicho a Flitwick o a Dumbledore, quienes seguramente ya le habrían hecho la misma pregunta en el pasado. Harry sacudió la cabeza e hizo ademán de irse, cuando ella habló en voz baja:
- Yo le robé la diadema a mi madre.
- Tú ¿hiciste qué?
- Yo robé la diadema.- repitió Helena Ravenclaw en un suspiro.- Quería hacerme más inteligente, más importante que mi madre. Me escapé con la diadema.
Harry no sabía cómo había hecho para ganarse su confianza, y no se lo preguntó. Sólo escuchó intensamente mientras ella continuaba.
- Mi madre, dice, nunca admitió que la diadema se había perdido, siempre fingió que aún la tenía. Disimuló su pérdida, mi terrible traición, incluso ante los otros fundadores de Hogwarts.
- Entonces cayó enferma ~ fatalmente enferma. A pesar de mi perfidia, ella estaba desesperada por verme una vez más. Envió a buscarme a un hombre que me había amado por largo tiempo, aunque yo rechacé sus avances. Ella sabía que él no descansaría hasta que me encontrara.
Harry esperó. Ella inhaló profundamente y echó hacia atrás su cabeza.
- Él me rastreó por el bosque en el que me hallaba escondida. Cuando me negué a volver con él, se puso violento. El Barón siempre fue un hombre temperamental. Furioso por mi negativa, celoso de mi libertad, me apuñaló.
- ¿El Barón? ¿Quieres decir...?
- El Barón Sangriento, sí.- dijo la Dama Gris, y levantó un poco la capa para mostrar una única herida oscura en su blanco pecho.- Cuando vio lo que había hecho, se sintió agobiado por los remordimientos. Tomó el arma que había reclamado mi vida y la usó para matarse a sí mismo. Todos estos siglos ha estado usando esas cadenas como un acto de penitencia... Y bien que debería.- añadió con amargura.
- Y ¿la diadema?
- Permaneció donde la escondí cuando escuché al Barón dar tumbos por el bosque buscándome. Escondida dentro de un árbol hueco.
- ¿Un árbol hueco? – repitió Harry - ¿Qué árbol? ¿Dónde fue eso?
- Un bosque en Albania. Un lugar solitario que pensé estaba fuera del alcance de mi madre.
- Albania. – repitió Harry. Todo tenía sentido para Harry, quien libre de la confusión, entendía ahora por qué ella le había dicho ahora todo lo que le había negado a Dumbledore y a Flitwick. – Ya le has contado esta historia a otra persona, a un alumno, ¿verdad?
Ella cerró los ojos y asintió.
- Yo no... tenía idea... Él era... halagador. Él parecía... entender... compadecerse...
Sí, pensó Harry. Tom Riddle ciertamente habría entendido el deseo de Helena Ravenclaw de poseer objetos fabulosos a los que tenía pocos derechos.
- Bueno, no fuiste la primera persona a la que Tom Riddle le sonsacó información.- dijo Harry entre dientes - Podía ser encantador cuando quería...
Así que Voldemort se las había arreglado para sonsacarle a la Dama Gris la localización de la diadema perdida. Había viajado a ese bosque y recuperado la diadema de su escondite, tal vez tan pronto como dejó Hogwarts, incluso antes de empezar a trabajar en Borgins and Burkes.
¿Y no habían sido esos bosques un lugar seguro y recluido cuando muchos años más tarde Voldemort necesitó pasar desapercibido, sin ser molestado, por diez largos años?
Pero la diadema, una vez que se hubo convertido en su precioso Horrocrux, no permaneció en ese modesto árbol... No, la diadema había sido secretamente devuelta a casa, a su lugar, y Voldemort debió haberla puesto allí –
- ¡La noche en que solicitó empleo como profesor! - dijo Harry, terminando su idea en voz alta.
- ¿Disculpa?
- ¡Escondió la diadema en el castillo la noche en que le pidió a Dumbledore que lo dejara enseñar! – dijo Harry. Decirlo en voz alta le permitió a Harry encontrarle sentido a todo. – ¡Debió haberla escondido en su camino desde o hacia la oficina de Dumbledore! Pero aún así valía la pena intentar obtener el empleo. Así podría haber tenido la oportunidad de hacerse con la espada de Gryffindor también... Gracias, ¡muchas gracias!
Harry dejó a la Dama Gris flotando en el sitio, totalmente desconcertada. Mientras daba la vuelta en la esquina hacia el Salón Principal, miró su reloj. Faltaban cinco minutos para la medianoche, y aunque ahora sabía qué era el último Horrocrux, no estaba más cerca de descubrir dónde estaba.
Generaciones de estudiantes habían fracasado en encontrar la diadema, que se sugería no estaba en la torre de Ravenclaw, pero si no allí, ¿dónde? ¿Qué escondite había descubierto Tom Riddle dentro del castillo de Hogwarts que pensó que permanecería en secreto por siempre?
Perdido en especulaciones desesperadas, Harry giró en otra esquina, pero había dado sólo unos pocos pasos por el nuevo corredor cuando las ventanas a su izquierda se abrieron con un ensordecedor ruido, haciéndose añicos. En el momento en el que saltó a un lado, un cuerpo gigantesco entró volando por la ventana y golpeó la pared opuesta. Algo muy grande y peludo se soltó, gimoteando, del bulto recién llegado, y se lanzó sobre Harry.
- ¡Hagrid! – rugió Harry, quitándose de encima a Fang y sus atenciones, mientras la enorme figura barbuda se ponía de pie. - ¿Qué demo...?
- ¡Harry! ¡Estás aquí! ¡Estás aquí! – Hagrid se agachó, le dio a Harry un abrazo que podría haberle roto las costillas, y corrió de regreso a la ventana destrozada.
- ¡Buen chico, Grawpy! – bramó a través del hueco en la ventana.- ¡Te veré en un momento! ¡Se un buen chico!
Más allá de Hagrid, afuera en la oscuridad de la noche, Harry vio estallidos de luz y escuchó un grito extraño y agudo. Miró su reloj. Era medianoche. La batalla había empezado.
- Caracoles, Harry – resolló Hagrid – Así que esto es, ¿eh? Hora de luchar.
- Hagrid, ¿de dónde vienes?
- Escuché a Tú-sabes-quién desde nuestra cueva- dijo Hagrid, lúgubre -. La voz se propaga, vaya que sí. “Tienen hasta media noche para darme a Potter”. Sabía que tú estarías aquí, y sabía lo que debía estar pasando. Bájate, Fang. Así que vinimos a ayudar, yo y Grawpy y Fang. Chapoteamos el camino desde el bosque, y Grawpy nos trajo cargados a Fang y a mí. Le dije que me bajara en el castillo, así que me lanzó por la ventana. No exactamente lo que yo quería pero... ¿Dónde están Ron y Hermione?
- Esa – dijo Harry – es una muy buena pregunta. Vamos.
Corrieron juntos por el corredor, con Fang corriendo patosamente junto a ellos. Harry podía escuchar los ruidos del movimiento en todos los pasillos a los alrededores, pisadas corriendo, gritos; a través de las ventanas podía ver más destellos de luz en los oscuros terrenos.
- ¿A dónde vamos? – dijo Hagrid sin aliento, sacudiendo las losas del suelo con sus pisadas.
- No lo se exactamente. – dijo Harry, girando al azar en una esquina. – Pero Ron y Hermione deben estar por aquí, en algún lado...
Las primeras bajas de la batalla yacían desparramadas en el pasillo frente a ellos: las dos gárgolas de piedra que guardaban la entrada del salón de empleados habían sido hechas pedazos por una maldición que había entrado por otra ventana rota. Sus restos se revolvían débilmente en el suelo, y cuando Harry saltó sobre la cabeza de una de ellas, ésta gimió con desmayo.
- Oh, no te preocupes por mí... yo sólo me quedaré aquí a desmoronarme...
Su feo rostro de piedra hizo pensar repentinamente a Harry en el busto de mármol de Rowena Ravenclaw, con ese extraño tocado, que estaba en la casa de Xenophilius, y luego en la estatua que estaba en la torre de Ravenclaw, con la diadema de piedra sobre sus rizos blancos...
Y al llegar al final del pasillo, el recuerdo de una tercera efigie de piedra vino a su mente: la de un feo y viejo hechicero, sobre cuya cabeza el mismo Harry había puesto una peluca y un viejo sombrero desvencijado. La impresión atravesó a Harry como un trago de whisky de fuego, y casi tropezó por la conmoción.
Sabía, al fin, dónde estaba el último Horrocrux esperando por él...
Tom Riddle, quien no confiaba en nadie y operaba solo, podría haber sido lo suficientemente arrogante como para asumir que él y sólo él había penetrado en los más profundos misterios del castillo de Hogwarts. Por supuesto, Dumbledore y Flitwick, esos alumnos modelo, nunca habían puesto un pie en ese lugar en particular, pero él, Harry, se había desviado del camino regular en sus tiempos de escuela – había al menos un área secreta que él y Voldemort conocían, y que Dumbledore nunca había descubierto –
La profesora Sprout lo sacó de su trance, pues venía haciendo estruendo, seguida por Neville y media docena de otros, todos usando orejeras y llevando en brazos lo que parecían ser grandes plantas en macetas.
- ¡Mandrágoras! – le gritó Neville sobre el hombro a Harry mientras corría – Vamos a dejarlas caer por encima de los muros ¡No les gustará para nada!
Harry sabía dónde ir ahora. Se apresuró, con Hagrid y Fang galopando detrás de él. Pasaron de largo retrato tras retrato, y las figuras pintadas corrieron junto a ellos, magos y brujas en encajes arruchados y calzones, en armaduras y capas, hacinándose unos sobre otros en los lienzos de los demás, gritando las noticias de otras partes del castillo. Cuando llegaron al final del corredor, el castillo entero se sacudió, y Harry supo, cuando una vasija gigante voló de su pedestal con fuerza explosiva, que estaba controlada por encantamientos más siniestros que los de los profesores o los miembros de la Órden.
- ¡Ya está bien, Fang, todo está bien! – gritó Harry, pero el enorme sabueso se dio a la fuga cuando astillas de vajilla volaron como proyectiles a través del aire, y Hagrid corrió pesadamente tras el aterrorizado perro, dejando a Harry solo.
Siguió adelante por los pasillos tambaleantes, con la varita lista, y por la longitud de un pasillo el pequeño caballero pintado, Sir Cardigan, se precipitó de cuadro en cuadro junto a Harry, haciendo sonar su armadura, gritando palabras de aliento, con su pequeño y gordo pony corriendo a medio galope tras él.
- ¡Fanfarrones y granujas! ¡Perros y sabandijas! ¡Ahuyéntalos de aquí, Harry Potter! ¡Despídelos!- Harry se precipitó a rodear una esquina y se encontró a Fred y a un pequeño contingente de estudiantes, incluidos Lee Jordan y Hannah Abbott, parados junto a otro pedestal vacío, cuya estatua solía disimular la entrada a un pasadizo secreto. Sus varitas estaban fuera y estaban escuchando los sonidos que salían del agujero semiescondido.
- ¡Buena noche para esto! - gritó Fred mientras el castillo se estremecía nuevamente, y Harry corrió desenfrenadamente (¿esprintó?), eufórico y muerto de miedo al mismo tiempo. Corrió por otro corredor más, y allí encontró lechuzas por todas partes, a las que la Señora Norris siseaba mientras intentaba golpearlas con sus patas, sin duda para regresarlas a su lugar...
- ¡Potter!
Aberforth Dumbledore se imponía frente a él bloqueando el corredor, con su varita lista para la acción.
- ¡Tengo a cientos de chicos haciendo estropicios por mi pub, Potter!
- Lo se, estamos evacuando, – dijo Harry – Voldemort está –
- atacando porque aún no te han entregado, sí, - dijo Aberforth – No soy sordo, chico. Todo Hogsmeade lo escuchó. ¿Y nunca se les ocurrió a ninguno de ustedes mantener a algunos Slytherin como rehenes? Hay hijos de mortífagos a los que han enviado a la seguridad, ¿sabes? ¿No habría sido más inteligente mantenerlos aquí?
- Eso no detendría a Voldemort, - dijo Harry – y tu hermano nunca lo hubiese hecho.
Aberforth gruñó y se marchó en dirección opuesta.
Tu hermano nunca lo hubiese hecho... Bueno, era la verdad, pensó Harry mientras seguía su carrera: Dumbledore, quien había defendido a Snape por tanto tiempo, nunca hubiese retenido a los alumnos como rehenes...
Y entonces patinó alrededor de una esquina al final del pasillo, y con un grito de alivio y furia mezclados, los vio: Ron y Hermione; ambos con los brazos cubiertos por objetos grandes, curvados, sucios y amarillos, Ron sosteniendo una escoba bajo sus brazos
- ¿Dónde demonios han estado? – les gritó Harry
- En la Cámara Secreta.- dijo Ron.
- En la Cámara - ¿qué? – deteniéndose inestablemente frente a ellos.
- ¡Fue idea de Ron, todo! – dijo Hermione sin aliento - ¿No fue absolutamente brillante? Ahí estábamos, después de irnos, y yo le dije a Ron, incluso si encontrábamos el otro, ¿cómo nos desharemos de él? ¡Aún no nos habíamos deshecho de la copa! ¡Y entonces él pensó en eso! ¡El basilisco!
- ¿Pero qué-?
- Algo para deshacernos de los Horrocruxes.- dijo Ron simplemente.
Los ojos de harry bajaron a los objetos que Ron y Hermione estaban sujetando: colmillos grandes y curvos; arrancados, se daba cuenta ahora, del cráneo de un basilisco muerto.
- ¿Pero cómo llegaron allí? – preguntó, cambiando la mirada de los colmillos a Ron. – ¡Necesitas hablar pársel!
- ¡Lo hizo! – susurró Hermione.- ¡Muéstrale, Ron! – Ron hizo un horrible siseo estrangulado.
- Es lo que hiciste cuando abriste el relicario, - le dijo a Harry disculpándose.- Tuve que intentarlo varias veces para que me saliera bien, pero – se encogió de hombros modestamente – al final entramos.
- ¡Estuvo asombroso! – dijo Hermione - ¡Asombroso!
- Así que...- Harry estaba luchando para mantenerse al nivel – Así que...
- Así que estamos con un Horrocrux más fuera, - dijo Ron, y sacó los restos de la taza de Hufflepuff de debajo de su chaqueta. – Hermione la apuñaleó. Pensé que debería. No había tenido el placer aún.
- ¡Genial! – gritó Harry.
- No fue nada.- dijo Ron, aunque se veía encantado consigo mismo. - ¿Y qué hay de nuevo contigo?
Cuando lo dijo, hubo una explosión sobre sus cabezas. Los tres vieron hacia arriba mientras el polvo caía desde el techo y escucharon un grito distante.
- Sé cómo es la diadema, y ahora sé dónde está – dijo Harry, hablando rápido -. Él la escondió exactamente donde yo tenía escondido mi viejo libro de pociones, donde todo el mundo ha estado escondiendo cosas por siglos. Creyó que él era el único que había encontrado ese lugar. Vamos.
Mientras las paredes temblaban otra vez, Harry guió a los otros dos de regreso a través del pasadizo escondido y bajaron las escaleras, hacia la Sala de los Menesteres. Estaba vacía excepto por tres mujeres: Ginny, Tonks y una bruja anciana que usaba un sombrero comido por las polillas, a quien reconoció inmediatamente como la abuela de Neville.
- Ah, Potter – dijo de manera concisa, como si lo hubiese estado esperando.-, tú puedes decirnos qué es lo que está sucendiendo.
- ¿Está todo el mundo bien? – dijeron Ginny y Tonks al mismo tiempo.
- Hasta donde sabemos – dijo Harry.- ¿Todavía hay gente en el pasadizo al Cabeza de Puerco?
Harry sabía que la Sala no podría transformarse mientras hubiese gente dentro de ella.
- Yo fui la última en entrar – dijo la señora Longbottom -. Sellé la entrada; creo que es poco sabio dejarla abierta ahora que Aberforth ha dejado solo el pub. ¿Has visto a mi nieto?
- Está peleando. – dijo Harry.
- Naturalmente – dijo la anciana orgullosamente -. Discúlpenme, debo ir a asistirlo.- Y con velocidad sorprendente trotó hacia los escalones de piedra.
Harry miró a Tonks.
- Se suponía que tú estarías con Teddy en casa de tu madre, ¿no?
- No podía soportar no saber...- Tonks se veía angustiada – Ella lo buscará. ¿Han visto a Remus?
- Él planeaba llevar a un grupo de luchadores a los terrenos del castillo –
Sin esperar otra palabra, Tonks corrió hacia allá.
- Ginny - dijo Harry -, lo siento, pero necesitamos que tú también te vayas. Sólo por un momento. Luego puedes entrar otra vez.
Ginny estaba encantada de dejar su santuario.
- ¡Después puedes entrar otra vez! – le gritó mientras ella corría siguiendo el camino que siguió Tonks.- ¡Tienes que entrar otra vez!
- ¡Espera un momento! – dijo Ron bruscamente - ¡Nos olvidamos de alguien!
- ¿Quién? – preguntó Hermione.
- Los elfos domésticos, deben estar aún en las cocinas, ¿no es así?
- ¿Quieres decir que deberíamos ponerlos a pelear? – preguntó Harry.
- No- dijo Ron seriamente -, quiero decir que deberíamos sacarlos de aquí. No queremos más Dobbies, ¿o sí? No podemos ordenarles que mueran por nosotros –
Hubo un estrépito cuando los colmillos del basilisco cayeron de los brazos de Hermione. Corriendo hasta ron, se lanzó sobre él, rodeándole el cuello con sus brazos y plantándole un beso en la boca. Ron tiró los colmillos y la escoba que había estado sosteniendo y le respondió con tal entusiasmo que levantó a Hermione del piso.
- ¿Es éste el momento para eso? – preguntó Harry débilmente, y cuando nada pasó excepto que Ron y Hermione se abrazaron con mayor firmeza y se balancearon en donde estaban parados, levantó la voz. - ¡Oi! ¡Hay una guerra aquí! – Ron y Hermione se separaron, pero sus brazos permanecían alrededor del otro.
- Lo se, amigo – dijo Ron, quien se veía como si le hubiesen golpeado la cabeza con una bludger. – Así que es ahora o nunca, ¿no es así?
- No importa eso, ¿qué pasa con el Horrocrux? – gritó Harry - ¿Creen que podrían aguantarse hasta que encontremos la diadema?
- Sí, claro, lo siento – dijo Ron, y él y Hermione empezaron a recoger los colmillos, ambos sonrojados.
Estaba claro que en los minutos en que habían permanecido en la Sala de los Menesteres la situación del castillo se había deteriorado severamente. Las paredes y el techo se tambaleaban más que nunca, el polvo llenaba el aire, y a través de la ventana más cercana Harry podía ver estallidos de luces verdes y rojas tan cercanos al pie del astillo que supo que los mortífagos estaban muy cerca de entrar al lugar.
Mirando hacia abajo, Harry vio a Grawp el gigante serpentear, balanceando lo que parecía una gárgola de piedra arrancada del techo y rugiendo su disgusto.
- ¡Esperemos que pise a algunos de ellos! – dijo Ron mientras más gritos hacían eco desde cerca.
- ¡Mientras no sea ninguno de los nuestros! – dijo una voz. Harry se dio vuelta y vio a Ginny y a Tonks, ambas con sus varitas fuera apuntando a la ventana siguiente, a la que le faltaban varios paneles. Mientras miraba, Ginny envió una bien apuntada maldición a un grupo de luchadores más abajo.
- ¡Buena chica! – rugió una figura que corría entre el polvo hacia ellos, y Harry vio a Aberforth nuevamente, su cabello gris flotando mientras guiaba a un grupo pequeño de estudiantes – Parece como si estuviesen atravesando las almenas, trajeron a sus propios gigantes.
- ¿Has visto a Remus? – le preguntó Tonks.
- ¡Estaba peleando con Dolohov! – gritó Aberforth – ¡No lo he visto desde eso!
- Tonks – dijo Ginny -, estoy segura de que él está bien –
Pero Tonks había corrido tras el polvo que dejó Aberforth.
Ginny se volteó, impotente, hacia Harry, Ron y Hermione.
- Estarán bien – dijo Harry, aunque sabía que eran palabras vacías -. Ginny, regresaremos en un momento, sólo mantente fuera de peligro, mantente a salvo. ¡Vamos! – les dijo a Ron y Hermione, y corrieron de regreso hasta el tramo de pared detrás de la cual la Sala de los Menesteres esperaba para hacer cumplir el deseo de la persona que entrara.
Necesito el lugar donde todo está escondido. Harry rogó dentro de su cabeza, y la puerta se materializó la tercera vez que pasaron frente a la pared.
El furor de la batalla murió en el momento en el que cruzaron el portal y cerraron la puerta tras ellos: Todo estaba silencioso. Estaban en un lugar del tamaño de una catedral y con el tamaño de una ciudad, sus altas paredes construidas con objetos escondidos por estudiantes que se habían marchado hacía largo tiempo.
- ¿Y nunca se dio cuenta de que cualquiera podría haber entrado? – dijo Ron, su voz haciendo eco en el silencio.
- Pensó que él era el único – dijo Harry –. Muy mal para él que yo tuve que esconder cosas aquí en mi tiempo... Por aquí.- añadió – Creo que está por acá... – Aceleraron el paso por los pasillos adecentes; Harry podía escuchar las pisadas de los otros haciendo eco entre las altas pilas de baratijas, de botellas, sombreros, cajas, sillas, libros, armas, escobas, bates...
- Cerca de aquí – murmuró para sí mismo – Cerca... por aquí...
Se adentró más y más en el laberinto, buscando objetos que reconociera de su viaje anterior a esta sala. Su respiración le sonaba muy fuerte a sus propios oídos, y su misma alma parecía tiritar. Allí estaba, justo adelante, el viejo armario de pintura desconchada en el cual había escondido su viejo libro de Pociones, y sobre él, el hechicero de piedra marcado de viruela que usaba una peluca polvorienta y lo que parecía ser una antigua tiara descolorida.
Ya había estirado la mano, auque estaba unos cuantos pies lejos, cuando una voz detrás de él dijo: - Detente, Potter.
Derrapó y se detuvo, y se dio la vuelta. Crabbe y Goyle estaban de pie tras él, hombro con hombro, con sus varitas apuntando Harry. A través del pequeño espacio que quedaba entre sus rostros burlones vio a Draco Malfoy.
- Esa que estás agarrando es mi varita, Potter.- dijo Malfoy, apuntando la que tenía entre las manos entre el espacio que quedaba entre Crabbe y Goyle.
- Ya no lo es – jadeó Harry, intensificando su agarre a la varita de espino.- El que lo encuentra se lo queda, Malfoy. ¿Quién te prestó esa que llevas?
- Mi madre.- dijo Draco.
Harry rió, aunque no había nada gracioso en la situación. No podía escuchar a Ron o a Hermione. Al parecer habían salido de su rango de audición, buscando la diadema.
- ¿Cómo es que no estás con Voldemort? – preguntó Harry.
- Seremos recompensados – dijo Crabbe. Su voz era sorprendentemente suave para una persona tan enorme: Harry no lo había oído hablar casi nunca. Crabbe estaba hablando como un niño pequeño al que le prometieron una bolsa de dulces -. Nos quedamos por aquí. Decidimos no irnos. Decidimos llevarte a él.
- Buen plan – dijo Harry con fingida admiración. No podía creer que estuviese tan cerca, y que su plan fuese a ser frustrado por Malfoy, Crabbe y Goyle. Empezó a alejarse lentamente hacia atrás, hacia donde el Horrocrux yacía ladeado sobre la cabeza del busto. Si sólo pudiese poner sus manos sobre él antes de que la batalla empezara...
- ¿Y cómo entraron aquí? – preguntó, intentando distraerlos.
- Prácticamente viví en la Sala de los Objetos Escondidos durante el año pasado – dijo Malfoy con voz quebradiza -, se cómo entrar.
- Estábamos escondidos en el corredor afuera – gruñó Goyle -. ¡Ahora podemos hacer encantamientos desilusionadores! Y entonces – su rostro se partió en una estúpida sonrisa – ustedes aparecieron justo en frente de nuestros ojos y dijeron que estaban buscando una dia –die- ¡deduma! ¿Qué es una deduma?
- ¿Harry? – la voz de Ron hizo eco repentinamente desde el otro lado de la pared a la derecha de Harry - ¿Estás hablando con alguien?
Con un movimiento de látigo, Crabbe apuntó su varita hacia la montaña de quince pies de muebles, baúles rotos, libros viejos, capas y trastos inidentificables, y gritó -¡Descendo!
La pared empezó a tambalearse, y entonces la parte de arriba se desmoronó sobre el pasillo donde Ron estaba.
- ¡Ron! – bramó Harry, mientras desde un lugar fuera de su vista Hermione gritaba, y Harry escuchó innumerables objetos caer con estrépito sobre el piso del otro lado de la pared desestabilizada: apuntó su varita hacia la muralla y gritó:-¡Finite! - y la misma se estabilizó.
- ¡No! – gritó Malfoy, agarrando el brazo de Crabbe cuando éste hizo la moción de repetir el hechizo - ¡Si destrozas el salón podrías enterrar la diadema en el proceso!
- ¿Cuál es el problema? – dijo Crabbe, liberándose de Malfoy – Si es Potter lo que el Señor Oscuro quiere, ¿a quién le importa una deduma?
- Potter vino a obtenerla – dijo Malfoy con mal disimulada impaciencia a la lenta y no existente agudeza de sus colegas -, así que eso debe significar-
- ¿Debe significar? – Crabbe se dio la vuelta hacia Malfoy con una ferocidad no disimulada - ¿A quién le importa lo que tú pienses? Yo no sigo tus órdenes, Draco. Tú y tu padre están acabados.
- ¿Harry? – gritó Ron de Nuevo, desde el otro lado del montón de trastos - ¿Qué está sucediendo?
- ¿Harry? – imitó Crabbe - ¿Qué está-? ¡No, Potter! ¡Crucio!
Harry se había lanzado a por la tiara; la maldición de Crabbe no le acertó pero golpeó al busto de piedra, el cual voló por los aires; la diadema salió disparada hacia arriba y luego desapareció en la masa de objetos sobre los que el busto cayó.
- ¡ALTO! – Malfoy le gritó a Crabbe, su voz haciendo eco a través de la enorme habitación – El Señor Oscuro lo quiere vivo.
- ¿Y eso qué? No lo estoy matando, ¿o sí? – gritó Crabbe, zafándose del brazo de Malfoy – Pero si puedo, lo haré. De cualquier forma, el Señor Oscuro lo quiere muerto, ¿cuál es la diferen-?
Un chorro de luz escarlata pasó a centímetros de Harry: Hermione había corrido alrededor de la esquina y había lanzado un hechizo aturdidor justo a la cabeza de Crabbe. Falló únicamente porque Malfoy lo empujó fuera de su trayectoria.
- ¡Es la sangre sucia! ¡Avada Kedavra!
Harry vio que Hermione se movió a un lado, y la furia que sintió al ver que Crabbe había intentado matarla borró todo lo demás de su cabeza. Le lanzó un hechizo aturdidor a Crabbe, quien dio traspiés y se quitó de en medio, derribando la varita de Malfoy; la varita rodó fuera de su vista bajo una montaña de muebles rotos y huesos.
- ¡No lo maten! ¡NO LO MATEN! – Malfoy le gritó a Crabbe y a Goyle, quienes estaban apuntando a Harry: el segundo de duda fue todo lo que Harry necesitó.
- ¡Expelliarmus!
La varita de Goyle salió volando de su mano y desapareció en el bastión de objetos que estaban detrás de él; Goyle saltó como un tonto en el sitio, intentando recuperarla; Malfoy saltó fuera del rango del segundo hechizo aturdidor de Hermione, y Ron, apareciendo repentinamente al final del pasillo, le lanzó un maldición paralizadora a Crabbe, que falló por muy poco.
Crabbe giró en redondo y gritó -¡Avada Kedavra! de nuevo. Ron desapareció de un salto para evitar el chorro de luz verde. Malfoy, sin varita, se encogió detrás de un armario de tres patas, mientras Hermione cargaba contra ellos, golpeando a Goyle con un hechizo aturdidor mientras se acercaba.
- ¡Está por aquí en algún lugar! – le gritó Harry, apuntando la pila de bártulos en la que la vieja tiara había caído –. Búscala mientras yo voy y ayudo a R-
- ¡HARRY! – gritó Hermione.
Una ola de sonido crepitante que venía de detrás de él le dio la advertencia del momento. Se dio vuelta y vio a Ron y a Crabbe corriendo lo más rápido que podían hacia ellos.
- ¿Te gusta así, basura? – rugió Crabbe mientras corría.
Pero parecía no tener control sobre lo que había hecho. Llamas de tamaño anormal los perseguían, lamiendo los lados de los montones de basura y baratijas, que se desmoronaban como hollín a su toque.
- ¡Aguamenti! – aulló Harry, pero el chorro de agua que salió de la punta de su varita se evaporó en el aire.
- ¡CORRAN!
Malfoy agarró a Goyle, quien seguía aturdido, y lo arrastró con él; Crabbe los aventajó a todos, viéndose aterrorizado; Harry, Ron y Hermione lo acompañaron en su carrera, y el fuego los perseguía. No era un fuego normal; Crabbe había usado una maldición de la que Harry no tenía conocimiento. Cuando giraron en una esquina las llamas los persiguieron como si estuvieran vivas, como si sintiera, resueltas a matarlos. Ahora el fuego estaba mutando, formando una manada gigante de bestias fogosas: serpientes flameantes, quimeras y dragones se levantaban y caían y se levantaban otra vez, y los detritos de siglos de los que se estaban alimentando eran lanzados a los aires a sus bocas colmilludas, a sus garras afiladas, antes de ser consumidos por la hoguera.
Malfoy, Crabbe y Goyle se habían desaparecido de su vista: Harry, Ron y Hermione se detuvieron; los monstruos de fuego los tenían rodeados, acercándose cada vez más, sus garras, cuernos y colas azotaban el suelo, y el calor era tan sólido como una muralla a su alrededor.
- ¿Qué podemos hacer? – gritó Hermione por encima del ruido ensordecedor del fuego - ¿Qué podemos hacer?
- ¡Aquí!
Harry se hizo con un par de escobas que se veían pesadas de la pila de trastos más cercana, y le lanzó una a Ron, quien montó a Hermione detrás de él. Harry pasó su pierna sobre la segunda escoba y, con fuertes patadas al piso, se levantaron por el aire, fallando por poco el pico carnudo de un raptor flameante que intentó morderlos con sus poderosas mandíbulas. El humo y el calor se hacían insoportables: debajo de ellos, el fuego maldito consumía el contrabando de generaciones de estudiantes cazados, los resultados culpables de mil experimentos prohibidos, los secretos de almas incontables que habían buscado refugio en la habitación. Harry no podía ver rastro de Malfoy, Crabbe o Goyle por ningún lado. Bajó en picado lo más que se atrevió sobre la manada merodeante de monstruos que intentaban encontrarlos, pero no había más que fuego: Qué forma tan terrible de morir... Él nunca quiso esto...
-¡Harry, salgamos de aquí! ¡Salgamos de aquí! – rugió Ron, aunque a través del humo era imposible ver dónde estaba la puerta.
Y entonces Harry escuchó un débil, penoso grito humano entre la terrible conmoción, el estruendo de la llamma devoradora.
- ¡Es demasiado peligroso! – gritó Ron, pero Harry giró en el aire. Sus lentes le daban a sus ojos una pequeña protección contra el humo, rastreó la tormenta de fuego debajo de él, buscando una señal de vida, un miembro o una cara que aún no estuviese achicharrada como madera...
Y entonces los vio: Malfoy con sus brazos bajo el inconciente Goyle, ambos sobre una frágil torre de escritorios achicharrados, y Harry descendió. MAlfoy lo vió venir y levantó un brazo, pero incluso cuando Harry lo agarró supo de inmediato que no serviría de nada. Goyle era muy pesado y la mano de Malfoy, cubierta de sudor, se resbaló inmediatamente de la mano de Harry.
- ¡SI MORIMOS POR CULPA DE ELLOS, TE MATARÉ, HARRY! – rugió la voz de Ron, y, mientras una gran quimera flamenate se abalanzaba sobre ellos, él y Hermione arrastraron a Goyle sobre su escoba y se alzaron, balanceándose y tambaleándose en el aire, mientras Malfoy se subía a la escoba detrás de Harry.
- ¡La puerta! ¡Vamos a la puerta, la puerta! – le gritó MAlfoy a Harry en la oreja, y Harry aceleró, siguiendo a Ron, Hermione y Goyle a través de la nube de humo, apenas capaz de respirar: y alrededor de él, los objetos que aún no habían sido consumidos por las llamas saltaban por los aires, mientras las criaturas invocadas por el fuego maldito las lanzaban alto en celebración: tazas y escudos, un collar destellante, una vieja tiara descolorida...
- ¿Qué estás haciendo? ¿Qué estás haciendo? ¡La puerta es hacia allá! – gritó Malfoy, pero Harry hizo un viraje brusco y descendió en picada. La diadema parecía caer en cámara lenta, dando vueltas y brillando mientras caía en las fauces de una serpiente bostezando, y entonces la agarró, atrapándola alrededor de su muñeca-
Harry giró bruscamente de nuevo cuando la serpiente se abalanzó sobre él; se alzó y se encaminó directamente hacia el lugar en donde, rezaba, la puerta estaba abierta; Ron, Hermione y Goyle se habían desvanecido; Malfoy estaba gritando y sujetaba a Harry tan fuerte que lo lastimaba, entonces, a través del humo, Harry vio una mancha rectangular en la pared y condujo la escoba hacia allá, y momentos después aire limpio llenó sus pulmones mientras chocaban con la pared del corredor frente a ellos.
Malfoy cayó de la escoba sobre su cara, jadeando, tosiendo y teniendo arcadas. Harry se revolcó y se sentó: La puerta a la Sala de los Menesteres se había desvanecido, y Ron y Hermione estaban sentados en el piso, jadeantes, junto a Goyle, quien permanecía inconciente.
- C-Crabbe – se asfixió Malfoy tan pronto como pudo hablar -. Crabbe...
- Está muerto. – dijo Ron ásperamente.
Hubo un silencio, aparte de los jadeos y las toses. Entonces un número de grandes explosiones sacudió al castillo, y una gran cabalgata de figuras transparentes galopó frente a ellos sobre sus caballos, sus cabezas gritando su sed de sangre bajo sus brazos. Harry trastabilló al levantarse cuando la partida de Cazadores Descabezados hubo pasado: La batalla continuaba alrededor de él. Podía escuchar más gritos que los de los de los fantasmas en retirada. El pánico se prendió dentro de él.
- ¿Dónde está Ginny? – dijo cortante – Estaba aquí. Se supone que iba a entrar en la Sala de los Menesteres.
- Córcholis, ¿crees que sirva aún después de todo ese fuego? – preguntó Ron, pero él también se puso de pie, frotándose el pecho y mirando a todos lados - ¿Nos separamos para buscarla?
- No – dijo Hermione levantándose también. Malfoy y Goyle permanecían desplomados y sin esperanza en el suelo, y ninguno de los dos tenía varita – Quedémonos juntos. Yo digo que vayamos... Harry, ¿qué es eso en tu brazo?
- ¿Qué? Oh, sí...
Se sacó la diadema de la muñeca y la levantó. Aún estaba caliente, ennegrecida por el hollín, pero cuando la miró de cerca fue capaz de entender las diminutas palabras grabadas sobre ella: JUICIO MÁS ALLÁ DE LA MEDIDA ES EL TESORO MÁS GRANDE DEL HOMBRE.
Una sustancia semejante a la sangre, negra y alquitranada, parecía gotear de la diadema. De repente Harry sintió la cosa vibrar violentamente, y romperse en sus manos, y cuando lo hizo, creyó escuchar el más débil y distante grito de dolor, haciendo eco no desde los terrenos o desde el castillo, sino desde esa cosa que se había roto entre sus dedos.
- ¡Debe haber sido Fiendfyre! – gimió Hermione, sus ojos sobre la pieza rota.
- ¿Perdón?
- Fiendfyre – fuego maldito – es una de las sustancias que destruye Horrocruxes, pero yo nunca me hubiese atrevido a usarlo, es demasiado peligroso - ¿Cómo aprendió Crabbe a -?
- Debe haberlo aprendido de los Carrows. – dijo Harry, adusto.
- Una lástima que no prestó atención cuando dijeron cómo detenerlo, realmente – dijo Ron, cuyo cabello, como el de Hermione, estaba chamuscado, y su cara ennegrecida -. Si no hubiese intentado matarnos a todos, estaría apenado por su muerte.
- ¿Pero no te das cuenta? – susurró Hermione – Eso significa que sólo nos falta la serpiente – pero se detuvo cuando alaridos y gritos y los ruidos inconfundibles de un duelo llenaron el corredor. Harry vio a su alrededor y su corazón pareció detenerse: los mortífagos habían entrado a Hogwarts. Fred y Percy estaban justo a la vista, ambos batiéndose con hombres enmascarados y encapuchados.
Harry, Ron y Hermione avanzaron a la carrera para ayudar: chorros de luz volaban en todas direcciones y el hombre batiéndose con Percy se echó atrás rápidamente: su capucha cayó y vieron una frente alta y cabello encanecido...
- ¡Hola, Ministro! – bramó Percy, lanzando una maldición a Thicknesse, quien dejó caer su varita y arañó el frente de sus vestiduras, aparentemente terriblemente incómodo - ¿Mencioné que voy a renunciar?
- ¡Estás bromeando, Perce! – gritó Fred mientras el mortífago con el que estaba batallando colapsaba bajo el peso de tres hechizos aturdidores. Thicknesse había caído al piso con pequeñas espinas haciendo erupción por todo su cuerpo; parecía que se estuviese convirtiendo en un erizo de mar. Fred miró a Percy con regocijo.
- De verdad estás bromeando, Perce... Creo que no te había oído bromear desde que tenías- El aire explotó. Se habían agrupado los cinco, Harry, Ron, Hermione, Fred y Percy, con los dos mortífagos a sus pies, uno aturdido, el otro transfigurado, y en ese fragmento de tiempo, cuando el peligro parecía temporalmente a raya, el mundo fue desgarrado en pedazos, Harry se sintió volar por los aires, y todo lo que pudo hacer fue agarrarse lo más firmemente posible a ese pequeño palito de madera que era su única arma, y protegerse la cabeza con los brazos: escuchó los gritos y alaridos de sus compañeros sin una esperanza de saber qué les había sucedido-
Y entonces el mundo se revolvió en dolor y semioscuridad: estaba casi enterrado en las ruinas de un corredor que había sido víctima de un terrible ataque. El aire frío le dijo que un lado del castillo había volado por los aires, y el calor pegajoso en su mejilla le dijo que estaba sangrando copiosamente. En ese momento escuchó un grito terrible que le atenazó las entrañas, que expresaba agonía que ni el fuego ni una maldición pueden causar, y se levantó, tambaleándose, más asustado de lo que había estado en todo ese día, más asustado, tal vez, de lo que había estado toda su vida...
Y Hermione estaba luchando por ponerse en pie entre los escombros, y tres hombres pelirrojos estaban agrupados en el piso donde la pared había explotado. Harry tomó la mano de Hermione mientras se tambaleaban y daban traspiés sobre piedras y madera.
- No... no... ¡NO! – alguien estaba gritando - ¡No! ¡Fred! ¡No!
Y Percy sacudía a su hermano, y Ron estaba arrodillado junto a ellos, y los ojos de Fred miraban fijamente sin ver, el fantasma de su última risa aún grabado en su rostro.

Capítulo 32: La varita anciana

El mundo había terminado entonces ¿por qué la batalla no cesaba, el castillo había caído en un silencio de horror, y cada combatiente tenia los brazos caídos?
La mente de Harry estaba fuera de control, imposibilitada de entender, Fred Weasley no podía estar muerto, la evidencia de sus sentidos le debía estar mintiendo. Y entonces, un cuerpo pasa flotando el agujero hacia el lado de la escuela, y volaron maldiciones hacia ellos desde la oscuridad, pegando en el muro al lado de sus cabezas.
-¡Abajo! – grito Harry, mientras más maldiciones cruzaban la noche. El y Ron habían tomado a Hermione y la empujaban hacia el piso, pero Percy yacía al lado del cuerpo de Fred, protegiéndolo de mas daño; y cuando Harry grito: - Percy, vamos, tenemos que movernos- él negó con la cabeza.- ¡Percy!- Harry vio lagrimas en la cara de Ron, mientras que tomaba de los hombros a su hermano mayor y lo empujaba. Pero Percy se negaba- Percy, no puedes hacer nada por él. Vamos a. -
Hermione grito y Harry se dio vuelta, no necesitaba preguntar por qué. Una araña monstruosa del tamaño de un auto pequeño trataba de escalar y pasar el agujero de la pared, uno de los descendientes de Aragor se había unido a la batalla.
Ron y Harry gritaron a la vez, sus hechizos colisionaron y el monstruo voló hacia atrás, sus piernas se movían horriblemente y desapareció en la oscuridad.
-¡Traje amigos!- Harry llamo a los otros mirando hacia la esquina del castillo, a través del agujero en la pared, las maldiciones habían parado. Mas arañas gigantes trepaban la pared del edificio, liberadas del Bosque Prohibido en el cual los mortifagos habían penetrado. Harry lanzo hechizos aturdidores hacia ellos, dándole al monstruo líder que cayo sobres sus amigos, haciendo que rodaran hacia abajo del edificio, fuera de vista.
Entonces mas maldiciones llegaron por arriba de la cabeza de Harry, tan cerca que sintió la fuerza de éstas volarle el pelo.
-Movámonos, ¡ya! –
Empujando a Hermione delante de él con Ron, Harry se detuvo para mirar al cuerpo de Fred que estaba debajo de la arcada. Percy, dándose cuenta de lo que Harry intentaba hacer dejo de estar pegado al cuerpo y le ayudo, juntos inclinándose para evitar maldiciones que volaban hacia ellos desde los jardines, sacaron a Fred del camino.
-Aquí- dijo Harry y colocaron el cuerpo en un nicho, donde antes había una armadura. No podía
Soportar mirar a Fred otro segundo mas que el necesario y después de asegurarse de que el cuerpo estaba bien escondido, partió detrás de Ron y Hermione.
Malfoy y Goyle habian desaparecido, pero al final del corredor, que estaba ahora lleno de pedazos de muro caídos, vidrios que antes eran ventana, vio a mucha gente corriendo hacia adelante y hacia atrás; si eran amigos o enemigos Harry no pudo distinguir. Dando vuelta a la esquina Percy grito: - ¡Rockwood!- y corrió en dirección de un hombre alto que seguía a unos estudiantes.
-Harry, ¡ aquí!- grito Hermione.
Ella tiraba de Ron hacia atrás de un tapiz que colgaba de la pared. Parecían estar forcejeando y por un segundo Harry pensó que estaban abrazándose otra vez. Entonces vio que Hermione trataba de detener a Ron, de que corriera tras Percy.
-¡ Escúchame! ¡ Escucha Ron! –
-Quiero ayudar......quiero matar mortifagos- Su cara estaba transfigurada manchada de polvo y de humo, temblaba de rabia y dolor.
-Ron, somos los únicos que podemos detener esto, por favor Ron, necesitamos la serpiente, debemos matar a la serpiente- dijo Hermione
Pero Harry, sabia como se sentía Ron persiguiendo otro horcrux no tendría la satisfacción de vengarse, el también deseaba pelear, castigar a aquellos que mataron a Fred y quería encontrar a los otros Weasleys y asegurarse sobre todo, asegurarse de que Ginny no estaba ...pero no podía permitirse esa idea en la cabeza.
-¡Vamos a luchar!-dijo Hermione- ¡vamos a encontrar la serpiente! Pero no perdamos de vista lo que se supone que debemos hacer, somos los únicos que podemos terminar con esto.-
Ella estaba llorando también, secó sus lagrimas y tomo aire para calmarse. Mientras aun sostenía fuertemente a Ron, se volvió hacia Harry.
-Necesitas averiguar donde esta Voldemort, porque tendrá a ala serpiente con él, ¿no?. Hazlo Harry, mira dentro de él.-
¿Por qué fue tan fácil? ¿Porque su cicatriz hacia horas que quemaba, queriendo mostrar lo que Voldemort pensaba? Cerro sus ojos y a su orden de pronto los gritos y estallidos y todos los sonidos discordantes de la batalla se fueron haciendo distantes, como si él estuviera lejos de ellos...
Estaba parado en el medio de un cuarto desolado pero extrañamente familiar, con papel tapiz cayendo de las paredes y las ventanas cubiertas excepto una. Los sonidos del asalto al castillo eran distantes, la única ventana sin tapar dejaba ver distantes rayos de luz donde estaba el castillo, dentro del cuarto en cambio todo estaba oscuro excepto por una única lámpara de aceite,
Movía la varita entre sus dedos, mirándola, sus pensamientos en el cuarto del castillo, el cuarto que solo él había encontrado, el cuarto como la cámara, para el que debe ser inteligente e inquisitivo para descubrirlo...
Confiaba en que el chico no hubiera encontrado la diadema...aunque la mascota de Dumbledore había llegado mas lejos de lo que él había esperado ...mucho mas lejos...
-Mi señor- dijo una voz desesperada y cascada. Se volteó, allí estaba Lucius Malfoy sentado en la esquina más oscura, todavía luciendo las marcas del castigo que recibiera después del ultimo escape del chico. Uno de sus ojos se mantenía cerrado, hinchado.- Mi señor... por favor.....mi hijo...-
-Si tu hijo esta muerto, Lucius, no es mi culpa. No vino a unirse a li, como los otros Slytherins. ¿Quizás tu hijo decidió hacerse amigo de Harry Potter?-
-No, nunca- susurro Malfoy
-Debes desear que no-
-¿Teme ...Mi señor....que Potter muera por otra mano que no sea la suya?- pregunto Malfoy con voz temblorosa- ¿No seria...perdóneme.....más prudente dar por terminada esta batalla, entrar al castillo y buscarlo usted mismo?-
-No finjas, Lucius. Quieres que la batalla termine para saber que le ha pasado a tu hijo. Yo no necesito buscar a Potter, antes de que la noche termine, Potter vendrá a buscarme-
Voldemort dirigió otra vez su mirada a la varita en sus dedos. Le molestaba... y las cosas que molestaban a Lord Voldemort necesitaban ser arregladas...
-Ve, y busca a Snape-
-¿Snape?, ...mi señor..-
-Snape. Ahora lo necesito tengo un... servicio ... que requiere de él. Ve...-
Asustado tambaleándose a través de la luz, Lucius dejo el cuarto. Voldemort continuo parado allí, moviendo la varita entre sus dedos y mirándola.
-Es la única forma, Nagini- susurro y miro a su alrededor, allí estaba la gran serpiente suspendida en el aire, contorneándose graciosamente en el espacio hechizado que había preparado para ella, una esfera transparente, casi como una jaula brillante o un tanque.
Con una exhalación Harry volvió a abrir los ojos en el mismo momento en que sus oídos se llenaban de llantos, golpes y sonidos de batalla.
-Él esta en la Casa de los Gritos. La serpiente está con él, tiene una especie de protección mágica a su alrededor. Mandó a Lucius Malfoy a buscar a Snape.-
-¿Voldemort está en la Casa de los Gritos? – dijo Hermione- ...ni siquiera...ni siquiera está luchando?-
-Él piensa que no necesita luchar- dijo Harry- piensa que voy a ir a él-
-Pero ¿por qué?
-Sabe que estoy buscando los horcruxes, él mantiene a Nagini cerca de él, obviamente voy a tener que ir hasta él para llegar a esa cosa...-
-De acuerdo- dijo Ron, enderezando sus hombros – Así que tu no puedes ir, eso es lo que él quiere, lo que espera. Te quedas aquí y cuidas de Hermione, yo iré y lo traeré ....-
Harry se interpuso ante Ron.
-Ustedes dos quédense aquí, yo iré con la capa de invisibilidad y estaré de vuelta muy rapido.-
-No- dijo Hermione- tiene mucho mas sentido si yo tomo la capa y ...-
-Ni se te ocurra...- dijo Ron- pero antes de pudiera terminar Hermione dijo:- soy tan capaz ....- el tapiz en lo alto de la escalera donde estaban resguardados se abrió.
-¡ Potter! –
Dos dementores enmascarados estaban allí parados, pero antes de que sus varitas estuvieran levantadas ,Hermione gritó - ¡Glisseo!-
Las escaleras bajo sus pies se convirtieron en un tobogán, ella, Harry y Ron bajaron por él sin poder controlar la velocidad, pero tan rápido que los hechizos aturdidores de los hombres pasaban volando sobre sus cabezas. Le tiraron el tapiz que había al final del tobogán y cayeron al piso, pegando contra la pared opuesta.
-¡Duro!- grito Hermione señalando con su varita el tapiz, y sintieron ruidos de golpes contra este que se había convertido en piedra, contra la que los dementores habían chocado.
-¡Vuelve! – grito Ron, y él, Harry y Hermione pasaron a través de una puerta mientras que unos cientos escritorios galopaban pastoreados por la profesora Mc Gonagall. Pareció que ella no los había visto. Su pelo suelto y una marca en su mejilla. Cuando doblo la esquina, sintieron su grito.
-¡A la carga!-
-Harry, tu ponte la capa- dijo Hermione- no te preocupes de nosotros-
Pero él extendió sobre los tres, altos como eran dudaba que alguien viera sus pies a través del humo y el polvo que inundaban el aire, los pedazos de piedras que caían y el reflejo de los hechizos.
Corrieron hacia la siguiente escalera y se encontraron en un corredor lleno de gente batiéndose a duelo. Los retratos de cada lado de los combatientes estaban llenos de figuras que gritaban advertencias y dando ánimos, mientras mortifagos enmascarados y sin mascaras, se batían a duelo con estudiantes y profesores. Dean había ganado una varita y estaba cara a cara con Dolohov. Parvati con Travers, Ron y Hermione levantaron a la vez sus varitas, preparados para atacar, pero los hombres estaban moviéndose tanto que parecía que se lastimarían a sí mismos si lanzaban maldiciones. Aun mientras estaban allí, buscando la oportunidad de actuar, sobrevino un fuerte:
-¡ Wheeeeee!...- y mirando hacia arriba Harry vio a Peeves zumbando arriba de ellos tirando bombas de Snargalutt a los mortifagos, cuyas cabezas de repente se convirtieron en grandes chimeneas verdes que se movían como gusanos.
-¡ Hay alguien invisible aquí!- grito un enmascarado mortifago señalándolos.
Dean hizo lo que pudo para desviar la atención del mortifago, derribándolo con un hechizo aturdidor, Dolohov trato de encontrarlos pero Parvati le lanzo una maldición.
-¡Vamos!- grito Harry, y él , Ron y Hermione se reunieron bajo la capa apretados con las cabezas gachas, a través de la niebla los luchadores resbalándose un poco en los charcos de jugo de Snargalutt, hacia la escalera de mármol del hall de entrada.
-Soy Draco Malfoy. ¡ Soy Draco! Estoy de su lado- Draco estaba en el piso superior con otro mortifago, Harry aturdió a este mientras pasaban. Malfoy miro a su alrededor, implorando, a su salvado y Ron le pego un puñetazo desde debajo de la capa. Malfoy cayo encima del mortifago, su boca sangraba.
-Y esta es la segunda vez que te salvamos la vida esta noche, ¡bastado de dos caras!- grito Ron. Había dos personas mas batiéndose a duelo en las escaleras y en el hall los mortifagos estaban donde quiera que Harry mirara, Yaxley cerca de la puerta principal, en combate con Flitwick, un mortifago enmascarado se batía a duelo con Kingsley justo a su lado. Estudiantes corrían en cualquier dirección, algunos llevando amigos heridos. Harry dirigió un hechizo aturdidor a la mascara del mortifago , fallo pero casi le pega a Neville quien había salido de algún lugar entres los brazos de la Tentaculla Venenosa, que se enredo alegremente en el mortifago más cercano y comenzó a arrollarlo.
Harry, Ron y Hermione rápidamente llegaron a la escalera de mármol, vidrios caídos por el piso y el reloj de Slytherin que marcaba los puntos de la casa había derramado esmeraldas por doquier, por lo que la gente resbalaba mientras que corrían. Dos cuerpos cayeron de una balcón sobre sus cabezas mientras que llegaba al jardín una mancha gris con patas, que Harry pensó era un animal de cuatro patas, cruzo el hall de entrada para clavar sus colmillos en uno de los caídos.
-¡No!- tembló Hermione y con un rayo de su varita, Fenrir Greyback fue lanzado hacia atrás del cuerpo tembloroso de Lavender Brown. Pego contra la baranda de la escalera de mármol y trato de ponerse en pie. Entonces con una luz brillante y blanca y un fuerte crack, una bola de cristal cayo sobre sus cabezas, dejándolo caído en el suelo inmóvil.
-¡ Tengo mas! – grito la profesora Trelawney desde la baranda- Mas para quien quiera. Aquí. - y con un movimiento casi tenistico, una enorme esfera de cristal salió de su bolso, movió su varita en el aire y la bola tomo velocidad atravesando el hall y destrozándose contra una ventana. En ese mismo momento, las pesadas puertas de madera del frente, se abrieron y más arañas gigantes forzaron la entrada del hall.
Gritos de terror llenaron el aire, los luchadores se movieron rápidamente tanto mortifagos como los de Howarts, y rayos verdes y rojos volaron en el aire hacia los monstruos que se encogieron y se volvieron aun as terroríficamente.
¿-¿ Cómo salimos ahora?- grito Ron por arriba de los gritos, pero antes de que Harry o Hermione pudieran contestar fueron hechos a un lado, Hagrid había bajado como un trueno las escaleras moviendo su paraguas rosa floreado.- No los lastimen, no los lastimen- grito Hagrid -¡No! –
Harry olvido todo lo demás, salió de debajo de la capa corriendo tratando de evitar las maldiciones que iluminaban todo el hall.
-¡Hagrid, vuelve!-
Pero ni siquiera había llegado a la mitad del camino hacia Hagrid, cuando vio lo que sucedió Hagrid desapareció debajo de las arañas, y con un gran movimiento estas se retiraron bajo una serie de hechizos. Hagrid quedo dentro de la niebla.
-¡Hagrid!- Harry escucho que alguien amigo o enemigo llamaba, pero no le importó. Estaba bajando los escalones del frente hacia los jardines oscuros y las arañas estaban yendo como un rebaño y no pudo ver a Hagrid .
-¡ Hagrid!-
Pensó que podría sacar un enorme brazo y moverlo entre la neblina y las arañas, pero mientras que los perseguía, su paso fue impedido por un pie monumental, que se movió la oscuridad e hizo el piso donde Harry estuvo parado, temblar. Miro hacia arriba y un gigante estaba delante de él, veinte pies de alto, su cabeza dentro de las sombras, nada salvo sus piernas como árboles eran iluminadas con luz desde las puertas del castillo. Con un brutal y fluido movimiento, lanzo un puñetazo a través de una ventana superior, el vidrio cayo hacia abajo sobre Harry, forzándolo a volver hacia debajo de la puerta de entrada.
-¡OH, mi... !-tembló Hermione mientras que ella y Ron alcanzaban a Harry y mirando al gigante que ahora trataba de tomar gente a través de la ventana.
-¡ No!- grito Ron tomando la mano de Hermione cuando ella levanta su varita, - Si lo aturdes caerá y tirara abajo medio castillo-
-¿Hagger?-
Grawp llego bordeando la esquina del castillo recién allí, Harry se dio cuenta que Grawp era un gigante pequeño. El monstruoso gigante que trataba de aplastar la gente en los pisos superiores, se dio vuelta y gruño. Los escalones de piedra temblaron mientras que el gigante se dirigía hacia su pequeño igual, la boca de Grawp se abrió, mostrando dientes amarillos del tamaño de ladrillos que chocaron con el salvajismo de los leones.
-¡Corran! – grito Harry, la noche estaba llena de gritos y golpes, mientras que los gigantes forcejeaban, tomo la mano de Hermione y bajó los escalones hacia los jardines, Ron cubría la retaguardia. Harry no tenia la esperanza de encontrar y salvar a Hagrid, corrió tan rápido que estaban a medio camino hacia el bosque antes de que sucediera algo repentino. El aire a su alrededor se había congelado el aliento de Harry se había solidificado e su pecho. Sombras se movían en la oscuridad, figuras oscuras se movían en una gran ola hacia el castillo, sus caras tapadas y con la respiración acentuada. Harry, Ron y Hermione se acercaron mientras que el sonido de lucha repentinamente terminó, con un silencio que solo los dementores pueden hacer caer en la noche, Fred se había ido y Hagrid seguramente estaba muriendo o ya estaba muerto...
-Vamos Harry- dijo Hermione con una voz muy, muy lejana- Patronus, Harry, vamos-
Él levantó su varita pero un sentimiento de tristeza los atontaba, ¿ cuantos más tenían que caer muertos que él todavía no sabía? Sintió como si su alma hubiera dejado ya su cuerpo....
-Harry, vamos- grito Hermione-
Cientos de dementores avanzaban hacia ellos, acortando la distancia cada vez mas cerca de Harry, que estaba desalentado, como una promesa de festín. Vio el fox terrier de Ron en el aire correr febrilmente y luego desaparecer, vio el hurón de Hermione desaparecer en el aire, la varita le temblaba en la mano y caso agradecía la sensación de la nada, el no sentir nada...y entonces un rayo plateado, y un zorro pasaron rápidamente las cabezas de Harry, Ron y Hermione. Los dementores retrocedieron, tres personas mas llegaron desde la oscuridad y se pararon a su lado, con sus varitas firmemente empuñadas, conjurando patronus, Luna, Ernie y Seamus.
-Eso es- dijo Luna con coraje, como si estuviera en el cuarto de los requerimientos y fuera una simple practica para el DA – Eso es, Harry...vamos piensa en algo feliz...-
-¿Algo feliz? – dijo Harry con voz cascada
-Estamos aquí todavía – susurró ella- todavía luchamos..vamos....ahora...-
Hubo un chispazo plateado y una luz y entonces con el mayor esfuerzo jamás empleado, la forma salió de su varita, salto hacia adelante y los dementores se fueron en retirada, la noche era tranquila otra vez, pero el sonido de la batalla sonó fuerte en sus oídos.
-No sé como agradecerles- dijo Ron temblando,y girando hacia Luna, Ernie y Seamus- me acaban de salvar...-
Con un gruñido y un temblor de tierra otro gigante salió de la oscuridad en dirección al bosque, era mas alto que ninguno.
-¡Corran!- grito Harry otra vez, pero a los otros no había necesidad de que se les dijera, corrieron y un segundo después, el pie de la criatura cayo exactamente donde ellos habían estado. Harry miró a su alrededor, Ron y Hermione lo seguían pero los otros tres habían desaparecido en la batalla.
-¡ Salgamos de su alcance! –grito Ron, mientras que el gigante movía su garrote, a su vez en el jardín rayos rojos y verdes continuaban iluminando la oscuridad.
-¡Al árbol boxeador!- dijo Harry - ¡Vamos!- de alguna manera levanto un muro en su mente, en un espacio en el cual no podía mirar ahora, pensamientos de Fred y Hagrid, y el terror por la gente que amaba, dentro y fuera del castillo, todo debía esperar, porque ahora tenían que correr; Tenían que alcanzar la serpiente y a Voldemort porque, como dijo Hermione era la única manera de terminar con todo.
Corrió ignorando los rayos de luz que volaban a su alredededor en la oscuridad, y el sonido del lago que rompía como un mar, y el crujir del bosque prohibido en la noche ventosa, a través de los jardines que parecían haberse levantado en rebelión, corrió lo más rápido que había hecho en su vida, y fue él el primero en llegar al árbol; el que había protegido el secreto como a sus raíces con puñetazos y golpes.
Respirando agitadamente, Harry se deslizó hacia abajo buscando en la oscuridad el tronco tratando de ver el nudo del viejo árbol, que lo paralizaba.Ron y Hermione llegaron. Hermione llegó tan sin aliento que no podía hablar.
-Como... ¿cómo vamos a entrar?- dijo Ron – puedo ver el lugar... si tan solo tuviera Crookshanks otra vez...-
-¿Crookshanks? – dijo Hermione doblándose y tomándose el pecho- ¿eres un mago o que?
-Oh si,claro-
Ron miró a su alrededor y entonces dirigió su varita a un palo en el suelo y dijo_ Winguardiam Leviosa- el palo se elevo, cruzo el aire como llevado por una ráfaga de viento y dio directamente en el nudo del tronco cerca de las raíces y el árbol se quedo quieto.
-Perfecto- dijo Hermione
-Espera- por un segundo, mientras que los ruidos de la batalla llenaban el aire, Harry dudo. Voldemort quería que el hiciera esto, que él fuera...¿estaba llevando a Ron y Hermione a una trampa?. Pero la realidad cruel y dolorosa, a única forma era matar a la serpiente y ella estaba al final de ese túnel.
-¿Harry? Aquí venimos, entra! – dijo Ron empujándolo hacia delante.
Harry gateó por el pasaje de tierra escondido entre las raíces. Era mucho mas apretado de lo que había sido la ultima vez que había entrado al túnel. El túnel era de techo bajo, tenían que doblarse hace unos años para avanzar, ahora tenían que gatear. Harry fue primero, su varita lo iluminaba, expectante por el momento de encontrar obstáculos, pero ninguno llegó. Se movían en silencio, la mirada de Harry fija sobre la luz de la varita. Al final el túnel comenzaba a subir y Harry vio una luz plateadla frente.
<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->¡La capa!- susurro Hermione- ponte la capa!
Harry buscó detrás suyo y Hermione le ayudó con su mano libre con dificultad y murmuro: - ¡Nox!- y la luz de su varita se extinguio, continuo avanzando son las manos y rodillas, lo mas silenciosamente posible con todos sus sentidos alertas, esperando a cada segundo ser descubierto, escuchar voz fria, ver una luz verde.
Entonces escuchó voces que venían del cuarto directamente arriba de ellos, solo sofocadas por el hecho de que al final del túnel había sido bloqueado con lo que parecía un viejo contenendor.
Harry trataba de respirar, subió hasta la abertura y espió a través de una pequeña hendija entre el contenedor y el muro. El cuarto adelante estaba pobremente iluminado pero pudo ver a Nagini , contorneándose y moviéndose como una serpiente de agua, a salvo en su esfera encantada, que flotaba sin soporte en el aire. Podía ver el final de la mesa y una mano de dedos blancos jugando con su varita.
Entonces Snape habló, y el corazón de Harry se comprimió, Snape estaba a centímetros de donde él estaba escondido.
-Mi señor, su resistencia esta cediendo- dijo Snape
-Y lo esta haciendo sin tu ayuda- dijo Voldemort en voz alta y clara- Eres un mago talentoso Severus, no creó que haya mucha diferencia ahora estamos casi allí... casi...-
-Déjeme encontrar al chico, déjeme traerle a Potter , sé que lo puedo encontrar , Señor. Por favor- Snape con grandes zancadas pasó cerca de la abertura y Harry retrocedió un poco, manteniendo sus ojos fijos en Nagini, considerando si habría algún hechizo que pudiera penetrar la protección a su alrededor, pero no le ocurría nada, Un intento fallido y daría a conocer su ubicación.
Voldemort se paró. Harry lo veía ahora sus ojos rojos, la cara de serpiente, su palidez brillaba en la semi oscuridad.
-Tengo un problema, Severus- dijo Voldemort suavemente.
-¿Señor?- dijo Snape
Voldemort levanto la varita anciana tomándola con delicadeza, con la precisión de un director
- ¿Porque no funciona para mí, Severus? –
En el silencio , Harry imagino que podía escuchar el sesear de la serpiente mientras se arrollaba y se desenrollaba,¿ o era la silibante voz de Voldemort en el aire?
-Mi....mi señor..- dijo Snape- no entiendo, usted ....usted ha realizado magia extraordinaria con esa varita-
-No- dijo Voldemort – hice mi magia acostumbrada , yo soy extraordinario, pero esta varita...no ha revelado las maravillas que prometía. No siento diferencia entre esta varita y la que obtuve de Ollivander todos estos años.-
El tono de Voldemort era tranquilo , pera la cicatriz de Harry comenzó a arder, el dolor crecía en su frente, y sentía un deseo incontrolable de furia dentro de Voldemort.
-No hay diferencia- dijo de nuevo Voldemort.
Snape no habló, Harry podía ver su cara ,¿ sentiría Snape el peligro y estaba buscando as palabras correctas para tranquilizar a su maestro?. Voldemort comenzó a pasearse en el cuarto, Harry lo perdió de vista unos segundos continuaba hablando con voz mesurada , mientras que el dolor y la furia crecían en Harry.
-He pensado mucho, Severus...¿sabes porque te he llamado desde la batalla?-
Y por un momento Harry vio el perfil de Snape, sus ojos fijos en la jaula encantada de la serpiente,.
-No mi señor, pero le ruego que me deje regresar , déjeme encontrar a Potter-
-Suenas como Lucius , ninguno de ustedes entiende a Potter como yo. No necesito que lo encuentres, Potter vendrá a mí, lo conozco. Conozco sus debilidades ¿sabes?, su gran falla. Odiará ver a los otros caer a su alrededor sabiendo que es por él que sucede, querrá detenerlo a toda costa. Él vendrá...-
-Pero mi señor, quizás sea asesinado accidentalmente por otro que no es usted-
-Mis instrucciones a los mortifagos fueron muy claras , capturar a Potter , matar a sus amigos, cuantos más mejor, pero no matarlo a él. Pero es de ti que quiero hablar , Severus, no de Harry Potter. Ha sido invaluable para mí, invaluable. –
-Mi señor conoce que solo quiero servirlo, pero... déjeme ir y encontrar al chico, mi señor. Déjeme traérselo sé que puedo....-
- ¡Te dije que no!- dijo Voldemort, y Harry vio sus ojos rojos cuando volteó, y el rumor de su capa era como el de una serpiente arrastrándose y sintió la impaciencia de él quemándole la cicatriz-
-Mi preocupación en el momento, Severus, es que sucederá cuando finalmente encuentre al chico-
- Mi señor, no puede haber preguntas, seguramente.....-
-Pero hay un problema , Severus, lo hay.-
Voldemort se detuvo y Harry pudo verlo otra vez mientras sostenía la varita anciana en sus dedos blancos hacia Snape.
-¿Porque las dos varitas que use contra Potter fallaron?-
-No ...no puedo contestar a eso...mi señor...-
- ¿No puedes?-
La rabia crecía en la cabeza de Harry, le dolia tanto la frente que se forzo a ponerse el puño en la boca para no gritar, para no llorar de dolor. Cerró sus ojos y de repente él era Lord Voldemort , mirando la pálida cara de Snape.
-Mi varita hizo todo lo que le pedí, Severus, excepto matar a Potter . Dos veces ha fallado, Ollivander me dijo bao tortura del corazón gemelo, me dijo que tomara otra varita y lo hice, tomé la varita de Lucius pero no le hizo nada a Potter.-
-..No tengo explicación...mi señor....-
Snape no miraba a Voldemort , ahora. Sus ojos oscuros estaban fijos en la serpiente, su esfera protectora.
-Conseguí una tercera varita, Severus, la varita anciana, la varita del destino , de la muerte, la tomé de su anterior dueño, la tomé de la tumba de Albus Dumbledore-
Ahora Snape miró a Voldemort , su cara era como una mascara de muerte , de mármol blanco, y tan dura que cuando hablo fue sorprendente ver que alguien vivía detrás de sus ojos vacíos.
-Mi señor, déjeme ir por el chico-
-Toda esta noche cuando estoy a un paso de la victoria , estoy sentado aquí- dijo Voldemort, con voz un poco mas fuerte que un susurro- Pensando , pensando porque la varita anciana se rehúsa a lo que la leyenda dice para su dueño...y creo que tengo la respuesta.-
Snape no habló.
-¿Quizás ya lo sabes? Tú eres inteligente después de todo, Severus, has sido un bueno y fiel sirviente y lamento lo que tiene que suceder-
-Mi señor...-
-La varita anciana no me sirve correctamente porque no soy su amo verdadero , la varita anciana pertenece al mago que mató a su ultimo dueño. Tu mataste a Albus Dumbledore , mientras vivas, Severus, la varita anciana no será verdaderamente mía-
-Mi señor- protestó Snape, levantando su varita.
-No puede ser de otra forma – dijo Voldemort – tengo que tener la varita , Severus. Dominar la varita y dominar a Potter finalmente-
Voldemort surcó el aire con la varita, no le hizo nada a Snape que por un segundo pensó que había sido perdonado, pero entonces la intención de Voldemort se hizo clara. La jaula de la serpiente rodaba por el aire y antes de que Snape pudiera hacer algo mas, lo había atrapado en la cabeza y los hombros, y en lengua parsel Voldemort dijo.- Mata-
Hubo un grito terrible, Harry vio la cara de Snape perder el poco color que le quedaba , emblanquecida y sus ojos negros muy abiertos , mientras los colmillos de la serpiente mordían su cuello trataba de empujar la jaula lejos de sí. Sus rodilla cedieron y cayo al piso.
-Lo lamento- dijo Voldemort finalmente.
Se dio vuelta , no había tristeza en él , ni remordimiento. Era momento de abandonar su escondite y tomar a cargo la batalla. Con la varita que haría ahora su cometido, apuntó a la jaula que mantenía la serpiente y ésta dejó el cuerpo de Snape que estaba en el piso. La sangre salía de las heridas de su cuello, Voldemort salió del cuarto sin mirar atrás, y la gran serpiente flotó otra vez en el aire en su esfera protectora.
Otra vez en el túnel en su propia mente , Harry abrió los ojos, le salía sangre de los nudillos, del esfuerzo por no gritar.
Miraba a través de la abertura entre la pared y el contenedor, viendo un pie temblar en una bota negra en el suelo.
-¡ Harry!- dijo Hermione detrás de él, pero él ya había apuntado con su varita el contenedor que bloqueaba su vista. Subió unos centímetros en el aire y se movió silenciosamente, tan silenciosamente como pudo Harry entró al cuarto.
No sabia porque lo hacia pero se acercó al moribundo , no sabia que sentir cuando vio la cara blanca de Snape , y con los dedos trató de detener la sangre.
Harry sacó la capa de invisibilidad y miró al hombre que odió, mientras con sus ojos negros muy abiertos Snape trató de hablar.
Harry se acercó mas a él y Snape lo tomó de la túnica y lo atrajo hacia él.Un terrible gruñido salió de su garganta.
-Tómalo...tómalo....-
Algo mas que sangre salía del cuerpo de Snape, olor plata y azul , ya sea gas o liquido salió de sus orejas, de su boca y de sus ojos. Harry sabia lo que era, pero no sabia que hacer.
Un cuenco apareció en el aire y cayo en su temblorosa mano, conjurado por Hermione. Harry llenó éste con la sustancia ayudándose con la varita. Cuando estuvo lleno, y Snape parecía no tener mas sangre susurró:
-Mírame...-
Los ojos verdes encontraron los negros , pero después de un segundo algo en las profundidades d la oscuridad pareció desvanecerse dejándolos fijos, blancos y vacíos. La mano que sostenía a Harry cayo al piso y Snape no se movió más.

Capítulo 33: El cuento del príncipe

Harry permaneció arrodillado junto a Snape, simplemente mirándolo, hasta que de pronto una aguda y fría voz habló tan cerca de ellos que Harry se puso de pie de un salto, sujetando firmemente el frasco entre sus manos y pensando que Voldemort había vuelto a entrar a la habitación.La voz de Voldemort resonó desde las paredes y el piso, y Harry se dio cuenta de que estaba hablando para Hogwarts y todo lo que la rodeaba, que quienes vivían en Hogsmeade y todos aquellos que aún peleaban en el castillo lo escucharían tan claramente como si estuviera parado detrás de ellos, sintiendo su aliento en sus cuellos, como un soplo de muerte.- Han peleado – dijo la voz, fría y aguda – Valientemente. Lord Voldemort sabe valorar el coraje.“Aun así, han sufrido grandes pérdidas. Si continúan resistiéndose a mí, todos ustedes morirán, uno por uno. No quisiera que esto pasara. Cada gota de sangre mágica que se derrama es una pérdida y un desperdicio.“Lord Voldemort es piadoso. Ordeno a mis tropas retirarse inmediatamente.“Tienen una hora. Preparen su muerte con dignidad. Traten a los heridos.“Ahora te hablo a ti, Harry Potter. Has permitido que tus amigos mueran por ti en vez de enfrentarme tú mismo. Esperaré por una hora en el Bosque Prohibido. Si al final de esa hora no has venido a verme, si no te has rendido, entonces la lucha se reiniciará. Pero esta vez yo mismo entraré a la batalla, Harry Potter, y te encontraré, y castigaré a cada hombre, mujer o niño que trate de protegerte. Una hora.Tanto Ron como Hermione sacudieron sus cabezas frenéticamente, mirando a Harry:- No lo escuches – dijo Ron.- Todo estará bien – recalcó Hermione, con firmeza – Sólo... sólo volvamos al castillo, si ha ido al bosque necesitamos otro plan…La chica miró el cuerpo de Snape, y luego se apresuró en ir hacia la entrada del túnel. Ron fue detrás de ella. Harry recogió la capa de invisibilidad, y luego miró a Snape. No sabía que sentir, excepto una fuerte impresión por como Snape había sido asesinado, y la razón por la que eso había pasado.Se juntaron en su regreso por el túnel, sin que ninguno de los tres hablara, y Harry se preguntó si Ron y Hermione aún podían escuchar a Voldemort resonando en sus cabezas, como a él le ocurría.“Has permitido que tus amigos mueran por ti en vez de enfrentarme tú mismo. Esperaré por una hora en el Bosque Prohibido… Una hora…”Pequeños paquetes parecían estar esparcidos en el frente del castillo. Faltaba una hora más o menos para el amanecer, y aún así todo estaba en completa oscuridad. Los tres se apresuraron a ir hacia los escalones de piedra. Un perro solitario, del tamaño de un bote pequeño, yacía frente a ellos. No había ninguna otra señal de Grawp o de su atacante. (No distingo casi nada de lo que dice en este párrafo…)El castillo estaba inusualmente silencioso. No había destellos luminosos, ni explosiones, gritos o exclamaciones. Las gárgolas del desierto hall de entrada estaban salpicadas de sangre. Aún había esmeraldas esparcidas por el suelo, junto con trozos de mármol y madera astillada. Parte de las barandillas había sido destrozada.- ¿Dónde estarán todos? – susurró Hermione.Ron iba primero en su camino hacia el Gran Comedor. Harry se detuvo en el umbral.Las mesas de las Casas ya no estaban, y la habitación estaba repleta. Los sobrevivientes se mantenían abrazados en grupos. Los heridos estaban siendo tratados por Madam Pomfrey y algunos ayudantes en una plataforma. Firenze se encontraba entre los heridos, emanaba sangre de su costado, y se sacudía desde donde estaba tendido, incapaz de ponerse de pie.Los muertos se encontraban en una fila en el medio del salón. Harry no podía ver el cuerpo de Fred, ya que su familia lo rodeaba. George estaba arrodillado junto a su cabeza, la señora Weasley; tendida sobre el pecho de Fred, temblando incontrolablemente. El señor Weasley le acariciaba el cabello, mientras las lágrimas caían de sus ojos.Sin decirle nada a Harry, Ron y Hermione se alejaron. Harry vio a Hermione aproximarse a Ginny, cuya cara estaba hinchada y turbada, y abrazarla. Ron se acercó a Bill, Fleur y Percy, quien puso un brazo alrededor de los hombros de Ron. Mientras Ginny y Hermione se aproximaban más al resto de la familia, Harry observó los cuerpos tendidos junto a Fred. Remus y Tonks, pálidos, quietos y con una mirada de paz, parecían dormir bajo el negro cielo encantado.El Gran Comedor parecía alejarse volando, hacerse más pequeño, encogerse, mientras Harry se alejaba rápidamente del umbral. No podía respirar. No podía soportar mirar los otros cadáveres para ver quienes más habían muerto por él. No podía soportar el estar con los Weasleys, no podía mirarlos a los ojos sabiendo que de haberse rendido de inmediato, Fred nunca hubiese muerto.Dio media vuelta y corrió hacia la escalera de mármol. Lupin, Tonks… Anhelaba no sentir… deseaba poder arrancarse el corazón, el estómago, todo lo que gritaba dentro de él.El castillo estaba completamente vacío, incluso los fantasmas parecían haberse unido a la masa de luto en el Gran Comedor. Harry corrió sin detenerse, aferrando el frasco de cristal que contenía los últimos pensamientos de Snape, y sin aminorar el paso hasta que llegó a la gárgola de piedra que cuidaba la oficina del director.- ¿Contraseña?- ¡Dumbledore! - gritó Harry sin pensarlo, pues era a él a quien quería ver, y para su sorpresa, la gárgola se hizo a un lado, abriéndole el paso a la escalera de espiral a sus espaldas.Pero cuando Harry irrumpió en la oficina circular la encontró cambiada. Los portarretratos que colgaban de las paredes estaban vacíos. Ni un solo director o directora permanecía allí para verlo, todos, según parecía, se habían ido, tal vez porque en las pinturas alrededor del castillo podían ver más claramente lo que estaba pasando.Harry miró desesperanzado al marco vacío de Dumbledore, que colgada directamente detrás de la silla del director, y luego le dio la espalda. El Pensadero de piedra se encontraba en la misma cabina de siempre. Harry lo cargó hasta el escritorio e introdujo los recuerdos de Snape en la gran vasija con las marcas de runas en el borde. Escapar a la cabeza de alguien más sería un gran alivio… nada podía ser peor que sus propios pensamientos, aunque hubiese pertenecido a Snape. Los recuerdos se arremolinaron, plateados y extraños, y sin dudarlo, con un sentimiento de imprudente abandono, aún sabiendo que esto aumentaría su pesar, Harry se zambulló.Sintió la luz del sol, y sus pies tocaron un suelo cálido. Al enderezarse, pudo ver que estaba en un patio de juegos casi totalmente desierto. Una única y gran chimenea era lo que distinguía en el lejano horizonte. Dos niñas se columpiaban hacia delante y atrás, y un niño delgadísimo las observaba desde detrás de unos arbustos. Su cabello negro era largo, y su ropa era tan desastrosa que parecía a propósito: jeans demasiado cortos, un abrigo lamentable y demasiado largo que podía haber pertenecido a un adulto y una extraña polera que parecía un delantal.Harry se acercó al muchacho. Snape parecía tener unos nueve o diez años, pálido, pequeño y rudo. Había codicia sin disfrazar en su delgado rostro, mientras observaba a la más joven de las dos hermanas columpiarse más y más alto que su hermana.- ¡Lily, no hagas eso! – gritó la mayorPero la chica se había soltado del columpio en el punto más alto de este, y voló por los aires (literalmente, voló) y se lanzó hacia el cielo con una gran carcajada, y en vez de estrellarse contra el asfalto de patio, se elevó como un trapecista por el aire, manteniéndose arriba por demasiado tiempo y aterrizando suavemente.- ¡Mamá te dijo que no lo hicieras!Petunia dejó de columpiarse hundiendo sus sandalias en la tierra, provocando un crujido, y luego se puso de pie, con las manos en la cintura.- ¡Mamá dijo que no tenías permiso para hacerlo, Lily!- Pero estoy bien – dijo Lily, aún riendo – Tuney, mira esto. Mira lo que puedo hacer.Petunia miró alrededor. El patio estaba vacío, a excepción de ellas mismas y, a pesar de que ellas no lo sabían, Snape. Lily recogió una flor que se había caído del arbusto detrás del cual Snape se escondía. Petunia avanzó, evidentemente dividida entre la curiosidad y la desaprobación. Lily esperó a que Petunia estuviese lo suficientemente cerca como para ver bien, y luego abrió la palma de su mano. La flor se sentó ahí, abriendo y cerrando sus pétalos, como si fuera una ostra extraña y bizarra, con muchos labios.- ¡Detenlo! – chilló Petunia.- No te hace daño – replicó Lily, mas cerro su mano y arrojó la flor.- No está bien – dijo Petunia, pero sus ojos habían seguido el vuelo de la flor hacia el suelo, y los mantuvo fijos en ese lugar - ¿Cómo lo haces? – añadió, con una voz que indicaba cuanto quería saber.- Es obvio, ¿no? – Snape ya no podía contenerse, y saltó de detrás de los arbustos. Petunia gritó y retrocedió corriendo hacia los columpios, pero Lily, aunque claramente asustada, permaneció donde estaba. Snape pareció lamentar haber aparecido. Una sobre de rubor se posó en sus pálidas mejillas mientras miraba a Lily.- ¿Qué es obvio? – preguntó Lily.Snape parecía nervioso y exaltado. Mirando a Petunia, que se asomaba por detrás de los columpios, bajó la voz y dijo:- Yo sé lo que eres.- ¿Qué quieres decir?- Eres… eres una bruja – susurró Snape.La niña se mostró ofendida.- ¡Eso no es algo muy agradable para decirle a alguien!Se dio vuelta, con la nariz en el aire, y se alejó hacia su hermana.- ¡No! – dijo Snape. Ahora estaba completamente colorado, y Harry se preguntó porque no que quitaba su ridículamente largo abrigo, a menos que fuera porque no quería mostrar el delantal que traía debajo. Aleteó detrás de las chicas, pareciéndose grotescamente a un murciélago, al igual que su yo mayor.Las hermanas lo examinaron con una mirada desaprobatoria, y se colgaron de las poleas de uno de los columpios, como si ese fuera un lugar seguro.- Lo eres - le dijo Snape a Lily – Eres una bruja, te he estado observando desde hace tiempo. Pero no tiene nada de malo, mi mamá también lo es, y yo soy un mago.La risa de Petunia era como agua fría.- ¡Un mago! – exclamó, recuperando el coraje ahora que ya había superado el susto la aparición repentina - ¡Yo sé quien eres! ¡Eres ese tal Snape! Viven al terminar El Fin del Hilandero, cerca del río – le dijo a Lily, y era evidente por su tono de voz que consideraba la dirección muy poco recomendable - ¿Por qué nos has estado espiando?- ¡No he estado espiando! – dijo Snape, acalorado, incómodo y con el cabello sucio bajo la luz del sol – No te espiaría a ti, de todas formas – añadió con desprecio – eres una muggle.Aunque claramente Petunia no entendía la palabra, intuía lo que era por el tono.- ¡Ven, Lily, nos vamos! – dijo fríamente. Lily obedeció a su hermana de inmediato, mirando a Snape mientras se iba. Él no dejó de mirarlas en su camino hacia el portón de la plaza, y Harry, el único que quedaba para observarlo, pudo reconocer en él una amarga decepción, y comprendió que Snape había estado planeando este momento desde hace mucho, y que había salido completamente mal…La escena se disolvió, y antes de que Harry se diera cuenta, se re-armó a su alrededor. Ahora estaba en un pequeño bosque. Podía ver el agua de un río brillando a través de los troncos. Las sombras que daban los árboles dejaban un claro verde y fresco. Dos niños se encontraban sentados en suelo, cara a cara y con las piernas cruzadas. Snape se había quitado el abrigo, y su delantal parecía menos peculiar a media luz.- … y el Ministerio puede castigarte por hacer magia fuera de la escuela, te envían cartas.- ¡Pero yo sí he hecho magia fuera de la escuela!- Estamos a salvo. Aún no tenemos nuestras varitas. Te dejan en paz cuando eres un niño y no puedes evitarlo. Pero cuando cumples once – y asintió, dándose importancia – y te comienzan a entrenar, debes ser más cuidadoso.Hubo un pequeño silencio. Lily había recogido una ramita caída y la hacía girar en el aire; Harry supo que la niña imaginaba chispas saliendo de ella. Luego dejó caer la ramita y se inclinó hacia el chico.- Es verdad, ¿cierto? ¿No es una broma? Petunia dice que me estás mintiendo. Petunia dice que no existe Hogwarts. Es verdad, ¿cierto?- Es verdad para nosotros – dijo Snape - no para ella. Pero recibiremos la carta, tú y yo.- ¿En serio? – susurró Lily.- Definitivamente – dijo Snape, e incluso con su mal corte de cabello y su extraña ropa, su figura pareció enaltecerse en frente de ella, lleno de confianza en su destino.- ¿Y de verdad me llegará por lechuza? – susurró Lily.- Normalmente – dijo Snape – pero eres hija de muggles, así que alguien de la escuela tendrá que venir a explicarle a tus padres.- ¿Existen diferencias por ser hija de muggles?Snape dudó un instante. Sus ojos negros, impacientes y repentinamente abatidos, recorrieron la pálida cara y el cabello rojo oscuro.- No – dijo – No existe ninguna diferencia.- Que bueno – dijo Lily, relajándose. Era claro que eso la había estado preocupando.- Tienes mucha magia – dijo Snape – pude verlo. Todo el tiempo que te observé…Su voz fue desapareciendo, ella no estaba escuchando, pero se había estirado en el suelo frondoso y miraba hacia las hojas en las copas de los árboles que había sobre ellos. Él la miró con tanta intensidad como la había mirado en el patio de juegos.- ¿Cómo van las cosas en tu casa? – preguntó Lily.Snape frunció un poco el entrecejo.- Bien – dijo.- ¿Ya no pelean?-Oh, sí. Sí pelean – dijo Snape, recogiendo un montón de hojas y rompiéndolas, aparentemente sin darse cuenta de lo que estaba haciendo - Pero no falta mucho para que me vaya.- ¿A tu papá no le gusta la magia?- Creo que no hay nada que le guste mucho – dijo Snape.- ¿Severus?Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Snape cuando ella mencionó su nombre.- ¿Si?- Cuéntame sobre los dementores otra vez.- ¿Qué quieres saber de ellos?- Si yo uso magia fuera de la escuela…- ¡No te enviarán con los dementores por eso! Los dementores son para gente que ha hecho cosas realmente malas. Son los guardianes de la prisión mágica, Azkaban. Pero tú no irás a Azkaban, eres demasiado…Snape se sonrojó nuevamente y destrozó más hojas. Luego, un ligero crujido detrás de Harry hizo que se diera vuelta: Petunia, escondida detrás de un árbol, había perdido el equilibrio.- ¡Tuney! – exclamó Lily, con una voz llena de sorpresa y bienvenida, pero Snape se había puesto de pie de un salto.- ¿Quién espía a quién ahora? – gritó – ¿Qué es lo que quieres?Petunia había perdido el aliento, alarmada por haber sido atrapada. Harry podía ver como luchaba por encontrar algo hiriente que decir.- ¿Y tú, qué traes puesto? – dijo, señalando al pecho de Snape - ¿Una blusa de tu mami?Escucharon un “CRACK”: una rama sobre la cabeza de Petunia se había caído. Lily gritó, la rama golpeó a Petunia en el hombro, quien retrocedió y se echó a llorar.- ¡Tuney!Pero Petunia había salido corriendo. Lily se volteó hacia Snape.- ¿Tú hiciste que pasara eso?- No – el chico parecía desafiante y asustado.- ¡Fuiste tú! – la niña se alejaba, sin darle la espalda - ¡Fuiste tú! ¡La lastimaste!- No… ¡no lo hice!Pero la mentira no convenció a Lily: después de una última mirada fulminante, se fue corriendo del bosquecillo, detrás de su hermana, y Snape se quedó allí, miserable y confundido…Y el escenario se rearmó. Harry miró a su alrededor, se encontraba en la plataforma 9 y ¾, y Snape estaba a su lado, ligeramente encorvado, junto a una mujer delgada, pálida y con una mirada amarga, que le recordaba mucho a él. Snape miraba a una familia de cuatro miembros que se encontraba a una escasa distancia. Las dos niñas estaban un tanto alejadas de sus padres. Lily parecía estar discutiendo con su hermana. Harry se acercó más para escuchar.- ¡…lo siento mucho, Tuney, lo siento! Escucha – tomó la mano de su hermana, y la sostuvo, a pesar de que Petunia trataba de soltarse – Tal vez cuando llegue (¡Escucha, Tuney!) Tal vez cuando llegue, podré ir a hablar con el profesor Dumbledore y convencerlo para que cambie de opinión.- ¡Yo – no – quiero – ir! – dijo Petunia, forcejeando por quitar su mano de entre las de su hermana - ¿Crees que quiero ir a un estúpido castillo a aprender a ser una… una…?Sus ojos claros recorrieron la plataforma, por sobre los gatos maullando en los brazos de sus dueños, por sobre las lechuzas ululando y aleteándose unas a otras en sus jaulas, por sobre los estudiantes, algunos ya vestidos con sus largas túnicas negras, cargando sus baúles al interior del tren escarlata o saludándose felices unos a otros después de un verano sin verse.- ¿…crees que quiero ser un… un… fenómeno?Los ojos de Lily se llenaron de lágrimas mientras Petunia conseguía recuperar su mano.- No soy un fenómeno – dijo Lily – Es horrible que digas eso.- Ahí es a donde vas – dijo Petunia, ardientemente – A una escuela especial para fenómenos. Tú y ese Snape… raros, eso es lo que ambos son. Es bueno que te separen de la gente normal. Es por nuestra propia seguridad.Lily miró a sus padres, quienes miraban la plataforma con un aire de dicha total, disfrutando la escena. Luego volvió a mirar a su hermana, y su voz se volvió baja y fría.- No pensabas que era una escuela para fenómenos cuando le escribiste al director rogándole que te aceptara.Petunia se puso escarlata- ¿Rogando? ¡Yo no le rogué!- Vi su respuesta. Fue muy amable.- ¡No debiste haberlo leído…! – susurró Petunia – Era algo privado… ¿Cómo pudiste?Lily se delató a sí misma al mirar hacia donde se encontraba Snape. Petunia jadeó.- ¡Ese chico la encontró! ¡Tú y ese niño han estado entrometiéndose en mi habitación!- No… no entrometiéndonos – ahora era Lily quien estaba a la defensiva – ¡Severus vio el sobre, y no podía creer que un mago fuera capaz de contactar a Hogwarts, eso es todo! Él dice que deben haber magos trabajando encubiertos en el servicio postal y que ellos se encargan de…- ¡Aparentemente los magos meten las narices en todas partes! – dijo Petunia, ahora tan pálida como antes sonrojada - ¡Fenómeno! – le espetó a su hermana, encaminándose luego hacia sus padres.La escena se disolvió una vez más. Snape recorría el corredor del Expreso de Hogwarts mientras este atravesaba el país. Ya se había puesto su túnica de le escuela, seguramente había aprovechado la primera oportunidad que había tenido para deshacerse de su extraña ropa muggle. Al fin se detuvo, fuera de un compartimiento en el cual unos chicos muy ruidosos conversaban. Encogida en un asiento de la esquina, junto a la ventana estaba Lily, con su cara apretada contra el cristal de la ventana.Snape abrió la puerta del compartimiento y se sentó frente a Lily. Ella lo miró y luego volvió la vista hacia la ventana. Había estado llorando.- No quiero hablar contigo – dijo con la voz contraída.- ¿Por qué no?- Tuney m-me odia. Por ver la carta que Dumbledore le envió.- ¿Y eso qué?Lily le lanzó una mirada de profundo desprecio.- ¡Que es mi hermana!- Ella es sólo una… - Snape se contuvo rápidamente, pero Lily, demasiado ocupada en secarse las lágrimas sin que nadie se diera cuenta, no lo escuchó.- ¡Pero nosotros vamos! – dijo él, sin poder contener la emoción en su voz - ¡Este es el gran momento! ¡Nos vamos a Hogwarts!Ella asintió, restregándose los ojos, pero muy a su pesar, sonrió ligeramente.- Más te vale estar en Slytherin – dijo Snape, envalentonado por el hecho de que se hubiese alegrado un poco.- ¿Slytherin?Uno de los chicos con los que compartían el vagón, que no había demostrado el menor interés en Lily o Snape hasta ese momento, miró a su alrededor al escuchar esa palabra, y Harry, cuya atención se había concentrado completamente en los dos que estaban junto a la ventana, vio a su padre: delgado, con el cabello negro igual que Snape, pero con ese aire indefinido de haber sido querido, e incluso adorado, y que a Snape tanta falta le hacía.- ¿Quién quiere estar en Slytherin? Creo que mejor me voy, ¿acaso tú no? – preguntó James al chico tendido en los asientos al frente de él, y con un estremecimiento, Harry se dio cuenta de que era Sirius. Sirius no sonreía.- Toda mi familia ha estado en Slytherin – dijo.- Rayos – dijo James – Y a mí que me parecías normal.Sirius sonrió.- Tal vez rompa la tradición. ¿A dónde te irías, si tuvieras que elegir?James levantó una espada invisible.- ¡Gryffindor, donde habitan los valientes de corazón! Igual que mi papá.Snape hizo un ruidito de disgusto. James se giró hacia él- ¿Tienes algún problema con eso?- No – dijo Snape, aunque el desprecio en su voz daba a entender otra cosa – Si prefieres ser un musculoso a un cerebrito...- ¿A dónde esperas ir, viendo que no eres ninguna de las dos cosas? – interrumpió Sirius.James se echó a reír. Lily se puso de pie, un tanto sonrojada, mirando a James y a Sirius con desagrado.- Vamos, Severus, busquemos otro compartimiento.- Oohhhhh…James y Sirius imitaron su voz arrogante. James trató de empujar a Snape mientras pasaba.- ¡Te veo luego, Quejicus! – gritó una voz, mientras la puerta del compartimiento se cerraba de un portazo…Y la escena se disolvió una vez más…Harry estaba parado detrás de Snape, mirando las iluminadas mesas de las Casas, llenas de caras. Luego la profesora McGonagall dijo:- ¡Evans, Lily!Harry vio a su madre avanzar con las piernas temblándole y sentarse en el inestable taburete. La profesora McGonagall puso el Sombrero Seleccionador sobre su cabeza, y apenas un segundo después de que este tocó el cabello rojo oscuro, el sombrero gritó: “¡Gryffindor!”Harry escuchó a Snape soltar un pequeño quejido. Lily se quitó el sombrero, se lo devolvió a la profesora McGonagall, y luego se apresuró en ir a la alegre mesa de los Gryffindors, pero mientras se encaminaba hacia allá miró a Snape con una sonrisa triste en su rostro. Harry vio a Sirius acomodarse en la banca para hacerle espacio. Ella le lanzó una mirada, pareció reconocerlo del tren, cruzó los brazos y firmemente le dio la espalda.El llamado de la lista continuó. Harry vio a Lupin, Pettigrew y a su padre unirse a Lily y Sirius en la mesa de Gryffindor. Cuando faltaban sólo una docena de estudiantes para ser sorteados, la profesora McGonagall llamó a Snape.Harry caminó junto a él hacia el taburete, lo vio ponerse el sombrero.- ¡Slytherin! – gritó el Sombrero Seleccionador.Y Severus Snape caminó para el otro lado del Gran Comedor, lejos de Lily, hacia la mesa de los donde los Slytherin lo animaban, hacia donde Lucius Malfoy, con una placa de prefecto en su pecho, palmeaba a Snape en la espalda, mientras este se sentaba junto a él.Y luego la escena cambió…Lily y Snape caminaban por el patio de la escuela, evidentemente discutiendo. Harry se apresuró en alcanzarlos, para escuchar lo que decían. Mientras los alcanzaba, se dio cuenta de cuanto más altos estaban ahora. Parecía que habían pasado un par de años desde el sorteo.- ¿… a pesar de que se suponía que éramos amigos? – decía Snape - ¿Mejor amigos?- ¡Lo somos, Sev, pero no me gustan algunas de las personas con las que te juntas! Lo siento, pero detesto a Avery y a Mulciber. ¡Mulciber! ¿Qué le ves, Sev? ¡Es aterrador! ¿Sabes lo que trató de hacerle a Mary Macdonald el otro día?Lily había alcanzado un pilar y se apoyaba en él, mirando a la delgada y pálida cara.- No fue nada – dijo Snape – Fue un chiste, eso era todo…- Era magia oscura, y si eso te parece gracioso…- ¿Y qué hay con las cosas que hace Potter con sus amigos? – demandó Snape. El color volvió a su rostro mientras decía esto, incapaz, al parecer, de mantenerse enojado.- ¿Qué tiene que ver Potter con todo esto? – preguntó Lily.- Ellos se escapan de noche. Hay algo raro en ese Lupin. ¿A dónde va todo el tiempo?- Está enfermo – dijo Lily – Dicen que está enfermo…- ¿Cada mes en luna llena? – replicó Snape.- Conozco tu teoría – dijo Lily fríamente – De cualquier forma, ¿Por qué te obsesionas con ellos? ¿Qué te importa lo que hagan de noche?- Sólo trato de demostrarte que no son tan maravillosos como todos creen que son.La intensidad de su mirada la hizo sonrojarse.- Al menos no usan magia oscura – Lily disminuyó su voz – Y estás siendo muy ingrato, oí lo que pasó la otra noche. Fuiste a meterte a ese túnel cerca del Sauce Boxeador, y James Potter te salvó de lo que sea que haya ahí.La cara de Snape se contrajo completamente mientras murmuraba:- ¿Que me salvó? ¿Salvar? ¿Crees que estaba jugando al héroe? ¡Estaba salvando su cuello, y el de sus amigos también! Tú no vas a…no te permitiré…- ¿Permitirme? ¿Permitirme?Lily abrió sus brillantes ojos verdes como platos. Snape se arrepintió de inmediato.- No quise decir… es sólo que no quiero que hagas el… ¡Le gustas, le gustas a James Potter! – las palabras parecían salir de Snape contra su voluntad – Y él no es… lo que todos piensan… un héroe del Quidditch… - la amargura y el desagrado de Snape lo estaban volviendo incoherente, y las cejas de Lily se elevaban más y más en su frente.- Sé que James Potter es un idiota arrogante – dijo, cortando a Snape – No necesito que tú me lo digas. Pero la idea que Mulciber y Avery tienen del humor es simplemente malvada. Malvada. No entiendo como puedes ser amigo de ellos.Harry dudaba mucho de que Snape hubiese siquiera escuchado sus quejas sobre Mulciber y Avery. En cuanto la había oído insultar a James Potter, todo su cuerpo se había relajado, y mientras seguían caminando el paso de Snape se volvió distinto…Y la escena se disolvió…Harry volvió a ver a Snape dejando el Gran Comedor luego de dar su T.I.M.O. de Defensa Contra las Artes Oscuras, vio como se alejaba del castillo y paseaba sin darse cuenta cerca del lugar en donde James, Sirius, Lupin y Pettigrew estaban sentados juntos bajo el haya. Pero Harry se mantuvo distante esta vez, pues sabía lo que había pasado luego de que James levantaba a Snape en el aire y lo ridiculizaba, sabía lo que había sido hecho y dicho, y no quería volver a escucharlo… Vio a Lily unirse al grupo y defender a Snape. A la distancia oyó a Snape gritarle, en su humillación y su furia, las palabras imperdonables: Sangre sucia.La escena cambió…- Lo siento.- No me interesa.- ¡Lo siento!- Guarda tu aliento.Era de noche. Lily, quien vestía una túnica de gala, estaba de pie con los brazos cruzados en frente del portarretrato de la Dama Gorda, a la entrada de la torre de Gryffindor.- Sólo salí porque Mary me dijo que amenazabas con dormir aquí.- Iba a hacerlo. Lo hubiera hecho. Nunca quise llamarte sangre sucia, sólo…- ¡Se te salió! – no había pena en la voz de Lily – Es demasiado tarde, he encontrado excusas para ti todos estos años. Ninguno de mis amigos puede entender porque te hablo. Tú y tus queridos amigos Mortífagos… ¡Ves, ni siquiera lo niegas! ¡Ni siquiera niegas que es lo que todos ustedes aspiran ser! No puedes esperar para unirte a Ya – Sabes – Quien, ¿verdad?Snape abrió la boca, pero la cerró sin hablar.- No puedo seguir pretendiendo. Tú escogiste tu camino, y yo el mío.- No, escucha, no quería…- ¿Llamarme sangre sucia? Pero así es como llamas a todos los de mi clase, Severus. ¿Por qué yo debería recibir un trato especial?Snape luchó consigo mismo, a punto de decir algo, pero con una mirada de desprecio, Lily se dio vuelta y atravesó el agujero del portarretrato.El corredor se disolvió, y la escena se demoró un poco más en rearmarse: Harry sintió que volaba a través de figuras y colores cambiantes hasta que todo a su alrededor se solidificó otra vez y su paró en la cima de una colina, triste y fría en la oscuridad, con el viento soplando a través de las ramas de unos cuantos árboles sin hojas. El Snape adulto estaba sin aliento, girando en su lugar, con la varita firmemente sujeta en su mano, esperando algo o a alguien… Su miedo infectó a Harry también, a pesar de saber que no podía ser dañado, y miró sobre su hombro, preguntándose que sería lo que Snape estaba esperando…Luego un destello de luz blanca cegadora voló a través del aire. Harry pensó en el resplandor, pero Snape había caído de rodillas y su varita había salido disparada de sus manos.- ¡No me mate!- Esa no era mi intención.Cualquier sonido de la Aparición de Dumbledore había sido sofocado por el ruido del viento entre las ramas. Se detuvo junto a Snape con su túnica ondeando a su ardedor, y su cara iluminada por debajo por la luz creada por su varita.- ¿Y bien, Severus? ¿Qué mensaje tiene Lord Voldemort para mí?- Ni… ningún mensaje… ¡Estoy aquí por mi cuenta!Snape secaba sus manos. Parecía un poco loco, con su desordenado pelo negro volando a su alrededor.- Yo…vine con una advertencia… no, una petición… por favor…Dumbledore agitó su varita. A pesar de que las hojas y las ramas aún volaban a través del aire nocturno a su alrededor, se hizo silencio en el lugar donde él y Snape se veían cara a cara.- ¿Qué petición podría hacerme un mortífago?- La… la profecía… la predicción… Trelawney…- Ah, sí – dijo Dumbledore - ¿Cuánto le contaste a Lord Voldemort?- ¡Todo, todo lo que escuché! – respondió Snape – Es por eso que…. es por esa razón que… ¡él cree que se trata de Lily Evans!- La profecía no hacía referencia a una mujer – dijo Dumbledore – Hablaba de un niño nacido a finales de Julio…- ¡Sabes lo quiero decir! El piensa que se trata de su hijo, y la va a cazar… los va a matar a todos…- Si significa tanto para ti – dijo Dumbledore – seguramente Lord Voldemort la dejará ir, ¿no? ¿No podrías pedir piedad por la madre, a cambio del hijo?- Yo… yo ya se lo pedí…- Eres repugnante – dijo Dumbledore, y Harry nunca había oído tanto disgusto en su voz. Snape pareció encogerse un poco – ¿No te preocupa, entonces, que su esposo y su hijo mueran? ¿Ellos pueden morir, siempre y cuando tú obtengas lo que quieres?Snape no dijo nada, simplemente miró a Dumbledore.- Escóndelos a todos, entonces – gruñó – Mantenla… mantenlos a salvo. Por favor.- ¿Y qué me darás a cambio, Severus?- ¿A… a cambio? – Snape miró a Dumbledore, y Harry pensó que se iba a quejar, pero luego de un momento muy largo dijo – Lo que sea.La colina se deshizo, y Harry se encontró de pie en la oficina de Dumbledore. Algo hacía un sonido terrible, como un animal herido. Snape se dejó caer en una silla y Dumbledore, parado sobre él, lucía muy afligido. Luego de un momento, Snape levantó su rostro, y parecía un hombre que hubiese vivido cien años de miserias desde que había dejado la colina salvaje.- Pensé… que iba... a mantenerla… a salvo…- Ella y James depositaron su confianza en la persona equivocada – dijo Dumbledore – Igual que tú, Severus. ¿Acaso no esperabas que Voldemort la dejara ir?Snape respiraba entrecortadamente.- Su hijo sobrevivió – dijo Dumbledore.Con un pequeño movimiento de cabeza, Snape pareció alejar algo desagradable.- Su hijo vive. Tiene sus ojos, sus mismos ojos. ¿Recurdas la forama y el color de los ojos de Lily Evans, me imagino?- ¡No! – aulló Snape – Se ha ido… muerta…- ¿Te remuerde la conciencia, Severus?- Desearía… desearía que yo hubiese muerto…- ¿Y eso de qué serviría? – dijo Dumbledore fríamente – Si amabas a Lily Evans, si realmente la amabas, entonces está claro lo que debes hacer.- ¿Qué… qué quieres decir?- Sabes como y porqué murió. Asegúrate de que no fue en vano. Ayuda a proteger al hijo de Lily.- Él no necesita protección. El Señor Oscuro se ha ido…- El Señor Oscuro regresará, y Harry Potter estará en un peligro terrible cuando lo haga.Hubo una pausa muy larga, y lentamente snape recuperó el control de sí mismo, reguló su respiración. Al fin dijo:- Muy bien. Muy bien. ¡Pero nunca, nunca se lo diga a nadie, Dumbledore! ¡Esto queda entre nosotros! ¡Júrelo! No puedo soportar… especialmente el hijo de Potter… ¡Quiero su palabra!- ¿Mi palabra, Severus, de nunca revelar lo mejor de ti? – suspiró Dumbledore, mirando a la angustiada y feroz cara de Snape – Si insistes…La oficina se disolvió y rearmó instantáneamente. Snape caminaba de un lado a otro en frente de Dumbledore.-…. mediocre, arrogante como su padre, decidido a romper las reglas, fascinado de descubrir que es famoso, busca la atención e impertinente…- Ves lo que quieres ver, Severus – dijo Dumbledore, sin levantar la vista de una copia de Transformación Moderna – Otros profesores me han dicho que el chico es modesto, agradable y razonablemente talentoso. Personalmente, me parece un muchacho encantador.Dumbledore dio vuelta la página, y dijo sin mirar:- Échale un vistazo a Quirrel, ¿quieres?Un espiral de colores, y ahora todo se había oscurecido, y Snape y Dumbledore estaban de pie, un poco alejados en el hall de entrada, mientras los últimos que quedaban del Baile de Navidad pasaban junto a ellos para irse a la cama.- ¿Y bien? – murmuró Dumbledore.- La marca de Karkaroff también se oscurecido. Está aterrado, teme una venganza, usted sabe cuanta ayuda le brindó al Ministerio luego de que el Señor Oscuro cayera – Snape miró de reojo al perfil de nariz ganchuda de Dumbledore – Karkaroff arrancará si la Marca comienza a quemar.- ¿Lo hará? – preguntó Dumbledore suavemente, mientras Fleur Delacour y Roger Davies venían desde el patio, riendo - ¿Y tú, te sientes tentado a irte con él?- No – dijo snape, con sus ojos negros fijos en las cada vez más alejadas siluetas de Fleur y Roger – No soy tan cobarde.- No – acordó Dumbledore – Eres un hombre mucho más valiente que Igor Karkaroff. Sabes, a veces pienso que sorteamos las Casas demasiado pronto…Dumbledore se alejó, dejando a Snape con cara de estar herido.Y ahora Harry estaba una vez más en la oficina del director. Era de noche, y Dumbledore giraba en la silla que parecía un trono detrás del escritorio, aparentemente semiconsciente. Su mano derecha colgaba de un lado, ennegrecida y quemada. Snape murmuraba encantamientos, señalando la muñeca de esa mano con su varita, mientras que su mano izquierda vaciaba un cáliz lleno de una poción dorada en la garganta de Dumbledore. Al cabo de unos momentos, las pestañas del director se sacudieron para abrirse.- ¿Por qué? – dijo Snape, sin preámbulo - ¿Por qué se puso ese anillo? Carga una maldición, seguramente ya lo sabía. ¿Por qué lo tocó?El anillo de Marvolo Gaunt yacía en el escritorio frente a Dumbledore. Estaba roto; la espada de Gryffindor estaba tendida junto a él.Dumbledore frunció el ceño.- Fui… un tonto. Me vi profundamente tentado…- ¿Tentado a que?Dumbledore no respondió.- ¡Es un milagro que haya podido regresar! – Snape sonaba furioso – Ese anillo portaba una maldición de un poder extraordinario, contenerla es lo más que podemos hacer; he atrapado la maldición en su mano, por ahora…Dumbledore levantó su mano, ennegrecida e inútil, y la examinó como si se tratara de una interesante antigüedad.- Has hecho bien, Severus. ¿Cuánto tiempo crees que me queda?El tono de Dumbledore era el de una conversación normal, podría haber estado preguntando por un reporte del clima. Snape dudó un momento, antes de hablar.- No sabría decirlo. Tal vez un año. No hay forma de contrarrestar un hechizo así para siempre. Eventualmente, se esparcirá. Es el tipo de maldición que crece con el tiempo.Dumbledore sonrió. La noticia de que le quedaba menos de un año de vida no parecía importarle mucho.- Soy muy afortunado, extremadamente afortunado de tenerte, Severus.- ¡Si sólo me hubiese llamado un poco antes, hubiese podido hacer algo más, darle algo más de tiempo! – dijo Snape, furioso. Miró el anillo roto, y la espada - ¿Cree que con romper el anillo se romperá la maldición?- Algo así… estaba delirando, sin duda alguna…. – dijo Dumbledore. Con una gran esfuerzo se enderezó en la silla – Bueno, en realidad, eso importará más adelante.Snape se quedó completamente perplejo. Dumbledore sonrió.- Me refiero al plan que Lord Voldemort tiene sobre mí- Su plan para conseguir que el pobre chico Malfoy me asesine.Snape se sentó en la silla que Harry solía ocupar, del otro lado del escritorio de Dumbledore. Harry se dio cuenta de que quería seguir hablando de la mano maldita de Dumbledore, pero que este se rehusaba educadamente a seguir discutiendo el asunto. A regañadientes, Snape dijo:- El Señor Oscuro no cree que Draco lo consiga. Esto es simplemente un castigo por las recientes fallas de Lucius. Una tortura lenta para los padres de Draco, mientras ven como este falla y paga el precio.- En otras palabras, el chico también está condenado por una sentencia de muerte, al igual que yo – dijo Dumbledore – Ahora, creo que saber que el sucesor natural del trabajo, luego de que Draco falle, ¿eres tú?Hubo una pequeña pausa.- Ese, según creo, es el plan del Señor Oscuro.- ¿Lord Voldemort predice que en un momento no muy lejano no necesitará un espía en Hogwarts?- Cree que la escuela pronto estará bajo su control, sí.- Y si realmente cayera bajo su control – dijo Dumbledore, casi, según parecía, al aire - ¿Tengo tu palabra de que harás todo lo esté en tus manos para proteger a los estudiantes de Hogwarts?Snape asintió firmemente.- Bien. Ahora, tu primera prioridad es descubrir que es lo Draco trama. Un adolescente asustado es tan peligroso para el resto como para sí mismo. Ofrécele ayuda y guía, él aceptará, tú le agradas…- … mucho menos desde que su padre perdió la confianza. Draco me culpa, cree que yo tomé el lugar de Lucius.- De todas formas, trata. Me preocupo más por las posibles víctimas de cualquier ataque que se le ocurra al chico que por mí mismo. En último caso, por supuesto, sólo hay una cosa que hacer para salvarlo de la ira de Lord Voldemort.Snape alzó las cejas y su tono de voz era sardónico al preguntar:- ¿Piensas dejar que Voldemort te mate?- Por supuesto que no. Tú debes matarme.Hubo un largo silencio, interrumpido sólo por un extraño ruido de algo rompiéndose. Fawkes, el fénix, masticaba a bit of cuttlebone.- ¿Quiere que lo haga ahora? – preguntó Snape, con la voz cargada de ironía - ¿O le doy algunos minutos para que componga su epitafio?- Oh, no todavía – respondió Dumbledore, sonriendo – Me atrevería a decir que el momento se presentará solo en el transcurso de los acontecimientos. Dado lo que ha ocurrido esta noche – indicó su mano calcinada – podemos estar seguros que pasará durante este año.- Si no le importa morir – dijo Snape con rudeza - ¿Por qué no deja que Draco lo haga?- El alma de ese chico aún no está tan dañada – dijo Dumbledore – no dejaré que se rompa por mi culpa.- ¿Y mi alma, Dumbledore? ¿Y la mía?- Tú eres el único que sabe si tu alma se dañará al ayudar a un viejo a evitar el dolor y la humillación – dijo Dumbledore – Te pido este gran favor a ti, Severus, porque la muerte vendrá por mi con tanta certeza como los Chudley Cannons serán los últimos de la liga este año. Confieso que prefiero una salida rápida y sin dolor a la larga y caótica situación en la que me vería si, por ejemplo, Greyback está involucrado (¿Oí que Voldemort lo reclutó?) o la querida Bellatrix, a quien le gusta gusta jugar con su comida antes de comérsela.Su tono de voz era ligero, pero sus ojos azules atravesaban a Snape al igual que tantas otras veces habían atravesado a Harry, como si pudieran ver el alma sobre la cual estaban discutiendo. Al fin, Snape volvió a asentir con firmeza. Dumbledore pareció satisfecho.- Gracias, Severus…La oficina desapareció, y ahora Snape y Dumbledore caminaba juntos por los vacíos patios de la escuela a media luz.- ¿Qué hace con Potter, todas esas tardes que pasan encerrados juntos? – preguntó Snape abruptamente.Dumbledore parecía cansado.- ¿Por qué? ¿No tratarás de darle más castigos, Severus? El chico pronto pasará más tiempo castigado que afuera.- Está actuando como su padre otra vez…- En apariencia, tal vez, pero su naturaleza es mucho más parecido a la de su madre. Paso mucho tiempo con Harry porque debo discutir algunas cosas con él, como información que debo darle antes de que sea demasiado tarde.- Información – repitió Snape – Confía en él… no confía en mí.- No es un asunto de confianza. Poseo, como ambos sabemos, un tiempo limitado. Es esencial que le de suficiente información como para que haga lo que necesita hacer.- ¿Y por qué no puedo recibir yo la misma información?- Prefiero no poner todos mis secretos en el mismo cesto, especialmente si ese cesto pasa tanto tiempo colgando del brazo de Lord Voldemort.- ¡Lo que hago bajo sus órdenes!- Y lo haces muy bien. No creas que no estimo el constante peligro al que te expones, Severus. Entregarle a Voldemort información que pareced invaluable mientras guardamos lo esencial es un trabajo que no le confiaría a nadie más que a ti.- ¡Y aún así, confías mucho más en un chico que es incapaz de aprender Oclumancia, cuya magia es mediocre, y que tiene una conexión directa con la mente del Señor Oscuro!- Voldemort le teme a esa conexión – dijo Dumbledore – No hace mucho, tuvo una pequeña lección sobre lo que realmente significa para él compartir la mente de Harry. Fue un dolor que nunca antes había experimentado. No volverá a tratar de poseer a Harry, estoy seguro. No de esa forma.- No entiendo.- El alma de Voldemort, tan desfigurada como se encuentra, no puede soportar el contacto con un alma como la de Harry. Es como una navaja de acero congelado, como la carne en llamas…- ¿Almas? ¡Estamos hablando de mentes!- En el caso de Harry y Lord Voldemort, hablar de una cosa es lo mismo que hablar de la otra.Dumbledore miró a su alrededor para asegurarse de que estuvieran solos. Estaban cerca del Bosque Prohibido, pero no había señal alguna de alguien cerca de ellos.- Después de que me hayas matado, Severus…- ¡A pesar de que se rehúsa a contarme todo, espera ese pequeño servicio de mi parte! – gritó Snape, y una furia verdadera apareció en su delgada cara – ¡Toma algo tan importante como si estuviera garantizado, Dumbledore! ¡Tal vez he cambiado de idea!- Me diste tu palabra, Severus. Y ya que hablamos de servicios que me debes, pensé que habías aceptado mantener vigilado a nuestro joven amigo de Slytherin.Snape estaba furioso, desafiante. Dumbledore suspiró.- Ven a mi oficina esta noche, Severus, a las once, y no podrás quejarte de que no confío en ti…De nuevo estaban en la oficina de Dumbledore, las ventanas oscuras y Fawkes sentado en silencio, mientras Snape permanecía rígido y Dumbledore caminaba a su alrededor hablando.- Harry no debe enterarse, no hasta el último momento, no hasta que sea necesario, de otra forma, ¿cómo tendría la fuerza necesaria para hacer lo tiene que hacer?- Pero, ¿qué debe hacer?- Eso el algo entre Harry y yo. Ahora escucha con atención, Severus. Llegará un momento… después de mi muerte… ¡no discutas, no me interrumpas! Llegará un momento en el que Lord Voldemort parecerá temer por la vida de su serpiente.- ¿Nagini? – Snape parecía atónito.- Precisamente. Cuando Lord Voldemort deje de enviar a su serpiente a cumplir sus órdenes, y la mantiene segura junto a él bajo protección mágica, entonces, creo, será seguro decirle a Harry.- ¿Decirle qué?Dumbledore respire profundamente y cerró los ojos.- Decirle que la noche en que Voldemort trató de matarlo, cuando Lily puso su propia vida entre ellos, como un escudo, la Maldición Asesina rebotó en Lord Voldemort, y un fragmento del alma de Voldemort se apartó del resto, y fue a caer en la única alma viviente que quedaba en ese lugar. Parte de Lord Voldemort vive dentro de Harry, y eso es lo que le da el poder de hablar con las serpientes, y la conexión con la mente de Voldemort que nunca ha sido capaz de entender. Y mientras ese fragmento de alma, perdido por Lord Voldemort, permanezca adjunto y protegido por Harry, Lord Voldemort no puede morir.A Harry le pareció que veía a los dos hombres desde el final de un largo túnel, estaban tan lejos de él, con sus voces formando ecos en sus oídos.- ¿Así que el chico… el chico debe morir? – preguntó Snape, con calma.- Y debe hacerlo Voldemort, Severus. Eso es esencial.Otro silencio interminable. Luego Snape dijo:- Pensé… que todos estos años… lo estábamos protegiendo por ella. Por Lily.- Lo hemos protegido porque es esencial enseñarle, educarle, dejarle que pruebe se fuerza – dijo Dumbledore, con los ojos aún cerrados – Mientras tanto, la conexión entre ellos se hace cada vez más fuerte, se desarrolla como un parásito. A veces creo que él mismo lo sospecha. Si lo conozco bien, él ha arreglado todo para que cando salga a enfrentar su muerte, esta realmente significará el fin de Voldemort.Dumbledore abrió los ojos. Snape estaba horrorizado.- ¿Lo has mantenido vivo para que muera en el momento correcto?- No te sorprendas, Severus. ¿Cuántos hombres y mujeres has visto morir?- Últimamente, sólo a aquellos a los que no he podido salvar – dijo Snape, poniéndose de pie – Me has utilizado.- ¿Qué quieres decir?- He espiado y mentido por ti, me he puesto en peligro mortal por ti. Se supone que todo esto era para mantener a salvo al hijo de Lily Potter. Y ahora me dicen que la has estado criando como a un cerdo para el matadero…- Esto es conmovedor, Severus – dijo Dumbledore seriamente - ¿Te has encariñado con el chico, después de todo?- ¿Con él? – gritó Snape – Experto Patronum!De la punta de su varita salió una sombra plateada. Aterrizó en el piso de la oficina, voló a través de ella, y escapó por la ventana. Dumbledore la observó alejarse volando, y mientras su brillo plateado se desvanecía le dio la espalda a Snape, con los ojos llenos de lágrimas.- ¿Después de todo este tiempo?- Siempre – dijo Snape.Y la escena cambió. Ahora, Harry observó a Snape hablándole al portarretrato de Dumbledore detrás del escritorio.- Tendrás que darle a voldemort el día correcto de la salida de Harry de la casa de su tía y tío – dijo Dumbledore – No hacerlo levantaría muchas sospechas, pues Voldemort cree que estás muy bien informado. Sin embargo, debes planear las distracciones; eso, según creo, asegurará la seguridad de Harry. Trata de confundir a Mundungus Fletcher. Y, Severus, si te obligan a formar parte de la persecución, asegúrate de actuar convincentemente… cuento en que mantengas la confianza de Lord Voldemort tanto tiempo como sea posible, o Hogwarts quedará a la merced de los Carrows…Ahora Snape estaba frente a frente con Mundungus en una taberna desconocida. La cara de Mundungus estaba curiosamente pálida, y la de Snape fruncida de concentración.- Sugerirás a la Orden del Fénix – murmuró Snape – utilizar distracciones. La Poción Multijugos. Potters idénticos. Es lo único que podría funcionar. Olvidarás que yo te sugerí esto. Creerá que fue tu idea. ¿Entiendes?- Entiendo – murmuró Mundungus, sus ojos desenfocados…Ahora Harry volaba en una escoba junto a Snape, en una oscura noche despejada. Estaba acompañado por otros Mortífagos encapuchados, y adelante estaban Lupin y un Harry que en realidad era George… un Mortífago que estaba delante de Snape levantó su varita, apuntando directamente a la espalda de Lupin.- Sectumsempra! – gritó Snape.Pero el hechizo, dirigido a la mano del Mortífago que llevaba la varita, en vez de darle a él golpeó a George…Y luego Snape estaba de rodillas en la vieja habitación de Sirius. Las lágrimas caían del final de la ganchuda nariz, mientras leía la vieja carta de Lily. La segunda página contenía sólo unas pocas palabras.pudo haber sido amiga de Gellert Grindelwald. ¡Creo que ha perdido un poco la razón!Con amor,Lily.Snape tomó la página que tenía la firma de Lily, y su amor, y la guardó en su túnica. Luego rompió en dos la fotografía que también sujetaba, y guardó la parte en la que Lily se reía, tirando al suelo el pedazo en el que se veía a James y Harry, debajo de una cajonera…Y ahora Snape estaba nuevamente en la oficina del director, mientras Phineas Nigellus llegaba corriendo a su retrato.- ¡Director! ¡Están acampando en el Bosque de Dean! La sangre sucia…- ¡No uses esa palabra!- ¡… la chica Granger, entonces, mencionó el lugar mientras abría su bolsa y la escuché!- ¡Bien, muy bien! – exclamó el portarretrato de Dumbledore detrás de la silla del director - ¡Ahora, Severus, la espada! ¡No olvides que debe ser tomada bajo circunstancias de necesidad y valor, y que él no debe saber que tú se la diste! Si Voldemort realmente puede leer la mente de Harry y te ve ayudándolo…- Lo sé – dijo Snape, cortante. Se aproximó al portarretrato de Dumbledore y lo hizo a un lado. Se movió hacia el frente, revelando una cavidad escondida al reverso, de la cual sacó la espada de Gryffindor.- ¿Y aún así no me dirá porqué es tan importante darle la espada a Potter? – dijo Snape, mientras echaba una capa de viaje sobre sus hombros.- No, no lo creo – dijo el retrato de Dumbledore – Él sabe que hacer con ella. Y, Severus, sé muy cuidadoso, no serán muy amables con tu llegada después del accidente con George Weasley…Snape se giró hacia la puerta.- No se preocupe, Dumbledore – dijo fríamente – Tengo un plan…Y Snape dejó la habitación. Harry salió del Pensadero, y en unos momentos se encontró en el suelo alfombrado en la misma habitación cuya puerta Snape podría haber cerrado hace sólo unos momentos.

Capítulo 34: De nuevo el bosque

Finalmente, la verdad. Tumbado, con la cara aplastada contra la alfombra polvorienta de la oficina donde una vez creyó estar aprendiendo los secretos de la victoria, Harry comprendió finalmente que no iba a sobrevivir. Su tarea consistía en marchar tranquilamente hasta los acogedores brazos de la muerte. Y de camino, debía encargarse de los vínculos que aún mantenían a Voldemort con vida, de forma que cuando finalmente se pusiera en el camino de Voldemort, y no alzara la varita para defenderse, el final sería limpio, y la tarea que debió cumplirse en Godric's Hollow se completaría. Ninguno viviría, ninguno podría sobrevivir.
Sintió su corazón palpitarle intensamente en el pecho. Qué extraño que su temor por la muerte le hiciera más fuerte, manteniéndole valientemente con vida. Pero todo acabaría, y pronto. Los latidos de su corazón estaban contados. ¿Cuántas veces podría palpitar aún, mientras se levantaba y caminaba a traves del castillo por última vez, salía a los campos y entraba en el bosque?
El terror le envolvió mientras estaba tendido, en el suelo, con los tambores funerarios retumbando en su interior. ¿Sería doloroso morir? En todas esas ocasiones en que había pensado que estaba a punto de suceder y escapó, no había realmente pensado en el hecho en sí. Su voluntad de vivir había sido siempre mucho mayor que su miedo a morir. Y a pesar de todo no se le pasó por la cabeza la idea de huir, de escaparse de Voldemort. Se había acabado, lo sabía, y no quedaba nada más que ese hecho: morirse.
¡Ojalá hubiera muerto en aquella noche de verano en que dejó el número cuatro de Privet Drive por última vez, cuando la varita hecha con la pluma del noble fénix le había salvado! ¡Ojalá hubiera muerto como Hedwig, tan rápido que no se habría enterado de qué había ocurrido! Ojalá se hubiera lanzado delante de una varita para salvar a alguien a quien amaba... En ese momento envidiaba incluso la muerte de sus padres. Este paseo, a sangre fría, hasta su propia destrucción, requiriría un tipo distinto de valor. Sintió cómo sus dedos temblaban ligeramente, e hizo un esfuerzo para controlarlos, aunque nadie podía verle; los retratos de las paredes estaban vacíos.
Despacio, muy despacio, se sentó, y cuando lo hizo se sintió más vivo y más consciente de su propio cuerpo viviente que nunca antes. ¿Por qué no había jamás apreciado el milagro que era, cerebro y nervios y corazón latiendo? Todo desaparecería... o al menos, él no estaría en ellos. Comenzó a respirar lenta y profundamente, con la boca y garganta completamente secas... igual que sus ojos.
La traición de Dumbledore no significaba casi nada. Por supuesto que había existido un plan mayor: simplemente Harry había sido demasiado tonto como para verlo, como comprendía ahora. Nunca había cuestionado su propia asunción de que Dumbledore le quería vivo. Ahora simplemente veía que la duración de su vida dependía de cuánto se tardara en eliminar todos los Horrorcruxes. Dumbledore le había pasado la tarea de destruirlos, y obedientemente había continuado cortando los lazos que ataban a Voldemort a la vida, ¡pero también a él! Qué acertado, qué elegante, no desperdiciar más vidas, sino asignar esa peligrosa misión al chico que ya había sido destinado al matadero, y cuya muerte no sería una calamidad, sino otro revés para Voldemort.
Y Dumbledore había sabido que Harry no se echaría atrás, que continuaría hasta el final, incluso aunque eso supusiera su fin, pues se había molestado en conocerle bien, ¿no? Dumbledore sabía, igual que Voldemort, que Harry no dejaría que nadie más muriera en su lugar ahora que había descubierto que estaba en sus manos detenerle. Las imágenes de Fred, Lupin y Tonks tendidos, muertos en el Gran Salón, se abrieron paso en su mente, y durante un momento apenas pudo respirar. La Muerte se sentía impaciente...
Pero Dumbledore le había sobreestimado. Había fallado: la serpiente sobrevivió. Un horrorcrux continuaría atando a Voldemort a la tierra, incluso después de de que mataran a Harry. Aunque ciertamente facilitaría la tarea a otra persona. Se preguntaba quién lo haría... Ron y Hermione sabrían lo que debía hacerse, por supuesto... Esa fue seguramente la razón de que Dumbledore quisiera que confiara en alguien más... para que si alcanzaba su destino demasiado pronto, alguien pudiera continuar...
Como la lluvia en una fría ventana, estos pensamientos repiqueteaban contra la dura superficie de la irrefutable verdad: que él debía morir. Debo morir. Debe terminar.
Ron y Hermione parecían estar muy lejos, en un país muy lejano; sentía como si se hubiera separado de ellos mucho tiempo atrás. No habría adioses ni explicaciones, eso sí lo tenía claro. Este era un viaje que no podrían hacer juntos, y los intentos que harían de detenerle desperdiciarían un tiempo valioso. Miró al reloj chapado en oro que había recibido en su decimoséptimo cumpleaños. Había pasado casi la mitad de la hora que le había concedido Voldemort para rendirse.
Se puso de pie. Su corazón latía contra sus costillas como un pájaro frenético. Quizá sabía que le quedaba poco, quizá estaba decidido a latir el equivalente a una vida antes del final. No miró atrás mientras cerraba la puerta de la oficina.
El castillo estaba vacío. Se sintió fantasmal mientras daba zancadas por su interior, solo, como si ya hubiera muerto. La gente de los retratos todavía seguía fuera de sus marcos; todo el lugar estaba increíblemente silencioso, como si toda la sangre vital que le quedaba se concentrara en el Gran Salón, donde los muertos y los dolientes se agrupaban.
Harry se puso la Capa de Invisibilidad y bajó varias plantas, finalmente por la escalera de mármol hasta el hall de entrada. Quizá una pequeña parte de él esperaba que le sintieran, que le vieran, que le detuvieran, pero la capa era, como siempre, impenetrable, perfecta, y alcanzó las puertas fácilmente.
Entonces Neville casi caminó a su través. Era uno de los dos que estaban transportando un cuerpo desde los campos. Harry echó un vistazo y sintió otra punzada en el estómago: Colin Creevey, aunque menor de edad, debía haber vuelto a curiosear, igual que Malfoy, Crabbe y Goyle. Muerto parecía pequeño.
-¿Sabes qué? Puedo manejarle solo, Neville -dijo Oliver Wood, y alzó a Colin sobre su hombro igual que un bombero y le llevó hasta el Gran Salón.
Neville se reclinó contra el marco de la puerta durante un momento y apoyó la parte trasera de la cabeza contra el dorso de su mano. Parecía un anciano. Entonces volvió sobre sus pasos, hacia la oscuridad, para recobrar más cuerpos.
Harry echó una última mirada atrás, a la entrada del Gran Salón. La gente se movía, intentando confortarse unos a otros, bebiendo, arrodillados junto a los muertos, pero no podía ver a nadie de los que quería; ni rastro de Hermione, Ron, Ginny o algún otro Weasley, ni Luna. Sintió que habría dado todo el tiempo que le quedaba por verles una vez más; pero, en ese caso, ¿habría tenido jamás la fuerza necesaria para parar de mirar? Era mejor así.
Bajó las escaleras y salió a la oscuridad. Eran casi las cuatro de la mañana, y parecía que los campos mortalmente tranquilos estaban reteniendo el aliento, esperando a ver si era capaz de hacer lo que debía hacerse.
Harry se movió hacia Neville, quien se estaba inclinando sobre otro cuerpo.
- Neville.
- ¡Caramba, Harry, casi me provocas un ataque al corazón!
Harry se quitó la Capa. La idea le había venido de ninguna parte, nacida de un deseo de estar absolutamente seguro.
-¿A dónde vas tú solo? -preguntó Neville, suspicaz.
-Todo es parte del plan -dijo Harry-. Hay algo que debo hacer. Escucha... Neville...
-¡Harry! -Neville pareció súbitamente asustado.- Harry, ¿no estarás pensando en arreglártelas tú solo?
-No -mintió Harry fácilmente.- Por supuesto que no... No es eso. Pero podría no estar localizable durante un tiempo. ¿Has oído hablar de la serpiente de Voldemort, Neville? Es una serpiente enorme. Se llama Nagini.
-Sí, algo he oído. ¿Y qué pasa con ella?
-Es necesario que muera. Ron y Hermione ya lo saben, pero en caso de que ellos...
El horror de esa posibilidad le aturdió durante un momento, le hizo imposible seguir hablando. Pero volvió a recomponerse: era algo crucial, debía ser como Dumbledore, mantener la cabeza fría, asegurarse de que habría reemplazos, otros que continuarían. Dumbledore había muerto sabiendo que quedaban tres personas que sabían acerca de las Horrorcruxes; ahora Neville ocuparía el lugar de Harry: qudarían tres que conocerían el secreto.
-En caso de que ellos estén... ocupados... Y si tienes la oportunidad...
-¿Hay que matar a la serpiente?
-Hay que matar a la serpiente -repitió Harry.
-Vale, Harry. Estás bien, ¿no?
-Estoy bien. Gracias, Neville.
Pero Neville le agarró de la muñeca cuando Harry hizo intención de moverse.
-Todos vamos a seguir luchando, Harry. Lo sabes, ¿verdad?
-Sí, yo...
-Un sentimiento sofocante extinguó el final de la frase; no podía continuar. Neville no pareció encontrarlo extraño. Le dio una palmada en el hombro, le soltó y se alejó en busca de más cuerpos.
Harry volvió a ponerse la Capa y echó a andar. Alguien se movía no muy lejos, deteniéndose sobre otra figura tendida en los campos. Estaba a sólo unos metros de ella cuando se dio cuenta de que era Ginny.
Se detuvo. Ella se estaba inclinando sobre una chica que susurraba llamando a su madre.
-Tranquila -decía Ginny-. Todo va bien. Vamos a llevarte dentro.
-Pero quiero ir a casa -susurró la chica-. ¡Ya no quiero luchar más!
-Lo sé -dijo Ginny, y su voz se quebró-. Todo va a ir bien.
Olas de frío corrieron por su piel. Quería gritar a la noche, quería que Ginny supiera que él estaba allí, quería que ella supiera dónde iba. Quería que le detuvieran, que le sujetaran, que le arrastraran de vuelta a casa...
Pero estaba en casa. Hogwarts era el primer y el mejor hogar que había conocido. Tanto él como Voldemort y Snape, los niños abandonados, habían encontrado su hogar allí.
Ginny estaba arrodillada al lado de la chica herida, sosteniéndole la mano. Con un enorme esfuerzo, Harry se obligó a seguir. Creyó ver que Ginny miraba a su alrededor cuando pasó a su lado, y se preguntó si había sentido algo moviéndose cerca de ella, pero no la habló y tampoco miró atrás.
La cabaña de Hagrid apareció en la oscuridad. No había luces, ni se oía a Fang arañando la puerta, dando la bienvenida a ladridos. Todas esas visitas a Hagrid, el brillo de la tetera de cobre puesta al fuego, los pasteles como piedras y las larvas gigantes, y Ron vomitando babosas, y Hermione ayudándole a salvar a Norberto... Siguió andando, alcanzó el borde del bosque y entonces se detuvo.
Un enjambre de dementores estaba planeando entre los árboles; podía sentir el frío que despedían, y no estaba seguro de que pudiera pasar con seguridad a su través. No le quedaban fuerzas suficientes para lanzar un Patronus. Ya no podía controlar más sus temblores. Después de todo, no era tan fácil morir. Cada segundo que respiraba, el olor de la hierba, el aire fresco en su cara, eran tan preciosos... Saber que la gente tenía años y años, tiempo que desperdiciar, tanto tiempo para vivir lentamente, y él se aferraba a cada segundo. Al mismo tiempo que pensaba que no sería capaz de continuar, sabía que debía hacerlo. El interminable juego llegaba a su fin, la snitch había sido atrapada, ya era hora de dejar el aire...
La snitch. Sus nerviosos dedos juguetearon durante un momento con la bolsita (¿CÓMO LO HAN PUESTO EN OTROS CAPÍTULOS?) de su cuello y la sacó.
Me abro al llegar el final.
Respirando fuerte y rápido, se la quedó mirando. Ahora que deseaba que el tiempo pasara lo más lentamente posible, se sentía acelerado, y la comprensión le llegaba tan rápido que parecía atravesarle. Éste era el final. Éste era el momento.
Presionó el metal dorado contra sus labios y susurró: "Estoy a punto de morir".
El caparazón de metal se rompió y se abrió. Bajó su temblorosa mano, alzó la mano de Draco por debajo de la capa y murmuró: "Lumos".
La piedra negra con la grieta irregular que le atravesaba por el centro contemplaba las dos mitades de la snitch. La Piedra de la Resurrección se había agrietado más, siguiendo la línea vertical que representaba a la Varita Más Antigua. (¿CÓMO HAN TRADUCIDO LOS DEMÁS ELDER WAND?). Todavía podían verse el triángulo y el círculo que representaban a la Capa y a la piedra. (LA TRADUCCIÓN DE ESTE PÁRRAFO DEPENDE EN PARTE DE LA DESCRIPCIÓN DE LA PIEDRA DE LA RESURRECCIÓN)
Y de nuevo Harry lo comprendió sin siquiera pensarlo. No se trataba de hacerles volver, pues estaba a punto de unirse a ellos: ellos estaban atrapándole a él.
Cerró los ojos y giró la piedra en su mano tres veces.
Supo que había sucedido porque oyó suaves movimientos a su alrededor, que sugerían la presencia de frágiles cuerpos probando sus pisadas en el campo terroso, lleno de ramas, que marcaba el borde exterior del bosque. Abrió los ojos y miró a su alrededor.
No eran ni fantasmas ni cuerpos vivientes, eso podía verlo. A lo que más se parecían era al Ryddle que había escapado del diario hacía ya tanto tiempo, y había sido una memoria casi sólida. Con menos sustancia que cuerpos vivientes, pero mucho más que simples fantasmas, se movieron hacia él. Y en cada cara, la misma cariñosa sonrisa.
James era exactamente de la misma estatura que Harry. Llevaba la misma ropa que cuando murió, con el pelo despeinado y revuelto, y las gafas un poco ladeadas, como las del señor Weasley.
Sirius parecía alto y guapo, y muchísimo más joven de lo que Harry le habíaa visto en su vida. Caminaba a zancadas con estilo, las manos en los bolsillos y una amplia sonrisa en su cara.
Lupin también tenía un aspecto más joven y mucho menos desharrapado, y su pelo estaba más espeso y oscuro. Parecía feliz de haber regresado a ese lugar tan familiar, escenario de tantos vagabundeos adolescentes.
La sonrisa de Lily era la más amplia de todas. Se echó atrás la melena mientras se acercaba a él, y sus ojos verdes, tan parecidos a los de él, exploraron su cara con ansia, como si jamás fuera a ser capaz de haberle mirado lo suficiente.
-Has sido tan valiente...
Él no podía hablar. Sus ojos se recrearon en ella, y pensó que le gustaría quedarse allí y mirarla eternamente, y que no querría nada más.
-Ya casi has llegado -dijo James-. Estás muy cerca. Estamos... tan orgullosos de ti.
-¿Duele?
La pregunta infantil había salido de los labios de Harry sin poder evitarlo.
-¿Morir? Nada en absoluto -dijo Sirius-. Es más rápido y más fácil que quedarse dormido.
-Y él querrá que sea rápido. Quiere que esto acabe ya -dijo Lupin.
-No quería que murieras -dijo Harry. Estas palabras le salieron sin querer-. Ni ninguno de vosotros. Lo siento... -se dirigió especialmente a Lupin, suplicándole- ...justo después de nacer tu hijo... Remus, lo siento...
-Yo también lo siento -dijo Lupin-. Siento no poder conocerle... Pero él sabrá por qué morí y espero que lo entenderá. Intentaba que el mundo fuera uno en el que podría vivir una vida mejor.
Una fría brisa que parecía emanar del corazón del bosque llevó el aire hasta la frente de Harry. Supo que no le dirían que continuara, que tendría que ser su decisión.
-¿Os quedaréis conmigo?
-Hasta el final de todo -dijo James.
-¿No podrán veros? -preguntó Harry.
-Somos parte de ti -dijo Sirius-, invisibles a cualquier otro.
Harry miró a su madre.
-Quédate cerca de mí -dijo suavemente.
Y empezó a moverse. El frío de los dementores no le amedrentó; pasó a través de él junto con sus compañeros, que actuaron como Patronus para él, y juntos marcharon a través de los viejos árboles que crecían apretadamente, sus ramas se enredaban, sus raíces se retorcían y enroscaban bajo sus pies. Harry sujetó fuertemente la Capa a su alrededor mientras avanzaban en la oscuridad, viajando a lo más profundo del bosque, sin saber en realidad dónde estaba exactamente Voldemort, pero seguro de que le encontraría. A su lado, sin hacer apenas un ruido, caminaban James, Sirius, Lupin y Lily, y su presencia le daba coraje, y era lo que le permitía seguir poniendo un pie enfrente del otro.
Notaba su cuerpo y su mente extrañamente desconectados, con las costillas trabajando sin instrucciones conscientes, como si fuera un pasajero y no el conductor del cuerpo que estaba a punto de abandonar. Los muertos que caminaban a su lado a través del bosque eran mucho más reales para él, en ese momento, que los vivos que dejó atrás en el castillo: Ron, Hermione, Ginny y todos los demás eran para él fantasmas, mientras caminaba como atontado hacia el final de su vida, hacia Voldemort...
Un golpe y un susurro: alguna otra criatura viviente se había agitado muy cerca. Harry se detuvo bajo la Capa, atisbando a su alrededor, escuchando, sus padres, Lupin y Sirius se detuvieron también.
-Hay alguien ahí -sonó un áspero susurro muy, muy cerca -. Tiene una Capa de Invisibilidad. ¿No será...?
Dos figuras aparecieron desde detrás de un árbol cercano: sus varitas resplandecieron, y Harry vio a Yaxley y Dolohov escudriñando la oscuridad, directamente hacia el lugar en que estaban Harry, sus padres, Sirius y Lupin. Daba la impresión de que no podían ver nada.
-Seguro que oí algo -dijo Yaxley-. ¿Crees que habrá sido un animal?
-Ese grandullón de Hagrid guardaba un enorme montón de cosas raras en su casa -dijo Dolohov, echando un vistazo sobre su hombro.
Yaxley bajó la mirada hasta su reloj.
-Ya casi es el momento. Se ha cumplido la hora de Potter. Y no viene.
-Será mejor que volvamos -dijo Yaxley-. Nos enteraremos de cuál es ahora el plan.
Dolohov y él se volvieron y se adentraron más en el bosque. Harry les siguió, sabiendo que le guiarían exactamente a donde él quería ir. Miró a un lado y a otro, y su madre le sonrió, y su padre asintió, dándole ánimos.
Habían avanzado durante sólo unos minutos cuando Harry vio luz frente a él, y Yaxley y Dolohov llegaron a un claro, que Harry reconoció como el lugar donde el monstruoso Aragog había vivido en otra época. Aún quedaban restos de su gigantesca red, pero su enjambre de descendientes había sido expulsado de allí por los mortífagos, para que luchara por su causa.
Había un fuego ardiendo en el medio del claro, y su luz parpadeante iluminaba una multitud de mortífagos completamente silenciosos y vigilantes. Algunos de ellos aún llevaban máscara y capucha; otros mostraban sus caras. Dos gigantes estaban sentados alrededor del grupo, arrojando enormes sombras en la escena, de caras crueles y rugosas, como talladas bastamente en roca. Harry vio a Fenrir, merodeando, mordiéndose las largas uñas; el enorme y rubio Rowle estaba tocándose suavemente su labio, que sangraba. Vio a Lucius Malfoy, que parecía derrotado y aterrado, y a Narcissa, cuyos ojos estaban hundidos y llenos de aprensión.
Todos los ojos estaban fijos en Voldemort, que permanecía de pie con su cabeza inclinada, y sus blancas manos dobladas sobre la Varita Más Antigua, frente a él. Podría haber estado rezando, o incluso contando silenciosamente, y a Harry, que aún estaba de pie al borde de la escena, le hizo pensar en un niño que contaba mientras jugaba al escondite. Detrás de su cabeza, aún agitándose en espirales, la gran serpiente Nagini flotaba en su brillante y encantada jaula, como un halo monstruoso.
Cuando Dolohov y Yaxley volvieron a unirse al círculo, Voldemort alzó la vista.
-No hay rastro de él, mi Señor -dijo Dolohov.
La expresión de Voldemort no cambió. Sus rojos ojos parecieron arder a la luz del fuego. Lentamente, movió la Varita Más Antigua entre sus largos dedos.
-Mi Señor...
Era Bellatrix quien había hablado: se sentó más cerca de Voldemort, despeinada, con algo de sangre en su cara pero sin ningún otro signo de haber sufrido daño alguno.
Voldemort levantó su mano para silenciarla, y ella no pronunció ninguna otra palabra, pero mantuvo la vista fija en él con fanática fascinación.
-Creí que vendría -dijo Voldemort con su voz alta y clara, sus ojos ardiendo a la luz de las llamas saltarinas-. Esperaba que viniera.
Nadie habló. Parecían estar tan asustados como Harry, cuyo corazón estaba en ese momento arrojándose contra sus costillas, decidido a escapar del cuerpo que estaba a punto de abandonar. Sus manos sudaban mientras echaba hacia atrás la Capa de Invisibilidad y la ponía bajo su túnica, junto con su varita. No quería ser tentado a luchar.
-Parece ser que estaba... equivocado -dijo Voldemort.
-No lo estabas.
Harry lo dijo tan alto como pudo, con tanta fuerza como pudo reunir. No quería sonar asustado. La Piedra de la Resurrección se escapó de entre sus atontados dedos, y con el rabillo del ojo vio a sus padres, Sirius y Lupin desvanecerse mientras avanzaba hasta la luz del fuego. En ese momento sentía que nadie importaba excepto Voldemort. Se trataba únicamente de ellos dos.
La ilusión se desvaneció tan rápido como había venido. Los gigantes aullaron al mismo tiempo que los mortífagos se pusieron de pie a la vez, y sonaron muchos gritos, jadeos e incluso carcajadas. Voldemort se había quedado helado en su sitio, pero sus ojos rojos habían encontrado a Harry, y le miró fijamente mientras Harry se acercaba a él, con nada excepto el fuego entre ellos.
Entonces una voz gritó:
-¡HARRY! ¡NO!
Se giró: Hagrid estaba amarrado y maniatado, atado a un árbol cercano. Su enorme cuerpo agitó las ramas que había encima de ál, mientras luchaba para liberarse, desesperado.
-¡NO! ¡NO! ¡HARRY! ¿QUÉ ESTÁS...?
-¡CÁLLATE! -gritó Rowle, y con un toque de su varita, silenció a Hagrid.
Bellatrix, que se había alzado de un salto, miraba ansiosamente a Voldemort y a Harry, con respiraciones cada vez más fuertes. Lo único que se movía eran las llamas y la serpiente, que se enroscaba y desenroscaba en la centelleante jaula tras la cabeza de Voldemort.
Harry podía sentir la varita contra su pecho, pero no hizo ningún intento de alcanzarla. Sabía que la serpiente estaba demasiado bien protegida, sabía que si intentaba apuntar a Nagini con la varita cincuenta maldiciones le alcanzarían primero. Así que Voldemort y Harry continuaron mirándose uno al otro, hasta que Voldemort movió ligeramente su cabeza hacia un lado, como considerando al chico que se alzaba frente a él, y una sonrisa singularmente ausente de felicidad curvó su boca sin labios.
-Harry Potter -dijo muy suavemente. Su voz podría haber sido parte del chisporroteante fuego-. El Chico que Vivió.
Ninguno de los mortífagos se movió. Estaban esperando: todo estaba esperando. Hagrid seguía debatiéndose, y Bellatrix estaba jadeando, y Harry pensó, inexplicablemente en Ginny, y su resplandeciente aspecto, y la sensación de sus labios en sus...
Voldemort había alzado su varita. Su cabeza estaba aún inclinada a un lado, como un niño curioso, preguntándose qué sucedería si continuaba. Harry devolvió la mirada a los ojos rojos, y deseó que sucediera de una vez, rápido, mientras aún podía permanecer de pie, antes de que perdiera el control, antes de que le traicionara el miedo...
Vió cómo se movía la boca y un centelleo de luz verde, y todo se desvaneció.

Capítulo 35: King's Cross

Bajó su cara, mientras escuchaba en silencio. Estaba absolutamente solo. No veía a nadie. Nadie más estaba allí. Él no estaba absolutamente seguro de que estuviera allí.Luego de un largo tiempo, o quizá ninguno en absoluto, le vino el pensamiento de que debería existir, debía ser más que un pensamiento incorpóreo, porque era una mentira, mentira definitivamente, en alguna superficie. Por consiguiente él tenía un sentido del tacto, y la cosa contra la que estaba también existía.Casi al momento de que hubiera alcanzado esta conclusión, Harry se dio cuenta que estaba desnudo. Convencido como él estaba de su soledad total, esto no lo afectó, pero lo intrigo levemente. Se preguntaba si podía ver como se sentía,Al abrirlos, descubrió que tenía ojos. Estaba en una llovizna brillante, aunque no era como la llovizna que él había experimentado siempre. Los alrededores no estaban ocultos por el nublado vapor; la llovizna todavía no estaba en los alrededores. El piso en el cual estaba parado parecía ser blanco, ni caliente ni frío, simplemente era una superficie plana, ignorando lo que podía ser. Se incorporó. Su cuerpo parecía indemne. Tocó su cara. Ya no tenía los lentes.Entonces escuchó un ruido a través de la nada uniforme que lo rodeaba: el golpeteo suave y pequeño de algo que se agitó y se revolcó esforzadamente. Era un sonido lastimoso, ligeramente indecente. Estaba sintiéndose incómodo por lo que estaba escuchando detrás de las puertas furtivamente avergonzado,.Por primera vez. Deseó estar vestidoApenas se formó el deseo en su mente, las túnicas aparecieron a una corta distancia. Él las tomó y se las puso adelante. Eran suaves, limpias, y cálidas. Era extraordinario cómo simplemente habían aparecido así, en el momento que él lo hubiera deseado. . . .Se puso de píe, mientras echaba una mirada alrededor¿Estaba en algún lugar de la sala multipropósito? Era más larga de lo que le parecía, haber visto una vez. Un gran tejado de cristal abovedado relució en lo alto sobre él con la luz del sol. Quizás era un palacio. Todo estaba en silencio, salvo esos golpes dispares y los ruidos de llantos que estaban en alguna parte cercana de la llovizna. . . .Harry empezó a caminar despacio, y la habitación parecía surgir ante sus ojos. Un espacio ancho abierto, luminoso y limpio, un vestíbulo más grande por lo lejos que el Gran Vestíbulo, con ese techo de cristal abovedado claro. Estaba totalmente vacío. Él era la única persona allí salvo….Retrocedió. Había descubierto lo que estaba haciendo ruido. Tenía la forma de un niño pequeño, desnudo, acurrucado en el suelo, su piel cruda y áspera, parecía desollada , y quedó estremeciéndose bajo un asiento dónde había estado, fuera de la vista, mientras se esforzaba por respirarTuvo miedo. Sin embargo era Pequeño, frágil y herido, no quiso acercarse. No obstante se aproximo lentamente, preparado para saltar atrás en cualquier momento. Pronto se resistió lo bastante casi para tocarlo, todavía no podía animarse a hacerlo. Se sentía como un cobarde. Debía enfrentarlo, pero lo repulsaba.--No lo puedes ayudar.Él miró alrededor. Albus Dumbledore estaba caminando hacia él, con sus túnicas ordenadas y derechas, del color azul de la medianoche.--Harry. Él extendió sus brazos, y sus manos estaban enteras blancas e ilesas. --Eres un muchacho maravilloso. Perseverante, valiente. Permítenos caminar.Aturdido, Harry vio como Dumbledore anduvo lejos de dónde el niño desollado estaba lloriqueando, mientras lo llevaba a dos asientos que Harry no había notado previamente, poniendo un poco de distancia bajo ese techo alto, chispeante. Dumbledore se sentaba en uno de ellos, y Harry se cayó en el otro, mirando fijamente la cara de su viejo director de colegio. El pelo plateado y largo de Dumbledore los ojos azules, detrás de los lentes de media luna con una mirada desafiante, la nariz encorvada, Todo era como él lo recordaba , y aún . . .--Pero usted está muerto, dijo Harry.--Oh sí, realmente dijo Dumbledore.--Entonces. . . Yo también estoy muerto?--Ah, dijo Dumbledore, mientras sonreía más ampliamente. --¿Eso es una pregunta o no? En general, estimado muchacho, yo no lo creo.Mientras se miraban, el hombre viejo suspiró.--No? Repitió Harry.--No, dijo Dumbledore.--Pero. . . Harry levantó su mano instintivamente hacia la cicatriz en forma de rayo. No parecía estar allí. --¡Pero yo me debo de haber muerto yo no me defendí! Yo le permití matarme!--Y que, dijo Dumbledore, --la profecía, pienso, ha representado toda la diferencia.La felicidad que parecía radiar de Dumbledore daba una luminosidad; como el fuego: Harry nunca había visto tan absolutamente, tan palpablemente satisfecho.--Explíqueme, dijo Harry.--Pero ya lo sabes, dijo Dumbledore. Él jugaba juntando sus dedos pulgares.--Yo le permití matarme, dijo Harry. --No lo hice?--Si lo hiciste, dijo Dumbledore, mientras cabeceaba. --Sigue!--Para que la parte de su alma que estaba en mí. . .Dumbledore todavía cabeceó más entusiastamente, mientras insistía a Harry para seguir adelante, con una sonrisa de estímulo en su cara.--. . . se ha ido?--Oh sí! dijo Dumbledore. --Sí, él la destruyó. Tu alma está entera, y completamente tuya, Harry.--Pero entonces. . .Harry miró temblando sobre su hombro hacia dónde estaba la criatura pequeña, mutilada temblaba bajo la silla.--Que es, Profesor?--Es algo que va más allá de nuestra ayuda, dijo Dumbledore.--Pero si Voldemort utilizó la maldición asesina, empezó Harry de nuevo, --y nadie se murió por mí este tiempo cómo puedo estar vivo?--Yo pienso que lo sabes, dijo Dumbledore. --. Recuerda lo que él hizo, piensa en el pasado en su ignorancia, en su codicia y su crueldad.Harry pensó. El dejo que su mirada flotara perdida por la habitación. Si de hecho era un palacio en el que ellos estaban sentados, estaba muy desordenado, con sillas puestas en todos lados y pedazos de barandillas por aquí y allí, y así y todo, él, Dumbledore y la criatura acurrucada bajo la silla eran allí los únicos seres. Entonces la respuesta subió fácilmente a sus labios, sin esfuerzo.--Él tomó mi sangre, dijo Harry.--Precisamente! dijo Dumbledore. --¡Él tomó tu sangre y reconstruyó su cuerpo viviente con ella! ¡Tu sangre en sus venas, Harry, la protección de Lily hacia ti dentro de los dos! La profecía uno vivirá mientras el otro viva!--Yo viviré. . . ¿mientras él vive? Pero yo pensé. . . ¡Yo pensé que era al revés! ¿Yo pensé los dos teníamos que morirnos? O es la misma cosa?Se estaba distrayendo por el lloriqueo agonizante y los golpecitos que de nuevo se escuchaban de la criatura y entorno su mirada hacia él.--Usted está seguro de que nosotros no podemos hacer nada?--No hay ayuda posible.--Entonces explique. . . más, dijo Harry, y Dumbledore sonrió.--Fuiste el séptimo Horcrux, Harry, el Horcrux que él nunca quiso hacer. Él había hecho su alma tan inestable que se rompió separadamente cuando él realizó esos actos de maldad indecible, el asesinato de tus padres, el intento de matar a un niño. Pero lo que escapó de esa habitación incluso era menos de lo que él supo. Él dejó atrás más que cuerpo. Él dejó la cerradura de su parte en vos, la supuesta víctima que había sobrevivido.--¡Y su conocimiento permanecía tristemente incompleto, Harry! Lo que Voldemort no valora, él no se hace problemas para comprender. De casa-duendes y cuentos de niños, de amor, lealtad, e inocencia, Voldemort sabe y no entiende nada. Nada. Que todos ellos tienen un poder más allá de la realidad, un poder más allá del alcance de cualquier ser mágico, es una verdad que él nunca ha alcanzado.--Él tomó tu sangre creyendo que lo fortalecería. Pero entro en su cuerpo una parte diminuta del encantamiento de tu madre puesta en ti cuando ella murió para salvarte. Tu cuerpo guarda su sacrificio vivo, y mientras ese encantamiento sobrevive, así se hizo y así hizo una última esperanza de Voldemort por él.Dumbledore sonrió a Harry, y Harry lo miró fijamente.--¿Y usted sabía esto? Usted lo sabía desde el principio?--Lo supuse. Pero mis suposiciones normalmente han sido buenas, dijo Dumbledore alegremente, y se sentaron en silencio por lo que pareció ser un largo tiempo, mientras la criatura detrás de ellos continuaba lloriqueando y temblando.--Hay más, dijo Harry. --Hay más que eso. Por qué mi varita rompió la varita que él pidió prestada?--Acerca de eso, yo no puedo estar seguro.--Tiene una suposición, entonces, dijo Harry, y Dumbledore se rió.--Lo que debes entender, Harry, es que vos y Lord Voldemort han viajado juntos hasta aquí en los reinos desconocidos de la magia. Pero a partir de ahí es lo que pienso que ha pasado, y es inaudito, y ningún creador de varitas pudo, pienso, alguna vez predecir o habérselo explicado a Voldemort.--Eso significa, como ahora sabes, que Voldemort doblo la atadura entre ustedes cuando el volvió a tener forma humana, Una parte de su alma todavía se unió a la tuya, y pensando fortalecerse, él tomó una parte del sacrificio de tu madre en él. Si él pudiera entender sólo el poder preciso y terrible de ese sacrificio, él no habría, quizás, no se habría atrevido a tocar tu sangre. . . . Pero entonces, si él hubiera podido entender, él no podría ser Lord Voldemort, y nunca podría haber asesinado en absoluto.--Habiendo asegurado esta conexión de doble vuelta, después de haber envuelto juntos sus destinos más firmemente de lo que en la vida se unieron dos magos en la historia, Voldemort procedió a atacarte con una varita que compartió un centro con la tuya. Y ahora algo muy extraño pasó, como nosotros sabemos. Los centros reaccionaronLord Voldemort nunca supo en cierto modo que su varita era una gemela de la tuya, no lo había esperado nunca.--Él tuvo más miedo que vos esa noche, Harry. Vos habías aceptado, incluso abrazado, la posibilidad de muerte, algo que Voldemort nunca ha podido hacer. Tu valor ganó, tu varita predominó sobre la suya. Y logrando algo que, lo que pasó entre esas varitas, hizo eco en la relación entre sus amos.--Yo creo que esa noche tu varita embebió algunas cosas del poder y calidades de la varita de Voldemort es decir que contuvo un poco del propio Voldemort. Así que tu varita lo reconoció cuando él te siguió, reconociéndolo como a un hombre que era pariente y enemigo mortal, y regurgitó algo de su propia magia contra él, magia mucho más poderosa que la varita de Lucius había realizado alguna vez. Tu varita ahora contuvo el poder de su enorme valor y de la propia habilidad mortal de Voldemort: Qué pobre oportunidad quedo de la oposición de Lucius Malfoy?--Pero si mi varita era tan poderosa, cómo Hermione pudo derrotarla? Pregunto Harry.--Mi estimado muchacho, sus efectos notables sólo se dirigieron a Voldemort que había jugado tan malaconsejadamente con las leyes más profundas de magia. Sólo hacia él era esa varita anormalmente poderosa. Por otra parte era una varita como cualquier otra. . . aunque una buena, estoy seguro, terminó Dumbledore amablemente.Harry se quedo pensando un largo tiempo o quizás un segundo. Era muy difícil estar seguro de cosas como el tiempo, ahí.--Él me mató con su varita.--Él no te mató con su varita, corrigió Dumbledore a Harry. --Pienso que podemos estar de acuerdo sin embargo con que no estás muerto, agregó, como temiendo haber sido descortés, --yo no minimizo tus sufrimientos que estoy seguro eran fuertes.--Yo sin embargo me siento vivo en este momento, dijo Harry, mientras miraba hacia abajo a sus manos limpias, puras. --Dónde estamos, exactamente?--Bien, yo iba a preguntar, dijo Dumbledore, mientras echaba una mirada alrededor. --Dónde dirías que estamos nosotros?Hasta que Dumbledore lo hubo preguntado, Harry no lo sabía. Ahora, sin embargo, encontró que tenía una respuesta lista para dar.--Parece, dijo despacio, --la estación King’s Cross. Excepto por lo limpio y vacío y que no hay ningún tren hasta donde yo puedo ver.--La estación de King’s Cross! Dumbledore estaba riéndose inmoderadamente entre dientes. --Bueno realmente lo crees?--Bien, dónde piensa que estamos? preguntó Harry, un poco a la defensiva.--Mi estimado muchacho, yo no tengo la menor idea. Esto es, como ellos dicen, tu fiesta.Harry no tenía ninguna idea lo que esto significaba; Dumbledore se enfurecía. Se deslumbró con ello, entonces recordó una pregunta mucho más urgente que el de su situación actual.--Las Reliquias de la Muerte, dijo, y se alegró de ver que las palabras limpiaron la sonrisa de la cara de Dumbledore.--Ah, sí, dijo. Incluso parecía un poco preocupado.--Bien?Por primera vez desde que Harry se había encontrado Dumbledore, él se parecía menos a un hombre viejo, mucho menos. Él se parecía a un muchacho pequeño pescado en una travesura efímeramente.--Podrás perdonarme? dijo. --¿Podrás perdonarme por no confiar en ti? ¿Por no decirte? Harry, yo sólo temí que fallaras donde yo había fallado. Yo sólo creía que cometerías mis errores. Pido tu perdón, Harry. Yo siempre supe que tú eras un buen muchacho--Sobre qué está hablando? Pregunto Harry, sobresaltado por el tono de Dumbledore, y por las súbitas lágrimas en sus ojos.--Las Reliquias de la Muerte, murmuró Dumbledore. --El sueño de un hombre desesperado!--Pero ellas son reales!--Reales, y peligrosas, y un señuelo para los necios, dijo Dumbledore. --Y yo era ese necio. ¿Pero tu sabes, no lo harás? no tengo ningún secreto ya para ti. Tu sabes.--Qué sé, yo?Dumbledore volvió su cuerpo entero para enfrentar a Harry, y las lágrimas todavía chispearon en los ojos brillantemente azules.--¡Amo de muerte, Harry, amo de Muerte! Yo era finalmente mejor que Voldemort?--Claro que lo era, dijo Harry. --¿Claro, cómo puede preguntar eso? Usted nunca mató si pudo evitarlo!--Verdad a medias, dijo Dumbledore, y estaba como un niño que busca la verdad. --En un tiempo busqué una manera de conquistar la muerte también, Harry.--No de la forma que él lo hizo, dijo Harry. Después de todo su enojo hacia Dumbledore, resultaba incomodo sentarse ahí, bajo el alto techo abovedado, defendiendo a Dumbledore de él mismo. --Reliquias, no Horcruxes.--Reliquias, murmuró Dumbledore, --no Horcruxes. Precisamente.Hizo una pausa. La criatura detrás de ellos lloriqueó, pero Harry ya no echó una mirada alrededor.--Grindelwald estaba buscándolas también? preguntó.Dumbledore cerró sus ojos por un momento y cabeceó.--Era la marca, sobre todo, eso nos junto, dijo calladamente. --Dos muchachos diestros, arrogantes con una obsesión compartida. Él quiso venir al Valle de Godric, como yo como seguro lo has supuesto, debido a la tumba de Ignotus Peverell. Él quiso explorar el lugar donde el tercer hermano se había muerto.--Entonces es verdad? Pregunto Harry. --¿Todo? Los hermanos de Peverell--eran los tres hermanos del cuento, dijo Dumbledore, mientras asentía. --Oh sí, yo creo que sí. Si ellos encontraron la Muerte en un solo camino. . . Yo lo pienso más probablemente que él.Los hermanos de Peverell eran magos absolutamente dotados, peligrosos que tuvieron éxito creando esos objetos poderosos. La historia de ellos y las propias Reliquias de la Muerte me parece a mí la clase de leyenda que podría haber saltado a alrededor de tales creaciones.--La Capa, como sabes ahora, viajó a través de las generaciones, de padre a hijo, de madre a hija, de Ignotus hacia abajo al descendiente vivo que nació en el último lugar de donde Ignotus era, en el pueblo del Valle de Godric.Dumbledore sonrió a Harry.--Yo?--Tu. Sabes, yo sé, por qué la Capa estaba en mi poder la noche que tus padres murieron. James la tenía y me la mostró a mí sólo unos días antes. ¡Dio muchas explicaciones de porque no había sido detectada en la escuela! Yo apenas podría creer lo que estaba viendo. Se la pedí prestada, para examinara. Hacía mucho tiempo desde que había dejado mi sueño de unir las Reliquias, pero no podría resistirme, no podría dejar de echar una mirada más profunda. . . . Era una Capa como la que nunca había visto, inmensamente vieja, perfeccionada en cada detalle. . . y entonces tu padre se murió, y yo tenía dos Reliquias por fin, todas para mí!Su tono estaba intolerablemente amargo.--Sin embargo La Capa no les había ayudado a sobrevivir, dijo Harry rápidamente. --Voldemort supo donde estaba mi mamá y papá. La Capa no podía hacerles un escudo a las maldiciones.--Verdad, dijo suspirando Dumbledore. --Verdad.Harry esperó, pero Dumbledore no habló, por lo que lo incitó.--Pero había dejado de buscar las Reliquias cuándo vio la Capa?--Oh sí, dijo Dumbledore débilmente. Parecía que se obligaba a encontrar la mirada de de Harry. --Sabes lo que pasó. Lo sabes. Si puedes despreciarme más, despréciame--Pero yo no lo desprecio--Entonces lo deberías hacer, dijo Dumbledore. Él hizo una profunda respiración. --Sabes el secreto de la enfermedad de mi hermana, lo que esos Muggles hicieron, lo que ella se volvió. Sabes cómo mi pobre padre buscó venganza, y pagó el precio, se murió En Azkaban. sabes cómo mi madre dejó su propia vida para cuidar a Ariana.--Yo lo sabía, Harry.Dumbledore lo declaró, fríamente, escuetamente. Él estaba ahora examinando la punta de la cabeza de Harry, en la distancia,.--Yo era dotado, era inteligente. Yo quise escapar. Quise brillar. Quise la gloria.--No me entiendas mal, dijo, y el dolor cruzó la cara haciendo que pareciera viejo de nuevo. --Yo los amé, yo amé a mis padres, amé a mi hermano y mi hermana, pero era egoísta, Harry, más egoísta que vos, que eres una persona posiblemente podría imaginar notablemente generosa,.--Por lo que, cuando mi madre se murió, y quedó en mi la responsabilidad de una hermana dañada y un hermano voluntarioso, yo volví a mi pueblo enojado y amargado. ¡Atrapado y pobre, pensé! Y entonces claro, él vino. . . .Dumbledore parecía mirar directamente de nuevo los ojos de Harry.--Grindelwald. No puedes imaginar cómo sus ideas me tomaron, Harry, me inflamó en la subordinación Muggle. Nosotros los magos triunfantes. Grindelwald y yo, los líderes jóvenes gloriosos de la revolución.--Oh, yo tenía algún escrúpulo. Yo suavicé mi conciencia con palabras vacías. Haría para todos el mayor bien, y se reembolsaría cualquier daño hecho a cientos de quebrantos en beneficios de los magos. ¿Yo supe, en el fondo de mi corazón, lo que Gellert Grindelwald era? Pienso que si, pero cerré mis ojos. Si los planes que nosotros estábamos haciendo vinieran a complacernos, todos mis sueños se harían realidad.--¡Y el corazón de nuestros planes, Las Reliquias Mortales! ¡Cómo estaba fascinado él, cómo nos fascinamos los dos! ¡La varita mayor, el arma que nos llevaría al impulso! ¡La Piedra Filosofal, aunque yo pretendí no conocerla, significaba un ejército de Inferi! Para mí, confieso, significó el retorno de mis padres, y el levantamiento de toda la responsabilidad de mis hombros.-Y la Capa… de alguna manera, nunca hablamos mucho de la Capa, Harry. Ambos podíamos ocultarnos bastante bien sin la Capa, la verdadera magia la cual, puede ser usada para proteger y defender a otros tanto como a su dueño. Pensé eso, si alguna vez la encontramos, podría ser útil para ocultar a Ariana, pero nuestro interés en la Capa era principalmente que completaba el trío, pues la leyenda decía que el hombre que haya unido los tres objetos sería el verdadero amo de la muerte, lo que para nosotros significa “invencible.”“!Invencibles amos de la muerte, Grindelwald y Dumbledore! Dos meses de locura, de pesadillas, y el abandono de los únicos dos miembros de mi familia.“Y entonces… sabes lo que ocurrió. La realidad regresó a mi en la forma de mi tosco, analfabeto, e infinitamente mas admirable Herman. No quería escuchar las verdades que me gritaba. No quería escuchar que no podía buscar y exponer a Las Reliquias en compañía de mi frágil e inestable hermana.-La discusión se convirtió en una pelea. Grindelwald perdió el control. El cual siempre había visto el él, aun que pretendía que no, ahora se convertía en un terrible ser. Y Ariana… después de tantos cuidados y precauciones de mi madre….yacía muerta en el piso.Dumbledore respiró con un poco de dificultad y verdaderamente comenzó a llorar. Harry se le acercó y se alegró de descubrir que lo podía tocar: apretó fuertemente su brazo y Dumbledore recuperó poco a poco el control.-Bien, Grindelwald huyó, como nadie excepto yo pudo haber predicho. Desapareció, con sus planes de alcanzar poder, y sus ideas de tortura Muggle, con sus sueños de las Reliquias de la Muerte, sueños en los cuales yo lo había apoyado y ayudado. Huyó, mientras yo me quedaba a enterrar a mi hermana, y aprendía a vivir con mi culpa y terrible dolor, el precio de mi deshonra.-Los años pasaron. Hubo rumores sobre él. Decían que había conseguido una varita de inmenso poder. A mí, mientras tanto, me ofrecieron el puesto de Ministro de Magia, no solo una, si no varias veces. Naturalmente, lo rechacé. Aprendí que no se me debía de confiar poder.-Pero, ¡usted habría sido mejor, mucho mejor, que Fudge o Scrimgeour!- dijo de repente Harry.-¿Lo habría sido?- preguntó pesadamente Dumbledore. –No estoy seguro. Probé, cuando era un joven, que el poder era mi debilidad y tentación. Era algo curioso, Harry, pero talvez aquellos quienes son los más apropiados para tener el poder, son aquellos que nunca lo buscaron. Aquellos quienes, como tú, tienen el liderazgo, y toman las riendas por que deben hacerlo, y descubren, para su propio asombro, que lo hacen bien.-Estaba mas seguro en Hogwarts. Creo que era un buen maestro…-Era el mejor…-…eres muy amable Harry. Pero mientras yo me ocupaba del entrenamiento de los jóvenes magos, Grindelwald estaba formando un ejército. Decían que me temía, y tal vez lo hacía, creo que menos, de lo que yo le temía.-Oh, no a la muerte,-dijo Dumbledore en respuesta de la mirada interrogante de Harry. –No de lo que me podía hacer mágicamente. Sabía que éramos iguales en el combate, tal vez que yo era más hábil. Era la verdad a lo que temía. Verás, nunca supe cual de nosotros, en esa última y terrible pelea, había arrojado la maldición que mató a mi hermana. Pensarías que soy un cobarde; tendrías razón Harry. Le temía más que a nada al saber que yo había sido quien la había matado, no solo por mi arrogancia y estupidez, sino por que yo fui quien dio el golpe que terminó con su vida.-Creo que él lo sabía, creo que él sabía lo que me asustaba. Retracé el encuentro con él hasta que finalmente, sería demasiado vergonzoso prolongarlo más. Mucha gente estaba muriendo y el parecía imparable, yo tenía que hacer lo que estaba en mis manos.-Bien, sabes lo que pasó después. Yo gané el duelo. Gané la varita.Hubo otra gran pausa. Harry no quiso preguntar si alguna vez Dumbledore descubrió quien de los dos provoco la muerte de Ariana. No quería saber, y mucho menos quería que Oesed, y porque había sido tan comprensivo en la fascinación que ejercía sobre Harry.Se sentaron en silencio por un largo rato, y los lloriqueos de la creatura que estaba detrás de ellos apenas si molestaban a Harry.Al fin dijo, -Grindelwald intentó detener a Voldemort de ir tras la varita. Él le mintió, sabe, pretendió que nunca la tuvo.Dumbledore asintió, viendo hacia su regazo, unas lágrimas aún brillaban en su nariz encorvada.-Dicen que años después perecía arrepentido, solo en su celda en Nurmengard. Espero que sea cierto. Me gustaría pensar que sintió el horror y la culpa de lo que había hecho. Tal vez que le mintiera a Voldemort fue su intento de enmendar las cosas, de impedir que Voldemort tomara la Reliquía.-….o de que entrara en su tumba?- sugirió Harry, Dumbledore se llevó un pañuelo a sus ojos.Después de otra corta pausa Harry dijo- Usted intentó usar la Piedra de la Resurrección.Dumbledore asintió.-Cuando la descubrí, después de todos aquellos años, enterrada en la casa abandonada de los Gaunts… la Reliquía que deseaba más que nada, aun que en mi juventud lo hubiera deseado por razones muy diferentes… perdí la cabeza, Harry. Casi olvido que yo no era un Horcrux, que el anillo seguramente tenía una maldición. Lo levanté, me lo puse, y por un segundo imaginé que estaba apunto de ver a Ariana, y a mi madre, y a mi padre, y de decirles cuanto lo sentía….-Fui un tonto Harry. Después de todos esos años no había aprendido nada. No era digno de unir las Reliquias de la Muerte lo había comprobado antes, y esta era la prueba final.-¿Por qué?- dijo Harry. –¡Era normal! Usted quería verlos de nuevo. ¿Qué hay de malo en eso?-Tal vez solo un hombre en un millón podría unir las Reliquias, Harry. Yo solo era digno de poseer la más mala de ellas, la menos extraordinaria. Yo era digno de la Varita mayor, y no presumir de ella, no matar con ella. Me era permitido usarla, porque la tomé, no por que la ganara, sino para alejarla de otros.-Pero la Capa, yo la tomé por mera curiosidad, así que nunca pudo haber funcionado para mí como para ustedes, sus verdaderos dueños. La piedra que yo habría usado molestar a los que están en paz, en vez de para permitir mi propio sacrificio, como vos lo hiciste. Eres el digno posesor de las Reliquias.Dumbledore le dio a Harry una palmada el la cabeza, Harry vio al anciano y sonrió; no podía ayudarse a sí mismo. ¿Entonces cómo podía seguir enojado con Dumbledore?-¿Por qué lo hace tan difícil?La sonrisa de Dumbledore era gigante.-Me temo que contaba con la señorita Granger para que te hiciera ir mas lento. Me temía que tu mente tormentosa dominara tu buen corazón. Tenía miedo de que, si se te presentaban abiertamente esos objetos tan tentadores, te aprovecharías de las Reliquias como lo hize yo, en el momento equivocado, por los motivos equivocados. Si tu ponías las manos sobre ellos, quería que los tuvieras de manera segura. Tú eres el verdadero amo de la muerte, por que el verdadero amo no busca escapar de la Muerte. Él acepta que va a morir, y entiende que hay cosas mucho peores en la vida que en la muerte.-¿Y Voldemort nunca supo de las Reliquias?-No lo creo, porque no reconoció la Piedra Filosofal que convirtió en un Horcrux. Pero aún si hubiera sabido de ellas, Harry. Dudo que hubiera estado interesado en alguna excepto en la primera. No pensaría que necesita la Capa, y sobre la Piedra, ¿a quien querría regresar de la muerte? Él teme a la muerte. Él no ama.-¿Pero usted esperaba que fuera tras la varita?-He estado seguro de que lo intentaría, desde que tu varita derrotó a Voldemort en el cementerio de Little Hangleton. Al principio, temía que le hubieras ganado por que tenías habilidades superiores. Sin embargo, una vez que secuestró a Ollivander, descubrió la existencia de las esencias idénticas. Pensó que eso explicaba todo. Pero aún así, ¡la varita que tomó prestada no le ganó a la tuya! Así que Voldemort en lugar de preguntarse a sí mismo que tenías tú que había hecho tan fuerte a tu varita, que virtud poseías tu que el no tuviera, naturalmente se propuso encontrar la varita que, decían, podía vencer a cualquier otra. Para el, la Varita Mayor, se convirtió en una obsesión que competía con su obsesión por ti. Piensa que la Varita Mayor le quita su última debilidad y lo hace verdaderamente invencible. Pobre Severus….-Si usted planeó su muerte con Snape, quería que terminara con la Varita Mayor, ¿verdad?-Admito que esa fue mi intención,- dijo Dumbledore,- pero no salió como lo planee, ¿verdad?-No,- dijo Harry.-Esa parte no funcionó.La criatura detrás de ellos se sacudió y lloriqueó, y Harry y Dumbledore permanecieron sentados sin hablar por el periodo mas largo hasta ahora. El darse cuenta de lo que pasaría a continuación se posó poco a poco sobre Harry en los largos minutos, como nieve cayendo suavemente.-Tengo que regresar, ¿verdad?-Depende de ti.-¿Tengo elección?-Oh si,- Dumbledore le sonrió. -¿Dices que estamos en King’s Cross,? Creo que si decides regresar, tu podrías… digamos… irte en tren.-¿Y a donde me llevaría?-Con él.- dijo simplemente DumbledoreDe nuevo hubo silencio.-Voldemort consigió la Varita Mayor-Cierto, Voldemort tiene la Varita Mayor-Pero, ¿usted desea que regrese?-Creo,- dijo Dumbledore,- que si decides regresar, hay oportunidad de que el sea destruido para bien. No lo puedo asegurar. Pero yo se, Harry, que tu tienes menos miedo de regresar aquí del que el tiene.Harry hecho otro vistazo a la cosa áspera que temblaba y se asfixiaba en las sombras debajo de una silla lejana.-No te compadezcas de la muerte, Harry. Compadécete de la vida, sobre todo, de los que viven sin amor. Al regresar, debes asegurarte, que menos almas están mutiladas, menos familias han sido separadas. Si eso es para ti una meta digna, entonces despidámonos del presente.Harry asistió y suspiró. Salir de este lugar no sería tan duro como lo había sido caminar en hacia el bosque, pero aquí estaba cálido, tranquilo y con luz, y sabía que se dirigía de nuevo al dolor y al miedo de mas pérdidas. Se paró, y Dumbledore hizo lo mismo, y por un largo rato se miraron al a cara el uno al otro.-Dígame una última cosa,- dijo Harry.-¿Esto es real? ¿O ha estado ocurriendo dentro de mi cabeza?Dumbledore le sonrió, y su voz sonó clara y fuerte en los oídos de Harry aun que el brillo empezaba a desaparecer de nuevo, obscureciendo su figura.-Claro que esta ocurriendo dentro de tu cabeza Harry, pero, ¿Qué te hace pensar que no es real?

Capítulo 36: El fallo en el plan

Estaba tirado con la cara pegada piso. El olor del bosque llenaba su nariz. Podía sentir el frío del suelo debajo de su mejilla, el marco de sus lentes habían caído a un lado. Cada centímetro de su cuerpo le dolía y el lugar donde la maldición asesina le había pegado, dolía como si hubiera sido golpeado con acero. No se movió, permaneciendo en le mismo lugar donde había caído; con el brazo izquierdo doblado en un ángulo extraño y la boca semi-abierta.Había esperado oír porras y vivas de triunfo, júbilo por su muerte, pero en lugar de eso se oían pasos apresurados, susurros y murmullos que llenaban el aire.- Mi señor….mi señor –Era la voz de Bellatrix, como si le hablara a un amante. Harry no se atrevió a abrir los ojos, en cambio dejo que sus demás sentidos exploraran su situación. Sabía que la varita seguía guardada entre su ropa porque podía sentirla entre el pecho y el suelo, un pequeño bulto en su estómago le decía que la capa invisible también estaba ahí, fuera de la vista de los demás.- Mi señor –- Eso es todo – Dijo la voz de VoldemortMás pasos, varias personas estaban alejándose del lugar; desesperado por ver que era lo que pasaba y porque Harry abrió un poco los ojos.Voldemort se estaba poniendo de pie, varios mortífagos se alejaban de el rápidamente, regresando a la multitud. Solamente Bellatrix permanecía arrodillada junto a el.Harry cerró de nuevo los ojos y consideró lo que había visto. Los mortífagos se habían agrupado alrededor de Voldemort, quien al parecer había caído al suelo. Algo pasó en el momento que atacó a Harry con la maldición asesina, ¿había colapsado Voldemort también? Así parecía, los dos habían caído inconcientes por un breve tiempo y los dos habían regresado…- Mi señor, permítame –- No necesito ayuda “- Dijo Voldemort fríamente; a pesar de que no lo podía ver Harry se imaginó a Bellatrix retirando la mano; - El muchacho, ¿Esta muerto?Hubo un completo silencio en el claro. Nadie se acercó a Harry pero sintió las miradas sobre el, que parecían oprimirlo con mas fuerte contra el suelo, estaba aterrorizado de que un dedo o un parpado se fueran a mover y lo delataran.- “Tu”- dijo Voldemort, y hubo un estallido de pánico, - Examínalo; dime si esta muerto o no –Harry no supo quien había sido enviado a verificar su muerte, solamente podía permanecer tendido en el suelo, con el corazón golpeando violentamente y esperar a ser examinado, pero al mismo tiempo un pequeño consuelo lo invadía y era que Voldemort estaba preocupado de acercase a el, que Voldemort sospechaba que algo había salido mal.Unas manos, mas suaves de lo que había esperado, tocaron a Harry en la cara y sintieron su corazón, podía oír la respiración agitada de una mujer.- “¿Draco esta vivo? ¿Esta en el castillo? –El susurro fue apenas audible, los labios de la mujer estaban a centímetros de su oído, la cabeza inclinada tan abajo que su largo cabello tapó la cara de Harry.- “Si” – murmuró Harry.Sintió que la mano sobre su pecho se contaría, las uñas se encajaron en su piel. Entonces la mujer la retiró y se levantó.- “Esta muerto!!” , dijo Narcisa Malfoy a la multitudEn ese momento gritaron de triunfo y golpearon con los pies el suelo, a través de los parpados Harry vio fuegos rojos y plateados ser lanzados al aire en señal de celebración.Aun en el suelo y fingiéndose muerto Harry entendió que Narcisa sabía que la única forma de entrar a Hogwarts y encontrar a su hijo era como parte del ejército de Voldemort, pero no le interesaba más si este ganaba o no.- “Vieron” - dijo Voldemort a la multitud – Harry Potter fue muerto por mi mano, y ningún hombre con vida puede amenazarme ahora, ¡Miren! – ¡Crucio! –Harry había estado esperando esto, sabía que su cuerpo no iba a ser dejado en paz, debía se objeto de humillaciones para probar la victoria de Voldemort. Fue levantado en el aire, requiriendo de toda su determinación para permanecer como muerto. Sin embargo el pánico que estaba esperando no llego, fue lanzado una, dos, tres veces en el aire, sus lentes cayeron y sintió que la varita se salía un poco de su capa, sin embargo siguió permaneciendo suelto y sin vida. Cuando no sintió la tierra por última vez, oye el eco de victorias y risas.- “Ahora” , dijo Voldemort, - “Iremos al castillo, a enseñarles que ha sido de su héroe, ¿Quien llevara el cuerpo? , No – Espera –Hubo una nueva oleada de risas, y después de unos momentos Harry sintió el piso temblar debajo de el.- “ Tu cárgalo “ ordenó Voldemort, - Será visible desde tus brazos, ¿o no?, Levanta a tu amiguito Hagrid y colócale los lentes, - debe ser reconocible –Alguien le colocó los lentes en su lugar con demasiada fuerza, sin embargo las enormes manos que lo levantaron fueron extremadamente gentiles. Harry podía sentir como los brazos de Hagrid temblaban, grandes lágrimas caían sobre el al tiempo que Hagrid lo cargaba en sus brazos, pero Harry no se atrevió a moverse ni a decir alguna palabra para indicarle a Hagrid que todo estaba bien, que aun no todo estaba perdido.- “Muévete” – ordenó Voldemort,Hagrid comenzó su marcha entre los árboles que se cerraban al paso, regresando por el bosque, las ramas le pegaban a Harry en el cabello, la capa, pero siguió permaneciendo quieto, su boca ligeramente abierta, los ojos cerrados y en la oscuridad mientras los mortífagos pasaban junto a ellos, mientras Hagrid gemía, nadie vio si había algún pulso en el cuello de Harry que estaba al descubierto.Dos gigantes marchaban detrás de los mortífagos, Harry solo podía oír los árboles siendo arrancados y cayendo al tiempo que los gigantes pasaban, hacían tanto ruido que los pájaros volaron hacia el cielo y hasta los gritos de júbilo de los mortífagos fueron opacados, Mientras la marcha victoriosa proseguía hacia terrenos abiertos; después de un tiempo Harry pudo decir, por las luces que percibía con los ojos cerrados que los árboles empezaban a quedar atrás- ¡BANE! –El grito inesperado de Hagrid casi obliga a Harry abrir los ojos, - Estas contento ahora eh, de que no pelearon, manada de cobardes – ¿Estas contento ahora ¡eh! de que Harry Potter este muerto?Hagrid no pudo continuar, rompiendo en lágrima de nuevo, Harry se preguntó cuantos centauros habría viendo la procesión pasar, no se atrevió a abrir los ojos para ver. Algunos de los mortífagos gritaron insultos a los centauros a medida que los iban dejando atrás, un poco después Harry sintió, por lo fresco del aire que habían llegado al límite del bosque.- “Alto” –Harry pensó que Hagrid había sido obligado a obedecer el mandato de Voldemort, ya que dudo un momento, mientras un escalofrío se iba extendiendo en donde estaban, Harry oyó la respiración de los dementores que patrullaban en los árboles. No lo afectarían ahora, el hecho de su propia supervivencia era un talismán hacia ellos, como si su padre cuidara de su corazón.Algunos pasaron cerca de Harry, supo que uno era el mismo Voldemort porque hablo un momento después, su voz aumentada mágicamente se deslizo por el suelo hasta llegar a los oídos de Harry.- Harry Potter esta muerto, Murió mientras trataba de huir y salvarse, mientras ustedes daban la vida por el. ¡Les traemos su cuerpo como prueba de que el héroe se ha ido! – La batalla ha sido ganada, han perdido a la mitad de sus tropas, mis mortífagos los superan en número, y el niño que sobrevivió esta acabado, no debe haber mas guerras, cualquiera que se resista, hombre, mujer o niño, será masacrado, al igual que todos los miembros de su familia; salgan del castillo, arrodíllense ante mi y serán perdonados. Sus padres e hijos, sus hermanos y hermanas vivirán y serán perdonados, y se unirán a mí ¡en el nuevo orden que construiremos juntos! –Hubo un silencio desde los terrenos y hasta el castillo, Voldemort estaba tan cerca de Harry que este no se atrevía a abrir los ojos.- Salgan - dijo Voldemort, Harry lo oyó moverse hacia delante, mientras Hagrid era obligado a seguirlo.Harry abrió sus ojos una fracción de segundos y vio a Voldemort erguido frente a ellos usando a Nagini, la serpiente, alrededor de sus hombros, libre de la jaula mágica. Pero Harry no tenía ninguna posibilidad de sacar su varita de entre sus ropas sin ser visto por los mortífagos que marchaban a su lado- Harry,- gimió Hagrid, - Oh Harry….Harry –Harry cerró los ojos fuertemente, sabía que se aproximaban al castillo y aguzó los oídos para distinguir sobre las gélidas voces de los mortífagos y sus pisadas, signos de vida de los testigos.- “Alto” –Los mortífagos se detuvieron, Harry oyó como se separaban formando una línea viendo hacia las puertas abiertas de la escuela, podía ver, a pesar de tener los ojos cerrados, la media luz que emanaba desde la entrada del castillo, esperó, en cualquier momento las personas por las que el había tratado de morir lo verían, tendido aparentemente muerto en los brazos de Hagrid.- “!NO¡” –El grito fue mas terrible ya que jamás habría esperado o soñado que la profesora McGonagall pudiera hacer ese sonido, oyó a una mujer riéndose a corta distancia, supo que era Bellatrix regocijándose con la desesperación de McGonagall, abrió los ojos de nuevo y vio por un segundo la puerta abierta del corredor llena de gente, a medida que los sobrevivientes de la batalla salían a enfrentar a sus conquistadores y ver la verdad de la muerte de Harry ellos mismos. Vio a Voldemort parado un poco mas delante de el, deteniendo la cabeza de Nagini con un solo dedo blanco, volvió a cerrar los ojos.- “!No¡”- “!No¡”- “Harry”, ¡HARRY¡”Las voces de Ron, Hermione y Ginny fueron peores que la de McGonagall, Harry no deseaba nada mas que poder responderles, sin embargo permaneció en silencio, mientras que sus llantos actuaron como detonador, la multitud de sobrevivientes comenzó a gritarles a los mortífagos hasta..- “¡SILENCIO!” chillo Voldemort, hubo una explosión y destellos de una luz blanca enceguecedora, el silencio cayo sobre todos – ¡Todo acabó!, bájalo Hagrid, colócalo a mis pies, que es donde pertenece –Harry sintió que era depositado en el suelo.- Ven – dijo Voldemort - y Harry se sintió tirado hacia atrás y hacia delante, justo en el lugar donde se encontraba, - ¡Harry Potter esta muerto! ¡Entienden ahora, tontos! Nunca fue nada, mas que un niño que se aprovecho de otros para que murieran por el.- El te venció - grito Ron, rompiendo el hechizo, haciendo que los defensores de Hogwarts empezaran a gritar de nuevo hasta que una nueva explosión extinguió sus voces...- Fue muerto mientras trataba de huir de los terrenos del castillo – dijo Voldemort, y hubo cierto tono en su voz al decir esta mentira, “muerto mientras trataba de salvarse a si mismo...”.Voldemort se detuvo, Harry oyó un altercado y un grito, entonces otra explosión, una ráfaga de luz y un gruñido de pánico, abrió los ojos lo mínimo. Alguien se había liberado de la multitud y había atacado a Voldemort, Harry vio una figura golpear el suelo, desarmada, Voldemort arrojando la varita de su agresor a un lado, riendo.- “¿Y quien es este? – dijo con un ligero siseo de serpiente, - ¿Quien se ha ofrecido como voluntario para demostrar lo que sucede a aquellos que continúan peleando cuando ya todo esta perdido?Bellatrix dio una carcajada de placer- “Es Neville Longbottom, mi Señor” ¡El chico que le ha dado a los Carrows tantos problemas! – El hijo de los Aurores, ¿recuerda?- “Ah si, lo recuerdo”, dijo Voldemort, mirando abajo hacia Neville, quien luchaba por ponerse de pie de nuevo, desarmado y desprotegido, parado en la tierra de nadie, entre los sobrevivientes y los mortífagos – Pero eres un sangre limpia, ¿no es así, mi valiente chico?, le preguntó Voldemort a Neville quien seguía enfrentándolo, con las manos vacías apretadas- “¿Y que si lo soy?” dijo Neville fuerte.- “Demuestras espíritu y coraje, vienes de una familia noble, serías un mortífago invaluable, necesitamos gente como tu, Neville Longbottom “-- “Me uniré a ti, ¡cuando el infierno se congele!” dijo Neville, - “¡Ejército de Dumbledore!” – gritó y hubo como respuesta una porra desde la multitud, la cual el hechizo silenciador de Voldemort no pudo detener.- “Esta bien” – dijo Voldemort, y Harry escuchó más daño en lo suave de su voz que en la maldición más potente – Si esa es tu decisión Longbottom, seguiremos el plan original, “que en tu cabeza”, dijo lentamente, “este”.Aun mirando por entre los párpados Harry vio a Voldemort agitar su varita, segundos después, de una de las ventanas del castillo, algo que parecía un pájaro sin forma, voló a través de la neblina aterrizando en la mano de Voldemort. Reconoció el objeto por la forma puntiaguda y vieja: era el sombrero seleccionador.- “No habrá mas ceremonias de Selección en Hogwarts” – dijo Voldemort, “No habrá mas casas”, El emblema, escudo y colores de mi noble antecesor, Salazar Slytherin, serán para todos. – ¿No lo crees Neville Longbottom?-Apunto su varita hacia Neville, quien quedo rígido y sin poder moverse, entonces forzó al sombrero a ir a la cabeza de Neville, haciendo que este resbalara hasta debajo de sus ojos, hubo movimientos en la multitud que veía desde el castillo, y como si fueran uno solo los mortífagos alzaron sus varitas, deteniendo a los defensores de Hogwarts.- “Neville va a demostrara ahora que sucede cuando alguien lo suficientemente tonto continua oponiéndose a mi”- dijo Voldemort, y con un movimiento de su varita, causo que el sombrero seleccionador ardiera en llamas.Los gritos desgarraron el atardecer, Neville era una llama, incapaz de moverse; Harry no podía soportarlo, tenía que hacer algo.Entonces muchas cosas pasaron al mismo tiempo.Se oyó un rugido a lo lejos de la escuela, como si miles de personas llegaran desde miles de lugares fuera de la vista de las paredes y se dirigieran al castillo, dejando escapar largos gritos de guerra, el mismo tiempo Grawp apareció por detrás del castillo y gritó –“¡HAGGER!”, Su llanto fue contestado por los rugidos de los gigantes de Voldemort quienes corrieron hacia Grawp como en estampida, ocasionando un terremoto, entonces se oyeron cascos y los arcos, miles de flechas fueron disparadas de improviso hacia los mortífagos, quienes corrieron gritando de sorpresa. Harry jalo la capa invisible de adentro de su ropa, y se cubrió con ella hasta los pies mientras Neville se movía también.Con un solo movimiento, Neville se deshizo del hechizo petrificante, el sombrero envuelto en llamas se callo, mientras que Neville sacaba de adentro algo plateado con un mango brillante de rubíes.El ruido de la espada no puedo ser oído sobre el rugido de la multitud que se acercaba o sobre los sonidos de los gigantes o de la estampida de los centauros y sin embargo pareció que todos lo vieron. Con un solo golpe Neville cortó la gran cabeza de la serpiente, la cual voló en el aire, mientras que Voldemort permanecía con la boca abierta en un grito de furia que nadie pudo oír; el cuerpo de la serpiente golpeo el suelo a sus pies, inerte.Escondido en la capa invisible, Harry lanzó hechizo un protector entre Neville y Voldemort antes de que este pudiera levantar su varita, entonces entre los gritos y rugidos de los gigantes, el grito de Hagrid se oyó más fuerte que todos.-“¡HARRY!” – Grito Hagrid, “¡HARRY! ¡DONDE ESTA HARRY!” –El caos reinaba. Los centauros estaban ahuyentando a los mortífagos, todos sentían la estampida de los gigantes, y cada vez mas cerca cientos de refuerzos salidos de quien sabe donde: Harry vio grandes criaturas aladas, golpeando contra las cabezas de los gigantes de Voldemort: los Thestrals y a Buckbeak el hipogrifo arañando sus ojos, mientras Grawp les pegaba, los magos defensores de Hogwarts y los mortífagos eran empujados hacia dentro del castillo. Harry lanzaba hechizos y maldiciones a cualquier mortífago que veía, confundiéndolos, pues no sabían ni que ni quien les había pegado, sus cuerpos eran atrapados por la multitud., Aun oculto bajo la capa, Harry fue empujado hacia la gran estancia. Estaba buscando a Voldemort y lo vio del otro lado del cuarto, lanzando hechizos con su varita mientras era empujado hacia el gran salón, gritando instrucciones a sus seguidores mientras lanzaba maldiciones hacia todas direcciones, Harry convocó mas hechizos protectores y las casi victimas Seamus Finnigan y Hanna Abbott lograron pasar hacia el Gran Salón, donde se unieron a la gran batalla que tenia lugar dentro.Y había más y mas gente entrando, Harry vio a Charlie Weasly someter a Horace Slughorn, quien aun utilizaba su pijama esmeralda. Parecía que todo amigo y familiar de los estudiantes de Hogwarts que se habían quedado a luchar aparecía, junto con los vendedores y habitantes de Hogsmeade. El centauro Bane, Ronan y Magorian entraron en la gran estancia haciendo sonar sus herraduras, mientras que detrás de Harry la puerta que daba a la cocina estaba llena de sus flechas.Los elfos domésticos de Hogwarts aparecieron en la entrada, gritando y llevando largos cuchillos, a la cabeza de ellos, con el emblema de Regulus Black colgando y balanceándose de su cuello, iba Kreacker, su voz de rana mugidora predominaba sobre todo - ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea por mi maestro, defensor de los elfos domésticos! ¡Pelea contra el señor tenebroso, en el nombre del valiente Regulus! ¡Pelea!Iban golpeando y acuchillando los tobillos de los mortífagos, sus pequeñas caras brillaban con malicia, a todos lados donde mirara Harry los mortífagos iban cayendo en grandes números, derrotados por hechizos, arrancando flechas de sus heridas, apuñalados en las piernas por los elfos, o simplemente tratando de escapar pero siendo tragados de nuevo por la horda que entraba.Pero no había terminado. Harry paso entre las peleas, paso luchando contra las personas y entro en el gran salón.Voldemort estaba en el centro de la batalla, atacando todo lo que tuviera a su paso. Harry no podía tener un tiro limpio, así que fue abriéndose paso hasta estar cerca de el, aun invisible. Mientras el Gran Salón se iba llenando con más y más gente,Harry vio como George y Lee Jordan tiraban a Yaxley al piso, Dolohov cayó con un grito bajo las manos de Flitwick, vio a Walden Macnair siendo aventado de un extremo al otro del cuarto por Hagrid, pegando en la pared y deslizándose inconciente al suelo. Vio a Ron y Neville acabar con Fenrir Greyback. Aberfoth deteniendo a Rookwood, Arthur y Percy derribando a Thicknesse, Lucius y Narcisa Malfoy corriendo a través de la multitud, sin pelear, gritando y buscando a su hijo.Voldemort ahora luchaba con McGonagall, Slughorn, y Kingsley todos a la vez, había un odio en su cara, mientras los demás se movían alrededor de el, incapaces de matarlo.Bellatrix también seguía peleando, unos metros mas lejos de Voldemort, y tal como su maestro luchaba con tres a la vez: Hermione, Ginny y Luna, todas combatiendo lo mejor que podían, pero Bellatrix las igualaba a las tres. La atención de Harry fue atraída por una maldición asesina que paso muy cerca de Ginny, esquivando la muerte por muy poco.Harry cambió el rumbo, dirigiéndose hacia Bellatrix en lugar de hacia Voldemort, pero antes de que hubiera avanzado más, fue empujado hacia un lado- “¡NO MI HIJA! - ¡MALDITA!La señora Weasley se quito la capa, mientras corría, liberando sus brazos. Bellatrix se rió viendo el nuevo reto que venía.- ¡FUERA DE MI CAMINO! Gritó la señora Weasley a las tres chicas,Y con un simple movimiento de su varita comenzó la lucha, Harry vio con terror como la varita de Molly Weasley se doblaba, mientras Bellatrix Lestrange sonreía. Haces de luz volaron de ambas varitas, el piso alrededor de ellas se quebró, ambas mujeres peleaban a morir.- ¡No señora Weasley! – gritaron varios estudiantes, mientras corrían en su ayuda.- ¡Atrás, atrás, ella es MIA!Miles de personas se pegaron contra las paredes viendo las dos peleas, Voldemort y sus tres oponentes, Bellatrix y Molly, y Harry parado invisible, entre los dos, queriendo atacar y a la vez proteger, pero con el temor de poder pegarle a un inocente.- ¿Qué pasará con tus hijos cuando te mate? – insinuó Bellatrix, tan enojada como su maestro, mientras la maldición de Molly danzaba a su alrededor - ¿Cuando mami se muera de la misma forma que Freddy?- ¡Jamás- tocaras- a – ninguno- de – mis – hijos – de - nuevo! – gritó la señora WeasleyBellatrix se rió con la misma risa de hilaridad que su primo Sirius había emitido cuando callo detrás del velo, y de pronto Harry supo lo que iba a pasar antes de que sucediera.La maldición de Molly, paso por encima del brazo de Bellatrix y dio exacto en el pecho, justo sobre su corazón.La sonrisa malévola de Bellatrix se congeló en su cara, sus ojos parecían salirse: en una fracción de segundos se dio cuenta de lo que había pasado y cayó, la multitud rugió y Voldemort gritó.Harry sintió que el mundo se movia en cámara lenta, vio a McGonagall, Kingsley y Slughorn ser arrojados hacia atrás, cayendo en el aire, mientras la furia de Voldemort explotaba con la fuerza de una bomba, Voldemort levantó su varita y la apunto directamente hacia Molly Weasley.-¡Protego! - rugió Harry, el hechizo de escudo se expandió en medio del Salón, mientras Voldemort miraba a su alrededor buscando la fuente del hechizo, al mismo tiempo que Harry se quitaba la capa invisible.EL grito, las ovaciones salieron de todas partes: ¡Harry! ¡Esta vivo!, y fueron coreadas al unísono. La multitud tenía miedo y un silencio cayó abruptamente mientras Harry y Voldemort se miraban, y comenzaron al mismo tiempo a caminar en círculos alrededor del otro.- No quiero que nadie mas ayude - dijo Harry en voz alta, y en el silencio reinante su voz fue como la del llamado de una trompeta. – Así debe ser, debo ser yo –Voldemort siseo.- Potter no quiere decir eso – dijo, con sus ojos rojos a medio abrir, - Esta no es la forma en la que trabajas, ¿verdad?, ¿A quien vas a usar de escudo hoy Potter?-- A nadie – dijo Harry simplemente, No hay mas Horcruxes, - Somos solo tu y yo, uno no puede sobrevivir mientras el otro este, uno de nosotros esta a punto de marcharse para siempre –- ¿Uno de nosotros?, dijo Voldemort, todo su cuerpo se puso tenso y sus ojos rojos fijos, como una serpiente a punto de atacar, - Piensas que serás tu, ¿no es así? El niño que sobrevivió por accidente, y porque Dumbledor estuvo manejando los hilos. –- ¿Accidente, dices? ¿Cuándo mi madre murió salvándome? – pregunto HarryMientras seguían moviéndose en círculos, los dos, en un perfecto círculo, manteniendo siempre la misma distancia, y para Harry no existía ninguna otra cara que la de Voldemort, - ¿Accidente cuando decidí pelear en el cementerio?, ¿Accidente, que no me haya defendido esta noche y aun así haya sobrevivido y este de regreso para pelear?- ¡Accidentes! - gritó Voldemort, pero aun no ataco, y la multitud estaba congelada, como si estuvieran petrificados, de miles en el salón, solo ellos dos respiraban. – Accidente , suerte y el hecho de que te hayas escondido detrás de grandes hombres y mujeres, permitiéndome matarlos antes que a ti –- No mataras a nadie mas esta noche – dijo Harry mientras caminaban, mirándose directamente a los ojos, el verde en el rojo. – No podrás ser capaz de matar a nadie mas, ¿No lo comprendes? Yo estaba dispuesto a morir para evitar que los lastimaras.- ¡Pero no moriste!- Pero esa era mi intención, fue lo que hice, lo mismo que mi madre hizo, están protegido de ti, ¿no te has dado cuenta que ninguno de tus hechizos ha funcionado? No los puedes torturar, no los puedes tocar, No aprendes de tus errores ¿Verdad Riddle? –- No te atrevas…- Si me atrevo – dijo Harry, Se cosas que tú no sabes Tom Riddle. Se muchísimas cosas importantes que tu no. ¿Quieres oír algunas de ellas antes de que cometas otro error?Voldemort no hablo, pero siguió caminando en círculos, Harry supo que lo tenía por un momento a raya, detenido por la remota posibilidad de que Harry pudiera saber un secreto.- ¿Es el amor de nuevo? – dijo Voldemort, contrayendo su cara de serpiente – La solución favorita de Dumbledore, el amor, la que el dice conquistó a la muerte, sin embargo el amor no impidió que cayera de la torre rompiéndose como si fuera de cera. El amor que no impidió aplastar a tu madre sangre-sucia como una cucaracha, Potter - y nadie parece amarte lo suficiente para correr en tu ayuda esta vez y protegerte de mi maldición. – Entonces ¿que será lo que te proteja esta vez cuando te ataque?- Solo una cosa – dijo Harry, mientras seguían caminado en círculos, detenidos solo por un último secreto.- Si no es el amor- dijo Voldemort, -Entonces debes de tener una magia que yo no poseo, o quizá un arma mas poderosa que la mía-- Creo que tengo ambas – dijo Harry, y vio muecas de terror atravesar la cara de serpiente, mismas que desaparecieron inmediatamente.Voldemort empezó a reírse, y el sonido era más atemorizante que sus gritos, una risa loca, que hizo eco en todo el salón.- ¿Crees que sabes mas magia que yo?, dijo, Que yo!, Lord Voldemort, que ha realizado magia que ni el mismo Dumbledore llegó a soñar-- Oh el soñó con ella – dijo Harry, pero sabía mucho mas que tu, como para no cometer los errores que tu has cometido –- Quieres decir que era débil – grito Voldemort – Demasiado débil como para atreverse a tomar lo que ahora es mió –- No, era más inteligente que tu – dijo Harry – un mejor mago y hombre- ¡Yo ocasioné la muerte de Albus Dumbledore!- Piensas que así fue- dijo Harry, - pero estas equivocado –Y por primera vez, la multitud reunida dejo escapar un sonido, al tiempo que miles de personas respiraban como si fueran uno solo.- ¡Dumbledore está muerto! – dijo Voldemort a Harry, - yo lo he visto Potter, y no regresará –- Si, Dumbledore esta muerto – dijo Harry con calma, - pero tu no lo mataste, el eligió su propia manera de morir, la eligió meses antes de que muriera, y arreglo todo con el hombre que tu creías era tu servidor –- ¿Qué tonto sueño es este? - dijo Voldemort, - pero aun no atacó y sus ojos rojos seguían clavados en Harry. –- Severus Snape no era tuyo – dijo Harry – Snape era fiel a Dumbledore, fiel a el desde el momento que empezaste a lastimar a mi madre y jamás lo notaste, porque es algo que no puedes entender, ¿jamás viste a Snape conjurar un Patronus, verdad Riddle?Voldemort no contesto, continuaron circulándose mutuamente, como lobos a punto de destrozar al otro.- El Patronus de Snape era un gamo – dijo Harry, - el mismo que el de mi madre, porque el la amaba de toda la vida, desde el momento que eran niños, debiste haberte dado cuenta – dijo Harry mientras el rostro de Voldemort se contraía, - El te pidió que le perdonaras la vida ¿no es cierto?- El la deseaba, eso era todo - dijo Voldemort – pero cuando ella se había ido el acepto que había otras mujeres, y sangre-limpias mejores para el –- Claro que te dijo eso – dijo Harry, - pero fue espía de Dumbledore desde el momento que la amenazaste, y ha estado trabajando en contra tuya desde aquel entonces. Dumbledore estaba muriendo cuando Snape acabo con el –- ¡No importa! – grito Voldemort quien había esta escuchando cada palabra atentamente, pero ahora dejo escapar una loca risa – Que importa si Snape era mió o de Dumbledore, o que obstáculos pusieron en mi camino, los aplaste igual que a tu madre, el gran amor de Snape, Ohh pero todo tiene sentido Potter, en una forma que tu no entiendes-- Dumbledore estaba tratando de mantener la varita mas antigua lejos de mi, quería que Snape fuera el amo de la varita, pero me adelante niño, yo llegue primero, antes de que tu pudieras poner tus manos sobre ella, entendí la verdad antes que tu, mate a Severus Snape hace tres horas, la varita mas antigua, la varita de la muerte, la varita del destino es ¡mía! El último plan de Dumbledore falló Harry Potter.- Claro que fue así – dijo Harry, - Estas en lo correcto, pero antes de que trates de matarme, te advierto que pienses en lo que has hecho,…. Piensa Riddle y arrepiéntete- ¿Qué es esto?De todas las cosas que Harry le había dicho, fuera de cualquier revelación, nada había sacudido a Voldemort como esto. Harry vio las pupilas contraídas en pequeñas rayas, vio la piel alrededor de los ojos blanca.- Es tu última oportunidad – dijo Harry, - es todo lo que te queda, he visto lo que serás si cambias…. Serás un hombre, trata, trata de arrepentirte –- Te atreves…. – volvió a decir Voldemort- Si me atrevo – dijo Harry, - porque el ultimo plan de Dumbledore no se ha vuelto contra mi, si no contra ti Riddle –La mano de Voldemort que sostenía la varita mas antigua comenzó a temblar, y Harry sostuvo la varita de Draco muy fuerte, el momento que el sabía estaba muy cercano.- La varita sigue sin funcionar bien contigo, porque mataste a la persona equivocada, Severus Snape jamás fue el verdadero dueño de la varita, el jamás derrotó a Dumbledore –- El lo mato…. –- ¿No estas escuchando? – Snape jamás venció a Dumbledore, la muerte de Dumbledore fue planeada entre ellos, Dumbledor pretendió morir, indefenso, ¡el ultimo dueño de la varita! Si todo hubiera salido de acuerdo al plan, el poder de la varita habría muerto con el ¡porque jamás habría sido ganado por alguien mas¡ -- Pero entonces Potter, Es como si Dumbledore me hubiera entregado la varita – dijo la voz de Voldemort con un placer malicioso – Yo robe la varita de su tumba, de la tumba de su último maestro, la robe contra los deseos de su último dueño, ¡Su poder es mió! –- Aun no lo captas Riddle, Poseer la varita no es suficiente, tenerla, usarla, no la hace verdaderamente tuya, No oíste lo que dijo Ollivander, “La varita elige al mago”… La varita mas antigua reconoció un nuevo dueño antes de que Dumbledore muriera, alguien que ni siquiera había tocado a la varita, El nuevo dueño le quito la varia a Dumbledore contra su voluntad, sin saber jamás lo que había hecho, o que la varia mas poderosa del mundo lo había elegido a el –- El verdadero dueño de la varita es DRACO MALFOY –Un pánico se apodero de la cara de Voldemort por un momento, pero así como apareció se fue.- ¿Y que importa Potter? – dijo suavemente – Incluso si estas en lo correcto Potter, no hace ninguna diferencia entre tu y yo, tu no tienes la varita con la cola del fénix, combatiremos con nuestra habilidades solamente…. Y cuando te haya matado, iré por Draco Malfoy-- Pero es muy tarde - dijo Harry – Perdiste tu oportunidad, y yo la tomé, yo domine a Draco hace semanas, y tome su varita…Harry saco la varita de espino y sintió la mirada de todos sobre ella.- Así que todo se resume a esto – murmuro Harry, - ¿Acaso la varita que tienes en tu mano sabe que su antiguo dueño fue desarmado?, porque si es así…. yo soy el verdadero dueño de la varita mas antigua.Un destello rojo, brillo de repente a través del cielo encantado del gran comedor, como un raya de sol brillante, que aparecía sobre la barda de la ventana. La luz pegó directamente en los rostros de Harry y Voldemort al mismo tiempo, de manera que Voldemort fue envuelto de repente por una neblina. Harry oyó la voz de Voldemort al mismo tiempo que el gritaba su máxima esperanza a los cielos, señalando con la varita de Draco:- ¡Avada Kadavra!- ¡Expelliarmus!La explosión fue como un cañonazo, las flamas doradas que emanaron entre ellos, marcaron el punto donde los hechizos colapsaron. Harry vio el hechizo verde de Voldemort chocar contra su propio hechizo, vio la varita más antigua salir volando, contrastando el color negro con los colores del amanecer, girando sobre el cielo encantado como la cabeza de Nagini, girando en el aire hacia su dueño al que no pudo matar, quien el fin tomaba posesión de ella. Harry con la habilidad del buscador, cacho la varita en su mano libre, mientras Voldemort caía de espaldas, con los brazos extendidos, las pupilas de los ojos rojos volteando hacia arriba. Tom Riddle pego en el suelo, su cuerpo débil y encogido, las manos blancas y vacías, la cara de serpiente vaga e irreconocible. Voldemort estaba muerto, asesinado por su propia maldición, Harry parado, sosteniendo dos varitas en sus manos viendo a su enemigo.Un segundo de silencio, la conmoción del momento en suspenso, y de pronto un tumulto que se abalanzó sobre Harry mientras que las porras, vivas y victorias se alzaban en el aire. El amanecer se coló por las ventanas a medida que avanzaban hacia Harry, los primero en alcanzarlo fueron Ron y Hermione, fueron sus brazos los que lo rodearon y sus gritos que lo dejaron sordo. Entonces llegaron Ginny, Neville y Luna, todos los Weasley y Hagrid, Kingsley y McGonagall, Flitwick y Sprout, Harry no podía oír ni una sola palabra de lo que la gente decía, no podía decir las manos de quien lo oprimían, lo jalaban, tratando de abrazar alguna parte de el, cientos de ellas oprimiéndolo todas determinadas a tocar al niño que sobrevivió, la razón por la cual todo había terminado ya.El sol se fue cerniendo sobre Hogwarts, y el gran salón estalló con vida y luz. Harry fue una parte indispensable de las celebraciones y de los llantos. Querían que estuviera con ellos, su líder su símbolo, el salvador y el guía, y Harry no había dormido, que hubiera preferido la compañía de solo alguno de ellos, parecía no ocurrírsele a nadie. Tenia que hablar con todos, dar las manos, ver sus lágrimas, recibir las gracias, escuchar las noticias de todo el mundo mientras la mañana seguía su curso, mientras que las victimas de la maldición Imperius volvían a la realidad, y los mortífagos huían o eran capturados y los inocentes encerrados en Azkaban eran liberados, mientras que Kingsley Shacklebolt era nombrado ministro de magia temporalmente.Removieron el cuerpo de Voldemort y lo colocaron en una cámara fuera del salón, lejos de los cuerpos de Fred, Tonks, Lupin, Colin Creevey, y cincuenta mas que habían muerto peleando contra el. McGonagall reemplazo las mesas de las casas, nadie se sentaba de acuerdo a la casa a la que pertenecía, todos estaban juntos, maestros y alumnos, padres y fantasmas, centauros y elfos domésticos, Firenze recostado en un rincón recobrándose, Grawp asomado por una ventana rota, la gente le lanzaba comida a la boca mientras sonreía, después de un rato Harry se sintió exhausto y se encontró sentado en una banca junto a Luna- Yo necesitaría algo de paz y tranquilidad si fuera tu – dijo ella- Si me encantaría – dijo Harry- Yo los distraeré – dijo Luna – tu usa tu capaY antes de que pudiera decir cualquier cosa, Luna gritó, - Ohhh miren, un BLIBBERING HUMDINGER – y señaló fuera de la ventana. Todo mundo que escucho volteo buscando, Harry aprovecho para colocarse la capa.Ahora podía moverse por todo el salón sin que nadie lo molestara, vio a Ginny sentada a dos mesas de distancia, estaba con la cabeza reclinada en el hombro de su madre: Ya habría tiempo para hablar, horas, días y quizá años para hablar. Vio a Neville, la espada de Gryffindor yacía a un lado de su plato mientras comía, rodeado de una multitud de admiradores. Harry caminó entre las mesas, vio a los tres Malfoys, agrupados juntos inseguros de si debían o no estar ahí, pero nadie les prestaba atención. A todos lados donde volteaba veía familias reunidas, y finalmente vio a los dos cuya compañía necesitaba mas.- Soy yo – murmuró – inclinándose entre ellos, - ¿Vendrían conmigo?Se pararon enseguida y juntos, el, Ron y Hermione dejaron el gran salón. Grandes trozos faltaban de las escaleras de mármol, parte de la balaustrada había desaparecido, y manchas de sangre aparecían a cada pocos pasos a medida que subían.En algún lugar en la lejanía pudieron oír a Peeves, zumbando a través de los pasillos, cantando victorioso una canción de su propia composiciónLo hicimos, vencimos con Potter el primeroVoldy se fue a morir, ¡nos iremos a divertir!-Realmente le da cierto sentimiento a la tragedia ¿o no? – dijo Ron empujando una puerta abierta para que Harry y Hermione pasaran.La felicidad llegaría pensó Harry, pero por el momento estaba cansado y exhausto, y el dolor de perder a Fred, Lupin y Tonks lo golpeo tal como si fuera una herida física en cada paso. Pero sobre todo sentía un gran alivio y ganas de una larga siesta. Pero antes les debía una explicación a Ron y Hermione, que habían estado con el por tanto tiempo y quienes merecían la verdad. Poco a poco fue relatando lo que vio en el Pensadero, lo que había pasado en el bosque, y aun no habían acabado de expresar toda su sorpresa y emoción, cuando llegaron al lugar al cual habían estado caminando, aunque ninguno mencionara su destino.Desde la ultima vez que la vieron, la gárgola que guardaba la entrada a la oficina del director había sido tirada a un lado, yacía de lado, como si estuviera borracha, y Harry se preguntó si sería capaz de reconocer las contraseñas.- ¿Podemos pasar? – pregunto a la gárgola- Siéntanse libres – respondióSubieron sobre ella y hacia la escalera en espiral que se fue moviendo lentamente hacia arriba. Harry empujo la puerta abierta que tenia enfrente.Tubo una breve visión del Pensadero sobre el escritorio justo donde lo había dejado, y un ruido ensordecedor lo hizo gritar, pensando que las maldiciones y mortífagos regresando para ver el resurgimiento de Voldemort.Pero eran aplausos, en todas las paredes a su alrededor, los directores y directoras de Hogwarts le daban una ovación de pie, todos agitando sus varitas sobre sus sombreros y en algunos casos sus pelucas. Se asomaban por los marcos para estrecharse la manos, bailaban de arriba abajo sobre las sillas donde habían sido pintados, Dilys Derwent dio un sorbetón sin pena; Dexter Fortescue agitaba su audífono para oír, y Phineas Niggelus dijo con su rara y fuerte voz: - Y que sea notado que la casa Slytherin jugo su buena parte - ¡Que nuestra contribución no sea olvidada!Pero Harry solo tenía ojos solamente par el hombre que parado de pie en el cuadro mas grande colocado detrás de la silla del director. Las lágrimas se deslizaban detrás de las gafas de media luna, cayendo por la larga barba plateada, y el orgullo y gratitud que emanaban de el llenaron a Harry con el mismo sentimiento que la canción del Fénix.Al fin, Harry levantó sus manos, y los retratos guardaron silencio, sollozando y limpiándose sus ojos, esperando que hablara. Harry dirigió sus palabras a Dumbledore, sin embargo las eligió cuidadosamente. Exhausto y cansado como estaba, debía aguantar un último esfuerzo.- El objeto que estaba escondido en la Snitch – empezó a decir – Lo tiré en alguna parte del bosque, no se exactamente donde, pero no voy a ir a buscarlo de nuevo ¿Están de acuerdo? –- My querido niño, lo estoy – dijo Dumbledore, mientras que los retratos de sus compañeros se mostraban sorprendidos y curiosos. – Una decisión valiente, pero no menos de lo que habrías esperado de ti, ¿Alguien mas sabe donde cayó?- Nadie – respondió Harry y Dumbledore asintió con satisfacción.- Voy a conservar el regalo de Ignotus - dijo Harry a lo que Dumbledore exclamó- ¡Por su puesto Harry! Es tuyo para siempre hasta que lo pases. –- ¿Y donde esta?Harry sostuvo en alto la varita mas antigua, Ron y Hermione la miraron con reverencia, incluso en su estado semi-inconciente, Harry no quiso verla- No la quiero – dijo Harry- ¡Que! – dijo Ron ¿¡Estas loco!?- Se que es poderosa – dijo Harry – pero yo estaba tan contento con la mía así que… –Revolvió en la bolsa que tenía colgada en el cuello, sacando las dos mitades de su varita de acebo, sostenidas tan solo por un pedazo de la pluma del Fénix. Hermione había dicho que no podía ser reparada, que el daño era muy severo, solo sabía que si esto no funcionaba, nada lo haría.Coloco la varita rota sobre el escritorio del director, y la toco muy poco con la punta de la varita más antigua, y dijo – Reparo -Y su varita de arreglo, chispas rojas salieron de la punta. Harry sabía que había tenido éxito. Tomó la varita de acebo y pluma de fénix sintiendo un calor en sus dedos, como si la varita y su mano se regocijaran con el reencuentro.- Voy a poner la varita mas antigua – le dijo a Dumbledore, quien miraba con gran afecto y admiración - de regreso de donde vino, puede quedarse ahí, si muero de muerte natural como Ignotus, su poder se perderá ¿cierto?; el antiguo dueño jamás habría sido vencido y sería el fin de ellaDumbledore asintió sonriendo a Harry.- ¿Estas seguro dijo Ron? – en cuya voz había un dejo de anhelo mientras veía a la varita mas antigua.- Creo que Harry tiene razón – dijo Hermione lentamente- La varita da mas problemas de lo que en realidad vale – dijo Harry – Y a decir verdad – dijo mientras daba la espalda a los retratos, pensando solamente en su cama que le esperaba en la torre de Gryfindor y preguntándose si Kreacher le llevaría un sándwich ahí, - He tenido demasiados problemas para toda la vida –EpilogoDiecinueve años después…El otoño pareció llegar de improviso aquel año, La mañana del primero de Septiembre era dorada y mientras la pequeña familia avanzaba por las ruidosas calles hacia la estación de trenes, el vapor de los carros se disipaba y el aliento de los peatones brillaba como telarañas con el frío del aire. Dos grandes jaulas colocadas en lo alto de los carritos que los padres empujaban; las lechuzas dentro chillaban indignadas, y una niña pelirroja caminaba tímidamente detrás de sus hermanos, jalando el brazo de su padre.- No será mucho tiempo, tu también iras – le dijo Harry- Dos años – sollozo Lily – ¡Quiero ir ahora!La gente miraba curiosa a las lechuzas mientras la familia se abría paso hacia la barrera entre las plataformas nueve y diez. La vos de Albus llego a Harry sobre el clamor general; sus hijos habían retomado la discusión que iniciaran en el coche.- No lo seré, no seré de Slytherin –- James, déjalo en paz – dijo Ginny- Solo dije que podría serlo – dijo James, haciendo muecas a su hermano menor – No tiene nada de malo que pudiera llegar a estar en Slytherin –Pero James capto la mirada de su madre y guardo silencio. Los cinco Potrees se acercaron a la barrera, con una rápida mirada sobre su hombro a su hermano menor, James tomo el carrito de su madre y hecho a correr, un momento después había desaparecido.- Me escribirán ¿cierto? – pregunto Albus a sus padres aprovechando el momento en que su hermano no estaba.- Todos los días si quieres – dijo Ginny- No , no todos los días – dijo Albus rápido, - James dice que la mayoría de la gente no recibe cartas de casa mas que una vez al mes –- Le escribimos a James al menos tres veces a la semana el año pasado – dijo Ginny- No querrás creer todo lo que tu hermano te dice sobre Hogwarts – dijo Harry, - le encantan las bromas –Lado a lado, empujaron el segundo carrito hacia delante ganando velocidad, a medida que se aproximaban a la barrera Albus vaciló, pero ningún golpe ocurrió. En lugar de eso, la familia apareció en la plataforma nueve tres cuartos, que estaba obscurecida por el fino vapor que emanaba del Expreso de Hogwarts. Distintas figuras se desvanecían entre la bruma, in la cual James había ya desaparecido.- ¿Donde están? – preguntó Albus ansioso, mirando a las borrosas figuras que pasaban mientras caminaban sobre la plataforma. –- Los encontraremos – dijo GinnyPero el vapor era denso, y hacia difícil ver las caras de las personas, oyendo solo las voces que por el ruido, se oían más fuertes de lo normal. Harry creyó oír a Percy discutiendo fuerte sobre regulaciones de escobas voladoras, y estuvo muy contento de no tener que verlo y tener que saludarlo.- Creo que son ellos Al – dijo Ginny de prontoUn grupo de cuatro personas emergió de la niebla, parados junto al último carro. Sus caras solo fueron claras cuando Harry, Ginny, Lily y Albus llegaron junto a ellos.- Hola – dijo Albus – sonando aliviadoRose, que ya estaba usando su nueva capa de Hogwarts, le sonrió- ¿Te pudiste estacionar Harry? – Pregunto Ron, - Yo si, Hermione no creía que podía pasar el examen muggle de manejo, ¿Verdad? Pensó que tendría que encantar al examinador –- Claro que no – dijo Hermione, - Tenía completa fe en ti –- A decir verdad, si lo encante – le susurro Ron a Harry, al tiempo que levantaban el carrito de Albus junto con la lechuza para colocarlo en el tren – Solo olvide mirar en el retrovisor, pero aceptémoslo, puedo utilizar un hechizo de Súper sentidos para eso –De regreso en la plataforma encontraron a Lily y Hugo, el hermano menor de Rose teniendo una animada discusión sobre en que casa serían seleccionados una vez que fueran a Hogwarts.- si no estas en Gryfindor, bueno te desheredare – dijo Ron – pero no te presiones.-- ¡Ron!Lily y Hugo se rieron, pero Albus y Rose se miraron solemnemente- No quiso decir eso – dijo Hermione a Ginny: pero Ron no prestaba atención, había visto la mirada de Harry que apuntaba a un lugar unos cincuenta metros adelante. El vapor se había disipado por un momento y las tres personas se pudieron ver con claridad.- ¡Mira quien es!Draco Malfoy estaba parado con su esposa y su hijo con una larga capa abotonada hasta la garganta. Su cabello recogido de tal forma que enfatizaba la barba puntiaguda. El nuevo niño se parecía mucho a Draco, de la misma forma que Albus se parecía a Harry. Draco captó la mirada de Harry, Ron, Hermione y Ginny, vaciló un momento y después se fue.- Entonces ese es el pequeño Escorpius – dijo Ron con la voz entrecortada – Asegúrate de ganarle en todas las pruebas Rosie, gracias a dios que heredaste el cerebro de tu madre –- Ron, por dios santo – dijo Hermione mitad enojada y mitad divertida – No trates de volverlos unos contra otros, antes de que siquiera empiecen la escuela –- Si tienes razón, lo siento – dijo Ron, pero volviendo a meter la pata dijo - No te hagas muy amigo de el, Rosie, el abuelo Weasly jamás te perdonaría si te casas con un sangre-limpia –- ¡Hola!James había reaparecido, se había deshecho del carrito, de su lechuza y estaba evidentemente ansioso por contarles algunas noticias.- Teddy esta allá atrás – dijo con la respiración entrecortada, señalando sobre su hombro hacia las nubes de vapor - ¡Solo mírenlo! Y adivinen que esta haciendo, ¡Abrazando a Victoria!Miro a los adultos, evidentemente decepcionado por su falta de reacción-- Nuestro Teddy, ¡Teddy Lupin! ¡Abrazando a nuestra Victoria!, nuestra prima, Y yo le pregunte a Teddy que que estaba haciendo…-- ¿Los interrumpiste? – dijo Ginny, - Eres tal como Ron ...-- ..y el dijo que había venido a despedirla, y me dijo que me fuera. ¡La esta abrazando! – agrego James como si estuviera preocupado de que no le hubieran entendido. –- Ohh sería maravilloso que se casaran – dijo Lily, - Teddy entonces sería parte de nuestra familia –- Pues ya llega como cuatro veces por semana a cenar a la casa – dijo Harry – Así que porque no lo invitamos a que se quede a vivir y terminamos con esto de una vez –- ¡Claro! – dijo James con entusiasmo, - No me importaría compartir cuarto con Al y que Teddy se quede con el mió –- ¡No! – dijo firmemente Harry, - Al y tu solo compartirán un cuarto el día que decida demoler la casa –Revisó su viejo reloj de pulsera, que había sido alguna vez de Fabián Prewetts- Son cerca de las once, ya deben ir subiendo –- No olviden saludar a Neville y decirle que lo queremos – dijo Ginny a James mientras lo abrazaba- ¡Mamá! No puedo decirle a un profesor que lo quieren- Pero si conoces a NevilleJames volteo los ojos.- Claro, fuera, pero en la escuela es el profesor Longbottom ¿no es así?, no puedo entrar a Herbología y decirle hola profesor, lo queremos mucho.Sacudiendo la cabeza por los comentarios de su madre, le dio una patada a Albus- Te veo al rato Al, ten cuidado con los thestrals –- Pensé que eran invisibles, ¡dijiste que eran invisibles!Pero James se limito a reír, permitiendo que su madre lo besara de nuevo, le dio a su padre un fuerte abrazo y salto rápidamente al tren. Lo vieron despedirse y salir corriendo para encontrarse con sus amigos.- No hay de que preocuparse por los Thestrals – le dijo Harry a Albus - Son criaturas amables, no hay nada horrible sobre ellas, de cualquier forma no iras a la escuela en los carruajes este año, sino en los botes –Ginny le dio un beso de despedida a Albus.- Nos vemos en Navidad –- Adiós Al- dijo Harry, a su hijo mientras lo abrazaba – No olvides que Hagrid los invito a tomar el te el siguiente viernes, no te metas con Peeves, y no pelees con nadie hasta que aprendas a hacerlo, y no dejes que James te moleste –- Pero ¿y si quedo en Slytherin?Le susurro fue solo para su padre, y Harry sabia que solo el momento de la despedida podría haber forzado a su hijo a revelarle realmente cuanto miedo tenia.Harry se inclinó de forma que la cara de Albus quedo ligeramente sobre la suya, de los tres hijos de Harry, solo Albus había heredado los ojos de Lily.- Albus Severus – dijo Harry lentamente, de forma que ni Ginny pudiera oírla, y ella fue lo bastante lista como para pretender estarse despidiendo de Rose que ya estaba en el tren – Fuiste nombrado así en honor de dos directores de Hogwarts, uno de ellos era de Slytherin y fue probablemente el hombre mas valiente que yo he conocido –- Pero digamos que... –- ..entonces la casa de Slytherin habría ganado a un magnífico estudiante ¿cierto? Y no nos importa a nosotros Al. Pero si te importa a ti, déjame decirte que puedes ser capaz de elegir Gryfindor sobre Slytherin, el sombrero seleccionador toma en cuenta tu opinión –- ¿De verdad?- Lo hizo conmigo – dijo HarryJamás le había dicho a ninguno de sus hijos aquello, y vio la ilusión en la cara de Albus cuando lo dijo. Y mientras la puertas se cerraban a lo largo del tren escarlata, y las líneas borrosas de los padres se inclinaban para el ultimo adiós, Albus brinco al tren y Ginny cerró la puerta detrás de elLos estudiantes colgaban de las ventanas que tenían mas cerca, un gran número de caras, dentro y fuera del tren parecía que se volvían hacia Harry.- ¿Qué están viendo? Dijo Albus mientras el y Rose volteaban alrededor para ver a los demás estudiantes.- Que no te preocupe – dijo Ron, - Es a mi, soy extremadamente famoso –Albus, Rose, Hugo y Lily se rieron. El tren empezó a moverse y Harry camino a su lado viendo la pequeña cara de su hijo, en la que se reflejaba gran emoción. Harry siguió sonriendo y despidiéndose, aunque se sentía un poco temeroso de ver a su hijo alejarse de el.El ultimo rastro de vapor se evaporo en el aire de otoño, el tren dio la vuelta en la esquina, mientras que la mano de Harry aun estaba levantada en despedida-- Estar bien – dijo GinnyMientras Harry la miraba, se llevó la mano lentamente hacia la frente, tocando la cicatriz- Se que lo estará –La cicatriz no le había dolido en diecinueve años. Todo iba bien.

(Extra) EPÍLOGO 19 AÑOS DESPUÉS

El otoño pareció llegar repentinamente ese año. La mañana del uno de Septiembre era crispada y dorada como una manzana y mientras la pequeña familia se apresuraba a cruzar la ajetreada calle hacia la grandiosa y sombría estación, el humo de los tubos de escape de los coches y el aliento de los caminantes centelleaban como telas de araña en el aire frío. Dos grandes jaulas descansaban en lo alto de los carritos de equipaje que los padres empujaban, las lechuzas dentro de ellas ululaban indignadamente, y la pequeña pelirroja se demoraba temerosamente tras sus hermanos, aferrada al brazo de su padre.
-No pasará mucho tiempo, y también tú iras, -le dijo Harry.
-Dos años, -resopló Lilly-. ¡Yo quiero ir ahora!
Los transeuntes miraban curiosamente a las lechuzas mientras la familia se abría paso hasta la barrera entre los andenes nueve y diez. La voz de Albus llegó hasta Harry por encima del clamor que les rodeaba; sus hijos habían reasumido la discusión que habían empezado en el coche.
-¡No! ¡No estaré en Slytherin!
-¡James, dale un respiro! -dijo Ginny.
-Yo solo digo que podría ser, -dijo James, sonriendo a su hermano menor-. No hay nada de malo en ello. Podría estar en Slyth...
Pero James captó la mirada de su madre y se quedó en silencio. Los cinco Potters se aproximaron a la barrera. Con una mirada ligeramente autosuficiente sobre el hombro hacia su hermano menor, James tomó el carrito de manos de su madre y echó a correr. Un momento después, se había desvanecido.
-Me escribiréis, ¿verdad? -preguntó Albus a sus padres inmediatamente, aprovechando la momentanea ausencia de su hermano.
-Cada día, si quieres que lo hagamos, -dijo Ginny.
-No cada día, -dijo Albus rápidamente-. James dice que la mayoría de la gente solo recibe cartas de casa una vez al mes.
-Escribimos a Jemes tres veces por semana, -dijo Ginny.
-Y no deberías creer todo lo que te cuenta de Hogwarts -añadió Harry-. A tu hermano le gusta gastar bromas.
Lado a lado, empujaron el segundo carrito hacia adelante, cobrando velocidad. Cuando se aproximaron a la barrera, Albus hizo una mueca, pero no se produjo ninguna colisión. En vez de eso, la familia emergió a la plataforma nueve y tres cuartos, que estaba oscurecida por el vapor blanco que surgía del expreso escarlata de Hogwarts. Figuras confusas se movían como un engambre a través de la neblina, en la que James ya había desaparecido.
-¿Dónde están? -preguntó Albus ansiosamente, espiando hacia las nebulosas formas que pasaban mientras se abrían paso andén abajo.
-Los encontraremos -dijo Ginny tranquilizadoramente.
Pero el vapor era denso, y resultaba dificil discernir la cara de nadie. Desconectadas de sus propietarios, las voces sonaban antinaturalmente ruidosas. Harry creyó haber oído a Persy discurriendo ruidosamente acerca de las regulaciones de escobas, y se alegró la excusa que se le presentaba para no pasar y saludar...
-Creo que esos son ellos, Al, -dijo Ginny de repente.
Un grupo de cuatro personas emergió de la niebla, de pie junto a un carrito muy grande. Sus caras solo se enfocaron cuando Harry, Ginny, Lily, y Albus llegaron justo ante ellos.
-Hola, -dijo Albus, que sonaba inmensamente aliviado.
Rose, que ya vestía su nueva túnica de Hogwarts, le sonrió.
-¿Todo bien al aparcar entonces? -preguntó Ron a Harry-. Para mí si. Hermione no se creía que pudiera pasar un exámen de conducir muggle, ¿verdad? Pensó que había Confundido al examinador.
-No, no es cierto, -dijo Hermione-. Tenía una fé absoluta en ti.
-Para que quede claro, le Confundí. -susurró Ron a Harry mientras juntos alzaban el baúl de Albus y la lechuza hasta el vagón-. Solo olvidé mirar por el retrovisor, y mira tú. Puedo utilizar un Encantamiento Supersensorial para eso.
De vuelta en la plataforma, encontraron a Lilly y Hugo, el hermano menor de Rose, teniendo una animada conversación sobre en qué casa serían seleccionados cuando finalmente fueran a Hogwarts.
-Si no entras en Gryffindor, te desheredaremos, -dijo Ron- pero sin presiones.
-¡Ron!
Lilly y Hugo rieron, pero Albys y Rose parecían solemnes.
-No lo dice en serio, -dijeron Hermione y Ginny, pero Ron ya no estaba prestando atención. Captando la atención de Harry, asintió subcepticiamente hacia un punto a unas cincuenta yardas de distancia. El vapor se había disipado por un momento y tres personas estaban de pie en un espacio libre de la cambiante niebla.
-Mira quién está ahí.
Draco Malfoy estaba allí de pie con su esposa e hijo, con un abrigo oscuro abonotado hasta la garganta. Su pelo estaba peinado hacia atrás de tal forma que enfatizada la barbilla puntiaguda. El nuevo chico se parecía a Draco tanto como Albus se parecía a Harry. Draco captó un vistazo de Harry, Ron, Hermione y Ginny mirándole, asintió cortesmente, y se alejó.
-Así que ese es el pequeño Scorpius, -dijo Ron por la bajo-. Asegúrate de machacarle en cada exámen, Rosie. Gracias a Dios heredaste el cerebro de tu madre.
-Ron, por amor de Dios, -dijo Hermione medio severa, medio divertida-. ¡No intentes volverlos uno contra otro antes de que empiecen siquiera la escuela!
-Tienes razón, lo siento, -dijo Ron, pero incapaz de contenerse, añadió-. No seas muy amigable con él, Rosie. El abuelo Wesley nunca te perdonaría que te casaras con un sangre pura.
-¡Ey!
James había reaparecido, se había librado a sí mismo de su baúl, lechuza y carrito, y evidentemente estaba que explotaba con nuevas noticias.
-Teddy está de vuelta, -dijo sin respiración, señalando sobre el hombro hacia las vaporosas nubes-. ¡Acabo de verle! Y adivinad que está haciendo. ¡Morreándose con Victoire!
Fulminó con la mirada a los adultos, evidentemente decepcionado por su falta de reacción.
-¡Nuestro Teddy! ¡Teddy Lupin! ¡Morreándose con nuestra Victoire! ¿Nuestra prima? Y le pregunté a Teddy que estaba haciendo...
-¿Les interrumpiste? -dijo Ginny- Te pareces tanto a Ron...
-... ¡y dijo que había venido a verla! Y después me dijo que me largara. ¡La estaba morreando! -Añadió James como preocupado de no haber sido lo bastante claro.
-¡Oh, sería adorable que se casaran! -murmuró Lilly soñadoramente-. ¡Entonces Teddy sería realmente parte de la familia!
-Ya viene a casa a cenar casi todos los días -dijo Harry, .... falla mi imaginación pero supongo que dice algo así como qué más da que se quede todo el rato.
-¡Si! -dijo James entusiamado-. No me importaría compartir cuarto con Al... Teddy podría quedarse mi habitación.
-No, -dijo Harry firmemente-. Al y tú os estaríais peleando a cada rato y no quiero que la casa acabe demolida.
Comprobó... ni pajolera idea de lo que viene aquí, es una frase nada más, algo así como que comprobó el carrito.
-Son casi las once, será mejor que subáis.
-¡No olvides darle recuerdos a Neville! -dijo Ginny a James y le abrazó.
-¡Mamá! No puedo hacer eso con un profesor.
-Pero conoces a Neville...
James puso los ojos en blanco.
-Fuera, si, pero en la escuela es el Profesor Longbotton, ¿verdad? No puedo entrar en Herbología y darle recuerdos...
Sacudiendo la cabeza ante las tonterías de su madre, se apresuró a adelantarse para dar una patada a Albus.
-Luego te veo, Al. Vigila a los Thestrals.
-Creía que eran invisibles. Dijiste que eran invisibles.
Pero James simplemente se rio, permitió que su madre le besara, dio un abrazo rápido a su padre, después saltó rápidamente al tren. Le vieron avanzar, después alejarse vagón arriba hacia sus amigos.
-Los Thestrals no son nada de qué preocuparse, -dijo Harry a Albus-. Son criaturas gentiles, no hay nada que asuste en ellos. De otodos modos, vosotros no vais a llegar a la escuela en los carruajes, iréis en botes.
Ginny se despidió de Albus.
-Te veremos en Navidad.
-Adios, Al, -dijo Harry mientras su hijo le abrazaba-. No olvides que Hagrid te ha invitado a tomar el té el próximo viernes. No te metas en lios con Peeves. Nada de duelos con nadie hasta que hayas aprendido como hacerlo. Y no dejes que James se meta contigo.
-¿Y si acabo en Slytherin?
El susurro era solo para su padre, y Harry sabía que solo el momento de la partida podría haber obligado a Albys a revelar lo grande y sincero que era su temor.
Harry se agachó para que la cara de Albus estuviera ligeramente por encima de la suya. Solo Albus entre los tres hijos de Harry, había heredado los ojos de Lilly.
-Albus Severus, -dijo Harry quedamente, para que nadie más que Ginny pudiera oirle, y ella tenía suficiente tacto como para fingir que estaba escuchando a Rose, que ya estaba en el tren-, te pusimos ese nombre por dos directores de Hogwarts. Uno de ellos era un Slytherin y fue probablemente el hombre más valiente que nunca haya conocido.
-Pero y si...
-... entonces la Casa Slytherin habrá ganado un excelente estudiante, ¿verdad? A nosotros no nos importa, Al. Pero si a ti te importa tanto, podrás elegir Gryffindor en vez de Slytherin. El Sombrero Seleccionador toma en cuenta tu elección.
-¡De veras!
-Lo hizo en mi caso, -dijo Harry.
Nunca antes había contado eso a sus hijos, y vio la maravilla en la cara de Albus cuando lo dijo. Pero ya las puertas se estaba cerrando a lo largo de todo el tren escarlata, y los sonidos señalaban el momento de partir para los últimos rezagados.
Albus saltó al vagón y Ginny cerró la puerta tras él. Los estudiantes colgaban de las ventanas que tenían más cerca. Un gran engambre de caras, sobre y fuera del tren, parecían estar vueltas hacia Harry.
-¿Por qué están todos mirando? -exigió Albus mientras Rose y él se giraban alrededor para mirar al resto de los estudiantes.
-No dejes que eso te preocupe, -dijo Ron-. Soy yo. Soy extremadamente interesante.
Albus, Rosie, Hugo, y Lily rieron. El tren empezó a moverse, y Harry caminó junto a él, observando la delgada cara de su hijo, ya sonrojada por la excitación. Harry siguió sonriendo y saludando, incluso aunque era un poco embarazoso, observando como su hijo se alejaba de él...
El último rastro de humo se evaporó en el aire otoñal. El tren había doblado una esquina. La mano de Harry estaba inmóvil, alzada en un adiós.
-Estará bien, -murmuró Ginny.
Cuando Harry miró hacia ella, bajó la mano ausentemente y se tocó la cicatriz en forma de relámpago de la frente.
-Lo sé.
La cicatriz no le había dolido a Harry en diecinueve años. Todo iba bien.